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Lenguaje, libertad y participación: herramientas para el desarrollo y la solidaridad

(1937)

SARAMAGO PROPONE REVISAR LOS GRANDES CONCEPTOS Y LIMPIAR LAS PALABRAS
Lavar las palabras y lavar nuestras miradas para recuperar esa extensa claridad, esa interminable y luminosa capacidad de asombro que una vez, cuando fuimos niños, todos tuvimos y disfrutamos a raudales...

Lo que nos mantiene libres y enteros es siempre ajeno a la velocidad y las modas...


Lavar las palabras y lavar nuestras miradas para recuperar esa extensa claridad, esa interminable y luminosa capacidad de asombro que una vez, cuando fuimos niños, todos tuvimos y disfrutamos a raudales...

Sí, pues en nuestra infancia todo, absolutamente todo lo que íbamos descubriendo se nos presentaba como único, irrepetible, extraordinario... Todo era recibido como un don divino, con una grata e insólita sorpresa...

Por eso, a continuación, presentamos una serena propuesta de Saramago, un escritor y ciudadano ejemplar, dispuesto siempre a rehabilitar, a limpiar con su desbordante imaginación todas nuestras palabras, evitando que las mentiras, las imposturas y las traiciones denigren todo lo que merece ser saboreado y compartido...

Y afirmo, convencido, que todos nosotros, absolutamente todos nosotros, podemos con nuestra mirada limpia, lograr que las palabras presentes y futuras, tengan el tacto y el calor de nuestra propia piel; incluso puedan latir al mismo ritmo que nuestro corazón.

También, aunque pueda parecer una hazaña temeraria, debemos intentar rescatar de las tinieblas y desvanes, todas aquellas palabras que nunca han podido ser pronunciadas ni escritas... y desde luego, tenemos la obligación urgente de vivir y despertar en los sueños que nunca han pertenecido a nadie...

Ojalá las personas podamos limpiar y nacer diariamente dentro de nuestros sueños, muy dentro de nuestras palabras... recuperando e inventando todo aquello que no puede ser comprado nunca en unas grandes almacenes...

Creo que un buen remedio para no naufragar en la tristeza o en la pena, es aprender a disfrutar de las cosas invisibles, de esos vuelos que tanto sabor dan a nuestros ojos y que pueden alimentar, provocar sonrisas inesperadas cuando menos lo esperas...

¡ Y vivir siempre es algo tan grande que no puede ser encerrado, cobijado en unas palabras o en un sueño... pues todo lo que nos mantiene libres y enteros es siempre ajeno a la velocidad y a las modas...
Antonio Marín Segovia
Cercle Obert de Benicalap
Benicalap, a 11 de noviembre de 2004

Saramago propone revisar los grandes conceptos y limpiar las palabras

El Nobel y el poeta Luis García Montero abren en Madrid la II Mostra Portuguesa.
JESÚS RUIZ MANTILLA - Madrid
EL PAÍS - Cultura - 11 de noviembre de 2004.

Lavar las palabras, "limpiarlas", recuperar la esencia de los significados perdidos... Ésa es la propuesta de movilización cívica que José Saramago y Luis García Montero lanzaron ayer en la primera sesión de la II Mostra Portuguesa, que se celebra en la Biblioteca Nacional de Madrid. Ante un auditorio silencioso de más de 300 personas que abarrotaron el salón de actos de la Biblioteca, el premio Nobel y el poeta sacudieron algunos conceptos que necesitan ser revisados.

Responsabilidad, escritura, referencia moral... El análisis de dos obras de Saramago como Ensayo sobre la ceguera y Ensayo sobre la lucidez llevaron a García Montero a plantearle la vitalidad de los vocablos antes citados. "Ha llegado el momento de hacer notoria la necesidad de revisar conceptos. Muchas palabras no significan lo mismo hoy que en el siglo XVII. La justicia no es lo mismo; la ley, aunque pueda pensarse que se hace en nuestro propio beneficio, no es lo mismo. Hay que revisar las palabras de una forma natural y cotidiana como el agua que uno bebe". En eso entra la tarea individual de cada uno. "Culpables no somos", apuntó Saramago, "pero responsables, sí".

