Colómbia. Su transición actual. Mayo 2002. |
(429) |
NOTA PUBLICADA POR LA ORGANIZACIÓN WORLDWATCH. MADRID. |
Detalles de notas de prensa publicadas en Bogotá por los medios de comunicación Locales, sobre la situación política, que afecta a todos los sectores humanitarios. |
El señor de las sombras de Bogotá Un pasado de favores a los narcos, un presente de simpatía por los paramilitares. ¿Su eslogan? Mano firme y corazón grande. Retrato del
presidente Álvaro Uribe JAVIER GIRALDO S.J. El pasado 26 mayo, a cuatro horas del cierre de los colegios electorales, la institución que controla los procesos electorales en Colombia anunció que el candidato Álvaro Uribe Vélez había conseguido el 53% de los votos para la presidencia, y que no era por lo tanto necesaria una segunda vuelta. No ha sido una sorpresa. A pesar de que su candidatura haya tenido inicialmente una escasa acogida, a partir del mes de diciembre de 2001 los sondeos electorales han empezado a presentarlo como el más valorado. El eslogan de su campaña era, “mano firme y corazón grande”. El cartel propagandístico oficial lo presentaba con la mano derecha sobre el corazón, aunque en la calle se decía que la tenía allí porque se cansó de tenerla tendida hacia adelante, con la pose del saludo fascista. Una imagen que circulaba en Internet complementaba este chiste, enseñando una simple transformación de su figura en el retrato de Hitler con su típico gesto frente a las masas. Durante la campaña se ha polemizado sobre su imagen, sobre su historia y sobre sus propuestas. A pesar de la debilidad y los engaños con que siempre son difundidas las opiniones críticas hacia el status quo, las voces de alarma llegaban de sectores significativos de la sociedad. No se pueda afirmar que el país no supiera de que, votándole, se optaba por la opción de la derecha, propensa a la solución militar del conflicto armado; partidaria de las ayudas norteamericanas; cercana a los defensores del capitalismo neoliberal y en donde la unión y simpatía con el paramilitarismo y con el narcotráfico aparecen como sombras en el pasado del candidato. El eje de su discurso ha girado alrededor de la autoridad y la seguridad, aunque ha sido sazonado con anticorrupción y, como siempre, con promesas que halagan los oídos de los oprimidos, aumento de viviendas, escuelas, empleos y centros de salud para los más pobres, cosas que forman parte de la minuta irrenunciable de cualquiera campaña electoral.
En las últimas semanas de campaña, en las calles de las principales ciudades colombianas ha circulado, a precio popular, una biografía del candidato que refería de forma apresurada, sus orígenes más preocupantes. Fueron reveladas las relaciones de su familia con el narcotráfico tal como los favores que había devuelto a los cárteles de la droga y, sobre todo, sus simpatías y sus ayudas a la estrategia paramilitar del Estado, por añadidura su amistad con los principales protagonistas y proveedores de fondos de los escuadrones de la muerte; además se reveló su papel de promotor –durante su mandato en el departamento de Antioquia [1995-1997]- de una forma de paramilitarismo legalizado, como han sido las Cooperativas de Seguridad, paradójicamente llamadas Convivir. Esta biografía, escrita por un corresponsal de Newsweek, Joseph Contreras, ha elegido el subtitulo, entre paréntesis, “El Dios de las Sombras”.
Sin embargo, estas alarmas no han producido ningún efecto sobre el veredicto democrático expresado por las urnas. Los sondeos de opinión han podido confirmar que sus métodos fueron científicos y los analistas políticos han abundado en discursos que enseñan como la sociedad colombiana está convencida de un modelo en que la autoridad del Estado se debe imponer sobre los violentos para que la democracia pueda funcionar.
No hay duda que, independientemente de las lecturas que se hagan, la realidad de la violencia condiciona desde hace muchos años la política en Colombia. Cuando Andrés Pastrana triunfó, en las elecciones del 1998, no pocos analistas afirmaron que el triunfo lo debía al líder guerrillero de los FARC, Manuel Marulanda, que dijo que era más fácil firmar la paz con Pastrana antes que con el candidato liberal Horacio Serpa, confirmado como un negociador tramposo. El país estaba ansioso de paz, después de un cuatrienio como el del gobierno Samper [1994-98], en el cual no hubo negociación formal con la guerrilla. Pero la sonora quiebra del proceso de paz de Pastrana [1998-2002] ha llevado a muchos analistas a afirmar que, esta vez, habría vencido las elecciones quien fuera apoyado por los paramilitares. Y así ha sido.
Quien busca de interpretar la lógica simple y pragmática que orienta las decisiones de las grandes masas piensa que razonan más o menos así, si el camino del diálogo no ha funcionado, para acabar con esta violencia asfixiante hace falta emprender el camino de la mano dura, [aunque comporte el sacrificio de muchas vidas], para llegar pronto a una reconciliación.
