Estudios de contaminación por petróleo. Brasil. |
(35) |
IMPACTOS EN LOS ECOSISTEMAS ACUÁTICOS. |
El impacto del petróleo en el medio acuático, es el que causa quizás, la mayor preocupación pública. |
REVISION DE LOS ESTUDIOS SOBRE LA CONTAMINACIîN DEL PETRÓLEO Y SUS IMPACTOS EN LOS ECOSISTEMAS ACUATICOS COSTEROS EN BRASIL.
EDUARDO MENDES DA SILVA y CARLA DE BARROS AZEVEDO. del Instituto de Biologia da UFB, Biomonitoramento e Meio Ambiente. Salvador, Brasil.
INTRODUCCION:
Entre las numerosas formas de contaminaci—n medio acu‡tico, el impacto del petr—leo, es el que causa quiz‡s la mayor preocupaci—n pśblica. Esto es principalmente debido a sus efectos visuales altamente perturbadores. Contrario a la lluvia ‡cida, eutroficaci—n y contaminaci—n qu’mica o tŽrmica, la contaminaci—n del petr—leo tiene un impacto inmediato sobre una variedad de organismos, y afecta especialmente aquellos utilizados para el consumo humano, tales como pescado, aves, y camarones, que pueden mostrar vestigios directos del mismo.
Muchos factores pueden ser considerados cuando se estudian los efectos ecol—gicos de la contaminaci—n del petr—leo, incluyendo la clase y cantidad de petr—leo, la frecuencia de exposici—n (ej. aguda, cr—nica o toxicidad subcr—nica), fracciones de petr—leo ligeras o pesadas, condiciones ambientales (temperatura del agua, salinidad, concentraciones de nutrientes, movimientos de la marea, viento, corrientes), el uso de dispersantes qu’micos y su toxicidad asociada, y la sensibilidad de comunidades biol—gicas locales a los efectos t—xicos de hidrocarburos. [1,2]. Adicionalmente, la suerte del petr—leo en ecosistemas acu‡ticos tambiŽn depende de su forma de acceso; porque el petr—leo tiene varias formas y composiciones, su impacto en las comunidades biol—gicas es muchas veces dif’cil de predecir.
La explotaci—n petrolera es una actividad reciente en Brasil. El primer campo petrolero fue descubierto en el estado de Bah’a, cerca de su capital, Salvador, en el nordeste del Pa’s en 1939. Hasta 1968 las actividades de exploraci—n de petr—leo estaban concentradas en el nordeste brasile–o en la Cuenca de Reconcavo y Tucano en Bah’a y en algunas ‡reas internas de Alagoas y Sergipe. DespuŽs de 1968 nuevos campos petroleros entraron a operar en el banco de arena continental cerca de Campos y Santos en el sudeste de Brasil y cerca del R’o Grande del Norte y Sergipe en el nordeste. La figura 1 muestra las ubicaciones de los m‡s importantes campos petroleros en Brasil y la ubicaci—n de las refiner’as y terminales petroleros a lo largo de la costa. Como muestra la figura, la mayor’a de las actividades petroleras en el pa’s tienen lugar en el sudeste de Brasil, particularmente en los estados de S‹o Paulo y R’o de Janeiro.
Gran parte de la poblaci—n brasile–a y las actividades industriales est‡n concentradas en o cerca de las ‡reas costeras. Las actividades de explotaci—n petrolera, refinaci—n y transporte son tambiŽn mucho m‡s intensas en la costa que en las zonas internas; por lo tanto, es mucho m‡s probable que ocurra contaminaci—n del petr—leo a lo largo de la costa. Adem‡s, todas las refiner’as brasile–as fueron construidas antes de 1980, cuando los temas ambientales no eran considerados un componente importante en la planificaci—n, ubicaci—n y construcci—n de tales plantas.
PETRîLEO EN LOS MANGLARES
La l’nea costera brasile–a est‡ dominada por playas llanas, con arena fina. En las regiones de estuarios y bah’as cerradas, el manglar domina de norte a sur.
De los 494 accidentes relacionados registrados en Brasil entre 1978 y 1989, el 98.6% ocurrieron en el estado de S‹o Paulo. En el ‡rea de S‹o Sebasti‹o y Santos, durante este tiempo, ocurrieron 117 accidentes, por mala administraci—n de los oleoductos, fugas de los barcos, derrames accidentales durante el transporte, y lavado de tanques de petr—leo [18].
Algunos estudios mayores se han llevado a cabo recientemente para evaluar los efectos de la contaminaci—n del petr—leo en un ambiente de manglares subtropicales costeros. Machado [19] analiz— la vegetaci—n mediante fotointerpretaci—n cubriendo un manglar en el Canal Bertioga (23ˇ53''10'''' y 23ˇ 54''4'''' S y 046ˇ11''1'''' y 046ˇ 12''50'''' W), en el estado de S‹o Paulo, que fue afectado en 1983 por un derrame de petr—leo causado por el mal funcionamiento de una v‡lvula del oleoducto. Este derrame afect— un ‡rea estimada de 50.000 m2 [20], y la cantidad de petr—leo derramado totaliz— 2,500 toneladas [21]. Utilizando una escala de 1:10,000, el autor pudo confirmar la ocurrencia de grandes alteraciones, tales como la defoliaci—n de un ‡rbol del manglar o el cambio de color en las hojas, que tambiŽn fueron detectados durante viajes de campo.
Adem‡s, estas alteraciones fueron m‡s severas en plantas localizadas cerca de los canales principales que en aquellos ubicados en el interior del manglar, demostrando de esta manera que la propagaci—n de petr—leo fue principalmente debida al movimiento del agua.
