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Las madres de nuestros hijos

(4289)

SON PERSONAS DISPUESTAS A AMAR...
Las madres de nuestros hijos tienen gran capacidad de sacrificio; son, sobre todo, personas dispuestas a amar: aman lo bueno y lo malo también. Sí es cierto que son genéticamente distintas a nosotros, pero no olvido que son maravillosamente complementarias.

Si perdiera mi esposa, mis ojos quedarían oscuros y la brújula casera nunca marcaría el norte. Recuerdo sus desvelos y trabajos- inquietudes- para conmigo y los míos y, viéndola, sé que las demás mujeres tienen un lugar privilegiado en el corazón de sus maridos...

"Son personas dispuestas a amar”

Entristece comprobar que las prisas, el estrés, el exceso de trabajo –para unos y otros–, las comodidades... nos mediaticen de tal manera nuestros corazones que nos hacen olvidar que poseemos “corazones vivos” para amar, desear, que se convertirán en corazones muertos de nuestra propia soledad, si no los usamos de forma racional, humana. Dice un proverbio chino: “Sólo se consume el que no ama...

Sin embargo, interponemos muchas veces nuestros propios individualismos, egoísmos... en función de lo que otros nos puedan resolver.

“No hables mal de las mujeres: la más humilde te digo que es digna de estimación porque, al fin, de ellas nacimos."Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-Madrid, 1681).

“Parece mentira que, en los tiempos actuales, con tanta información que observamos aparentemente entre los seres vivientes, sean necesarias las agencias matrimoniales o agencias del corazón dedicadas a poner en contacto corazones de mujeres” “Cuando Dios creó al hombre, dijo: "No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18).

“No obstante, encuentran un riesgo que va a definir la amistad entre hombre y mujer: el impulso sexual que es inevitable que surja entre ambos”

“Puede que esté dormida, quizá adormecida...pero que más da. Me pasa todos los días del año que tengo que levantarme sobre las 6:30 a.m., y es que el despertador no para de ‘ladrar’,deseo no ir al trabajo porque me aburre sobremanera hacer todos los días las mismas cosas...Y total para qué me sirve trabajar tanto”. Nada de nada. Tengo que representar muchos roles: el de esposa amante, el de mamá complaciente, el de administradora del hogar. También soy la maestra de mis hijos, pues les tomo las lecciones todos los días...Mi liberación como la de las demás mujeres nos está costando un ojo de la cara. Y encima...lo de siempre: el repetitivo ‘acoso sexual’ de que somos objeto... ¡Maldita sea mi suerte! Lo digo una y mil veces: son reflexiones en alta voz, mis reflexiones puras y duras.

Comenzando el siglo XXI la mujer-hijas de Eva- y, pisando fuerte, van poco a poco consiguiendo su ya merecido puesto en el plano socio-laboral, que –en igualdad de derechos y también de obligaciones– le facilita una comunicación liberalizada respecto al hombre. Es bueno comprobar como un hombre y una mujer se pueden tomar unos güisquis juntos, conversando tendidamente de sus mismos proyectos y aspiraciones laborables: se está produciendo poco a poco la liberación de las mujeres: ellas también quieren ser mujeres liberadas…

No obstante, encuentran un riesgo que va a definir la amistad entre hombre y mujer: el impulso sexual que es inevitable que surja entre ambos. Existe una frontera –casi imperceptible– entre la amistad profunda y para siempre, y el amor propiamente dicho: la presencia o no de la atracción sexual, la cual inclinará la balanza de la verdad hacia uno u otro lado. Parece mentira que, en los tiempos actuales, con tanta información que observamos aparentemente entre los seres vivientes, sean necesarias las agencias matrimoniales o agencias del corazón dedicadas a poner en contacto corazones de mujeres. Esta última relación ha sido y es siempre personal e intransferible.

Sin embargo, interponemos muchas veces nuestros propios individualismos, egoísmos... en función de lo que otros nos puedan resolver. Entristece comprobar que las prisas, el estrés, el exceso de trabajo –para unos y otros–, las comodidades... nos mediaticen de tal manera nuestros corazones que nos hacen olvidar que poseemos “corazones vivos” para amar, desear, que se convertirán en corazones muertos de nuestra propia soledad, si no los usamos de forma racional, humana. Dice un proverbio chino: “Sólo se consume el que no ama, pero quien ama da hasta los huesos a los demás". Debemos buscar “nuestra chica de los ojos verdes”, nuestra futura esposa, pareja sentimental... con quien recorrer el corto o largo camino de nuestra mortal vida, buscando felicidad...

Pongamos en suerte el arte de comunicar, conversar, etc., que parece haber sido olvidado últimamente de la faz de la tierra. El problema reside en nosotros mismos, pues pensamos que el dinero, el poder y los distintos placeres –que la propia vida nos pone al alcance de la mano–, serán los que nos libren de preocupaciones: nada más lejos. Uno piensa que el amor ni se compra ni se vende: se siente. Si no es así, no es verdadero amor. Quizá uno, tu, todos... seamos nuestros peores enemigos y estamos fomentando la posesión de corazones muertos (por corazones vacantes), los cuales nunca jamás darán la felicidad a nuestros semejantes.

