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Un Pontífice, defensor del Medio Ambiente...

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JUAN PABLO II: EL HOMBRE QUE FUE, Y SU GRAN LEGADO...
El recientemente fallecido Papa Juan Pablo II fue un defensor de la protección del medio ambiente, la biodiversidad y el uso racional de los recursos naturales. Prueba de ello son los numerosos documentos y cartas que sobre el tema redactó a lo largo de su dilatado pontificado.

Quizás el ver muy de cerca como la descontrolada economía comunista deterioraba de forma criminal el ambiente de su Polonia natal le hizo desde mucho tiempo atrás comprometerse con la causa ecológica.


El mundo entero ha llorado la muerte de un gran hombre. Con los años nos daremos cada vez más cuenta, de la onda huella que ha dejado en la humanidad de estos tiempos, con tanta incertidumbre...
(Imagen extraída, del archivo de Las Provincias Digital)


Uno de los últimos pronunciamientos de Su Santidad sobre este tema se produjo en el pasado mes de octubre de 2004, cuando dirigió un mensaje a Jacques Diouf, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Alimentación.

En esa oportunidad el Papa Wojtyla afirmó que:
“En efecto, para alcanzar el objetivo de una adecuada seguridad alimentaria es necesaria una correcta gestión de la diversidad biológica para poder garantizar las distintas especies animales y vegetales. Se trata de un esfuerzo que requiere una consideración de carácter ético y no solamente técnico y científico, aunque estos últimos sean indispensables, de modo que se pueda asegurar la pervivencia de tales recursos y su uso de acuerdo con las exigencias concretas de la población mundial”.

Sobre el delicado tema internacional del uso de la biodiversidad, el máximo jerarca de la Iglesia Católica no dudó en defender los derechos de las comunidades indígenas y campesinas del Tercer Mundo.

En su último mensaje a la FAO subrayaba que:
“Es preciso recordar, en particular, a las comunidades y los pueblos indígenas, cuyo vasto patrimonio de cultura y de conocimientos ligados a la biodiversidad corre el riesgo de desaparecer por la ausencia de una tutela adecuada. En efecto, se percibe el peligro real de una explotación abusiva de sus tierras y la destrucción de su hábitat tradicional, como también la no protección de su propiedad intelectual, cuya importancia se reconoce para la salvaguardia de la biodiversidad”.

Karol Wojtyla, desde su doble papel de jefe del estado Vaticano y líder espiritual, siempre insistió en que el desarrollo además de ser sostenible debía ser también solidario.

Evitar la catástrofe ecológica.

Con la firmeza y convicción que siempre caracterizó al Santo Padre cuando se dirigía a los más poderosos, éste no dejó pasar la ocasión de hacer llegar un mensaje claro a los líderes de los países más industrializados y desarrollados (G-8) que se reunieron en la ciudad italiana de Génova en 2001.

A través de Primer ministro Silvio Berlusconi, el Papa les dijo a los líderes de las principales potencias económicas que las principales prioridades de la humanidad eran la erradicación de la pobreza y garantizar la paz, la salud y la preservación del medio ambiente en todo el orbe.

Juan Pablo II aseguraba que el hombre de inicios de milenio debía vivir una “conversión ecológica”, si quería evitar la “catástrofe”. Abogó por una “ecología humana” que hiciese más digna la existencia de las criaturas, protegiendo el bien radical de la vida en todas sus manifestaciones y preparando a las generaciones futuras un ambiente que se acercase más al proyecto del Creador.

El universal Papa polaco aseguraba que:
“Por desgracia, al recorrer con la mirada las regiones de nuestro planeta, nos podemos dar cuenta inmediatamente de que la humanidad ha decepcionado la expectativa divina. Especialmente en nuestro tiempo, el hombre ha devastado sin dudarlo llanuras y valles boscosos, ha contaminado aguas, ha deformado el hábitat de la tierra, ha hecho irrespirable el aire, ha trastornado los sistemas hidro-geológicos y atmosféricos, ha desertizado espacios verdes, ha establecido la industrialización salvaje, humillando -por usar una imagen de Dante Alighieri (Paraíso, XXII, 151)- ese «huerto» que es la tierra, nuestra morada”.

Sin embargo, el Santo Padre se mostraba esperanzado en los frutos de la concienciación y movilización ecológica internacional, creyendo que gracias a la nueva armonía con la naturaleza y consigo mismos, los hombres y las mujeres podrían volver a pasear por el jardín de la creación tratando de hacer que los bienes de la tierra estén disponibles para todos y no sólo para algunos privilegiados.

El estado del planeta según Juan Pablo II.