Democracia, verdad, voto en blanco... "La democracia no ha existido nunca, ni siquiera en su definición original en Grecia. Creer que es el gobierno del pueblo es una ingenuidad", lanzó Saramago. "Existe una fachada democrática, se trata de ver lo que hay detrás y detrás de esa fachada empieza algo que no es democrático y aquí está la perversión". El escritor portugués anduvo merodeando en otros tiempos. "Aquí, en España, se dice que contra Franco vivían mejor, como en Portugal algunos dicen que contra Salazar también se vivía mejor. Ahí la clave no son los personajes sino la palabra contra, porque significa no, y en el no empieza la revolución". La revolución que en algunos casos lleva al conformismo. Contra eso también alertó Saramago: "¿Si te callas para qué sirves? ¿Qué haces aquí? ¿Qué utilidad tienes? No hemos venido a este mundo para tener coche".

Quijote, Rimbaud, sueño, locura... La obra de Cervantes, tan recurrida para respuestas e interrogantes siempre, sirvió también a Saramago y García Montero para proclamar ideas pegadas al suelo. "Me niego a admitir que Alonso Quijano estuviera loco. Lo que estaba era harto y por eso eligió otra vida." Lo mismo hace Rimbaud al escribir que la vida auténtica está en otra parte. Yo creo que Cervantes escribió el Quijote para que Rimbaud lo leyera y nos regalara esa maravillosa frase".

El lenguaje es el desarrollo de los símbolos, la expresión artística y sobre todo el habla, que fundamentan el imaginario colectivo. El lenguaje como estructura de mediación entre lo real y nuestra conciencia de lo real, es el lugar donde confluyen lo objetivo (lo que existe fuera de cada uno de nosotr@s), lo subjetivo (lo que existe dentro de cada uno de nosotr@s) y lo ínter subjetivo (el significante que tiene un significado análogo para tod@s nosotr@s). Esta estructura es específica de lo humano. Somos lenguaje.

A través del lenguaje, una persona es un lugar para la participación social. Al ser el lenguaje una actividad genuinamente social, constituye la actividad fundante de la naturaleza humana, vale decir, de la naturaleza racional, como una naturaleza mas compleja que la naturaleza sensitiva de los animales irracionales y la naturaleza nutritiva de las plantas. Sobre este hecho diferencial se puede hablar de un conjunto de actividades cuya combinatoria genera la naturaleza humana.

Lenguaje, libertad y participación: instrumentos para el desarrollo y la solidaridad

El aumento de la desigualdad, de la pobreza y de la violencia son algunas de las consecuencias de este sistema injusto y desigual. Esto ocasiona falta de participación, aislamiento, fragmentación e incomunicación entre los sujetos y las organizaciones, características que dificultan la realización de los proyectos comunitarios. Este contexto se agrava con el progresivo auge de la Cultura de la Delegación, es decir, los “reflejos y decisiones conscientes que depositan y proyectan en el otro de mayor poder la posibilidad de mejorar nuestras vidas (sea este un candidato, un pastor o un galán de telenovelas) y que funciona complementariamente con la cultura del producto y del consumismo, la cultura del espectáculo, la cultura del sálvese quien pueda, la cultura del autocentramiento y todas las formas de sectarismo”

Comunicación Comunitaria: una herramienta para el desarrollo
Generalmente se suele confundir, identificar o reducir el concepto de comunicación a los medios masivos. Sin embargo, desde el punto de vista comunitario, la comunicación se aborda como un proceso que va más allá de lo estrictamente mediático: se intenta guiar a los receptores activos para que se transformen en protagonistas de sus propios cambios y para que elijan con libertad el tipo de sociedad que desean producir.
Mónica Irina Dombrover

El contexto actual neoliberal “deja de lado cualquier idea o anhelo de cambio en función de una sociedad más justa” (Uranga, 2000: 14). No se debate sobre el desarrollo y, en todo caso, se limita a “encontrar dentro del sistema algunos equilibrios que, antes que imponer equidad y justicia, aminoran las desigualdades para no poner en peligro al propio modelo”[1] (Uranga, 2000: 15). Mientras tanto, la pobreza, la polarización, y la desigualdad avanzan a pasos agigantados.