Peria et al. [22], trabajando en manglares despuŽs de un derrame de petr—leo en el estado de Sao Paulo (23ˇ S), concluy— que los manglares sujetos a la contaminaci—n del petr—leo debilitan sus hojas y capullos como una respuesta ecol—gica primaria. Esto es verdad especialmente en el mangle rojo (Rhizophora mangle). Goodman y Baker [23 mencionaron que, despuŽs de un derrame de petr—leo en Tarut Bay, Arabia Saudita, los manglares fueron afectados severamente, aunque su muerte ocurri— un a–o despuŽs.
Esto est‡ en conformidad con la conclusi—n de Lamparelli et al [24] quien observ— la evoluci—n de alteraciones causadas por el petr—leo en un pantano del manglar en la zona subtropical de Brasil. Por otro lado, Jackson et al [25], trabajando despuŽs de un derrame de petr—leo a lo largo de la costa Paname–a, describi— una banda de ‡rboles del manglar muertos o agonizantes, mayormente el R. mangle, donde el petr—leo era lavado en la playa justo 4 meses despuŽs de la presencia de petr—leo en el manglar, lo que concuerda con las observaciones de Getter et al. [26].
Se proporcionaron importantes contribuciones al establecimiento de un modelo del impacto del petr—leo en los manglares en el estudio de Ponte et al. [27], que fue conducido en el Canal Bertioga (Estado de S‹o Paulo).
Cuatro meses despuŽs del derrame, las plantas y organismos epifaunales cerca del margen del manglar fueron cubiertas de petr—leo a una altura de 73.9 cm. Hacia el interior del manglar, la altura cubierta era de 31.7 cm.
Pudieron detectarse varias clases de da–os en los ‡rboles del manglar, por ejemplo, un gran nśmero de ra’ces ‡reas de R. mangle; y la producci—n de cantidades considerables de hojas deformadas y frutos por las plantas del gŽnero Avicennia.
El cangrejo Aratus pisoni, que se desplaza por los ‡rboles del manglar, desapareci— del sitio contaminado y solo despuŽs de 10 meses empez— a reaparecer. Ponte et al [28] investig— un ‡rea del manglar antes y despuŽs de un derrame de petr—leo de una tuber’a. La producci—n de paja para los ejemplos despuŽs del derrame fue significativamente m‡s baja (1.09 y 1.06 g.m-2.d-1 para 1984-1985 y 1988-1989, respectivamente) que el valor medido antes del accidente (1.26 g.m-2.d-1). Los autores concluyen que este cambio cr—nico ha alterado el flujo normal de energ’a del manglar al reducir la cantidad de materia org‡nica que es descompuesta y exportada.
Dicks [29] ha demostrado que el tipo de sedimento en el ‡rea del manglar puede tener una influencia directa sobre los efectos del petr—leo en las plantas del manglar: prevalecen en sedimentos fangosos, donde el drenaje es limitado, y las condiciones de ox’geno son pobres, el manglar negro (Avicennia marina) produce, por lo tanto, densidades m‡s grandes de neumat—foros. La situaci—n contraria ocurre en sedimentos arenosos, en el cual el drenaje es bueno y el sistema de ra’ces puede utilizar ox’geno del agua intersticial. As’, la mortalidad es m‡s alta en sedimentos fangosos que en sedimentos arenosos cuando ambos son afectados por el petr—leo.
Adem‡s, las respuestas de diferentes plantas del manglar pueden estar relacionadas con mecanismos de regulaci—n osm—tica [30]. R. mangle es un planta que excreta sal por sus ra’ces, mientras que A. schaueriana tiene mecanismos de excreci—n de sal que facilita la entrada de petr—leo un sus hojas, y es as’ m‡s sensible y necesita un tiempo mas largo para recuperarse.
El incremento en los valores medios de la superficie de la hoja en los ‡rboles de mangle despuŽs de un severo derrame de petr—leo puede notarse una respuesta de presi—n en las plantas ya que el tama–o de la superficie de la hoja se redujo durante la primera fase del contacto (Figura 2). Los cambios en la producci—n de paja tambiŽn confirman estos descubrimientos.
Trabajando en las mismas ‡reas de 1984 a 1994, la Agencia Estatal de S‹o Paulo para Tecnolog’a Ambiental (CETESB) [31] pudo demostrar que la vegetaci—n disminuy— en el 40% en su ‡rea basal y en un 24% en la densidad de la planta. DespuŽs de una dr‡stica defoliaci—n inicial las hojas empezaron a aumentar de tama–o. Los ‡rboles peque–os presentaban malformaciones y eran menos numerosos, y aunque pudieran colonizar el ‡rea afectada, su tasa de mortalidad se acerc— al 100% en un corto per’odo de tiempo.
En este trabajo fueron descritas cuatro fases despuŽs del derrame: (1) efecto inicial, con una duraci—n de aproximadamente 1 a–o, durante el cual es m‡s probable que mueran las prop‡gulos y plantas j—venes; (2) da–o estructural, con una duraci—n de 2 a–os, cuando los ‡rboles empiezan a morir; (3) estabilizaci—n, teniendo una duraci—n de 5 a–os, durante la cual el deterioro en el manglar cesa, pero no puede detectarse ninguna mejora; y (4) recuperaci—n, cuando el sistema responde con se–ales de recuperaci—n en densidad, colonizaci—n, y tasas de supervivencia, pero no se puede predecir cuando el sistema regresa definitivamente a su estado anterior.
Se recomend— que la frecuencia de plantas j—venes as’ como la densidad del ‡rbol y el ‡rea basal deben ser consideradas como marcadores en un programa de monitoreo despuŽs de un impacto del petr—leo.
