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De Báguena a Daroca… en bici.

(4120)

POR LOS PAISAJES RIBEREÑOS DEL JILOCA… (TERUEL)
La Comarca del Jiloca se establece en el valle a través del eje vertebral del río Jiloca, que lo recorre de norte a sur. Desde San Martín del Río hasta la población de Sindra. El río es un corredor de paisajes lleno de historia, de leyendas y de arraigadas costumbres.


Reportajes relacionados:
* Desde Calamocha a Luco de Jiloca. (Enlaces...)
* Desde Calamocha por el Poyo del Cid, a Tornos (Gallocanta)
* Lagunas de Gallocanta, la Zaida y Guialguerro.
* En ruta desde Ojos Negros en el Jiloca, hacia Sagunto...
* Por el valle del Jiloca, en Teruel.
* Un paseo por la ciudad de Daroca.


(Imágenes de Ibérica 2000 - Septiembre 2009)
Recorremos sus calles fijándonos en algunos portalones señoriales de piedra hasta llegar al antiguo convento de San Valentín del s. XVII, de monjas franciscanas, que ya está cerrado. En silencio va desplomándose sin que se construya una residencia de ancianos como muchas mujeres comentan a la puerta de casa.






Báguena es un municipio tranquilo, dónde en estas fechas en que se saborean los últimos coletazos del verano, la gente aún se sienta en sus calles al atardecer. Mayores y no tan mayores se sientan al portal, y pueden comentar detalles de cómo anda la España de estos días, de cómo se ha mermado de gentes el pueblo, en estos pocos años en que se ha pasado del ajetreo a la triste calma.


Hermosas y robustas rejas en los ventanales del convento.

Disfrutamos de la plaza de la iglesia, observando cada sencillo detalle de su torre mudéjar. El 6 de abril de 1609 el Concejo de Báguena y el cantero de origen castellano Pedro Aguilera firmaron un acuerdo para levantar esta torre sobre el basamento gótico. Lo más original que llama la atención son los medallones con bustos de escayola de personajes. Es un elemento renacentista novedoso en el arte mudéjar. El chapitel, posterior, es de cerámica vidriada de Muel.


Vale la pena detenerse en esta plaza del Convento para analizar cada detalle.
Un frontón partido que da cobijo al escudo y la tradicional galería de arquillos dobles.
En su interior aún mantiene el jardín-huerto propio.


Salimos del pueblo por detrás de la Cooperativa vinícola, en dirección a San Martín del río o del Jiloca.
5 km. nos separan de la población.
Estamos a 780 metros s/nivel del mar.


Son lugares de paso, –de Teruel a tierras de Zaragoza-.
Caminos de fácil pedaleo, de zigzagueos del río entre las sombras de la ribera.
Campos de nogales, de huertas caseras donde los cardos en estas fechas ya están atados para que blanqueen.
Choperas bien firmes y ordenadas con surcos de vides aún con sus racimos, salpicado de almendros,
y de maíz dorado que envuelve el paisaje a principios de cada octubre.









Son los frutos que da esta tierra con el esfuerzo de cada día.
Son los colores que dan las pinceladas a estos paisajes; que lo envuelven con sus aromas y con sus sabores, a cada golpe de bicicleta.


El camino circula paralelo a la carretera N-330, pero que se mantiene elevado para poder mantener la vista sobre la vegetación de la ribera; disfrutando de los graznidos de los cuervos, y del vuelo de la Garza real que se eleva al escucharnos pedalear.

Entre almendros y campos de cereal se nos terminará el camino junto a la carretera, para entrar en una calzada asfaltada que entre masías y casas labriegas llegaremos al museo del vino en la misma entrada de la población.


Desde lejos podemos saborear la torre de San Martín del Río, entre los campos engalanados de uvas negras.

Esta es una de las pocas zonas vinícolas de Teruel, y la única que tiene una sala de exposición enológica. En el Trasiego, que así se denomina la antigua alcoholera transformada en casa museo, se encuentra una colección de utensilios que se empleaban para la elaboración artesanal del vino, conservándose las grandes cubas de fermentación. En las visitas la cata esta asegurada.
Cabe destacar la existencia de una interesante columna de destilación, ubicada en una torre de cinco plantas y que perteneció a la Alcoholera del Jiloca.
Para la visita, ya hay que solicitarlo con antelación.


Estamos atravesando los caminos por donde transcurre el GR-24 que recorre las serranías ibéricas entre los ríos Jalón y Jiloca. A la historia de la ciudad de Daroca y de Calatayud se une la belleza del Monasterio de Piedra, la Foz de Torralba, la Laguna de Gallocanta, las Parameras de Blancas y las hoces de Calmarza.