La hegemonía[2] es un proceso dinámico de generación de consenso que, a través de métodos de persuasión, logra legitimar los valores que sustentan la dominación. Los sectores hegemónicos neoliberales lograron construir un sentido común basado en su propia visión del mundo que, a través de mecanismos simbólicos muy sutiles, contribuye a mantener la relación de dominación y las desigualdades. En este contexto, la sociedad se encuentra en un dilema “generado por la falta de capacidad para construir alternativas, que está dominado también por la incomunicación” y “sólo el pragmatismo del dinero y del poder logra imponer (...) su visión de desarrollo al modelo neoliberal predominante” (Uranga, 2000: 24). Esta es la visión oportunista que debe erradicarse. Y esta es una lucha social, intelectual, cultural y política.

Generalmente se suele confundir, identificar o reducir el concepto de comunicación a los medios masivos. Sin embargo, desde el punto de vista comunitario, la comunicación se aborda como un proceso que va más allá de lo estrictamente mediático ya que es “algo más amplio y complejo que el simple hecho de difundir o informar hechos, acuerdos o actividades” (Pinilla, 1994: 8). Al contrario, en los trabajos comunitarios, la comunicación es utilizada como una herramienta de interacción y vínculo entre dos o más personas. Se le otorga una importancia fundamental al destinatario, cuya participación en los procesos deja de ser pasiva. Desde esta concepción se intenta guiar a los receptores activos para que se transformen en protagonistas de sus propios cambios y para que elijan con libertad el tipo de sociedad que desean producir.

Estos postulados son radicalmente opuestos a los intereses del sistema. Los sectores hegemónicos que están en el poder no desarrollan iniciativas que apunten a la formación de actores sociales plenamente conscientes, críticos, que puedan tomar autónomamente decisiones políticas, sociales y culturales. Todo lo contrario: buscan mantener como sea la legitimidad que los mantiene en el poder, mientras sumergen a la sociedad en una heteronomía[3] asfixiante que ocasiona la alienación de los sujetos.

El aumento de la desigualdad, de la pobreza y de la violencia son algunas de las consecuencias de este sistema injusto y desigual. Esto ocasiona falta de participación, aislamiento, fragmentación e incomunicación entre los sujetos y las organizaciones, características que dificultan la realización de los proyectos comunitarios. Este contexto se agrava con el progresivo auge de la Cultura de la Delegación, es decir, los “reflejos y decisiones conscientes que depositan y proyectan en el otro de mayor poder la posibilidad de mejorar nuestras vidas (sea este un candidato, un pastor o un galán de telenovelas) y que funciona complementariamente con la cultura del producto y del consumismo, la cultura del espectáculo, la cultura del sálvese quien pueda, la cultura del autocentramiento y todas las formas de sectarismo” (Desde los Barrios, 2002: 41).

Sin duda, el poco compromiso puede atentar contra cualquier trabajo comunitario. Sin embargo, el comunicador comunitario, lejos de perder la confianza en los cambios sociales, debe combatir esas imposibilidades y, en todo caso, tomarlas como impulsos para la transformación social, ya que las posibilidades con las que cuentan este tipo de proyectos también son muchas y se engloban, básicamente, en la utilización de herramientas que otras disciplinas deciden directamente no tener en cuenta: interactuar con los receptores, partir de una situación real y concreta (no abstracta), elaborar el proyecto en base a las necesidades de los destinatarios, fomentar la participación permanente y el feedback con los actores, respetar conscientemente las diferencias. De esta manera, “la comunicación hace posible que dialoguen las heterogeneidades personales, sociales y culturales” para poder “integrar sin eliminar las diferencias, cuestionando la desigualdad y el aislamiento” (Alfaro, 1993: 34).