Un corto pero interesante trabajo fue llevado a cabo por Schaeffer-Novelli et al. [32] en el mismo ‡rea como el estudio del CETESB [18], y demostr— que no exist’an diferencias estad’sticamente significativas entre la tasa de crecimiento de las ra’ces adventicias de R. mangle contaminados por petr—leo y los sitios no contaminados.
La vulnerabilidad de la vegetaci—n del manglar a los derrames de petr—leo est‡ ligada directamente al grado de amplitud de un derrame de petr—leo sobre la zona intermareal, donde las estructuras respiratorias (lentejuelas y neumat—foros) son encontradas en altas densidades. Mucho del petr—leo crudo derramado dentro del mar se ampl’a a un grosor de alrededor de un mil’metro despuŽs de 1 h y a un grosor de solo unos pocos micrones despuŽs de 2 o 3 h. Esto representa el efecto mec‡nico del derrame y puede ser, en algunos casos, interpretado como la toxicidad aguda debido a la hypoxia, aunque tambiŽn se han observado otras clases de toxicidad aguda. Los efectos cr—nicos y aśn subcr—nicos son resultado de las caracter’sticas petroleras, condiciones clim‡ticas, composici—n de sedimentos, sitio, y los procesos de descomposici—n inherentes al destino del petr—leo en el agua: oxidaci—n, emulsionamiento, disoluci—n, y degradaci—n microbiol—gica. Cuando se derraman grandes cantidades de petr—leo, tambiŽn es alta la toxicidad aguda debido a los efectos mec‡nicos (ej.: hypoxia) sobre las estructuras de la vegetaci—n. Si el arom‡tico liviano, m‡s fracci—n t—xica persiste por mas tiempo en los sedimentos, las posibilidades de un efecto cr—nico aumentar‡n, y subsecuentemente puede ocurrir la muerte de la vegetaci—n.
Otro punto importante es la determinaci—n de efecto cr—nicos en organismos costeros. Estudios anat—micos en hojas de arboles de manglares demostraron que los estomas en Rhizophora y estomas y gl‡ndulas de sal en Laguncularia y Avicennia presentaron distintas densidades en sitios cercanos de una refinar’a y un terminal de embarque de petr—leo y en un sitio de referencia, en punto lejos de cualquier contaminaci—n [33]. A pesar de que los resultados demuestran claramente el efecto de actividades petroleras en estructuras de hojas de ‡rboles del mangle, no fue posible determinar la importancia de este efecto para los ‡rboles afectados, niel significado en termos de poblaci—n.
Dos de nosotros observamos, 36 horas despuŽs de un derrame de 48 m3 de petr—leo en la zona norte de la Bah’a de Todos los Santos, que el comportamiento del cangrejo-violinista, Uca thayeri, viviendo en la zona litoral media fue bastante diferente de aquellos viviendo en la zona supralitoral, donde no lleg— el petr—leo. Los animales afectados hab’an perdido su sentido de territorialidad, no pudiendo encontrar sus madrigueras y en algunos casos invadiendo zonas ocupadas y peleando por ellas cuando Žstos mostraron signos marcados de debilitamiento. Esta observaci—n confirma los descubrimientos de Gundlach et al. [34], quien observo que individuos de dos especies de cangrejos, Sesarma ricordi y Grapsus grapsus, que estaban recubiertos de petr—leo durante un derrame en el oriente de Puerto Rico, manifestaron respuestas retardadas a est’mulos, inmediatamente despuŽs del accidente. M‡s recientemente, Burger et al. [35], despuŽs de un derrame de petr—leo a principios de 1990 en New Jersey (USA), describieron que los individuos de la especie U. pugnax se vieron expulsados de sus madrigueras por la expansi—n del petr—leo.
La Agencia de Protecci—n Ambiental del Estado de Sergipe (ADEMA) [36] describi— el efecto de un derrame de petr—leo en un ‡rea de manglares en el R’o Cotinguiba (10ˇ9''5'''' a 10ˇ10''3'''' S y 37ˇ7''8'''' a 37ˇ8''2'''' W). Este accidente ocurri— en febrero de 1982, y en mayo la mortalidad del cangrejo del manglar, Ucides cordatus, era todav’a observada. Fue visualmente el organismo m‡s afectado, ya que el petr—leo fue levantado mayormente a travŽs de las agallas y subsecuentemente acumulado de tejido rico en l’pidos. Para mitigar el impacto en el manglar, los trabajadores involucrados en la limpieza forzaron el petr—leo dentro de la tierra cubriŽndolo con arena y construyendo barreras en la parte alta de la zona litoral. Tres meses despuŽs del accidente, se notaron colonias de plantas j—venes (5 cm. de altura) de manglar blanco (Laguncularia racemosa).
Un trabajo previo de Nascimento [37] estableci— el per’odo entre septiembre y noviembre como el tiempo para la muda del cangrejo del manglar (U. cordatus), cuando el animal permanece en las madrigueras por aproximadamente 20 d’as. Este vital proceso fue severamente afectado por la presencia de petr—leo en los sedimentos. Aunque el resto del petr—leo ha sido cubierto con sedimentos para reducir la exposici—n directa de los cangrejos, la tasa de biodegradaci—n del petr—leo fue retardada considerablemente. Como resultado, el remanente de petr—leo en las madrigueras ha causado que algunos cangrejos salgan de las mismas antes de la muda, con s—lo dos carapachos, volviŽndolos m‡s vulnerables a los predadores. Un simple ensayo de sobrevivencia para la larva del cangrejo demostr— que el LT50 (tiempo mediano necesario para que 50% de los individuos evaluados se tornen inm—viles o mueran) para larvas originado de los cangrejos contaminados era menor de 2 d, mientras que la larva del cangrejo de un sitio referencia, sin mayores impactos, sobrevivi— por 28 d.