El GR-90 conecta la ciudad de Daroca con Calatayud, y por la cuenca endorreica de Gallocanta donde se encuentran las grandes parameras turolenses, hacia los pies de la Sierra de Albarracín, y desde el castillo de Peracense se une al GR-10 entrando por Pozondón y Monterde de Albarracín.


La iglesia de San Martín es un edificio gótico-renacentista de finales del siglo XVI aunque reformado en el siglo XVIII. En su interior se encuentran varios retablos de los siglos XVI al XVIII, es una imagen románica del la Virgen del Buen Reposo y un órgano restaurado del siglo XVIII que posee una de las mejores sonoridades de Aragón, y que cada verano sigue cobrando vida de manos de un profesor de Zaragoza.

El sello mudéjar cubre el cuerpo superior de la iglesia, que es octogonal y de ladrillo. En esta iglesia, la influencia musulmana se extiende hasta los arquillos de medio punto de su galería alta.

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Son de interés:
La torre es una auténtica joya del mudéjar aragonés que consta de dos cuerpos, el Ayuntamiento del siglo XVIII y las ermitas barrocas del Buen Reposo y de San Francisco, esta ultima acondicionada como área recreativa y merendero.

Las fiestas patronales en honor de San Roque son el 16 de agosto. Se conmemora a la Virgen del Reposo el 8 de septiembre, a San Martín el 11 de noviembre y a San Pascual el 17 de mayo.

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A menos de 1 km y medio, tenemos la población de Villanueva de Jiloca a la que continuaremos camino de Daroca, arropados entre la frondosa vegetación de la ribera.

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Lavanderas boyeras saldrán al vuelo a lo largo de todo el camino que transcurre a las cercanías del río.

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Sencillas presas para derivar parte de las aguas al riego, conforman toda una red de acéquias y canales en todo el recorrido.

Los árboles frutales crean bosques de vegetación, selvas verdes de frondosos productos que ofrece esta tierra trabajada por brazos récios. Sendas y caminos entre Sol y sombras, ofrecen al caminante un gustazo para saborear los últimos rayos que penetran por las altas choperas.

Desde antaño los cultivos tradicionales de la vid para elaborar vino, y los diversos productos hortofructícolas como las peras y las manzanas aún están presentes en cada camino.

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Debido a las crecidas temporales se han reforzado ciertos meandros, dando al paisaje ribereño un toque de cuidados para su conservación.

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Algunos campos del cultivo del cereal pueden cortar el paso en algunos puntos, pero con vistas a Daroca en breve llegaremos.

Lo primero que vemos desde lejos en Daroca son la torre de Las Cinco Esquinas y la más alta de Cariñena. Dominantes, bien destacadas, conforman el castillo de San Jorge. Destacan las murallas y sus restos erosionados así a primera impresión, y después uno se fija en el paisaje urbano medieval aragonés muy acentuado.

Entre dos vías de comunicación, la ciudad une el Valle del Jiloca y el Valle de Jalón hacia Calatayud. Y por otro lado, el valle del Ebro y la Meseta, que recorre por el Campo del municipio de Romanos en miras hacía la ciudad de Zaragoza por el Valle del río Huerva. Otra ruta enlaza con todo este entramado de caminos que se pierde por la Laguna de Gallocanta hacia el Valle del Tajo y hacia la Meseta Central.





Daroca.
Un recinto amurallado, que tiene mucho que contar:


En el 1248 en Daroca, se crea la primera Comunidad Independiente de Aldeas en Aragón, que reorganizó el territorio en cinco sesmas o distritos administrativos que llegó a reunir hasta 117 poblaciones. Esta estructura perduró durante seis siglos.

Entre 1356 y el 1369, estalló la llamada Guerra de los Dos Pedros, entre Aragón y Castilla, y todas las principales ciudades aragonesas cercanas a la frontera como Tarazona, Borja, Cariñena, Calatayud y Teruel, estuvieron ocupadas por las tropas castellanas, excepto Daroca que resistió protegida por sus fuertes murallas.

A finales del s. XII, durante la repoblación de la ciudad, se contabilizaban hasta 10 parroquias, algunas de ellas antiguas mezquitas transformadas en templos cristianos.

Durante mediados del s. XV, se mantuvo una fuerte corriente ideológica estrictamente cristiana sobre la población, y se promulgaron normas que condenaban fuertemente el adulterio, que prohibían el intercambio sexual entre mudéjares y cristianos. Los burdeles públicos dejaron de estar controlados por el Concejo, y se suprimieron los juegos de azar como las apuestas con cartas y dados. Hasta las blasfemia fue considerada pecado.