Existen otros problemas de la Comunicación Comunitaria en la coyuntura actual que se deben, fundamentalmente, a la falta de redes y de conexión entre los diferentes proyectos. Estos, en general, suelen tener alcance a un nivel micro cuando, en realidad, el objetivo implícito que todo proyecto de esta índole debería tener es el cambio de la sociedad y la transformación de los sujetos a un nivel más macro. También hay dificultades para mantener los proyectos en el tiempo. Esto se debe a diversos motivos, como el poco (o inexistente) presupuesto y la nula preocupación gubernamental, pero también a la falta de participación de los actores, y a determinados hechos reales como la injusticia, la desigualdad y la pobreza que, lamentablemente, reciben respuestas más relacionadas con el asistencialismo que con el desarrollo real.

Los proyectos comunitarios que realmente apunten al desarrollo de la sociedad deben trabajar para la democratización del poder que, a su vez, “reclama, como condición definitoria, la simultánea democratización de la comunicación” (Uranga, 2000: 25), que adquiere importancia política y cultural. Por lo tanto, los trabajos de Comunicación Comunitaria se enfrentan a un desafío enorme. El cambio que deben intentar lograr es difícil, sobre todo en estos tiempos de crisis y desconfianza. Hay que reivindicar la política, tratar de sacarle las connotaciones negativas que actualmente, y desde hace un tiempo, invaden los escenarios políticos y socioculturales ya que esta situación ocasiona pasividad y desmovilización. La idea es erradicar la confusión que equipara la corrupción y la falta de justicia y equidad de los políticos actuales, con la política. “La negociación y el pacto político, como factores de organización de la vida y del intercambio cultural, resultan así afectados, pues parecen obedecer más a coincidencias que a procesos o programas de acción y diálogo. Pues se establecen consensos básicos, empatías epidérmicas, cargadas de crítica a la política, a la palabra, a la institucionalidad partidaria, es decir, a la calidad de su propia participación política, lo cual no construye culturas ciudadanas sólidas” (Alfaro, 1993: 44). En este sentido, los cambios políticos a los que apuntan los proyectos tienen que ver más que con partidos o personalidades políticas, con una democratización del poder, y un aumento de la participación y de la decisión de los actores sociales sobre su propia vida.

De esta manera, los proyectos comunitarios deben, necesariamente, hacer política ya que el desarrollo se relaciona con lo político. “La comunicación para el desarrollo no puede colaborar con el proceso de dispersión social y política, más bien debe resituar el sentido de su presencia en lo masivo, donde (...) se promueva los diálogos sociales, la creación de consensos y disensos conocidos y el cambio de lo político ” (Alfaro, 1993: 36).

La Comunicación Comunitaria debe sobrellevar estas consecuencias del sistema injusto y trabajar para la democratización del poder. En esta lucha cuenta con esa herramienta fundamental que es entender la comunicación como “una dimensión básica de la vida y de las relaciones humanas y socioculturales”, es decir, reconoce “la existencia de actores que se relacionan entre sí dinámicamente, a través de medios o no, donde existe un UNO y un OTRO, o varios OTROS, con quienes cada sujeto individual o colectivo establece interacciones objetivas y principalmente subjetivas” (Alfaro, 1993: 27) ya que “las relaciones comunicativas comprometen la construcción de la propia identidad, individual y colectiva” (Alfaro, 1993: 29).

Referencias bibliográficas:
Alfaro, Rosa María (1993). Capítulo 1. En Una comunicación para otro desarrollo. Perú.

Castoriadis, Cornelius (1988). “Transformación social y creación cultural”. En la Revista Punto de vista Número 32. Buenos Aires.

Fundación Defensores del Chaco, Sociedad de Fomento de Video Alternativo, Asociación Civil El Culebrón Timbal, escuela Julio Cortázar (2002). Desde los barrios, hacia una red cultural y solidaria en el Gran Buenos Aires. Borrador para un documento de trabajo y capacitación. Buenos Aires.

Pinilla, Helena (1994). “La importancia del otro en la comunicación”. En la revista La pizarra. Perú.

Uranga, Washington (2000). “Prólogo”. En Comunicación, universidad y desarrollo. Investigaciones de la Plangesco. La Plata.

Notas:
[1] Por ejemplo, el asistencialismo es una herramienta que de gran desventaja que ocasiona confusión en la población al perpetuar la dominación satisfaciendo necesidades mínimas sin buscar un cambio que intente destruir la desigualdad.