Se necesita tener en cuenta que en Colombia actualmente hay al menos 3 millones de refugiados reconocidos y quizás muchos otros millones no reconocidos; qué desde hace 15 años hay entre 70 y 90 muertes violentas al año por cada 100.000 habitantes [en los últimos años esto significa cifras cercanas a 30.000 asesinatos al año] y que de estas un tercio, es causado por el conflicto social y político; qué el país tiene 4.000 desaparecidos, que van en aumento cada año por centenares; qué todas las provincias tienen amplias zonas rurales casi despobladas a causa de la violencia y que casi todo el territorio nacional es considerado zona de conflicto.
Ciertamente, para entender la política en Colombia es necesario comprender el conflicto armado, paro hacerlo implica adentrarse en el laberinto de sus diversas opciones, conformadas por las presiones de los grandes poderes mundiales que se enfrentan en este microcosmos. Entre estos grandes poderes está el de los medios de comunicación, que produce titulares para el consumo mundial de los que, a veces, es casi imposible librarse.
La imagen del conflicto colombiano que ha sido vendida al mundo es la del clásico choque entre dos demonios que quieren eliminarse recíprocamente, pero que cometen el gran pecado de usar como escudo a la sociedad civil, que no tiene ningún interés en este conflicto y es víctima inocente de la locura infernal de los violento. Estos dos demonios son la guerrilla y los paramilitares. El Estado quiere proteger su sociedad civil de esta guerra absurda, pero sus medios están tan limitados, con respecto a los de los violentos que se alimentan de exorbitantes riquezas del narcotráfico, que se hace necesaria la solidaridad internacional, hace falta que ésta intervenga incluso militarmente en la solución del conflicto, puesto que está por medio el delito internacional de narcotráfico, fundido con el de terrorismo.
Esta visión penetra hasta en los sectores teóricamente más preparadas a resistirse, como los especialistas de Colombia en otros países. En noviembre del 2000 se han reunido en París 30 intelectuales europeos de gran prestigio, todos estudiosos de la problemática colombiana, y han firmado un comunicado en el que el conflicto armado fue definido como una guerra contra la sociedad.
Me pregunto de qué manera estos intelectuales colombianistas se alimentan de informaciones y elementos de análisis y hace falta señalar con tristeza lo difícil que es encontrar fuentes que les permitan llegar a conclusiones diferentes. (...) Cuando este debate asciende a niveles más serios, se centra sobre el problema de los métodos de lucha. Nadie puede negar que los métodos utilizados por las guerrillas colombianas sean métodos repugnantes. Entre estos se cuentan el secuestro de personas adineradas para extorsionarlas, el empleo de armas artesanales que producen efectos difíciles de controlar - como las bombonas de gas llenas de explosivo -, el sabotaje o la destrucción de elementos neurálgicos de la economía, el ataque a muchas personas que no son combatientes. Muchas normas del Derecho Humanitario son ignoradas de manera sistemática.
Sin embargo, el problema no se soluciona de forma simplista, tal como parecen afrontarlo muchos gobiernos y mediadores internacionales, inclusos expertos de las Naciones Unidas. Muchos creen que una negociación de paz deba comportar la conversión de las guerrillas en una fuerza política y que el gobierno debe facilitar su participación en las elecciones, para que se reinserten en la democracia. Ciertamente las guerrillas no identifican democracia con elecciones, sino con estructuras económicas y sociales no discriminatorias, y ya hay en su historia algunas tentativas de participación electoral, cuyos limitados éxitos han sido ahogados por la sangre y bloqueados por el fraude. Nosotros que registramos día tras día casos de violencia, sabemos muy bien que aquí son asesinados no los que han elegido la lucha armada sino los que sueñan con otro modelo de sociedad, menos inhumana. Sólo un pequeño porcentaje de las muertes violentos de carácter político concierne a combatientes. La inmensa mayoría de las víctimas no ha manejado nunca un arma.
Desde fuera es fácil usar el eslogan que la población civil es excluida por la guerra, si se piensa, como los estudiosos sobre Colombia de París, que esta guerra es extraña a la sociedad... [y] contra la sociedad. Sin embargo, se corre así el riesgo de prescribir remedios para el SIDA que sirven contra el cáncer. Otros análisis nos demuestran que esta guerra ha sido concebida, desde sus orígenes y desde ambas orillas como una guerra que tiene que implicar progresivamente a toda la sociedad, con el riesgo de perder toda su lógica y su sentido.
Javier Giraldo es un religioso, desde siempre implicado en las batallas sociales. Este ensayo está incluido en el número 79/80 de "Latinoamerica" www.giannimina-latinoamerica.it
Colombia: Paramilitares legalizados (II) Álvaro Uribe, el hombre de los paramilitares
Los autores de este artículo, investigadores y trabajadores sociales colombianos, han decidido no firmarlo, por motivos de seguridad personal.
Traducción de Sodepaz. España, agosto del 2002. **************** Colombia: Paramilitares legalizados (I) (*)
Son las "Convivir", en teoría cooperativas de vigilancia privadas, en realidad milicias contra la guerrilla, las que ahora Uribe quiere revitalizar. Este es el primer artículo de un reportaje que la revista "Latinoamerica" dirigida por Gianni Minà, publica en el número 79/80 de agosto 02.
