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Y puesto que sigue una gran mayoría, erre que erre, con planteamientos trasnochados para un semicontinente con tal variedad de idiosincrasias sólo ahormadas históricamente a la fuerza, digo:

Primero,
Vistos los resultados que está dando el centripetismo extremo, es decir, neocapitalismo o neoliberalismo, ¿no resulta ya falto de lógica, de razón suficiente (uno de los principios de la lógica formal) bochornoso, vergonzoso, repulsivo y odioso mezclar a conveniencia argumentos ultrapragmatistas (todo por el petróleo, por mi poder, por mi conveniencia, por la de los míos, por la de mi pueblo frente a otros pueblos...) con argumentos emotivos, sentimentales, románticos, decimonónicos: Dios, bandera y unidad patria; y ello principalmente cuando quien recurre a la mezcolanza es para imponer “su razón” por la fuerza institucional... si no por la fuerza bruta?

Segundo,
¿Retendríamos en nuestra casa a nuestros hijos contra su voluntad? ¿Les impediríamos que, mayores de edad, con criterio propio y autosuficientes estuviesen haciendo los preparativos para marcharse de casa y aun para que la abadonasen efectivamente?

Tercero,
¿Hay que esperar siempre, en todo, a arruinarnos para ser conmiserativos, y contraer una enfermedad mortal para reconocer que cada cual —y cada pueblo también— tiene derecho a decidir —sobre todo si es pacíficamente— sobre su desenvolvimiento, su modelo de vida, su destino y su futuro?

* Todos los artículos alojados por este autor, en Ibérica 2000... (Enlaces...)

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