[2] Hegemonía: concepto elaborado por el teórico italiano Antonio Gramsci.

[3] En gran parte de sus trabajos, Cornelius Castoriadis se aboca a la problemática sociedad heterónoma versus sociedad autónoma. La heteronomía, asegura, tan característica de nuestra contemporaneidad, enarbola valores como el consumo, el poder, el prestigio o la expansión ilimitada de dominio racional. Una sociedad autónoma, en cambio, exige la destrucción de esos valores que actualmente orientan el hacer individual y social, y aspira a convertir a los individuos en seres enteramente libres. La sociedad actual “no puede pensar ni decir nada sobre sí misma, sobre lo que es y lo que quiere, sobre lo que para ella vale y lo que no vale, sobre la cuestión de saber si se quiere o no como sociedad” (Castoriadis, 1988). Esta heteronomía nos sumerge en una crisis generalizada de conciencia ya que “la memoria viviente del pasado y el proyecto de un porvenir valorizado, desaparecieron juntos” (Castoriadis, 1988).
Revista Contracultural
www.contracultural.com.ar

EL CASTELLANO COLONIZADOR
La lengua tabú

Se vienen el oficialista y colonizante Congreso de la Lengua Española y su contracara descolonizante que es el Congreso de Las Lenguas, ambos en la ciudad de Rosario, en cuyas calles y paredes justamente el genial croto, “indio salvaje” y poeta Cachilo escribió hace ya unos años: “Expertos: consúltenos antes de engañarnos”. Y este asunto de la colonización y la descolonización empezó allá por 1492, con la implantación de esta lengua tabú que es la castellana.
Juan Pablo Gonzalez

Los Cronistas de Indias fueron los primeros renovadores del lenguaje del Viejo Mundo, que no pudieron evitar el mestizaje de las voces así como no pudieron evitar mestizar las razas: el castellano pierde su latinidad originaria y propia para ir de a poco perdiéndose en un cambalache idiomático de un Nuevo Mundo, en plena explosión. No son dos pueblos que se chocan: son muchos pueblos, muchos idiomas chocando con muchos pueblos e idiomas: No son dos mundos, son varios mundos los que se mezclan...

Y en los Comentarios Reales, el Inca Garcilaso ya hacía mención a la mala traducción castillana, “la corrupción que a todos los nombres les dan” dirá. Lo de los españoles era torpeza verbal y desprecio por las lenguas indígenas. Oídos sordos. Cortés, por ejemplo, en vez de la ciudad de Tenochtitlán (actual México D.F.) anota Temixtitán. Y Bernal Díaz del Castillo, que venía con Cortés, en vez de Huitzilopoxtli (dios colibrí) escribe Huichilobos.

Teléfonos descompuestos europeos.
“Para muchos de los conquistadores relatar se les hizo necesidad. Comunicar... ese mundo nuevo donde trastabillaba la lengua castellana...” dice Susana Zanetti. Muchos de los cronistas expresaron que les faltaban palabras para expresar todo lo que veían. Y si querían ser fieles a la realidad, veraces, debían incluir las palabras indígenas. El precoz castellano se muestra obviamente insuficiente. Y así como hay una apropiación ilegítima de tierras, alimentos, joyas, personas, etc., hay también una apropiación ilegítima y deformante de las lenguas. Un rapto de palabras para la Real Academia. Un robo de identidades. Manipulación de información. Deformación de la realidad: “las leis quel vencedor pone al vencido...” (Nebrija)

Por eso también los textos de los cronistas es bueno leerlos en su lenguaje castellamericano antiguo y no en sus versiones modernizadas-falsificadas: cada cronista tenía sus ortografías particulares, y al leerlos uno encuentra que no siempre escriben igual las palabras, dándole flexibilidad al lenguaje.

Otro verso: la ley mordaza de 1492, año del Encubrimiento de América, y de la primera “Gramática Castellana”... allí su autor, Nebrija, pone en claro:

1) Que ésta no era una lengua madura e independiente, sino que dependía y estaba sometida al latín “nosotros dependemos del Arte de la Gramática Latina”, escribe.