Un ojo inquisidor en un triángulo.... Este símbolo ha representado desde 1994 a 1997 a las Convivir, una especie de "Gran hermano" masónico a la colombiana.
Creadas por un decreto en febrero de 1994, y llamadas Convivir a partir de 1995, son definidas cooperativas de vigilancia y seguridad "privadas", oficialmente destinadas a ayudar a la autoridad a luchar contra los grupos armados ilegales. En realidad son fuerzas auxiliares contrainsurgentes del ejército y de la policía, generalmente financiadas por los grandes propietarios de tierra, que en la época quisieron librarse del impuesto revolucionario y de la "agitación subversiva".
Superchivatos del Estado, los miembros de Convivir serían, en teoría, dotados con armas "defensivas". En 1996, en cambio, la Administración colombiana había autorizado la adquisición de 422 metralletas, 373 pistolas de calibre 9 mm, 217 fusiles de asalto, 70 fusiles, un centenar de revólveres y algunos lanzagranadas, morteros y granadas de fragmentación. Nada que ver con la escopeta de caza de un "campesino indefenso" contra la guerrilla. Álvaro Uribe Vélez, gobernador de Antioquía y su jefe de gabinete, Pedro Juan Moreno Villa, han sido los fervientes defensores de las Convivir, según algunas versiones, Pedro Juan Moreno fue de los que inspiraron al gobierno Samper el decreto de su creación. Con el gobernador Uribe, fueron creadas en Antioquía setenta cooperativas Convivir, un unos sesenta según el departamento. Es difícil conocer la cifra exacta, la identidad de los chivatos no es registrada como tampoco el nombre de las Convivir. Estas organizaciones semiclandestinas, actúan a menudo en la sombra. En la mayoría de los casos, los alcaldes de la época no han sido informados de la creación de las cooperativas en su ayuntamiento.
Cuando protestaron, Pedro Juan Moreno Villa les ha contestado que la ley no obligaba a informarlos. Un misterio que pone en duda sobre la legitimidad de éstos grupos muy bien armados, es que tienen entre sus jefes a ex policías destituidos por sus superiores o guerrilleros desmovilizados, acostumbrados a las artes de la guerra. Bien pronto, las ONG y la ONU se han alarmado por la importancia que tomaban las Convivir. Desdichadas denuncias. Álvaro Uribe repitió que estos grupos permitieron a la población colaborar con las instituciones del Estado. "La autoridad debe ser fuerte y constante. Sin esta condición, no habrá paz ni orden", contestó a la Iglesia colombiana, preocupada por estos grupos armados clandestinos. "Queremos que estas patrullas estén presentes en todo lugar", ha afirmado en diciembre de 1996 en una entrevista concedida a la revista Alternativa.
La misma revista ha comprobado que las Convivir prosperaron en las tierras de los narcotraficantes y en las zonas estratégicas para las grandes empresas de la región dónde, en aquellos años, los paramilitares se establecieron con fuerza". Las autodefensas son la madre de las Convivir" "Gracias a las Convivir, Uribe dio explícitamente una cobertura legal a la justicia privada. Todo lo que era clandestino, la vigilancia de las plantaciones y los comandos populares se hicieron legales", ha admitido Gloria Cuartas, alcaldesa de Apartado, bajo la administración Uribe. Por otra parte, los promotores de las cooperativas de seguridad fueron los que defendieron hace algunos año a los grupos paramilitares de la confederación de ganaderos y de las empresas bananeras. Una unión que no repretentó1 problemas éticos a algunos de los cargos electos de aquel momento. "Las cooperativas de autodefensa, que han hecho del Magdalena medio un oasis de paz, son las precursoras, la madre de las Convivir" ha recordado el delegado Guillermo Martínez Guerra en un debate en el Congreso.
Otra crítica hecha a las Convivir es el haber implicado directamente en el conflicto a centenares de civiles y de haber privatizado el mantenimiento del orden público, normalmente competencia exclusiva del Estado. La Corte Constitucional, que en noviembre de 1997 examinó los decretos de autorización, decidió sólo mantener las Convivir a condición que no utilizaran armas pesadas, reservadas al ejército. "A pesar de todas las denuncias, las Convivir no han sido declaradas nunca ilegales. Sólo han desaparecido porque las licencias que les fueron concedidas por un tiempo determinado "no han sido renovadas", aclaró el abogado Fernando Valencia de la ONG Corporación Jurídica de Medellín. Sin embargo, como en Apartado, algunos grupos de vigilancia han mantenido el nombre de Convivir.
