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La confusión en la información al ciudadano va pareja con los intereses económicos de las grandes empresas productoras de energía, a cuyos directivos les importa un bledo que se mueran unas cuantas docenas de aves, muchas en peligro de extinción. A esta actitud hemos de añadir en muchos casos la de las Administraciones y la de los políticos, pues los temas relativos a la conservación de la naturaleza que arrastra tras de sí el desarrollo insostenible, parece preocuparles bien poco.
En lo tocante a los parques eólicos, no entiendo como una asociación como SEOBird/Life, de la cual soy socio desde hace años, puede defender su construcción, si efectivamente son ciertos los estudios que se han realizado en Escocia y en Navarra y que ponen los pelos de punta a cualquier amante de la naturaleza. ¿Cómo es posible que las autoridades permitan semejante situación? Como he dicho al principio, sólo se entiende por una serie de intereses económicos, en los cuales, desgraciadamente, estamos todos metidos, puesto que la energía eléctrica la necesitamos todos. Ahora bien, lo que sí sería razonable es que entre todos buscáramos una solución adecuada al conflicto que tenemos pendiente con la naturaleza, en lugar de agradirla cada vez más. Para mí está claro que esta sociedad un tanto idiotizada por el consumo desenfrenado -dejando aparte el tercer mundo, que sólo lucha por poder comer cada día-, no sabe muy bien hacia dónde va.

Los parques eólicos están demostrando ser una lacra en muchas zonas de España y del mundo, pero muy poca gente lo sabe. Si las decisiones de los gobiernos fueran tomadas consultando de verdad al ciudadano y a los especialistas, solamente veríamos parques eólicos en zonas muy específicas de nuestro entorno. Tiene que haber alternativas a ellos, que dañen menos el medio ambiente. No podemos cometer un error tras otro, buscando medios de producir energía basados en intereses económicos solamente, sino que ha de primar el bienestar de la gente en lo tocante a disfrutar de lo que la naturaleza les ofrece sin destruirla, como ha estado ocurriendo desde la revolución industrial. En muchos aspectos hemos estado ciegos desde hace tiempo para ver que el auténtico bienestar de las generaciones futuras pasa por observar una auténtica conducta de preservación de la naturaleza a nivel social. Hemos aumentado por cien el riesgo de desaparición de las especies animales en los últimos 300 años. Nunca antes se había visto nada igual. Los parques eólicos son una agresión más de las infinitas agresiones que estamos cometiendo contra la naturaleza, y ni siquiera se puede decir que resulten rentables economicamente, si se comparan con otras formas de energía. Por tanto, aún estamos a tiempo de rectificar.

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