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Sembrando su libertad sexual

(3879)

SU NOMBRE ES ESTRELLA...
Mariano Cabrero: Piensa uno muchas veces que, cuando estamos aconsejando a una mujer abortar–el tesoro que lleva dentro–, quizá nos encontremos ejerciendo sobre su persona otra violencia de genero más...

Quizá sería mejor apoyarla psíquica y monetariamente hablando, y por los propios Estados. Mas cuando una mujer dice ¡no!, debemos respetar su parecer. Es el caso concreto de hallarse en estado de buena esperanza, cuando realmente se vuelve a encontrar sembrando su libertad sexual

“Pasan los días, se vienen los meses, y mi lágrimas negras ya de tanto llorar, me aconsejan que me marche de mi casa, y deje a mis dos hijos del alma–polluelos aún-- solos. Mi esposo me pega todos los días. Parece ser que... es por costumbre, por afán de maltratar por maltratar, por afán de superioridad, por fuerza bruta–de lo cual doy fe de que la posee...–, y estoy amenazada de muerte”, así rezaba una misiva que recibí de una buena amiga de mi juventud, de estudios que cursamos juntos. Su nombre es Estrella: delicada, preciosa, inteligente y sufridora donde las halla... Está viviendo su historia, ahora y no antes, su historia del miedo de las mujeres ante los hombres, y con su corazón dentro de las tinieblas –sangrando dolor–ante la falta de protección en la que se encuentra...

No me nombró el lugar de su próxima residencia, pero cualquiera que sea el sitio donde se halle, sabe uno que, para ella, será como la propia “Gloria bendita”: a ciencia cierta, y no me equivocó, mi compañera de estudios se encuentra sembrando su libertad sexual, para no ser maltratada nunca jamás.

Esta historia es, sin duda, una asignatura pendiente para resolver por los gobiernos de los distintos países del mundo, donde nuestras hijas de Eva son maltratadas psíquica y físicamente por sus maridos, por sus parejas sentimentales, por sus novios, por sus amantes liberales..., y hasta por sus propios hermanos. Piensa uno muchas veces que, cuando estamos aconsejando a una mujer abortar–el tesoro que lleva dentro–, quizá nos encontremos ejerciendo sobre su persona otra violencia de genero más...Quizá sería mejor apoyarla psíquica y monetariamente hablando, y por los propios Estados. Mas cuando una mujer dice ¡no!, debemos respetar su parecer. Es el caso concreto de hallarse en estado de buena esperanza, cuando realmente se vuelve a encontrar sembrando su libertad sexual.

Nuestras mujeres son violadas y torturadas por propios y extraños, que muchas veces se quedan en el anonimato por temor a las represalias. Tienen temor a denunciar: temor que entiendo perfectamente, porque si denuncian...la muerte, su muerte, es casi segura. Y lo digo con la mano puesta sobre mi corazón, mi corazón que se conmueve como si fuera un volcán en erupción, cuando mis ojos ven y mis oídos escuchan que...: otra mujer ha sido asesinada por su esposo, muere en su casa una mujer apuñalada por su marido, un hombre mata a la mujer con la que vivía, un hombre mata a su mujer y a sus tres hijos y después se suicida...

Están sufriendo miles de vejaciones en sus propias carnes: hablamos ahora de violaciones, y seguimos enumerando: mutilaciones genitales, quemaduras, torturas, desfiguraciones en sus rostros, insultos obscenos: hijas de ... ¡Terrible descripción la que pormenorizo!, pero son ciertas realidades, que se ha convertido en el pan nuestro de cada día, y ,por desgracia para ellas, no se toman las medidas pertinentes y adecuadas judiciales y policiales para “prevenir”, y dentro de los humanamente posible, impedir que tales malos tratos se les infrinjan con cierta regularidad, en el tiempo y en el espacio. Prevenir es curar, en medicina ambulatoria elemental y necesaria. Prevenir judicial y policialmente hablando, es eludir la muerte, es desterrarla de los rostros de mujeres que la anuncian...de los cuatro confines de la tierra, Isaías (11: 10-12).

Naciones Unidas ha expresado que, en titulares de prensa, sobre un 25% de las mujeres han sido violadas. Insisto: triste pero verdadera realidad. Recordamos la vida de nuestras féminas en Camboya, Liberia, Perú, Ruanda, Somalia...De que nos sirve que se haya establecido el 25 de noviembre de todos los años como “Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer”.

Les estamos dando poca o ninguna protección, sabiendo que “la mujer” es el ser más maravilloso y hermoso que reina sobre el Globo Terráqueo. Suena una voz en la lejanía que la escucho muy tenue, casi apagada del todo, que verbaliza: “La mujer capricho es, / por eso vive de él; / y el hombre que de ella vive, / capricho de ella es”. No es ésta la mujer de la que estoy hablando: me refiero concretamente y pienso en esa mujer que silencia el maltrato físico y psíquico infringido–a su persona–, porque aguarda con esperanza de que su marido, pareja sentimental o novio...cambien–de una vez por todas–,en su miserable comportamiento.