Amad y seréis amados: he aquí una sencilla formula a tener en cuenta, para emplearla cuanto antes mejor. Todo un proyecto de vida perfectamente viable y hermosa. Hagamos revivir esa capacidad de amar que todos llevamos dentro, puesto que amar es capacidad de ilusión hacia una persona, de entrega mutua, de compartir penas y alegrías que la vida nos tiene preparadas. Amor, trabajo, cultura: tres premisas compatibles y maravillosas, que dan sentido a una vida–corta o larga–, quizá con un probable nacimiento de un pequeñuelo... De alguna manera, si he de ser sincero, la soledad no es buena para nadie. Cuando Dios creó al hombre, dijo: "No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). Y esto es así.

No ha mucho tiempo comentábamos entre amigos que, un día, los hijos tendrían que marcharse de nuestros respectivos hogares, pero cuándo...Y se marcharon. Se fueron llenos de felicidad, y esto es ya bastante. Mi mujer y yo, nos cruzamos la pasada noche las miradas y, en nuestro silencio, vimos dos habitaciones vacías. Es ley de vida. La liberación de la mujer ha contribuido a que las hijas de Eva salgan a la “selva de la calle’, donde cualquier desaprensivo ‘matacorazones’ se creerá que es dueño de nuestras féminas. El acoso sexual se ha convertido últimamente en el pan nuestro de todos los días, y esto se produce en todos los ámbitos de la vida laboral y funcionaríal. Y es que nuestras mujeres sigloXXI son fuertes, valientes, capaces, creativas, bellas y sonrientes. ¡No se podía esperar menos de ellas!

Empezando un nuevo milenio, a nivel social, todavía quedan temas pendientes que resolver: uno de ellos es la igualdad entre hombres y mujeres dentro del mundo del trabajo. Nuestras féminas tienen talento, y lo están demostrando a cada momento, escriben libros y se sientas en las cátedras universitarias... formando parte del organigrama social por méritos propios: son mujeres siglo XXI. Eriksonl mantuvo que “las mujeres están destinadas a cuidar niños”. Se equivocó, como seres humanos que somos.

Y sin embargo llegó el momento de comprender que la mujer está dotada de razón, memoria, entendimiento y voluntad, y corazón para sentir y amar. Se abrió para las hijas de Eva el mundo cultural de las universidades, y el resultado fue tremendamente satisfactorio: medicina, abogacía, ingeniería..., toda clase de profesiones son ejercidas actualmente a las mil maravillas, para bien de ellas y del mundo entero.

Las madres de nuestros hijos tienen gran capacidad de sacrificio; son, sobre todo, personas dispuestas a amar: aman lo bueno y lo malo también. Sí es cierto que son genéticamente distintas a nosotros, pero no olvido que son maravillosamente complementarias. Si perdiera mi esposa, mis ojos quedarían oscuros y la brújula casera nunca marcaría el norte. Recuerdo sus desvelos y trabajos- inquietudes- para conmigo y los míos y, viéndola, sé que las demás mujeres tienen un lugar privilegiado en el corazón de sus maridos.

Mostrando su capacidad de amor…

En las empresas, públicas y privadas, se hallan ya muchas mujeres desempeñando labores propias de hombres, pero sin perder para nada su identidad femenina. Debo reconocer que en las últimas no son pagadas en la misma moneda, pero en las primeras han alcanzado el nivel “súum cuique” (a cada cual lo suyo). Muchas veces, por desgracia, sufren el consabido acoso sexual por parte de jefes y compañeros, teniendo que abandonar sus puestos de trabajo antes que someterse a satisfacer deseos sexuales de desaprensivos y aprovechados. Denunciad estas conductas para salvaguardar vuestra libertad sexualp .

Quien ama y respeta a una mujer está amando y respetando al mundo entero. No olvidemos que, si nosotros estamos pernoctando en este valle de lágrimas, se lo debemos a ellas. Detrás de un hombre hecho siempre se encuentra una mujer hecha. “La mujer quiere ser amada sin razón, sin motivo: no porque sea hermosa o buena o bien educada o graciosa o espiritual, sino porque es” [Amiel_(Jeans), diario íntimo II].

Evidentemente, si las mujeres fueran mayoritarias en los Gobiernos mundiales, habrían ciertas garantías de que las guerras fuesen a menos, y, desde luego, no tan cruentas como los son ahora: las primeras son, por lo general, pacifistas.

La Coruña, 1 de 2010
Mariano Cabrero Bárcena es escritor - Copyright

Insertado por: Mariano (01/03/2010)
Fuente/Autor: Autoría propia / Mariano Cabrero Bárcena
 

          


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Comentarios

* "Las mujeres bravas". Por Héctor Abad.
Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.
A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.
La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).
A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas planta-das, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos!
Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.
Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.
Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas... Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza.
Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.
Vamos hombres, por esas mujeres bravas!!!
Nombre: anna ñiguez  (16/04/2010) E-mail: annaniba@hotmail.com
 
Re:anna ñiguez (16/04/2010)
Estimada amiga:
Entiendo que estamos hablando de lo mismo: son las mujeres siglo XXI.
Usted emplea otros conceptos pero, entiendo que, las mujeres son perfectamente complementarias con el hombre:él con ella, y ella con él. Una formula de sencilla aplicación...
La Coruña, 16 de abril de 2010
Mariano Cabrero
---original message---
Nombre: Mariano Cabrero  (16/04/2010) E-mail: pedrocruel2005@yahoo.es
 

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