En la mayoría de los casos, las armas no han sido recuperadas por las autoridades y los equipos de comunicaciones han quedado en las manos de las viejas Convivir, que han seguido actuando como empresas de seguridad, o se han unido a las filas de los paramilitares. Una de las Convivir, surgida en la época en el cercano departamento de Cordoba, llevó el nombre de "Salvador Mancuso". Hoy, Salvador Mancuso se ha convertido en el jefe militar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Un detalle que ciertamente no es probatorio. Con la reaparición de las Convivir en el programa electoral en el capítulo titulada "Seguridad democrática", Álvaro Uribe ha presentado un proyecto de "red ciudadana por la prevención del delito y la promoción de la vida en común", constituida por un millón de civiles, que preveía abiertamente la reactivación de las Convivir. Después de haber prometido la "teoría clásica" según la cual el Estado tiene que detentar el monopolio de la fuerza, el texto aseguraba: "No, no habrá militarización de los civiles - afirmó - la red no tiene oficialmente "carácter ofensivo" y no tomará parte en las operaciones del ejército. Pero tendrá que elaborar con la policía los programas "de acción contra los delincuentes"". Fue un discurso genérico con el que las autoridades también indicaban a los grupos armados. Para el uribismo, esta red debería contar con 200.000 personas en las ciudades y 150.000 en pequeños pueblos y aldeas dentro de las juntas de acción municipal, además transforma a 200.000 choferes del transporte público y privado en "informadores" equipados con radioteléfonos. Otros 100.000 voluntarios deberán ser movilizados en los barrios por la Red Ciudadana de Policía Civil colombiana. Habrá así 650.000 civiles que se volverán igualmente informadores potenciales del Estado.
Uno de los riesgos es que la guerrilla los identificará enseguida como objetivos militares. Pero Álvaro Uribe no los dejará desarmados. Al principio, el proyecto preveía que las redes ciudadanas utilizarán "el equipo de seguridad necesario". Obviamente "a condición de tener las licencias y las autorizaciones correspondientes", concedidas por el poder local. Sin embargo, la Red Ciudadana de Policía Cívil, que es "actualmente un cuerpo armado", debería convertirse en una fuerza de 150.000 hombres "dotada con los elementos necesarios para la prestación del servicio". El texto no ha precisado cuáles deberían ser estos elementos. Al mismo modo, ha omitido explicar como se hará el alistamiento de los 200.000 miembros de empresas de seguridad privadas "legalmente" reconocidos cuando en el momento no hay más de 120.000, de los cuales la mitad actúan en la ilegalidad. ¿Hará falta multiplicar por dos los porteros de viviendas?
Pero el aspecto más peligroso es la reactivación de las Convivir. El proyecto prevé, en efecto, la creación de una "red de servicios especiales de seguridad" y de "servicios comunitarios de vigilancia y seguridad privada." Las dos figuras están definidas por el "decreto 2794 de 1997" que retoma palabra por palabra el decreto 356 de febrero de 1994, el mismo que ha dado vida a las muy controvertidas Convivir.
********** Segunda parte reportaje que la revista Latinoamérica dirigida por Gianni Minà, publica en el número 79/80 de agosto.
La política económica y social de Álvaro Uribe Vélez - cuando fue gobernador en Antioquia - fue decididamente neoliberal, miope e impuesta a la fuerza. Su objetivo principal fue la "desburocratización", Uribe se jactó de haber eliminado a dos tercios de los funcionarios, haciendo pasar su número de 14.000 a 5.500. ¿Su método? El desprecio por los derechos de los trabajadores, las presiones sobre los sindicalistas y la ayuda de los paramilitares
"Desburocratizar" a la fuerza
Con el mismo criterio, el servicio de limpieza de las calles del departamento fue reducido en menos que un año, de 1.400 a 500 empleados. En un primer momento Uribe utilizó la forma suave, proponiendo jubilaciones anticipadas y dimisiones. Los trabajadores no aceptaron, y jubiló a la fuerza a algunos trabajadores; algunos de ellos tenían 36 años. El método fue ilegal, paro el gobernador no fue su primer abuso, como prueban los recursos a la justicia y denuncias contra su administración, un tercero de las 3100 sentencias por denuncias contra las instituciones públicas durante 1997 en Antioquia fueron contra la Administración. Pocas han llegado a tener sentencia, como ha notado la Confederación Internacional de Sindicados Libres (CISL), muchos de los juicios no han llegado hasta el final; han sido bastante las "sentencias políticas que han favorecido al gobernador."
A pesar de que fuera ilegal, a Álvaro Uribe el sistema de la jubilación forzosa no le pareció bastante rápido. Así, el 22 de mayo de 1997 anunció la intención de despedir a todo el personal la semana siguiente. Mientras tanto, por todas partes en el departamento, los paramilitares salieron contra las luchas de los obreros. En Salgar, entre el Urabá y el Magdalena Medio llegaron hasta amenazar a los empleados y sus familias para que aceptaran "las propuestas del Gobernador"." No os queremos ver más aquí", decían los paramilitares.
"Su alternativa era "os vais u os vais"", recuerda Rangel Ramos, entonces presidente del SINTRA en el departamento, el sindicado de los funcionarios de la región. Más de 550 trabajadores fueron obligados a dejar el campamento en la sede del sindicado en Medellín, dónde estuvieron durante más de dos meses. Se multiplicaron las manifestaciones, a pesar de las amenazas de las autoridades: "El jefe de la policía, Jaimes, hizo el gesto de apretar el gatillo y me dijo que sabía cómo arreglar nuestros problemas", nos cuenta Rangel. En este momento, los sindicalistas estaban obligados a tomar en serio esta amenazas, en Antioquía, en 1996, más de 198 fueron asesinado. El año siguiente la cifra llegó a 210. Cifras sin precedentes, aunque el departamento siempre fue una de las regiones más peligrosas para los sindicalistas.