2) Que la conquista buscaba darle al balbuceante, tosco dialecto castellano una categoría imperialista: “las leis quel vencedor pone al vencido e con ellas nuestra lengua”...

3) Que el castellano arcaico de aquellas épocas era mucho más mestizo e interesante (poética-mente) y flexible, que el castellano oficialista y reaccionario de hoy...

4) 1492 es el año del descubrimiento y del encubrimiento (de los europeos) de las lenguas originarias de Abya Yala. Y ya desde 1452 el Papa Nicolás V había autorizado el encubrimiento de los saberes del África, ya que eran “paganos” los negros esclavizados. Todavía no hay ningún Renacimiento y el racismo es ley.

Contrapreguntas:
1- ¿Nosotros como habitantes de la tierra mestiza de Abya Yala, tenemos alguna razón válida para tener que depender del Arte de la Gramática Latina?

2- ¿Acaso estamos tan vencidos (colonizados) que nos tienen que venir hasta a corregirnos como hablamos?

3- ¿Por qué encerrar a nuestro lenguaje en las cárceles de una ortografía y gramática que nunca nos dieron opción de elegir?

4- ¿Por qué no (re)descubrir América empezando por recordar e inventar sus palabras (y leyes) propias?

Acentos exóticos: en la colonización los del Viejo Mundo se burlaban del acento y del nuevo lenguaje de los criollos y mestizos del Nuevo Mundo. Aún hoy muchos europuristas insisten en que acá no hablamos correctamente, cuando lo cierto es que más interesante o más aburrido, todos hablamos correctamente, y todos tenemos voz, aunque no voto.

“La llegada del hombre blanco representó el máximo desastre en la historia de los aborígenes americanos”, dice Miguel Covarrubias. La “des-indigenización” del Nuevo Mundo, comenzó en 1492 y Arysteides Turpana, dice que aún hoy “A lo largo y ancho de Hispanoamérica es más fácil encontrar en los salones el letrero de “Prohibido hablar dialecto”... por dialecto se entiende todo idioma indígena americano y no el castellano, que es un dialecto del latín vulgar.”

Mas o menos la mitad de los países americanos tienen nombres indígenas (o de raíces indígenas). Miguel León-Portilla pasa lista: Canadá, México, Cuba, Haití, Jamaica, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Guyana, Surinam, Perú, Paraguay, Uruguay y Chile.

Y si uno agarra un mapa de estas regiones encontrará que buena parte de los pueblos, ciudades, ríos, montañas, valles, lagos, (y plantas y animales), etc., tienen nombres indígenas (y muchos de los que no lo tienen deberían recuperarlo: por ejemplo El Salvador, que era Cuzcatlán, (tierra de joyas), y sigue saqueada y dolarizada.)

“Los países de América Latina reforzarán... su identidad cultural atendiendo y fomentando lo indígena, que también perdura en su propio ser.” M. León-Portilla

Y algunos dicen que Argentina es el país menos indígena de Latinoamérica, o así, aunque tod@s decimos che, y tod@s somos che (=gente), hij@s de la Mapu, de la Pachamama, e hij@s del Sol, del Inti.

“Aún estamos a tiempo de hacer valer el inmenso patrimonio lingüístico con que cuenta la humanidad.” Dice Esteban Mosonyi, consciente de que “estamos en una carrera contra el tiempo. El desfasaje colonial nos obliga a la innovación lingüística...” Y agrega “me interesan más las posibilidades futuras que las realidades más escuetas del presente”, más allá de la oficialización “precaria” del guaraní en el Paraguay y del quechua y el aymara en Perú y Bolivia, por ejemplo: “En América se encuentra un conjunto de sistemas lingüísticos reprimidos y hasta perseguidos que repentinamente parecen salir a flote y manifestar su derecho a la existencia en nombre de la diferencia, la diversidad y la “identidad”... estas realidades lingüísticas siempre menospreciadas están reaccionando con buena probabilidad de éxito”...

Es absurdo seguir diciendo: tengamos identidad de latinoamericanos, hablemos en español. La identidad, como el idioma, deben reconocer su mestizaje autóctono, orgullosamente.

