* Assaltant el Bassegoda (per partida doble - BTT)... (Enlace a vídeo...)

Nuestro ascenso al Bassegoda.

Desde Sadernes inicia una pista forestal sin asfaltar por donde dependiendo de épocas, tenemos acceso para los vehículos. Diversos parkings bien delimitados aparecen a lo largo de la ruta que va en ascenso. Aparecen rutas de escalada que están cerradas en alguna época del año (consultar paneles informativos en la zona).

Llegaremos al primer puente "el pont dels Aures", donde la pista atraviesa por primera vez el río. Aquí finaliza el término municipal de Sales de Llierca, Montagut y Oix. A nuestra derecha parte un sendero que nos acercará a la Font de Merlot y a la cova del Bisbe; una de las cuales se ha obtenido numerosa información de las tribus que se asentaron en la zona hace unos 6.000 años. Enterraban a sus muertos en el interior de las cuevas, por lo que se las denomina "cuevas sepulcrales" y en ellas se han encontrado utensilios de barro hechos a mano, herramientas como pinchos y agujas.

Sobre la zona de aparcamiento de coches denominada l´Hort d´en Roca (numerada con el 3), mirando sobre los cortados apreciaremos como curiosidad la entrada a la cueva del Bisbe.

Nuestra primera meta será llegar a la ermita de la Mare de Deu de les Agulles, a 980 mts. de altitud aprox. 1 hora y 30 minutos nos separan de la cumbre.

Por el estrecho camino de polvo que recorre serpenteante junto a las aguas vivas que descienden del río Llierca, debemos circular con precaución.

A 30 minutos de nuestra salida de Sadernes.
Una de las rutas típicas en la que nos encontraremos una cadena es la que asciende a la ermita de San Aniol d´Aguja cruzando las aguas de la Riera del Aniol por el pont d´en Valentí. Aquí cada 31 de mayo, el Centre Excursionista de Banyoles y otros colectivos de la comarca celebran un Aplec-fiesta tradicional catalana, con bailes regionales, conciertos y comidas de unión.

Por este camino también se nos ofrece en otro cruce de senderos, el acceso al denominado Salt de la Núvia, a las ermitas de la "Mare de Deu de Les Escales", a "Santa Barbara de Pruneres" por el interior de la Finca de Lasala y al municipio de Oix.

Pero en esta ocasión, seguimos recto sin dejarnos el camino principal, dejando a nuestra derecha las últimas plazas de parking.
El ascenso es largo, angosto, donde se unen torrenteras al curso profundo del Ríu Aniol, cortos tramos del camino están cuidadamente hormigonados, y sólo podrán pasar aquellos que dispongan de sus vehículos con bajos altos. Un paso muy estrecho para los coches que se aventuran, complicadamente curvado y empinado en puntos con piedra muy suelta. Aconsejable el acceso en 4x4 sólo si llevamos personas mayores que no pueden caminar pesados trayectos.
Es posible el acceso hasta la ermita de la Mare de Deu de Les Agulles, pero para atravesar el Coll de Ríu es bastante difícil el último tramo. Para la BTT (bicicleta de montaña) está clasificado como punto técnico.

En el último trayecto hacia la cumbre podemos contemplar el camino recorrido sobre el valle, pudiendo identificar a nuestros pies, el claro pastoreo de La Plana de Ríu y el Bosquet.

En nuestra ruta hacia el Bassegoda parten infinidad de caminos todos bien indicados para no perderse, con los tiempos orientativos para favorecer y animar el recorrido. Durante casi todo el ascenso nos encontraremos pocas fuentes, así que deberemos ir bien provistos de agua abundante dependiendo de la época.

La única fuente fácil al paso, nos la encontraremos en la misma pista de ascenso, antes de llegar a la bifurcación de la ermita de San Feliu de Ríu. Aguas claras y frescas que en alguna época del año pueden bajar terrosas.
La vegetación acompaña exhuberante en todo este ascenso para los que visitéis el lugar con los calores del verano. El bello canto del Petirrojo está presente aquí todo el año.

En la imagen ya estamos a un paso de la cumbre. Una zona al descubierto llena de hierba, que se nos adelanta para recibirnos casi en la cumbre. La vegetación cambia un poco. Aquí la podemos observar más castigada, con especies más robustas preparadas para las tempestades, para los fuertes vientos. Más limpia, donde llega menos la contaminación y la influencia humana.

Una parada obligada si vais con tiempo es la ermita de San Feliu de Ríu, que queda apartada a la derecha de la ruta, unos 5 minutos. Es una de las iglesias más bien proporcionadas y que mejor guardan la factura original románica de toda l´Alta Garrotxa. Al fondo podemos contemplar casi al mismo nivel, entre los rameríos de las encinas, el núcleo de la Talaixa. Identificado por el campanario de su iglesia de Sant Martí. Templo de orígen románico perteneciente a los siglos VII y XVIII.