Rangel Ramos, cuya casa era vigilada por hombres en motocicletas, se mudó continuamente de domicilio y en junio se enfrento con algunos hombres armados delante de la sede del sindicado. El gobernador, sin embargo, aceptó negociar y los delegados del SINTRA fueron varias veces a la sede administrativa del departamento. "Allí, la tercera vez, el jefe de gabinete Juan Pedro Moreno, nos hizo fotografiar por los hombres de las CONVIVIR en chaleco azul, armados con fusiles", Rangel Ramos nos recuerda.
El 26 de junio, Álvaro Uribe creía haber encontrado la solución, "comprar" a la dirección del sindicado. Propuso pagar dos millones de pesos a los representantes a cambio de su consentimiento al plan de despido de los trabajadores públicos. El rechazo de los sindicalistas pareció ponerle nervioso. "Empezaron a tratar a nuestra organización como un nido de guerrilleros" recuerda Ramos, que subraya sarcástico como el presidente se dirigía a él con un caluroso "mi querido Rangel". Las negociaciones fueron un fiasco y los sindicalistas siguieron siendo amenazados, el 30 de diciembre, en Betania, en la víspera del fin del mandato de Uribe como gobernador, mataron con ráfagas de metralleta en su puesto de trabajo, al sindicalista Rodrigo Tapiado.
En un año, el gobernador suprimió 900 puestos del servicio de limpieza de las calles. "A la delegación sindical se le dio un trato paramilitar", como pudo constatar la CISL en un informe al año siguiente.
Privatizaciones e ineficiencia
Para cubrir las funciones de los funcionarios despedidos o jubilados, el gobernador pidió ayuda a algunas empresas privadas o a cooperativas. Un gestor de una multinacional lo definiría como outsourcing, pagar un servicio a una empresa antes -a un precio mayor- que regular los sueldos y las tareas de los empleados. En el lenguaje de Uribe, es "el Estado Comunitario", mezcla de neoliberalismo y gestión a corto plazo. El gobernador también propuso a algunos de los antiguos empleados del departamento crear cooperativas de trabajadores a las que aseguraría contratos hasta al final de su mandato, el 31 de diciembre de 1997. Algunos contratos eran por lo menos ambiguo, en el Nordeste antioqueño, por ejemplo, los trabajadores denunciaron que los contratos fueron confiados a cooperativas controladas por los grupos de seguridad privados Convivir. En todo caso, los trabajadores perdieron su estabilidad. El departamento con el cambio parecía haber ganado ya que a las cooperativas les pagaba por un kilómetro de calle un precio inferior con respecto al coste anterior, 2,5 millones de pesos frente los 3 millones de antes. Pero el cálculo fue demasiado superficial, las cooperativas trabajaron con los equipos públicos, que no recibieron manutención quedándose como enseguida como inservibles. ¿El resultado? "Durante la gestión de Uribe, los trabajadores públicos no han limpiado ni un metro de asfalto", concluye Rangel Ramos. Uribe pagó a los pocos empleados que quedaron para que estuvieran sin hacer nada y probar así la ineficacia de las instituciones públicas.
La "revolución educativa"
A la vez, el gobernador puso a punto una estrategia de privatización de la enseñanza, confiando por contrato la escolarización de 100.000 niños a algunas ONG, a algunas diócesis y a colegios privados. "Los contratos fueron concedidos sin valorar la calidad o los resultados de la instrucción", según el testimonio de un miembro de la ONG Cuerpo Region, que analizó el tema. "Sin eximir de corrupción a los poderes públicos". Hoy, estos medios efímeros han mostrado sus límites, 250.000 niños no reciben instrucción por falta de fondos públicos, que no ha podido pagar de nuevo a las ONG. La mala gestión, cinco años después del fin del mandato, todavía es imputable a Álvaro Uribe. En su furia privatizadora, como gobernador, en 1996, confió a dos empresas privadas la distribución de licores que, hasta aquel momento, representaban el 70% de los ingresos de la Administración departamental. Con la privatización prosperó el contrabando de alcohol dentro del departamento de Antioquía. Fue una elección que puso en peligro la tesorería del departamento de los años siguientes. El actual presidente hizo pagar por adelantado a las empresas de distribución los beneficios de varios años. Esta suma le permitió declarar aquel año que con los ingresos se podían crear los 100.000 puestos escolares prometidos, pero dejo a sus sucesores montañas de deudas. Así si Álvaro Uribe en su mandato presidencial aplica la misma política, se pueden prever para su sucesor en 2006 numerosos quebraderos de cabeza
Uribe y los campesinos
Cuando en 1977, Alberto Uribe Sierra, padre de Álvaro, compró la empresa La Mundial, se dedicó a eliminar los derechos de los asalariados y a pagar sólo a destajo, sin sueldo fijos. Enseguida, 76 trabajadores iniciaron una huelga paralizando la granja por quince días. Uribe decidió entonces dejar administrar la empresa al sindicado durante dos meses, al final de los cuales despidió a todos los trabajadores. La cuestión acabó en el tribunal y Uribe eligió la negociación, entregando la granja a los empleados como compensación de las contribuciones sociales que les debía. Continuó el pleito durante tres años, hasta que la venta fue firmada el 30 de diciembre de 1982.
