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Pues toda novedad no hace más que agravar las condiciones en que dos fuerzas asimétricas se enfrentan, en perjuicio del más débil. Empezamos por que se habla de guerra cuando en sentido estricto no lo es al tratarse de aplastamientos relámpago que dejan reductos de resistencia. Y a estos reductos luego los llaman o insurgentes o terroristas.

En todo caso, cada novedad sobre este particular, o es un disparate o empaña el sentido común.

Apliquemos el asunto de la defensa y ataque en el plano individual y comprenderemos mejor lo que quiero decir:

Veo merodeando por mi casa durante horas a alguien que me inspira recelo. ¿Qué hago? Pues sin haber leído un solo manual sobre estrategia defensiva, llamo a la policía. ¿Que le veo hurgando en mi puerta y no va a servir de nada llamarla porque antes de que llegue habrá entrado a robarme y acaso matarme? Pues le tiro un balde de aceite hirviendo desde la planta superior de mi casa para disuadirle. Esto por ejemplo.

A eso le llaman pomposamente "defensa preventiva". ¿Había necesidad de que me autorice alguien a defender mi morada y yo mismo?

Pero el problema no es ése. El problema subyace. Está en saber si estoy en mi casa, o más bien pretendo defenderme habiendo plantado mis reales en la ajena. Y esto es lo que las "novedades" de turno hacen: legitimar un derecho, el de permanecer en morada ajena que los ocupantes no tienen; algo que, por otra parte, tropieza con las exigencias del corán y su famosa yihad contra el extranjero....

Pues mira qué generosa la ONU: ha autorizado a los soldados españoles que tiren el balde de aceite. Con la particularidad, de que en lugar de estar y defender su casa, ya están en la del vecino: en el Líbano. ¿Qué protegen estos soldados y toda la basca armada que ronda por allí?

Lo que decía al principio. Las disposiciones de hoy día sobre el casus belli, sobre ataque y defensa, que debieran estar tan claros como el instinto defensivo dicta, no hacen más que enturbiarlo y perturbar los derechos de las naciones a organizarse y regirse como tengan por conveniente. Lo que hacen hoy las “novedades” es remachar el derecho de injerencia de los fuertes...

Pero aún es peor. La "autodefensa preventiva"; es decir, la posibilidad de que las tropas sean las primeras en abrir fuego si van a ser atacadas, es una auténtica sandez. Mejor dicho, lo sería si no sirviera para envalentonar aún más al prepotente. Y ello mientras por otro lado, se ríe en las barbas de quienes invocan reglas sagradas -trabajosamente conseguidas para el Derecho de gentes- para atenuar los efectos terribles de la guerra; se ríe del trato que merecen los prisioneros de guerra en virtud de la Convención de Ginebra; se ríe de las normas que prohiben armas pavorosas, como el agente naranja, el napalm o el fósforo blanco; armas que pese a todo, las usa el campeón como nosotros los polvos de talco. Y nadie les dice nada y todos se lo consienten sin recriminarles nada. Nadie, salvo algún héroe de papel aislado.

Lo de siempre. Por más que quieran hacernos ver que la potencia se civiliza, más nos convencen de que cada día se barbariza más. Cada vez que nos comunican una resolución a toda plana, vemos que lo que pretenden es de algún modo inventar, urdir, fabricar la razón moral de la que carecen el invasor envalentonando de paso más si cabe a soldados y policías; los suyos y los del mundo entero.

¿Cuánto falta para que todo esto salte por los aires? Esperemos que sea pronto. Y será, cuando el imperio se derrumbe. ¿Cuándo ocurrirá?, cuando, como todo lo descomunal, estalle por dentro.

* A todos los artículos de opinión, alojados por este mismo autor en Ibérica 2000... (Enlaces...)

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