Un estudio de la densidad de cangrejos, en un manglar afectado por afluentes domŽsticos y de refiner’a en el estuario del r’o IguaŤu (Estado de R’o de Janeiro) tambiŽn demostr— que no hab’an diferencias significativas en densidad entre este sitio y otros manglares investigados por los autores bajo diferentes condiciones [38].
Dos accidentes menores en la Bah’a de Todos los Santos (Estado de Bah’a) han llamado la atenci—n de los investigadores. El primero involucr— la pŽrdida de 80 m3 de petr—leo crudo de un tanque de almacenamiento directamente a un manglar adyacente en 1990. Los resultados no publicados por Santos y Barros, quienes siguieron el accidente, establecieron que todas las plantas del manglar en el ‡rea afectada (3.000 m2) fueron cubiertas por petr—leo y despuŽs de muy poco tiempo perdieron sus hojas y eventualmente murieron. Basados en una investigaci—n conducida en una zona similar adyacente al manglar, los autores estimaron que durante este accidente aproximadamente 184.000 individuos j—venes y 42.000 individuos adultos de U. thayeri y 8.000 individuos de U. cordatus murieron. La sofocaci—n, (toxicidad f’sica en lugar de toxicidad qu’mica per se) parece ser el s’ntoma mas claro de toxicidad aguda, lo que parece jugar un papel importante en la mortalidad tanto de plantas y animales. Seis meses despuŽs del accidente, los individuos j—venes de U. thayeri regresaron al sitio contaminado. A la fecha, 7 a–os despuŽs del accidente, los ‡rboles del manglar y las comunidades asociadas se han recuperado, y ya no hay evidencia de ningśn signo de petr—leo.
Un segundo derrame ocurrido en 1992, cuando 48 m3 de petr—leo asf‡ltico Boscan fue derramado en un desbordamiento de un reservorio dentro de los canales ricos en manglares. Un ‡rea estimada de 30.7 x 22.7 ha de manglar y playas arenosas fueron aceitadas. Los manglares blancos (L. racemosa) parec’an ser m‡s afectadas que los manglares rojos (R. mangle) pues su estructura interna (neomat—foros y hojas) mostraron gotitas de petr—leo (mecanismos distintos de regulaci—n osm—tica), aunque el nśmero de plantas muertas no fue registrado. Un a–o m‡s tarde las hojas aceitadas estaban vivas, y pod’an verse plantas saludables. Las hojas normales y aceitadas del R. mangle, L. racemosa, y el mangle negro (A. schaueriana) tomadas un a–o despuŽs de este derrame mostraron que aunque algunas hojas hab’an sido afectadas internamente, no todas ellas cayeron, cambiaron su color, o murieron.
Esta contradicci—n s—lo confirma que la variaci—n en la toxicidad es altamente dependiente de la cantidad y calidad de petr—leo y de las caracter’sticas geomorfol—gicas, oceanogr‡ficas, y clim‡ticas del sitio afectado. Un trabajo realizado por Baker [39] en una marisma en Australia sobre la toxicidad del petr—leo para plantas, demuestran que al pulverizar experimentalmente un ‡rea en un marisma, se observ— que la floraci—n fue reducida cuando brotes de flores fueran aceitados en cuanto se desarrollaban y que la contaminaci—n por aceite en el invierno puede reducir la germinaci—n en la primavera. Adem‡s, se encontr— que el petr—leo puede causar mas da–o a las plantas cuando el tiempo es mas c‡lido y despejado. Esta toxicidad puede aumentar, al disminuir en viscosidad por un aumento de la temperatura, haciendo que haya una penetraci—n m‡s f‡cil, o al aumentar la formaci—n de ‡cidos t—xicos y per—xidos en el petr—leo. Getter et al [40], trabajando el algunas clases de bosques de manglares en el Golfo de MŽxico y la regi—n del Mar Caribe, establecieron que el modelo de da–o y recuperaci—n depende del tiempo y el tipo de petr—leo derramado, el volumen del petr—leo derramado, la extensi—n de las tŽcnicas de limpieza, y los tipos fisiogr‡ficos de manglar afectado.
Jacobi y Schaeffer-Novelli [41] propusieron un modelo conceptual para los derrames de petr—leo en los manglares. Sin embargo, la incertidumbre de los derrames de petr—leo, junto con la falta de datos complementarios de otras variables, tales como transporte de sedimento, exportaci—n de detrito, capacidad de carga, y la toxicidad del petr—leo retenido en los sedimentos, hacen dif’cil la evaluaci—n de los efectos cr—nicos de petr—leo de estos ecosistemas, y estos factores contribuyen a la incapacidad de tales modelos.
PETROLEO EN LAS COSTAS ROCOSAS
Las comunidades biol—gicas de las costas rocosas del Canal de San Sebasti‡n (Estado de Sao Paulo) fueron investigadas, despuŽs del choque de dos tranqueros en 1989. En este accidente, 250 m3 de petr—leo crudo pesado escaparon al mar y llegaron a las playas de arena y costas rocosas. El estudio fue realizado para determinar como se desarrollar’an estas comunidades despuŽs de esta presi—n ecol—gica. La poblaci—n de bellotas percebe, Chtamalus spp, tanto de las playas abiertas como de las protegidas, fueron las mayormente afectadas. En ‡reas seleccionadas, se usaron chorros de agua de baja presi—n en playas oleosas para la limpieza.