"Es a partir de aquel momento que hemos padecido represalias de los militares y de los paramilitares", explica un miembro del sindicado, hoy refugiado en Medellín. El 14 de julio de 1983, además, Julio Medina, uno de los miembros del sindicado, fue secuestrado por algunos policías. No habiendo aparecido jamás.
En otra ocasión, "algunos paramilitares entraron en la granja y nos obligaron a tendernos en el suelo, con las manos atadas, luego, nos pintaron en la espalda las siglas de las patrullas de autodefensa, tratándonos como ladrones y guerrilleros."
Más tarde, en 1989, dos miembros del sindicado fueron asesinados. Tres años después, el ejército invadió la granja. Cinco helicópteros destruyeron a balazos los campos de caña de azúcar. Durante quince días los soldados se quedaron, controlando a los trabajadores y sacándoles fotos. Según los testimonios de algunos habitantes recogidos en el informe de la ONG Nunca Más, los grandes propietarios de la región, entre ellos Álvaro Uribe Vélez, a partir de los años 80 sitiaron la Mundial desplazado un destacamento de policía a una granja cercana, La Manada. Los policías salían por la noche, encapuchados, para intimidar a los campesinos. "No fue por azar que Álvaro Uribe prometió en público que se haría con la propiedad de la granja", recuerda un testigo
******* ¿Un narcoterrorista al Palacio de Nariño? Manuel Salgado Tamayo ALAI El domingo 26 de mayo del 2002, el candidato liberal disidente Alvaro Uribe Vélez, en medio de un proceso caracterizado por el recrudecimiento de la violencia y un abstencionismo de más del 52 % fue elegido Presidente de Colombia. Desde la ruptura del proceso de paz por Pastrana y durante las elecciones parlamentarias pudo advertirse un creciente proceso de derechización de un amplio segmento de la sociedad colombiana. El discurso extremista de Uribe minimizó las críticas de los que recordaron sus nexos con el narcotráfico y los paramilitares. El periodista Joseph Contreras, de la Revista norteamericana Newsweek, señaló que Alvaro Uribe Vélez, a fines de los años 70, mientras se desempeñaba como Alcalde de Medellín, trabajó en los planes de vivienda financiados por Pablo Escobar: Medellín sin tugurios, Medellín Cívico, fueron, entre otros, los programas que hicieron de Escobar un "ciudadano ilustre y benefactor".[1] Entre marzo de 1980 y agosto de 1982, época del florecimiento de los carteles de la droga, Alvaro Uribe Vélez fue Director de la Aviación Civil, cargo que le permitió conceder licencias para pilotos y permisos de construcción de pistas para los narcotraficantes. Su ayudante entonces era César Villegas que, más tarde, se comprobó estaba vinculado al Cartel de Cali. Como ocurre con algunos miembros de la aristocracia colombiana, Alvaro Uribe Vélez, procede de una familia vinculada al narcotráfico. Su padre Alberto Uribe Sierra, fue un hombre de negocios perteneciente al Clan Ochoa. Al ser asesinado cerca de su finca en Antioquia, la crema y nata de la sociedad paisa asistió a su sepelio, junto al entonces Presidente de Colombia, Belisario Betancur, en medio de las veladas protestas de quienes conocían sus vínculos con la cocaína, recuerda el escritor Fabio Castillo.[2] En los años 90, cuando era Gobernador de Antioquia, tuvo como jefe de gabinete a Pedro Juan Moreno, el mismo que fue sorprendido por la DEA como propietario de la compañía que había comprado 50.000 kilos de precursores químicos para elaborar cocaína. En la misma década de los 90, al ser elegido Gobernador de Antioquia, promovió la creación de las Cooperativas de Seguridad Privada CONVIVIR, iniciativa destinada a legalizar el paramilitarismo. En el Congreso de Ganaderos, en 1996, se aprobó extender esa iniciativa de Uribe Vélez a nivel nacional y además promover su candidatura presidencial. El Diario "El País", de la ciudad de Calí, del 3 de agosto de 1998, dio cuenta de la fusión de CONVIVIR con los paramilitares: Representantes de más de 2.000 cooperativas de seguridad privadas han anunciado que se armarán y unirán al movimiento paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia-AUC-. El movimiento fue formado en 1996 por más de 16 agrupaciones paramilitares de todo el país y están lideradas por Carlos Castaño ,jefe de la principal organización de extrema derecha de todo el país. Una de las pocas voces que se opuso a CONVIVIR fue el doctor Jesús María Valle Jaramillo que fue asesinado en su oficina el 27 de febrero de 1998. Es tan evidente que CONVIVIR es una de las fuentes de reclutamiento de las bandas paramilitares que la diplomática española Almudena Mazarrasa, directora de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU para Colombia, solicitó al gobierno de Andrés Pastrana la investigación judicial de las acciones de estas cooperativas y la derogatoria del Decreto que autorizó su funcionamiento. Alvaro Uribe en el desempeño de todos sus cargos ha ejercitado el terror