Hasta 20 iglesias, seis conventos y varias decenas de palacios se levantaron entonces dentro del recinto. Hoy puede quedar en pié el 50% de aquel valioso patrimonio monumental aragonés.

Perderse por el interior de las callejuelas entre la Puerta Alta y la Puerta Baja, es volver al mundo mudéjar del 1230, donde cada fachada y cada calle da un toque especial a cualquier paseo, a cualquiler hora, en cualquier momento. Hay que llevar una buena guía que nos muestre e ilustre la infinidad de curiosidades para no perderse los detalles de esta historia, de aquel pasado flamante que dió un auge excelente al mundillo comercial de la época. Como la celebración anual de la feria de San Gil, en la primera quincena de cada septiembre, y los jueves como día del mercadeo semanal agrícola. En ganado constituía el principal producto de estas ferias anuales.

La mayoría de las calles en aquella época se pavimentaron con tierra, aunque las vías mayores fueron adoquinadas a base de guijarros. Es interesante el entramado de la parte alta del casco urbano de claras características musulmanas, por la cual no se puede circular en coche. Había que aprovechar al máximo el espacio dentro del recinto amurallado, hoy verdaderamente un problema a la hora de restaurar y de construir modernizando edificios.

Es curioso fijarnos en el material empleado en la construcción que estaba compuesto de ladrillo, de adobe, de tapial (tierra apisonada con grava y una capa de protección), de sillería (piedras labradas de gran tamaño) y mampostería (piedras sin labrar colocadas de forma irregular).

En la calle mayor, es muy interesante pararse a analizar los voladizos que aparecen sobre las fachadas y sobre algunos comercios, que hacía que se aprovechara al máximo el espacio urbano, pudiéndose construir sobre las tiendas y comerciales.

Aparece una ruta por la población que tiene su confluencia en la Plaza de España, y que merece seguir. La Iglesia colegial de Santa María preside el espacio, y ha sido reformada en distintos estilos que van del románico al gótico. Esta ciudad, merece un descanso merecido para recorrerla y disfrutar también de los platos típicos que se preparan. En un reportaje más completo, entraremos a mostraros todo lo que os arrastre a visitarla, lo que nos cuenten sus gentes y lo que podamos encontrar en cada calle y en cada esquina.

Libros relacionados:
(Libro que podéis consultar en la biblioteca de Calamocha-Teruel).

* Comarca del Jiloca.
De Emilio Benedicto Gimeno.
Editado por la Dirección General de Aragón. 2003.

* Comarca del Campo de Daroca.
De Fabián Mañas Ballestín.
Editado por la Dirección General de Aragón. 2003.

* Guía de Daroca.
Una ciudad amurallada cargada de historia.
De Andrés López Pintado.
Guías turísticas de Prames. 2000.
Esta guía hace un recorrido por el entorno, la história y el urbanismo de la ciudad, y propone un paseo por sus calles y fortificaciones.

* La Ermita y el Convento de San Valentín de Báguena.
De Isaac Bureta Anento.
381 años de la ubicación del Convento de las Clarisas en Báguena.
Libro editado por el Ayuntamiento de Báguena. 2003

Insertado por: Redac.Ibérica2000 (06/10/2009)
Fuente/Autor: Recopilaciones para Ibérica 2000.
 

          


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Comentarios

* Es importante destacar que tenéis amplia información del Convento de Báguena y limosnas, en el libro de Pascual Diarte Lorente. "La Comunidad de Daroca". Plenitud y crisis (1500-1837)
Centro de Estudios Darocenses. 1993. Pág. 440.
El libro esta disponible en la biblioteca de Calamocha.
El Convento de religiosas Clarisas de San Valentín desde su fundación a comienzos del s.XVII dependió de la Comunidad de Daroca. El 16 de agosto de 1612, la conformaron 5 monjas que llegaron de Zaragoza. La construcción del edificio se concluyó 5 años más tarde, y ya eran 34 monjas que mientras se construía vivian en una de las casas del pueblo. Los gastos de la construcción corrieron a cargo de la Comunidad. Aún se conserva en la fachada el escudo que bien habéis fotografiado. En convento dependía de la comunidad y los pagos que se realizaban como cobro para el mantenimiento del mismo, no se cobraban y aparecen en los libros numerosas quejas, especialmente en el primer tercio del s. XIX.
Nombre: Lucia L. B.  (02/03/2010) E-mail: Zaragoza
 

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