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Construir destruyendo

(2915)

EL ALARMISMO HACIA LA CIUDADANÍA...
En este país hay una práctica oficial, más aparatosa que necesaria, de alertarnos constantemente sobre cualquier cosa: tempestades y huracanes que luego no aparecen, terrorismos que no podemos evitar, supuestas epidemias que sólo los circuitos alimenticios sanitarios pueden controlar.

Es decir, nos alertan sobre lo que nada puede hacer el ciudadano de la calle.

Sin embargo ni las autoridades sanitarias, económicas, sindicales o la CEOE, ni los psicólogos ni los psiquiatras detectan o alertan sobre lo que bien podría llamarse el "mal del cemento" que se extiende como una grave epidemia y hace más daño que el alochol o el botellón. En esto sí sería eficaz un gráfico diario televisivo sobre el avance de un mal que en España lleva camino de sepultarla. Una alerta diaria, con un gráfico ilustrativo, sobre el progreso del cemento y el asfalto, sobre el peligro traicionero de la construcción infame, superflua y devastadora por toda la geografía ibérica y principalmente en su costa, sí sería una fenomenal medida preventiva frente a semejante plaga y frente a sus contaminadores: "hoy, tantas toneladas de cemento y tantos metros cúbicos de alquitrán. Fulano, zutano, esta o la otra empresa van a la cabeza..."

Pero descuidemos, no se hará...

Todo lo ocurrido en Marbella y lo que queda por ocurrir es para reflexionar, y mucho. No es sólo un caso de corrupción aislada. Ni siquiera zonal. Es un modo de ser. Como lo es “lo mafioso” en parte de Italia, el apego al rifle en Estados Unidos o el gusto por la truculencia en la criminología inglesa.

El caso es que la construcción sin miramientos ni distinción, incesante, mastodóntica y abigarrada está convirtiendo urbanísticamente hablando a la mayor parte de España en un adefesio, en el país más horripilante del mundo. Si no lo es ya. Eso, con independencia de la corrupción, de la rapiña, de la malversación y de la cutrez asociadas.

Esto de la construcción febril, frenética, sin fin y sin fondo, pública y privada en ámbitos en que cada vez se confunde más lo público y lo privado, creo que es un buen material de estudio para la psicología social de esta generación, hoy, ahora y aquí. Esta compulsión está calando insidiosamente en el talante empresarial -si es que no llovía sobre mojado-, pues “el abuso” y especialmente el urbanístico y contra el medio ambiente no se perciben como delito, sino casi como una "travesura". El abuso social y de clase está en los intersicios caracteriológicos de lo español. Y en las clases, hoy, hay gran movilidad aunque al rico siga sucediendo el rico. El abusoprimero estuvo en la aristocracia, luego en los hacendistas y terratenientes, hoy en la plutocracia y en ciertos cuerpos armados que la preservan.

Ya sabemos que es efecto de la posibilidad de ganancia fácil y brutal reforzado por la demagogia de dar empleo a bajo precio. Pero aun así resulta llamativo que treinta años después de inaugurado un régimen de libertad para unos cuantos tras otro dictatorial, el dinero sólo invierta prácticamente en construcción. Poco más se conoce de España en el sector industrial. La construcción en sí se ha convertido en una parte gruesa de ese sector, y del de “servicios”. Y además con dinero anticipado. Porque esa es otra. No es el dinero contante y sonante, sino el crediticio lo que invierte.

Esto pone al descubierto que quien tiene acceso al dinero por relaciones personales o políticas, puede amasar c patrimonios incalculables, pese a que es imposible en poco tiempo si se rinde cuenta al fisco. Y aquí aparece otro rasgo concomitante. Y es que luego el Fisco, en lugar de perseguir con encono a las grandes fortunas a la vista de todos, le es mucho más cómodo atosigar al contribuyente rasposo. Y así todo. En este país Dios los cría y ellos se juntan. Y es porque cada pueblo tiene las instituciones, los jueces y los inspectores que se merece. Hay buenas policías en México, pero es tradicional la "mordida". Y aquí si no la mordida, sí el mirar a otra parte, en el más benévolo de los casos, es ya otro deporte de postín. Y luego dirán que la política depende de la economía. En España desde luego es todo lo contrario. Y no me refiero a la política al uso, sino a la política banquera. Por algo en España hay 12 sucursales por cada 10.000 habitantes mayores de 16 años, más del doble que en la Unión Europea...

Porque aunque es cierto que en este maldito sistema el dinero va allá donde tiene más posibilidad de reproducirse como las esporas, cuando unos pueblos también capitalistas no pasan de tasas razonables en el uso del dinero -crediticio o no-, en la inversión y en la construcción, y otros no (en España se construye más que en Francia, Reino Unido y Alemania juntos) es porque este pueblo carece "ya" de imaginación, detesta la belleza al natural y huye del esfuerzo verdadero y del riesgo que justifican en el sistema capitalista la actividad individual empresarial. No hay más que echar un vistazo. No sólo a Marbella donde no queda ni un metro por construir y ahora las medidas que se tomen son ya superfluas, sino véase Madrid...

Por más que lo de Marbella sea el colmo y punta de iceberg, en España se llama "iniciativa privada" a lo que no es más que un cebarse en el expolio cobarde del paraje y en el robo miserable y silencioso que hay en toda especulación cuyas consecuencias pagan siempre los más desfavorecidos. En todo lo que no sea eso se desdeña, por exiguo, el beneficio. Es mil veces más fácil y rentable una recalificación desde la poltrona de un barroco despacho municipal, que calentarse la cabeza con iniciativas inseguras. Y eso que pese a que el capitalismo, los capitalistas y los empresarios señorones tratan de justificar éticamente sus ganancias en el riesgo. ¿Qué riesgo?

Marbella, la costa andaluza, murciana, valenciana, Madrid, su sierra, los pocos humedales que quedan; todo está invadido por el cemento.

Aquí, en España, ¿qué empresario que defiende de boquilla la libertad de mercado arriesga? ¿Quién pierde... salvo el medio ambiente, la fauna, la flora, los bosques, los ríos, los ecosistemas, el litoral y la pesca. Aquí, quien pierde es porque no construye o porque, como a los de Marbella, después de 15 años de robar, les sale la torta un pan. En España el cemento, el alquitrán, las tuneladoras y las caterpillar, por diversos conductos y en diferentes grados, están enloqueciendo al país entero.

España será el primer país de Europa que, antes que por una bomba de neutrones, quedará sepultada por el cemento y el asfalto con millones de pisos vacíos al fondo de la sima.

Aunque el modelo capitalista es de por sí un caldo de cultivo, todavía hay clases. Y España sigue siendo el paraíso del soborno, del cohecho, de la prevaricación, de los delitos ecológicos, de los chanchullos, de las trapisondas, de la manipulación y de la mentira.

Datos para los amantes de los datos:

- Existen en Madrid más de 300.000 viviendas vacias.

- El 70% de las grandes fortunas se encuentran actualmente invertidas en el negocio del ladrillo.

- España consume el doble de cemento que Alemania.

- El suelo de la Región de Madrid, edificado entre 1990 y 2000, aumento en un 49,2%.

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A qué seguir...

¿Semejante práctica tan extendida es sólo de delincuencia urbanística o estamos ante un “estilo de vida”, un talante nacional en toda regla?

richart@telefonica.net
* A todos los artículos alojados por este autor, en Ibérica 2000... (Enlace a numerosos artículos...)

Insertado por: Jaime Richart (07/04/2006)
Fuente/Autor: Jaime Richart
 

          


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