Los estudios fueron conducidos para comparar la recolecci—n de la comunidad contaminada en ‡reas tratadas y no tratadas [42]. En las ‡reas abiertas justo despuŽs de 20 d’as, los lugares estaban relativamente limpios, y no ocurri— ninguna mortalidad, debido a que el accidente ocurri— durante el invierno, y las corrientes originadas del sur fueron muy fuertes. En las playas protegidas el petr—leo permaneci— por m‡s de seis meses, y la poblaci—n de percebes fue totalmente diezmada dentro de este per’odo, probablemente como resultado de la hypoxia y la elevada temperatura debido a los efectos de calor diferenciales.
En esta regi—n, una alga azul-verdosa no identificada empez— a colonizar un ‡rea justo debajo de la capa de percebes. Las ‡reas tratadas con el chorro de agua de baja presi—n, ya sea a lo largo de las costas protegidas o abiertas, tampoco mostraron ninguna posibilidad de sobrevivir. De hecho, la tasa de mortalidad en las ‡reas tratadas con chorros de agua fue m‡s alta que en aquellas ‡reas que no fueron tratadas. Sin embargo, la tŽcnica de limpieza puede eventualmente proveer un c—modo h‡bitat para el asentamiento de larvas en ‡reas protegidas, donde la mortalidad del percebe es naturalmente alta.
En dos reportes ([43,44]) las costas rocosas con estructuras comunitarias m‡s complicadas fueron tratadas con chorros de agua de alta presi—n despuŽs de un derrame de petr—leo y observadas durante dos a–os. Las especies presentes con mayor densidad fueron los mejillones de roca Brachidontes solisianus y B. darwinianus, los percebes Chthamalus bisinuatus y C. proteus, la ostra C. rhizophorae, los pervincas Littorina ziczac, L. lineata, y L. lineolata, y los lapades Acmaea subrugosa y Siphonaria hispida.
El uso de chorros de agua de alta presi—n caus— un severo impacto en estas comunidades, y aśn despuŽs de dos a–os de aplicaci—n los lugares no estaban colonizados totalmente. Ninguna diferencia significativa (p ] 0.05) fue encontrada entre la estaci—n de referencia y las costas rocosas expuestas al petr—leo en tŽrminos de los tipos de comunidades biol—gicas y tasas de asentamiento de organismos.
Un aspecto importante de los estudios sobre corrientes estancadas en las costas rocosas es la estacionalidad, como ha sido se–alado por Bonsdorff [45], o sea dependiendo de la Žpoca del a–o los efectos sobre las comunidades biol—gicas pueden variar y el nivel de competencia por el espacio entre individuos adultos y j—venes (ostras j—venes), que es muy comśn en esos h‡bitats, puede ser alterado despuŽs de un derrame de petr—leo.
TOXICIDAD DEL PETROLEO EN ORGANISMOS MARINOS TROPICALES
Las aves marinas son probablemente el śnico grupo de vertebrados que no pueden evitar la contaminaci—n del petr—leo porque Žstas dependen de peces para su alimentaci—n. Esto es tambiŽn verdad para los mam’feros marinos y tortugas de mar. Almeida [46] not— que las aves afectadas perdieron su capacidad de volar o flotar. A un nivel subcr—nico ellas mostraron degeneraci—n del h’gado, hiperplasia supracorticoidea, y neumon’a. De una muestra de 60 individuos del fulmar sure–o (Fulmarus glacialoides) que se encontraron muertos en el sur de Brasil en agosto de 1987, solo el 8% ten’an petr—leo en sus plumas, mientras que de 51 individuos de monx pico tijera (Puffinus puffinus) se encontraron muertos entre 1979 y 1989, el 14% estaban contaminados de petr—leo [47].
El petr—leo tambiŽn puede entrar a las membranas de la comida y afectar a las aves. Por ejemplo, el nudo rojo (Calidris canutus) usa las playas del sur de Brasil entre marzo y mayo, cuando regresa de la Patagonia, hacia el Artico. En las grandes playas arenosas estas especies de alimentan vorazmente de peque–os moluscos bivalvos y crust‡ceos que permiten mudar las plumas y la acumulaci—n de recursos de energ’a para poder volar los 9.000 km. a la bah’a de Delaware [48]. La contaminaci—n de la playa con petr—leo, que ha ocurrido frecuentemente, puede poner en peligro la estrategia de reproducci—n de estas aves porque sus huevos son muy vulnerables al petr—leo y el hidrocarburo se acumula en los tejidos de grasa. La contaminaci—n al liberar este hidrocarburo t—xico podr’a ser fatal para la supervivencia de las especies.
Los resultados de seis estaciones alrededor de la Bah’a de Todos los Santos (Estado de Bah’a) para ex‡menes de ecotoxicidad del sedimento utilizando ostra de manglar y larvas de erizos marinos, nauplii de Artemia sp, y postlarvas del camar—n Pennaeus vannamei indicaron que el sitio m‡s t—xico (comparado con dos sitios de referencia) era la que estaba m‡s cercana a la refiner’a. La toxicidad en los sitios m‡s lejanos bajo corriente era tambiŽn diferente de aquellos de cerca de la refiner’a, aunque estad’sticamente hubieron algunas con diferencias significativas con los dos sitios de referencia [50].
Coimbra [51] trabajando en tres de estos mismos sitios, en el Norte de la Bah’a de Todos os Santos, concluy— que en el sitio m‡s cerca de la refinar’a no hubo representatividad de la comunidad fitobent—nica, con la presencia de solamente dos especies con muy bajos valores de biomasa, en comparici—n con los otros dos sitios. Los resultados demuestran claramente la influencia de los efluentes petroleros no tratados de la refinar’a sobre las comunidades biol—gicas vecinas.
