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Universo mental

(1749)

REFLEXIONES, PARA TOMAR APUNTES...
"No hay mayor esclavitud que aquella que se fragua en la propia mente, pero tampoco hay mayor impulso de libertad que el que de allí procede".

Vivimos los humanos al impulso de nuestras fantasías, y son ellas, sin duda, quienes guían todas nuestras acciones.

De nuestra mente, de nuestra fantasía arranca la ilusión que nos impulsa a arriesgadas empresas, algunas necesarias para la vida, otras, prisioneras del ego, inhumano camino de destrucción y muerte.

La propia mente, con su complejidad de instinto, intuición, emotividad e intelecto genera los impulsos que mueven todas nuestras acciones, desde las más primarias hasta las más sutiles y sublimes.

Desde las que enfrentaban al cavernícola con una fiera aun a riesgo de perder la propia vida a cambio de obtener una buena provisión de proteínas con las que asegurar la nutrición propia y la de su grupo humano, hasta la de cruzar en solitario mares y océanos, estepas y desiertos sin mayor objetivo que el que conlleva contemplar la belleza de una flor o de un amanecer en pleno campo o el de un canto surgido del interior del alma.

Todo en nuestra mente, compleja mezcla de genes y vivencias, tiende a motivar nuestras propias acciones.

Bien lo sabían ya los primitivos cazadores cuando pintaban las paredes de sus grutas en el rincón más profundo y oscuro con escenas de caza. Para ellos el animal comestible era sagrado, y su muerte el ritual necesario para la propia vida.

Y contemplar la realidad a través de ese prisma, una manera necesaria de hacer acopio de valor y aun de fuerza en su cotidiana lucha por la subsistencia.

Un modo de ensalzar al cruel destino a fin de construir mediante el pensamiento un universo de dignidad personal, de autoestima, de integración social, de aceptación del otro y por el otro, de amor y de calor humano, palabras éstas que actualmente a una buena parte de nuestra población occidental suenan extrañas.

Lo sabían también hace ya diez mil años los pueblos que vivían de cultivar la tierra cuando organizaban en fechas puntuales fiestas y ceremonias repletas de misterio con las que daban sentido al sufrimiento que conlleva el trabajo que imponía el autoritarismo que regía la estructura social del colectivo humano del cual formaban parte.

Como también en época reciente, de esa necesidad de construir un universo de esperanza en la propia mente, de un futuro mejor para su gente aunque ellos no lo vieran, han brotado del alma del negro esclavizado por la maldad del blanco esos cantos profundos, esos lamentos de dolor y autoafirmación. Y del pueblo gitano, esas segurillas y carceleras y canciones de fragua...

Para bien y para mal así lo han mantenido en su saber al correr de los siglos todos los pueblos y todas las culturas, tanto dominadores como dominados. Y durante siglos las religiones de creencias han cumplido la misión de mantener sumiso al pueblo bajo el poder del tirano de turno, fuese quien fuese.

Hábiles conocedores del poder de la mente y de la fuerza de atracción que para los humanos tiene lo oculto, los magos oficiales del poder establecieron cultos y rituales supuestamente cargados de fuerza sobrenatural que atribuían a ese Dios terrible y mayestático que se inventaron para tener aterrado a todo el pueblo.

Avanzado el proceso de instrucción del pueblo analfabeto, cuando ya no se sostiene en pie la magia, otros procedimientos han venido a suplantar los viejos ritos dentro de un mismo paradigma religioso de ansia de protección contra la contingencia de la vida.

Ya no bajan ahora de los púlpitos las antiguas promesas de dicha eterna para quienes someten su conducta a los mandatos de ese tirano Dios entronizado en lo alto del cielo, sino que la felicidad se ofrece ahora para el tiempo actual a cambio de adorar al dios Dinero, y esa promesa se propaga por doquier y nos alcanza dondequiera que estemos, ya sea por la vista o el oído o de forma sutil a través de la Codicia, de la Envidia o de la Vanidad inteligentemente manejadas.

No hay mayor esclavitud que aquella que se fragua en la propia mente, pero tampoco hay mayor impulso de libertad que el que de allí procede.

De ahí que los estrategas del sistema tengan tanto cuidado en tener ocupado constantemente nuestro cerebro, ya sea con la imposición de supuestos necesarios saberes o con las distracciones más banales cargadas de mensajes subliminales con los que colonizan nuestras mentes y propagan su inhumano y perverso pensamiento.

Tan sólo con una mente libre seremos libres. Tan sólo iluminando el corazón con la bondad y manteniendo libre nuestro propio pensamiento podremos mantener despierta el alma. Esos son los cimientos sobre los que se asienta todo proyecto humano. Ése ha de ser el fundamento de toda educación que se proponga humanizar la sociedad en que se desenvuelve.

¿Qué falta en nuestro sistema educativo para que un proyecto de tal orden pueda forjarse?

Tal vez podamos verlo en próximas sesiones.
Seguiremos con ello.
¡Hasta la próxima!

Insertado por: CERCLEOBERT (20/09/2004)
Fuente/Autor: Pep Castelló.
 

          


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