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Ubi bene, ibi patria

(2190)

COLOFÓN AL REFERÉNDUM
Ya sé que lo sabéis. Pero no está de más refrescar ideas áticas. Se trata de un proverbio latino: “Allá donde estás bien, allí está tu patria”.

Yo he tenido la desgracia, por múltiples motivos, de tener que vivir en lugares que no me han gustado. Y que, por esa misma razón, los sedimentos me minaban poco a poco hasta llegar a detestarlos. Sobre todo cuando los gobiernos locales eran o son del perfil indeseable.

A pesar de ser mitad galaico mitad castellano, me he visto precisado a residir casi siempre en Madrid. Un lugar que un día fue acogedor hogar y poco a poco se ha ido convirtiendo en una hoguera donde arden toda clase de miserias, de frustraciones y de falsas expectativas. Un Eldorado de tres al cuarto. Un lugar donde la elegancia, la buena educación, la finura, la exquisitez y hasta la misma inteligencia tienen que esconderse para no ser piedra de escándalo. Si eres una persona correcta, estás perdido. Un remedo de un Manhattan cutre donde esa sensibilidad que ha de existir en toda sociedad por zafia que sea, se concita casi precipitadamente en Ateneos, Auditorios y Salas de conferencias para dispersarse cuanto antes sus asistentes; no sea que sean confundidos con grupos sedicentes y tratados como tales. Esto, gobernando el PP en el gobierno central, llegó a alcanzar el esperpento.

Hasta gentes originarias de lugares sensitivos por definición, que residen en esta desastrada capital sumida en un permanente paisaje de postguerra, se funden inmediatamente en el magma de ella y se vuelven cursis, pretenciosos y depositarios únicos de la verdad en todo: sea en política, en estética, en pedagogía o en el desprecio por las causas periféricas, y no digamos de la de Europa... Prefieren empacharse de macdonalds, atufar con el sudor de horripilantes camisetas de la misma procedencia o bajar por Internet diarréicamente música, toda igual, antes que buscar la identidad propia o colectiva que han perdido ya desde la cuna... Ni son gentes cosmopolitas, ni son gentes lugareñas. Son sólo gentes en su sentido más estricto: gentes, autómatas, espectros. Habitantes gaseosos de la capital de España...

Decía que me he visto obligado a vivir por aquí, cuando mi vocación hubiera sido residir habitualmente en Viena, en París, en Berlín, en Berna, en Girona, en Donostia o en Vigo. Casi todas las relaciones sociales que, desgraciadamente también he tenido, odiaban a todas esas ciudades en la misma medida que yo les odiaba secretamente a ellos. No pudo ser. Nunca pude llegar a fijar mi residencia permanente en esos paraísos. Quizá yo hubiera sido también otra persona diferente...Y ahora que soy mayor y podría cambiar de aires permanentes, mi abundante familia, hijas, nietos y pronto quizá biznietos me retienen sentimentalmente de una manera especialmente dolorosa por esa escisión anímica entre el amor a mi familia y el amor a la libertad que siempre he soñado se respira en lugares que sólo ocasionalmente visito. Ahora, de tomar la decisión de trasplantarme, como una planta de un tiesto a otro, ya no lo resistiría, sobreviviría poco tiempo y además tendría la sensación de haberme convertido en un proscrito.

Quizá por todo ello, una Europa unida políticamente era un sueño que compensaba esa amargura y me acerca un poco a mis ideales sobre territorios, idiosincrasias, naturaleza y paisaje...

Dicho todo esto, no me queda sino señalar otro chirrido en el ya tan bien nutrido concierto contraeuropeo de las disonancias:

Ahí tenemos a otro que arremete contra la unificación política europea: el Papa.

Otro con argumentos. A nadie le faltan argumentos. Para unos, el triunfo del SI ha sido el triunfo del capital (como si el capital no fuera la eterna iglesia triunfante en la historia de Occidente); para otros, el Tratado ignora a los pueblos de España (como si alguna vez hubiera importado a los sucesivos gobiernos españoles -salvo alguna excepción relámpago- los pueblos y sus culturas más allà de las reivindicaciones permanentes de algunos iluminados). Y ahora se suma el Papa al raudal de razonamientos en abierto para el NO de IU, y al no menos raudal de los razonamientos -estos codificados- para el mismo NO del PP. Eso, con independencia de los sincera y sentida y comprendida frustración de los pueblos y vivas culturas periféricas que se sienten marginados o probablemente traicionados por esta espúrea causa europea capitalista... Todos contra la Constitución aunque, al final, en España al menos haya salido airosa por poco margen.

Pero el Papa, nada menos que el Papa, ¿tendrá razón? El Papa de una Iglesia tan sensitiva, tan protectora eternamente de la vida humana -la humana del por venir, no la vida existente- siempre tiene a punto la movilización de sus legiones de ángeles y arcángeles para apoyar al Estado superior, el más fuerte. Otrora fue para apoyar a la Alemania nazi. Hoy para apoyar a los Estados Unidos neonazis que arrasan, torturan y pulverizan pueblos y razas odiosas por infieles, ricas en dinero antes y en petróleo ahora. ¿Será verdad que este Papa es todo un señor? Me temo que no. Preocupado por los proyectos de vida malogrados por el aborto, refuerza en cambio la despreocupación de los gobiernos por la vida cuya realidad no ofrece duda; la vida de ancianos, de mujeres y de niños muertos, matados por invasiones de atraco, por ocupaciones de cuatreros. ¡Qué maravillosa sensibilidad! ¡Se opone a la “ideologìa del mal”! Esperemos que antes de morir señale en el mapa, como hizo Bush, cuáles son en concreto para él los países de su Eje maligno. Ahora todavía no está muy claro.

Dudé un día sobre si votar sí o votar no al Tratado propuesto en el reciente referéndum, pero si llego a saber lo que hoy dice el Papa sobre este asunto de la nueva Europa y la malévola ideología que este purpurado indigno señala con el dedo, me hubiera ahorrado muchos quebraderos de cabeza.

Este pobre moribundo, trasteado o trajinado por los que le rodean, sólo merece ya esta frase: que le zurzan.

Insertado por: Jaime Richart (23/02/2005)
Fuente/Autor: -Jaime Richart
 

          


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