Y es que la mujer, y en estos casos concretos, siente miedo: miedo al rechazo por parte de la sociedad de consumo en la que estamos inmersos, miedo a la soledad, miedo a los procesos judiciales y, como no, a la muerte: esta última es “la violencia de genero” que sufre en sus propias carnes con harta frecuencia. Las estadísticas al respecto así nos lo descubren. Imposible es para ellas llevar una vida sexual sana a base de palos, golpes, sevicias sexuales–en muchos casos–, menosprecios, insultos... ¡Cuántos miedos han de superar aún, hasta poder vivir con la tranquilidad que se merecen!

En cualquier caso, el amor es algo maravilloso. Se siente, se desea, se desea, se admira a la chica/o de los ojos verdes que todos los muchachos/as llevan en lo más profundo de sus corazones. Rubén Darío (gran poeta) canto a la juventud–como nadie–cuando dijo: “Juventud divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!”.

De alguna manera, si he de ser sincero, la soledad no es buena para nadie. El Génesis nos dice: “No es bueno que el hombre esté solo, que esté acompañado”. No ha mucho tiempo comentábamos entre amigos que, un día, los hijos tendrían que marcharse de nuestros respectivos hogares, pero cuándo...Y se marcharon. Se fueron llenos de felicidad, y esto es ya bastante. Mi mujer y yo, nos cruzamos la pasada noche las miradas y, en nuestro silencio, vimos dos habitaciones vacías. Es ley de vida.

Nuestros hijos volaron sobre el océano Atlántico, buscando paz y tranquilidad. Este viaje de novios nunca jamás le olvidarán, es irrepetible. Nosotros viajamos hace ya muchos años, pero por tren. El avión costaba muchos dineros. ¡Maravilloso tren!, pues, cuando el convoy pasaba el túnel de turno, aprovechábamos para besarnos. Esos besos fueron inolvidables. Ver sin ser vistos, técnica empleada por los recién casados allá por los años sesenta y...Qué quieren que les diga: volvería a repetir aquel periplo inimaginable.

Otra vez vuelve a sonar una voz en la lejanía que la escucho muy tenue, casi apagada del todo, que verbaliza: “La mujer capricho es, / por eso vive de él; / y el hombre que de ella vive, / capricho de ella es”. No es ésta la mujer de la que estoy hablando: me refiero concretamente a éste mi sueño:

Ha tiempo que ha pasado y aún me acuerdo. Ya lo considero eterno. Parece que solamente creemos en las cosas-los acontecimientos-cuando pasan, después lloramos, y nos maldecimos una y mil veces. ¡Así es el pobre animal humano!

Yo siempre tuve ilusión y simpatía para con los circos. Un circo es para mí un gran festín, donde todos participamos. Cierta vez fue a un circo-no me acuerdo de su nombre-, señorial, profundo, encantador; lleno de vida y humor, lozanía... ¡Qué bien se estaba debajo de aquella lona! Todo era allí maravilloso. Personas y más personas-los participantes-que creen en los sueños, y, que sin lugar a dudas, desean transmitir sus emociones y mensajes a los más pequeños: los niños. En el mundo de ese circo-debajo de su carpa-contemplé cómo se mezclaban la fantasía y la realidad, cómo estaba permitido soñar-porque soñar quiere decir vivir-, cómo se sucedían escenas llenas de ternura, expresividad, de mitos y alegorías...y todo para conseguir, única y exclusivamente, la expresión más que se entrevé en la cara de un niño/a: su sonrisa, esa sonrisa angelical que nunca jamás olvidaré. Porque uno no puede olvidar nunca..., pues me enseñaron a recordar siempre.

Pero, he aquí mi recuerdo musical: "Candilejas". ¡Suena, suena Candilejas ! : te escucho. Al unísono de esta melodía-allá en lo más alto-una jovencita, un ángel femenino-porque también hay ángeles masculinos-, se deslizaba suavemente una y otra vez, ejecutando difíciles y arriesgadas piruetas. Se habían combinado la fuerza con la destreza; el amor con la belleza y la valentía con la inocencia. ¡En aquel mismo instante quedé locamente enamorado de esta princesa!

Era de porte distinguida, de hermosa silueta; sus ojos, ¡qué ojos!, azules como el cielo, y su mirada–penetrante y pura–como una rosa. Desde aquel instante fui muchas veces al circo: no ya ha verla, sino a contemplarla, admirarla... a quedar ensimismado con la perfección de sus proezas. ¡El circo se mueve, corre!... Nunca para. Maravilla y deslumbra, pero jamás echa raíces: siempre anda. Aquellos veinte abriles nunca se borraran de mi memoria y, en mi imaginación, los consideré condenados al torbellino de la vida. Pero su imagen inquebrantable perdurará para siempre en éste mi recuerdo musical: “Candilejas”. ¡Suena, suena Candilejas !: te escucho.

La Coruña, 2 de diciembre de 2008
Mariano Cabrero Bárcena es escritor
Copyright

Insertado por: Mariano (01/12/2008)
Fuente/Autor: Autoría propia/ Mariano Cabrero Bárcena
 

          


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