Gundlach et al. [34] tambiŽn encontr— una disminuci—n en la biomasa de los ep’fitas (Bostrychia) despuŽs de un derrame de petr—leo en Puerto Rico a fines de 1970, demostrando la influencia del petr—leo en el desarrollo del Bostrychietum.
En un trabajo reciente, se demostr— que las concentraciones de prote’nas de estrŽs en juveniles de la ostra del mangle (Crassostrea rhizophorae), en regiones de influencias petrolera, en la Bah’a de Todos os Santos [50], fueron diferentes de los sitios de referencias y estas diferencias se debe a la proximidad a actividades petroleras. Aunque, en el sitio mas cerca de la refiner’a, donde los niveles de contaminaci—n son mas fuertes, la concentraci—n de prote’nas de estrŽs, en las ostras, no fue estad’sticamente significativo a de los sitios de referencia, por cuenta de un efecto m‡s letal que cr—nico [52].
Muestras mensuales del tellinid M. constricta se llevaron a cabo durante un a–o en la zona interstidal de la bah’a de Todos los Santos para reunir datos sobre el crecimiento, nutrici—n, y bioenergŽticos de este organismo en la isla Madre de Deus, un ambiente afectado cr—nicamente por el petr—leo y sus derivados debido a un terminal petrolero cercano. La regi—n de la playa de Buen Jesśs de los Pobres fue utilizada como una estaci—n de referencia [53].
Los resultados obtenidos para todas las variables estudiadas (largo/peso, curvas de crecimiento, factor de la condici—n, y producci—n estimada por el incremento del biomasa) estad’sticamente demostraron diferencias significativas entre las dos poblaciones investigadas. M. constricta alcanz— un medio m‡ximo de largo de 64.4 mm en la estaci—n de control y 54.2 mm en la poblaci—n bajo presi—n. El medio de peso m‡ximo fue 2.8 veces m‡s alto en la estaci—n referencia que en Madre de Dios, demostrando suficiencia en utilizar estas especies como un bioindicador en ‡reas afectadas cr—nicamente por el petr—leo, como sugiri— Hickey et al (14) para M. liliana en las aguas costeras de Nueva Zelandia.
REFERENCIAS
1. Mackay, D. y P.G. Wells. 1981. Factors influencing the aquatic toxicity of petr—leos chemically dispersed oils. Proceedings, 4to. Seminario TŽcnico Programa de Derrame de Petr—leo Marino Artico, Ottawa, Ontario, Canada, pp. 445-467. 2. Baker, J.M. 1983. Impacto of oil pollution on living resources. Documento 4 Ecol—gico de la Comunidad, Uni—n Internacional para la Conservaci—n de la Naturaleza y Recursos Medioambientales, Gland, Suiza. 3. Smith J.E. 1968. Torrey Canyon Pollution and Marine Life. Diario de la Universidad de Cambridge, Londres, Reino Unido. 4. Centro Nacional por la Explotaci—n de los OcŽanos. 1981. Amoco Cadiz. Consecuencias de una contaminaci—n accidental por los hidrocarburos. Procedimientos, Simposio Internacional, Brest, Francia. Noviembre 19-22, 1979, p. 881. 5. Maki, A.W. 1991. The Exxon Valdez oil spill: Initial environmental impact assessment. Parte 2 de una serie de 5 partes. Enrivon. Sci. Technol. 25: 24029. 6. Cairns, J., Jr. Y.A.L. Buikema, Jr., eds. 1984. Restoration of Habitats Impacted by Oil Spill. Butterworth, Londres, Reino Unido. 7. GESAMP (Grupo Conjunto de Expertos sobre Aspectos Cient’ficos de Contaminaci—n Marina). 1993. Impact of oil and related chemicals and wastes on the marine environment.). 1993. . Impact of oil and related chemicals and wastes on the marine environment. Rep. Stud. GESAMP 50:180. 8. Revelle, D.J. y L. Lumpe. 1994. Third world submarines. Sci. Am. 271: 16-21 9. PETROBRçS. 1990. Resumo Annual - 1989. Reporte final. Petr—leo de Brasil S.A., R’o de Janeiro, RJ. Brasil. 10. PETROBRçS. 1995. Resumo Anual - 1994. Reporte Final. Petr—leo de Brasil S.A., R’o de Janeiro, RJ. Brasil. 11. B’cego, M.C. 1988. ContribuiŤ‹o ao estudo de hidrocarbonetos biogŽnicos e do petr—leo no ambiente marinho. Tesis M.S. Universidad de S‹o Paulo, S‹o Paulo, SP, Brasil. 12. Weber, R.R. 1981. Hidrocarbonetos no ambiente marinho. - Aspectos anal’ticos e ambientais. Tesis Ph.D. Universidad de S‹o Paulo, S‹o Paulo, SP, Brasil. 13. Tavares, T.M., V.C. Rocha, C. Port, D. Barrel y J. AlbaigŽs. 1988. Aplication of the mussels Watch concept in studies of hidrocarbons, PCBs and DDT in the Brazilian Bay of Todos os Santos (Bahia). Mar. Pollut. Bull. 19: 575-578. 14. Hickey, C.W., D.S. Roper, P.T. Holland y T.M. Trower. 1995. Accumulation of organics contaminants in two sediment-dwelling shellfish with contrasting feeding modes: Deposit-(Macoma liliana) and filter-feeding (Austrovenus atuchburyi). Arch. Environ. Contam. Toxicol. 