contra los trabajadores. Así lo recuerdan en el Municipio de Medellín, en la Gobernación de Antioquia y en la Aviación Civil. El no oculta sus simpatías con el paramilitarismo, así por ejemplo, en el homenaje público a los generales Rito Alejo del Río y Fernando Millán, que habían sido retirados del servicio activo por su participación en masacres y atrocidades contra la población, entre 1996 y 1997, Uribe Vélez habló en acto de desagravio. Su proyecto presidencial lo retrata de cuerpo entero: Reclutar y armar a un millón de civiles. Incrementar el número de soldados en el Ejército en 100 mil hombres e igual número para la Policía. Todo ello para derrotar a las fuerzas insurgentes. Como el Estado colombiano no tiene recursos para soportar un gasto de esa magnitud, se supone que los financiará con el mismo mecanismo que sostienen a las Autodefensas Unidas de Colombia: El narcotráfico. Antes de las últimas elecciones parlamentarias, uno de los jefes paramilitares, Salvatore Mancuso, dijo que la meta que se habían propuesto es tomar la tercera parte del Congreso. Luego de los resultados señaló eufórico que habían alcanzado más del 35 %. El diario más influyente de Colombia, El Tiempo, resumió esa verdad así: Varios de los nuevos senadores y representantes elegidos hace una semana fueron avalados, financiados y tolerados por el paramilitarismo"[3] El Obispo de Cali Isaías Duarte Cancino que se atrevió a denunciar la presencia del dinero del narcotráfico y el paramilitarismo en el financiamiento de la campaña de algunos candidatos fue asesinado a los pocos días. La candidata presidencial Noemí Sanín Cano advirtió que si triunfa Alvaro Uribe será lo mismo que si triunfara Carlos Castaño. Los medios de comunicación del mundo se hicieron eco de la alarma europea por el avance electoral en Francia de la extrema derecha fascista, racista y xenofóbica que representa Le Pen. Y hay que decir que el pueblo francés tuvo la sabiduría suficiente para impedir a tiempo el renacimiento de ese engendro, pero, veo que los medios de comunicación locales han comentado muy poco la consolidación del proyecto fascista en Colombia. Vemos la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio, diría nuestro pueblo. ¿ Cómo podrán justificar los Estados Unidos el arribo al gobierno en Colombia de uno de los más conspicuos herederos del narcotráfico, relacionado además con las formas más brutales de terrorismo de Estado? ¿ También en Colombia la lucha contrainsurgente incluye el apoyo descarado a los grandes narcotraficantes y al paramilitarismo? La conducta de Bush y sus funcionarios nos lleva de sorpresa en sorpresa. En el Informe del Departamento de Estado "Patrones globales del terrorismo 2001"[4] insisten en la campaña de infundios contra el Presidente Hugo Chávez al sostener: "Venezuela tuvo contactos con las FARC y el ELN y... puede haberles ayudado a conseguir armas y municiones". En el mismo informe se dice que: "Argentina no padeció actos de terrorismo en el 2001". ¡Habría que preguntarles a las Madres de la Plaza de Mayo y a los millones de gauchos cuyos destinos han sido desquiciados y rotos por el terrorismo neoliberal si piensan lo mismo.! Pero además, exigen más sumisión a los gobernantes ecuatorianos al señalar que: "Ecuador no mejoró el control de sus fronteras porosas ni reprimió la emigración e inmigración ilegal. Los débiles controles financieros de Quito y el amplio fraude con la documentación son todavía temas de preocupación, como ocurre con la reputación de Ecuador de ser un corredor estratégico para las armas, municiones y explosivos destinados a los grupos terroristas colombianos". Los yanquis tienen la Base Militar en Manta con la que controlan los movimientos migratorios, pero quieren más. Con la complicidad de sus lacayos criollos nos han impuesto la dolarización que ha llevado a extremos dolorosos la miseria popular. Tampoco es suficiente. Nos obligaron a firmar la paz con el Perú, al precio de un nuevo cercenamiento territorial, para que más de 11 mil hombres de las Fuerzas Armadas vayan a la frontera con Colombia. ¿ Es que sólo estarán satisfechos cuando hayan empujado a los soldados ecuatorianos a la guerra fratricida contra la insurgencia colombiana y contra los que discrepamos de ese proyecto suicida? La alegría con que la Embajadora norteamericana en Bogotá recibió el triunfo de Uribe demuestra que la guerra contra las drogas y el terrorismo no incluye a sus aliados incondicionales. Las primeras palabras del nuevo Presidente han sido para solicitar el incremento de la ayuda militar para el Plan Colombia. Una vez más, desde el norte soplan fuertes vientos de guerra, mientras nuestros pueblos exigen paz, pan y desarrollo. El triunfo de Uribe Vélez inclina la balanza en la región andina a favor de las imposiciones del Imperio, pero los resultados dependerán, como siempre, de la acción organizada y creadora de nuestros pueblos.
