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La última reunión falsaria fue la famosa “Conferencia de Donantes”. Una reunión con la que se pretendía que la ciudadanía tuviese noticia de la voluntad pretendidamente ejemplar de políticos variopintos de unos cuantos países. Y la tuvo. Pero ya entonces columbraba —y ahora, pasado el tiempo, se está verificando—, que eso de pasar el cepillo para llevar a cabo la fantasiosa reconstrucción de Irak, no era más que otra parodia. Nada se ha vuelto a saber del dinero supuestamente recaudado, quién lo administra, cómo va la cosa o si con él se ha soldado alguna tubería... Incluso, al dejar fuera de la cuestación a Afganistán quizá por no poseer yacimientos de petróleo y decirse los conferenciantes entre sí “que le den...”, aquella dichosa Conferencia fue el primer ejercicio de volatinería política sobre el alambre del horror, después de consumadas las respectivas y trágicas invasiones.

Pero vamos a ver: aparte del terrorismo asociado a los “conflictos terroristas” locales, como por ejemplo en Euskadi y España, en Chechenia y Rusia, etc ¿qué otro terrorismo hay en el mundo que no sea el dirigido a contestar a la voluntad del más fuerte, a sus implacables intereses, a su ley y su prepotencia; todo norteamericano?

Y aun así, en el recuento vemos que son sólo dos los atentados (perdóneseme la hipérbole) “de postín”. Uno el de Nueva York en 2001 y el otro en Madrid en 2003. Sobre ambos, implícitamente, sólo sobre ambos, está girando la mascarada de esta Cumbre. El primero, cometido por medio de dos aviones comerciales y unas características que hasta en los aspectos técnicos, propios de una tecnología punta por su precisión, lo hacen más que sospechoso en cuanto a la autoría intelectual aún por esclarecer. Y el segundo, también de autoría ideológica imprecisa, cometido en unas condiciones opuestas a una inteligencia estelar como la otra, y sí en cambio próxima a la chapucera que evoca el desaliño característico del crimen y de la improvisación hispánicos.

Hay otro dato muy significativo y altamente sospechoso en los dos atentados. Y es que en ambos las víctimas pertenecían a la población trabajadora. Allá, personas que estaban en ese momento de limpieza, de servicio, subalternas; acá, personas llamadas antes de origen "humilde", residentes de barrios modestos. No fueron aquellos infames terroristas a reventar alguno de los miles de lugares donde está enquistado el lujo. Su objetivo no fueron mansiones, barrios o urbanizaciones donde sus gentes nadan en la riqueza y sobre los que gravita supuestamente la ojeriza de los desheredados. Los canallas, además, los cometieron a esas horas en que directivos, jefes y opulentos todavía duermen la resaca del día anterior. No. Ambos crímenes fueron dirigidos contra los eternos perdedores...

Esto, ambos atentados, de Manhattan y Madrid, es todo lo que a bombo y platillo sobre terrorismo está tratando esta magna Cumbre. Un terrorismo que está también desquiciando al mundo. Pero que lo está desquiciando mucho más por lo que el Poder instituído y fáctico perora y exagera en torno a él (contando astutamente con el respaldo de los allegados a las víctimas) para justificar unos fines y ocultar otros, que por el número de atentados y de víctimas. Sobre todo, si comparamos el número de éstas con el de las causadas en Afganistán e Irak que se cuentan por centenares de miles. (Eso, en el caso de que el origen de ambos atentados estuviese en el islamismo radical y no fuese una trampa intelectual, que es lo que muchos presuponemos, del mediáticamente famoso "choque de civilizaciones"). En cualquier caso, también para muchos siguen siendo crímenes de padre desconocido pero presumible según la posición mental, intelectual o ideológica de cada cual...

Cumbre aparatosa que se "celebra" —sí, se celebra porque en ella se divierten— en Madrid mientras, como dice con valentía uno de los presentes, el ex presidente brasileño Cardoso, "un dirigente mundial enarbola la bandera de la libertad y la democracia diciendo que es su principal objetivo cuando al mismo tiempo impulsa una política que resta fortaleza a Naciones Unidas, el único mecanismo para lograr un nivel de gobernabilidad democrática a escala internacional".

Una Cumbre que si no fuera de comparsas y tuviera en cuenta como punto de partida el auténtico terrorismo, el de Estado con lo que empieza todo (ése que incita y percute el otro que, a pesar de todo, no ha descargado todo el odio que ha de concentrarse con motivo de la infame ocupación de dos países asiáticos en el corto espacio de tres años), tendría que aprovechar la ocasión para convenir que el verdadero foco del terrorismo mundial está en una administración mucho más parecida a un monipodio de rufianes que a un gobierno, y mucho menos que a un gobierno democrático.

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