Y nuestro(s) idioma(s) tienen más que ver con la indoamérica que con la Iberoamérica, (con el tercer mundo, con el sur, que con el primer mundo, el norte), aunque muchos congresos oficialistas se esfuercen todavía en hacernos creer lo contrario.
Revista Contracultural
www.contracultural.com.ar

El lenguaje es retórica. El argumento de Nietzsche de que el lenguaje se apoya sobre la doxa y no sobre la episteme, es en el sentido de que el lenguaje por sí solo no es, ni expresa, la esencia de las cosas, de la cosa misma; sino de que el lenguaje a lo más que puede –y hace- es tratar de transmitir la sensación que se tiene de la cosa, de que la lengua lo más que puede hacer es transponer una palabra por la cosa, persuade y reconoce a la palabra como una metáfora retórica. Esta "limitación" del lenguaje, a la vez, es lo que lo hace más interesante, más complejo y plural, pero eso lo veremos más adelante. Aquí lo imprescindible de mencionar es la persuasión o la fuerza del convencimiento que ejerce el lenguaje sobre la percepción que se llega a tener de las cosas. De que los pensamientos no se pueden reproducir o expresar completamente con palabras ya que "nuestros pensamientos son las sombras de nuestros sentimientos, siempre más obscuros, más vanos, más sencillos que éstos" (G.C; p.182). ¿Qué se puede decir con esto? Que el pensamiento filosófico y, en general, el pensamiento científico, no expresa un conocimiento, sino más bien, antes, es una opinión, un sentir de lo que se cree que se conoce.

Con esto toda expresión lingüística es susceptible de ser reducida en sus elementos esenciales a su estructura retórica inherente. Con ello Nietzsche no sólo está afirmando la identidad estructural entre lenguaje y retórica, en cuanto que un lenguaje utiliza los mismos mecanismos que la retórica para hacerse una imagen del mundo, sino también está señalando una identidad de funciones entre lenguaje y retórica, en la medida en que un lenguaje obedece al mismo imperativo que la retórica.
(...)

El lenguaje hace la función de "puente" entre la realidad y el mundo de ilusiones en el que nos movemos. La inalcanzable realidad es expresada a través de figuras retóricas, y entre ellas se encuentran los tropos, la sinécdoque, la metáfora, etc., y la palabra es entendida ahora como una metáfora retórica. Como las palabras no nos traen directamente realidad, entonces estamos hablando de un lenguaje de signos, de metáforas como signos.

La realidad para Nietzsche es el devenir, la realidad se expresa a través del lenguaje a partir de una excitación nerviosa, de una emoción. Se genera una imagen y después se trata de expresar, de transmitir con palabras, es decir, primero se siente, luego se crea la imagen de lo que se siente y después se transmite ese sentir (como una doxa) de la forma más cercana posible a lo real a través de metáforas, de conceptos.

En este movimiento de la imagen al concepto se fundamenta el modo de ser del pensamiento abstracto [conceptual]. Para Nietzsche, sin embargo, este tránsito significa un proceso de degradación de la energía pulsional originaria que contenía la excitación sensible.(...) El pensamiento lógico categoriza, objetiva y generaliza, porque deduce de una mera señal la esencia completa de las cosas. Es el resultado de un proceso de simplificación, que totaliza una parte por el todo y trabaja como una sinécdoque.
(...)

Para Nietzsche, en un sentido estricto, el hombre -por naturaleza- miente a través del lenguaje, pero llama a que esa "mentira" –entonces inconsciente- se lleve ahora de una manera consciente con la ayuda de la metáfora hacia el arte, hacia lo estético, a la "libre" creación. Acaso "¿No le sería lícito al filósofo elevarse por encima de la credulidad en la gramática? (M.B.M; af.34; p.64).
Óscar Daniel Alarcón Justo
swordfishtromboneses@yahoo.es

* [Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (México)...:www.monografias.com/trabajos15/nietzsche-lenguaje/nietzsche-lenguaje2.shtml]

Insertado por: CERCLEOBERT (11/11/2004)
Fuente/Autor: Saramago - Revista Contracultural - Antonio Marín Segovia
 

          


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