(*) Manuel Salgado Tamayo. Profesor de la Universidad Central. Ex Vicepresidente del Congreso Nacional del Ecuador. Quito, 28 de mayo del 2002.
Notas: [1] Ver Revista Vistazo, No. 831, abril 4 del 2002, Guayaquil, Ecuador,p.p. 12-13. [2] Fabio Castillo, [Los jinetes de la cocaína.: www.derechos.org/niskor/colombia/libros/jinetes/cap.3.html] [3] Diario "El Tiempo" de Bogotá, 17 de marzo del 2002. [4] El Tiempo de Bogotá. 21/mayo 02.:www.usinfo.state.gov/espanol/terror/02052102.html]
Más información en Internet: * [Revista World Watch.:www.nodo50.org/worldwatch/]
Insertado
por: silvia3942 (28/01/2003) |
Fuente/Autor:
mail: worldwatch@nodo50.org
Publica la revista mensual worldwatch, que se puede encontrar entre la prensa española. |
Valoración
Comentarios
Situación en Colombia. Fecha publicación: 7/7/2005. La avalancha de mentiras del gobierno de Uribe Vélez sobre los problemas nacionales comienza a rodar por el suelo. Poco a poco la verdad surge y destruye demoledoramente la táctica de tapar, tapar y tapar los conflictos y descalabros del país. Todos recordamos el montón de declaraciones y discursos de los agentes del gobierno nacional, comenzando por el presidente Uribe y su ministro de Defensa, Jorge Alberto Uribe, para tapar las masacres de Cajamarca en el Tolima, en abril de 2004, y los sucesos de Guaitarilla, el 19 de marzo del mismo año. El presidente Uribe, incluso, visitó esas zonas. En Cajamarca fueron asesinados cinco campesinos, entre ellos un menor de 6 meses. Todo el mundo dijo que habían sido los militares integrantes de una patrulla del Ejército. El gobierno, el Ministro de Defensa, que ya tiene el título de primer mentiroso nacional según debate en el Senado de la República, soltaron la tesis de que fue consecuencia del fuego cruzado hecho por soldados que perseguían a un grupo de guerrilleros. Pero todas las explicaciones resultaron falsas. Había sido una masacre de agentes gubernamentales. Una de las víctimas, Albeiro Mendoza, recibió los disparos a quemarropa, a una distancia entre 30 y 60 centímetros. Desenmascarado el delito, los jueces ordenaron la captura de los responsables militares el pasado 30 de junio. En Guaitarilla fueron muertos 7 policías y 4 civiles en acciones atribuidas a las guerrillas. Esto resultó falso. Fue un choque entre el Ejército y la Policía el que causó las muertes y no ataque alguno de guerrillas. Este suceso criminal, en cambio, se mantiene tapado y en la impunidad para los responsables. Todavía no hay presos por los centenares de asesinatos que se vienen cometiendo a lo largo y ancho del país por "sicarios en moto". Nadie explica quién los financia, quién les suministra las motos y las armas y menos quiénes los protegen. Actúan como si en Colombia no existieran instrumentos policivos y de seguridad para evitar y perseguir ese tipo de delincuencia. La gente común y corriente, en cambio, comenta que se trata de paramilitares. Hay reconocimiento público y en los medios de que en Colombia los paramilitares han fortalecido y extendido su poder económico, político y militar. Se habla ya de que la ciudadanía y las instituciones políticas y jurídicas están bajo la presión directa del paramilitarismo. Ha fortalecido la indignación nacional la denuncia del diario norteamericano New York Times, que en editorial del 4 de julio afirma que la Ley de Justicia y Paz obtenida por el gobierno Uribe Vélez del Congreso de la República, dizque para la paz interna y la entrega de los paramilitares, es una "ley de impunidad para asesinos, terroristas y grandes traficantes de cocaína", que refleja los intereses del considerable poder paramilitar y permitirá que ellos continúen sin molestias el narcotráfico, la extorsión, el robo de tierras y otras actividades similares. A su vez, la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), en comunicados diarios ha venido denunciando el contenido de la "Ley de Impunidad" conocida como de "Justicia y Paz", aprobada el 22 de junio pasado por el Congreso. Afirma la CCJ que "la ley no tiene los elementos para garantizar el desmonte de las estructuras paramilitares ni para garantizar la verdad, la justicia y la reparación de los más graves crímenes cometidos por los beneficiarios de esa ley'. Al tiempo, en La Haya, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIHD) anunció el 29 de junio pasado su demanda para que la Corte Penal Internacional investigue los crímenes cometidos por paramilitares en Colombia y al actual gobierno de Uribe Vélez como actor pasivo de los mismos. * Apolinar Díaz-Callejas es ex Senador de la República de Colombia, ex Ministro del Gabinete del Presidente Carlos Lleras Restrepo y Miembro actual de la Comisión Andina de Juristas. |
Nombre: Lamgen-Patagonia (09/07/2005) |
E-mail: lamgen_patagonia@speedy.com.ar |
|
|