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La revolución de los cristianos

(2076)

LA JERARQUÍA ES SUPERFLUA
Ahora, en “Navidades”, fechas que a duras penas han quedado en hitos de exaltación nacional del consumo, me parece oportuno sacudir un poco mi conciencia...

Ya que además la jerarquía católica —al menos la española— no hace más que dar muestras de intolerable necedad, de inoportunidad y hasta de extravío arremetiendo contra toda clase de asuntos naturales que para cualquier bienpensante debieran ser dejados en su sitio, y silencia en cambio otros de extrema gravedad sobre los que no debiera dejar de atronar, creo que ha llegado la hora de suscitar, una vez más, planteamientos religiosos por las bases...

¡Ya está bien de oscurantismos, de imposturas y de manipulaciones por parte de la jerarquía!. ¿Para qué sirve la jerarquía? Las enseñanzas de Jesucristo, sencillas, claras y directas en las que se basa la religión cristiana, no precisan de intermediarios. No necesitan de apóstoles, ni de precursores, ni de intérpretes, ni de purpurados. Más bien al contrario: a lo que se han dedicado apóstoles, intérpretes y predicadores es a empozoñar las cosas, a velar las transparentes y a enturbiar el sentimiento excelso, noble, compasivo y probablemente congénito (a pesar de lo que algunos digan) del ser humano; no sé si para provecho propio o por negocio grupuscular, pero sí para traer siempre el desasosiego y los enfrentamientos.

Ya sabemos que los ensayos de otros tantos que han intentado ese fundamentalismo bien entendido; es decir, el fundamentalismo como conjunto de enseñanzas de Jesucristo que se acrisolan en las Bienaventuranzas, en sus parábolas, en su palabra al alcance incluso de los necios... se ha diluído como la sal en un plato de agua en cuanto los voluntariosos promotores han sido ganados para la causa de la jerarquía (el último Argüello, por ejemplo, que yo sepa). Pero debemos intentarlo una y otra vez hasta alcanzar el objetivo de una sociedad por un lado laica -para quienes opten por la laicidad, el agnosticismo o el ateísmo- y por otro, una sociedad sentimentalmente religiosa, cerebralmente autónoma y desligada de cualquier jefe, cabecilla o dirigente que al final termina succionado por la jerarquía.

Seamos –quien quiera serlo- cristianos de las catacumbas, islas en medio de un mar embravecido, sacerdotes de nosotros mismos. Intentémoslo una y otra vez. Otra filosofía religiosa, arcaica, el Daoísmo, nos enseña que el agua es más fuerte que la piedra...

Insertado por: Jaime Richart (29/12/2004)
Fuente/Autor: -Jaime Richart
 

          


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