Ante el cuerpo diplomático acreditado en el Vaticano el Papa exhortó a poner la Ciencia al servicio del equilibrio de la creación, y no de los intereses mercantilistas, con el fin de asegurar la supervivencia de la humanidad en el nuevo milenio.

En un discurso dirigido a la comunidad científica en 1991 Juan Pablo II afirmaba que si bien el Fin de la Guerra Fría había alejado el peligro del “holocausto nuclear”, este había sido reemplazado por la amenaza del “holocausto ambiental”, debido a la imprudente destrucción de recursos vitales ecológicos y a la multiplicación de los atentados, cada vez más insidiosos, a la defensa y al respeto de la vida humana.

Ya en la Jornada Mundial de la Paz de 1990 había sido enérgico y realista frente a la problemática ecoambiental al asegurar que:
“La crisis ecológica pone en evidencia la urgente necesidad de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre los países en vías de desarrollo y los países altamente industrializados. Es preciso añadir que no se logrará el justo equilibrio ecológico si no se afrontan directamente las formas estructurales de pobreza existentes en el mundo”.

Posteriormente, durante la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994, el Papa sostuvo que:
“La ecología es fundamentalmente una cuestión moral. Mientras el crecimiento demográfico es frecuentemente reprobado por motivos ambientales, sabemos que el problema es más complejo. Los modelos de consumo y de derroche, en particular en las naciones desarrolladas, el agotamiento de los recursos naturales, la ausencia de límites o de salvaguardias en algunos procesos industriales o productivos, dañan el ambiente natural”.

En el gran legado del Papa Juan Pablo II hay un espacio importante para el medio ambiente, tal como quedó plasmado en la Encíclica Centessimus agnus, donde el Sumo Pontífice exponía que:
“El hombre, que descubre su capacidad de transformar y, en cierto sentido, de crear el mundo con el propio trabajo, olvida que éste se desarrolla siempre sobre la base de la primera y originaria donación de las cosas por parte de Dios. Cree que puede disponer arbitrariamente de la tierra, sometiéndola sin reservas a su voluntad como si ella no tuviese una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede desarrollar ciertamente, pero que no debe traicionar”.
* Información extraída integramente de... (Enlace...)

Desde nuestra sencilla aportación, no le decimos adios, si no hasta siempre entre nosotros, haciéndonos cada día dignos de la tierra que pisamos...

Insertado por: silvia3942 (11/04/2005)
Fuente/Autor: ecoestrategia.com
 

          


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Comentarios

Más allá de la saturación informativa que algunos medios han sometido a su audiencia sobre la muerte del papa Juan Pablo II, no podemos dejar de analizar el porqué de la capacidad de convocatoria del jefe de la Iglesia católica en sus funerales. Sin duda que la figura de Karol Wojtyla pasará a la historia por sus 26 años de pontificado donde ha mantenido con firmeza y sin titubeos lo que se ha denominado como doble visión: muy progresista en lo político y social; y muy conservadora en lo confesional y moral. Wojtyla, con una fuerte personalidad acuñada por una infancia desgraciada, un grave accidente que puso a prueba su voluntad de hierro para volver a caminar y una lucha infatigable por la libertad, primero contra los nazis y después contra el comunismo, representa hoy en día un símbolo al que aferrarse.
Extraída esta información de:
http://www.lasprovincias.es/valencia/edicion/prensa/noticias/Opinion/200504/11/VAL-OPI-074.html
Nombre: Pamela Amaya  (11/04/2005) E-mail: pamelaamaya@latinmail.com
 
Hace ahora ocho días que he publicado en el Diario de Pontevedra un trabajo titulado "O Papa ecoloxista", que también se puede consultar en Xornal.com. Espero poder reconvertirlo en los próximos días y remitirlo a iberica2000.org, pero me llama la atención que, dentro de toda la información que los distintos medios nos han dado no se ha puesto un especial acento en esa faceta, la de medioambientalista, del Papa fallecido.
Como he afirmado en mi citado artículo, creo que el radicalismo ecologista del Papa se había ido acentuando más y más y que ofrece una carga dramática cuando dice que el hombre ha dejado de ser ministro colaborador del Señor en la conservación de la Creación para convertirse en déspota autónomo; pero que aún ha así ha comprendido que estamos al borde de la catástrofe ecológica y que ese déspota autónomo tendrá que detenerse al borde del abismo.
Creo que en mi tierra, Galicia, son muchos los déspotas autónomos (como los definiría el Papa ecologista) que tienen cargos de responsabilidad y que han ninguneado la cuestión de la marea negra al tiempo que amparan otras mareas negras o se cargan la Red Natura.
Nombre: xesús lópez fernández  (12/04/2005) E-mail: xesuslopez@terra.es
 

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