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Vargas Llosa, un obsceno social

(2041)

UN CAMPEÓN DEL MERCADO ULTRALIBRE
Vargas Llosa es otro de esos asnos de renombre y tronío que forman parte de los llamados think tanks y va por el mundo predicando sus profundas conveniencias neoliberales. Hace unos días en un artículo periodístico nos obsequió con una perla como la que sigue:

"El logro más grande de una civilización no es dotarse de una identidad colectiva que se exprese, de manera simultánea, a través del conjunto social y de los individuos que lo componen. Es exactamente lo contrario: haber alcanzado un nivel de desarrollo económico, de cultura y libertad que permita a los ciudadanos emanciparse de las ideas colectivas, esos yugos al que nacen uncidos, y elegir voluntariamente su propia identidad, en armonía o en desarmonia con el resto de la tribu. De este modo un individuo ejercita su soberanía y es auténticamente libre".

Como aspiración basada en una parte fuerte de ficción pase; sobre todo porque en otra parte coincide con la realidad que viven los individuos ricos y con el hecho de que muchos de los que no lo son terminan creyéndose libres y convencidos de que ejercitan su soberanía. Se lo han oído decir tantas veces a muecines como Vargas Llosa, que acaban creyéndoselo. El autoengaño o el conformarse quizá porque tienen poco que decir, les hace sentirse "libres". No está mal. Pero son la inmensa minoría. La mayoría sabe que la religión, los demagogos y los pseudointelectuales como él tratan de engañarles y se dejan engañar por no ir a las baricadas. Así es que como solución efectiva o maquinación pensada "para todos", es inoperante. Seguimos en las mismas: no somos ricos, quieren engañarnos y sabemos que lo intentan. Por eso la retórica de V. Llosa es obscena; porque exhibe las impudicias sociales del mercado exclusivo y aborrecible, como si fuera algo maravilloso a lo que el mundo entero debe por las buenas o por las malas aspirar...

Sin embargo, para nosotros y siguiendo su línea discursiva, está muy claro. A menos que se vaya al monte a vivir de hierbas silvestres, el individuo necesita imperiosamente de la colectividad. Lo que no debiera hacer el predicador, sin hacer al mismo tiempo el ridículo, es odiar a la colectividad socialista, cooperativista, colectivista o comunista negando o ignorando al mismo tiempo la naturaleza “colectiva” de empresas, sociedades mercantiles, lobbys, holdings y en general personas jurídicas que conforman el firmamento del sistema que él viene, una vez más, a jalear.

Por lo tanto, la cuestión o el desafío no están en colectividad sí, colectividad no. Colectividad e ideas colectivas hay entregando al Estado la máxima responsabilidad del amparo al individuo, y colectividad e ideas colectivas hay en el mercado y en la empresa. La cuestión está en saber qué clase de colectividad quiere la propia colectividad y qué clase de ideas concibe cada individuo aisladamente considerado. La cuestión no se resuelve lavando el cerebro a la ciudadanía o seduciéndola como Circe a Ulises; ni presentándonos como paradigma al mercado libre (falsamente libre además) y a la democracia liberal -ahora neoliberal y falsamente democracia además- a la que va asociado...

Sofismas como éste son constantes en las monsergas de V. Llosa, quizá escritor pasable pero pensador marginal. Porque si él odia al Estado como todos los de su ralea y siente aversión hacia sus funcionarios, eso mismo sienten, sentimos, muchos millones hacia la empresa y hacia los empresarios alrededor de los cuales nos propone Vargas que gire exclusivamente "su" sociedad ideal. Y si él ve en los colectivismos una negación de la individualidad en lugar de un modo “social” de engrandecerla, nosotros sentimos una indecible repulsión hacia la arrogancia, el poder y la impunidad de empresarios y empresas que se escudan en siglas y en tinglados jurídicos monstruosos para ejercitar su soberanía personal y “emanciparse de las ideas colectivas” a costa de nuestra permanente servidumbre. Pues, ¿en qué se basa para afirmar que es mucho mejor el yugo a que están uncidos los ciudadanos perteneciendo mayoritariamente a la colectividad de una empresa?

Vamos a ver: prescindamos de las penalidades de los emigrantes: ¿a pasarse la vida buscando afanosa y ansiosamente un empleo en una empresa –también una colectividad-, y luego a dejarse la mayoría de las veces la dignidad, la decencia y la integridad personal haciendo ejercicios de volatinería para no contrariar al empresario porque ello pone la mayoría de las veces en riesgo la colocación dificultosamente conseguida, llama V.Llosa elegir "la propia identidad", realizarse, liberarse los individuos del "yugo de las ideas colectivas a que nacen uncidos"?

Pero es que, por otra parte, ¿qué hacemos, -en ese marco ultraliberal que él nos propone y que están metiendo con calzador en Estados Unidos los neocons-, con incapaces, lisiados y pobres de espíritu si todo es empresa incluso el Estado? ¿En quién está pensando en su canto a la soberanía personal? Porque excepto quienes tienen riqueza, contratos blindados, funcionarios públicos y jubilados el grueso de la sociedad occidental es un alma en pena que va de acá para allá sin libertad ni soberanía dependiendo de la libertad y de la soberanía de los que verdaderamente la tienen. Frente a unos centenares de miles de individuos soberanos, independientes “emancipados de las ideas colectivas”, son millones y millones cuya libertad y soberanía personal dependen de ellos, de sus caprichos, de sus torpezas y de sus abusos.

Las ideas de Vargas Llosa, dada su catadura de escritor de postín, no son las del individualista redomado o las del conservador político ultraegoísta. Son las del listo pero ciego mental y antisocial que pone su magín al servicio de la “otra colectividad”, la de la empresa, la de los fuertes y la de los opulentos como él.

Una de dos, o Vargas es efectivamente un inválido intelectual o es otro sinvergüenza más de los que van ganando terreno en el globo a base de ideas miserables envueltas en papel de celofán, recreándose quizá en lo mucho que se lo van a vitorear y agradecer los prepotentes que le promocionan a su vez. Para algunos escritores que se han hecho ablación de uno de los dos hemisferios cerebrales, quizá por eso mediocres si se les observa bien, es pago suficiente.

Insertado por: Jaime Richart (16/12/2004)
Fuente/Autor: Jaime Richart
 

          


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