29: 221-231. 15. Readman, J.W., S.W. Fowler, J.P. Villeneuve, C. Cattini, B. Oregioni y L.D. Mee. 1992. Oil and combustion-product contamination of the gulf marine environment following the war. Nature358: 662-665. 16. Vandermaulen, J.H. B.F.N. Long y T.P. Ahern. 1981. Bioavailability of stranded Amoco Cadiz oil as a functional of environmental self-cleaning: April 1978 - January 1979. Procedimiento: Simposio Internacional, Brest, Francia. Noviembre 19-22, 1979, pp. 585-597. 17. Universidade Federal de Bah’a. 1992. AvaliaŤ‹o do impacto do derramamento de —leo na Ba’a de Todos os Santos. Reporte Final. Salvador, BA, Brasil. 18. CETESB. 1989. Relat—rio de acidentes ambientais (Janeiro de 1978 a Fevereiro de 1989). Reporte Final. Compa–’a de Tecnolog’a de Saneamiento Ambiental, S‹o Paulo, SP, Brasil. 19. Machado A.L. 1994. An‡lise da cobertura vegetal de um manguezal impactado por petr—leo a travŽs de fotointerpretaŤ‹o. Pub. ACIESP 87: 60-85. 20. Schaeffer-Novelli, Y. 1986. Rompimento de oleoducto. 1983. AvaliaŤ‹o de impacto ambiental, Canal de Bertioga, S‹o Paulo, Brasil. Secretar’a de Justicia. 11 Corte Civil, Santos S. P. Brasil. 21. CETESB. 1989. AvaliaŤ‹o dos efeitos de un derramamento de petr—leo em ‡rea de manguezal (Bertioga, SP). Programa da Baixada Santista. Projeto 87.07.00. Reporte Tecnico. Compa–’a de Tecnolog’a de Saneamiento Ambiental. S‹o Paulo, SP, Brasil. 22. Peria, L.C.S. Y. Schaeffer-Novelli y M.L.G. Soares. 1991. RecomposiŤ‹o de copas de Rhizophora mangle desfolhadas artificialmente. Abstracto: Simposio sobre Oceanograf’a, S‹o Paulo, SP, Brasil, octubre 21-25, p. 107. 23. Goodman, K.S. y J.M. Baker, 1982. A preliminar ecological survey of the coastline of Abu Dahbi. United Arab Emirates. Reporte TŽcnico. BP Internacional Ltd. Centro de Control Medioambiental, Londres, Reino Unido. 24. Lamparelli, C.C., F.O. Rodrigues y D.O. de Moura. 1994. Long-term assessment of na oil spill in a mangrove forest in S‹o Paulo, Brazil. In: B. Kjerve, L.D. de Lacerda y El H.S. Diop, eds., Mangrove Ecosystem Studies in Latin America and Africa. UNESCO, Paris, Francia, 191-203. 25. Jackson, J.B.C., et al. 1989. Ecological effects of a major oil spill of Panamanian coastal marine communities. Science 243: 37-44. 26. Getter, C.D., G. Cintr—n, B. Dicks, R.R. Lewis III y E.D. Seneca. 1984. The Recovery and restauration of salmarshes and mangroves following na oil spill. In J. Cairns, Jr., y A.L. Buikema, Jr., eds., Restauration of Habitats Impacteds by Oil Spills. Butterworth, Londres, Reino Unido, pp. 65-114. 27. Ponte, A.C.E., I.A.Z., Fonseca y S.M.C.A. Claro. 1990. ProduŤ‹o de serrapilheira em mangue impactado por petr—leo. Pub. ACIESP 71:241-253. 28. Ponte, A.C.E., I.A.Z., Fonseca y S.M.C.A. Claro. 1987. Impacto causado por petr—leo no mangezal do Canal de Bertioga - Estrutura da VegetaŤ‹o. Procedimientos, Simposio sobre Ecosistemas de Costa Azul y el sudeste Brasile–o. S’ntesis de conocimientos, CananŽia, SP, Brasil, Abril 11-16, pp. 138-147. 29. Dicks, B. 1986. Oil and the black mangrove, Avicennia marina, in the northern Red Sea. Mar. Pollut. Bull. 17: 500-503. 30. Mizrachi, D., R. Pannier y F. Pannier. 1980. Assessment of salt resistence mechanisms as determinant physio-ecological parameters of zonal distribution of mangrove species, Rhizophora mangle and Avicennia nitida. Botanica Marina 23: 289-296. 31. CETESB. 1994. Biomonitoramento de ecosistemas aqu‡ticos e de transiŤ‹o. Reporte TŽcnico. Compa–’a de Tecnolog’a de Saneamiento Ambiental. S‹o Paulo, S. P. Brasil. 32. Schaefer-Novelli, Y., L.C.S. Peria, M.L.G. Soares y M.M.P. Tognella. 1992. Taxa de crescimento de ra’z-escora de Rhizophora mangle (L.) em bosques de mangue impactado (Baixada Santista) e n‹o impactado (Ilha do Cardoso), Estado de S‹o Paulo. Abstractos: Simposio sobre Estructura, Funcionamiento y Manejo de Ecosistemas, R’o de Janeiro, RJ, Brasil, mayo 11-16, pp. 154. 33. Universidade Federal de Bah’a. 1996. Programa de Monitoramento dos Ecossistemas ao Norte da Ba’a de Todos os Santos. Reporte Final. Salvador, BA, Brasil. 34. Gundlach, E.R., J.M. Michel, G.I. Scott, M.O. Hayes, C.D. Getter y W.P. Davis. 1993. Ecological Assessment of the Peck Slip (19 Deciembre, 1978) oil spill in eastern Puerto Rico. Procedimientos: Conferencia sobre Evaluaci—n de Da–o Ecol—gico, Washington, DC, EEUU. 1979, pp. 303-318. 