En primavera y a principios del verano el espacio ofrece toda su frondosidad verde, refrescante, gorgojeante de cantos de pájaros que resucitan del duro invierno, con sus danzas territoriales y sus galanteos amorosos. Pero el otoño nos ofrece el estallido de colores verdi marrones, naranjas, rojizos que envuelven cada mirada en cada atardecer. Otro mundo dentro de este. Entre los robledales, y hayedos en La Plana, aparecen perdidas, manchas de castañedos que cubren la bóveda del bosque, unas veces de verde, otras de apagados y adormecidos grises.

Nos asomamos a los primeros cortados donde ya estamos por encima del barranco que cobija la ermita de Sant Aniol d´Aguja. Nos encontramos con los primeros supervivientes de aquí arriba al haber sobrevivido a incendios, a tormentas eléctricas y al duro hielo de los crudos inviernos. Son estatuas inmóviles al viento, azotadas por las aguas, y de algunos, ya sólo quedan sus tristes esqueletos.

Desde el trayecto podemos contemplar el camino recorrido sobre el valle, pudiendo identificar a nuestros pies, el claro pastoreo de La Plana de Ríu y el Bosquet. Zona privada que se nos anuncia a la subida como acceso restringido, pero que podremos atravesar a pie por el interior de la castañeda demasiadas voces. Por ese punto asciende una senda hasta esta ermita, y no hace falta recorrer la pista forestal, aunque para algunos les será de mayor comodidad.
Una vez en ca n´Agustí de Ríu, de las últimas casas ascendiendo por esta pradera donde pastan las vacas y las cabras, podemos encontrar otra fuente, la Font de la Caseta, la última para rellenar nuestros recipientes hasta la cima.

Ermita de la Mare de Deu de les Agulles.
Recibe el nombre de antiguamente, al colgar las mujeres agujas en el manto de la figura de la Virgen, y cada vez que se le hacía una visita, se intercambiaban "las agujas", llevándose las que ya habían sido bendecidas y que habían pasado una temporada en la ermita.

Ya en la cúpula del pico a 1.300 mts. los robles centenarios, auténticos guardianes de estos paisajes, dirigen aquí el concierto de las brisas entre el vuelo de las poderosas rapaces.

Seguimos el ascenso al Bassegoda.
Desde la ermita tomamos un sendero perfectamente indicado que va en claro ascenso, y en breve inicia la ascensión más dificultosa, por un lapiaz de rocas angulosas y sueltas. Tenemos el camino bien indicado si vamos orientándonos por los montoncillos de piedras que han colocado senderistas anteriores y también por unas cintas adhesivas rojo-blancas, más visibles, que han sido pegadas a poca distancia en las ramas de las encinas de una forma muy adecuada.

Rodeados de un mar de horizontes ondulantes, estos picos conectan el cielo con esta tierra.
A menudo las nubes descienden y las crestas se elevan como en una búsqueda entre amantes, que se acarician, que se susurran, haciéndose arremacucos para comulgar bajo la bendición de los ojos de Dios.

Son horizontes engalanados de verdes, que cambian al naranja cuando el Sol se dispone a reposar después del duro día radiante, que se pierden entre multitud de sombras borrosamente.
Son amaneceres con montañas llenas de volantes, de cortados repentinos que se conjugan a veces con las nieblas, con los capuchones que señalan el regreso de lluvias que no se anuncian. Ese podría ser uno de los pocos peligros latentes al ascender a este balcón geológico, en medio de un todo o de la nada.

Cuando la puesta de Sol toca el borde de La Tierra, debemos apresurarnos para descender, antes de que oscurezca por completo. Hasta llegar como seguro a la ermita. Desde allí, por la pista forestal, a paso más certero, podemos regresar a Sadernes, disfrutando de la caída de la noche, de los cantos de la oscuridad y de los ruidos que el viento provoca al acariciar las altas ramas de la espesura.

Las alarmas de los mirlos, los gorgojeos de los petirrojos ya anuncian la oscuridad empezando a acomodarse en sus cómodos aposentos para enfrentarse a la noche. Mientras duermen unos, empieza otra noche de correrías, de aventuras, de fiestas y celebraciones, pero también de batallas invisibles a nuestros ojos, pero que existen en el corazón de esta Naturaleza. Son las duras batallas "del comer y no ser comido" que pelean a cada rato los más diminutos ratoncillos, las ardillas, los pajarillos. Es la hora del canto del Cárabo, de la presencia silenciosa del Gran Duque, de la silueta rápida que forma el Chotacabras gris al pasar entre la espesura en un abrir y cerrar de ojos. Es el momento de los grandes mamíferos como la Garduña, la Jineta, el Tejón, el Zorro o el Turón. Es el tintineo del Autillo a lo lejos que se confunde con el ronroneo del Sapo partero. Es el grillo que no descansa ni a oscuras, en busca de pareja.