35. Burger, J., J. Brzorad y M. Gochfeld. 1991. Immediate effects of an oil on behavior of fiddler crabs (Uca pugnax). Arch. Enriron. Contam. Toxicol. 20: 404-409. 36. ADEMA, 1983. Relat—rio tŽcnico do estudo sobre o impacto do derramento de —leo em ‡reas de manguezal do Estado de Sergipe - Brasil. Reporte TŽcnico. Administraci—n Estatal del Medioambiente Natural. ADEMA, Aracaju. SE. Brasil. 37. Nascimento, S.A. 1982. Estudo Bio-ecol—gico do Caranguejo-UŤ‡. (Ucides cordatus) e das Caracter’sticas do Manguezal do Estado de Sergipe, Visando Medidas de PreservaŤ‹o do Ambiente Natural. ADEMA, Aracaju. SE, Brasil. 38. Vergara-Filho, W.L. y J.R.P. Alves. 1994. ComposiŤ‹o e distribuŤ‹o dos canranguejos (Crust‡cea, Decapoda, Brachyura) em manguezais impactados da Ba’a de Guanabara. II. Manglares del r’o Iguazu, Duque de Caxias, Rio de Janeiro. Pub. ACIESP 87: 151-156. 39. Baker, J.M. 1971. Seasonal Effects. In: The Ecological Effects of Oil Pollution on Littoral Communities. Ed. E.B. Cowell, Elsevier Pub., Londres, Reino Unido, pp. 44-51. 40. Getter, C.D., G.I. Scott y J. Michel. 1981. The effect of oil spills on mangrove forests: A comparison of five oil spill sites in the Gulf of MŽxico and the Caribbean Sea. Procedimientos: Conferencia de Derrames de Petr—leo en 1981. Washington, DC, EEUU, pp. 535-540. 41. Jacob’, C.M. Y. Schaeffer-Novelli. 1990. Oil spills in mangrove. A conceptual model based in long-term field observations. Ecol. Model. 52: 53-59. 42. CETESB. 1991. Efeitos ecol—gicos do derramamento de —leo "PenŽlope" e da limpeza por jateamento a baixa press‹o nos cost›es rochosos da Praia do Viana. Reporte TŽcnico. Compa–’a de Tecnolog’a de Saneamiento Ambiental. S‹o Paulo, SP, Brasil. 43. Lopes, C.F., J.C.C. Milanelli y J. Fornasaro. 1993. Plano de monitoramento para avaliaŤ‹o de danos por petr—leo em comunidades de cost›es rochosos. Reporte TŽcnico. Compa–’a de Tecnolog’a de Saneamiento Ambiental. S‹o Paulo SP, Brasil. 44. Milanelli, J.C.C., C.F. Lopes y J. Fornasaro. 1993. Plano de monitoramento para avaliaŤ‹o de danos por petr—leo em comunidades de cost›es rochosos. Reporte TŽcnico. Compa–’a de Tecnolog’a de Saneamiento Ambiental. S‹o Paulo, SP, Brasil. 45. Bonsdorff, E. 1984. Efeccts of experimental oil spills in intertidal rocks pools. Ecol. Bull. 36: 159-164. 46. Almeida, R.A. 1983. Museu do Mar. Jornal Cidade de Santos. Noviembre 27. 47. Vooren, C.M. y A.C. Fernandes. 1989. Guia de Albatrozes e PetrŽis do Sul do Brasil. Sagra, Porto Alegre. RS, Brasil. 48. Harrington, B. 1983. The migration of the red knot. Oceanus 26: 44-48. 49. Reynier, M.V., C. Bandar—-Pedroso, R.S. Mello y A.J. Zamboni. 1994. Testes de ecotoxicidade com microcust‡ceos Temora stylifera e Mysidopsis juniae expostos a diferentes efluentes derivados da atividade de produŤ‹o de petr—leo. Pub. ACIESP 87: 424-429. 50. Nascimento, I. A. 1995. Programa de Monitoramento dos Ecossistemas ao Norte da Ba’a de Todos os Santos. Testes Ecotoxicol—gicos. Relat—rio Preliminar. Universidade Federal da Bahia, Salvador, BA. Brasil. 51. Coimbra, C.S. 1994. DistribuiŤ‹o das Comunidades de Macroalgas Bent™nicas em Manguezais ao Norte da Ba’a de Todos os Santos - BA. Monografia de BSc. Universidad Federal de Bah’a, Salvador, BA, Brasil. 52. Nascimento, I.A., M.B.N. Leite, G. Sansone, S.A. Pereira y D.H. Smith. 1998. Stress protein accumulation as na indicator of impact by the petroleum industry in the Todos os Santos Bay, Brazil. Aquatic Ecosystem Health and Management, 1:101-108. 53. Peso-Aguiar, M.C. 1995. Macoma constricta (Bruguiere, 1792) (Bivalvia Tellinidae) como biomonitor da presenŤa cr™nica de petr—leo na Ba’a de Todos os Santos (BA). Tesis de PhD. Universidad Federal. 54. Baker, J.M. 1971. Studies on saltmarsh communities - successive spillages. In: The Ecological Effects of Oil Pollution on Littoral Communities. Ed. E.B. Cowell, Elsevier Pub., Londres, Reino Unido, pp. 21-32.
Fuente/Autor: Eduardo Mendes da Silva y Carla de Barros Azevedo.
Entidades: OILWATCH. Asociación Internacional. Ecuador. Es una red de Resistencia a las actividades petroleras que actuan sin respeto al entorno natural, en los países tropicales.
Insertado
por: cipi-cpn (12/09/2002) |
Fuente/Autor:
EDUARDO MENDES DA SILVA y CARLA DE BARROS AZEVEDO.del Instituto de Biologia da UFB, Biomonitoramento e Meio Ambiente. Salvador |
Valoración
Comentarios
|