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Ruta circular Anento-Arguilay-Anento, en Bici.

(4358)

CAMPO DE ROMANOS. ENTRE TERUEL Y ZARAGOZA. (ARAGÓN)
Un recorrido majestuoso que circula por la línea geológica que marca la separación de la vasta y extensa meseta del Campo de Romanos en Daroca a 1.000 metros de altitud, para precipitarse en un oasis de afluencias de aguas subterráneas, que son recogidas 70 metros más abajo, donde afloran las arcillas con las margas, para dar formas sorprendentes que cambian por completo el monótono paisaje del cereal.







A caballo entre las dos provincias de Teruel y Zaragoza, discurre esta ruta de paisajes extensos que se desploman abriendo repentinamente vistas espectaculares al vacío. Cortes labrados por el tiempo, aguas que han pulido formas, y vegetaciones que cubren las cicatrices de una evolución que sigue con cambios imparables.

Civilizaciones de hombres y mujeres que trabajaron en unas tierras, y a los que apenas la historia les ha hecho justicia. Cristianos y musulmanes supieron convivir en armonía en estos parajes pero, la avaricia de guerras, reconquistas y conflictos siempre exteriores, se interpusieron para que estas gentes pudieran vivir en paz. Hoy es un lugar de sosiego, de trabajos labriegos, donde los cantos de La Naturaleza suenan y resuenan por encima de todas las sintonías que las puedan apagar.








Detalles de la ruta:
Duración: unas 2 horas y media.
Con un recorrido en BTT: de unos 20 km.
Dificulltad: sencilla.




Tomando como punto de partida la población de Anento, cruzaremos los campos de trigales para rodear las cárcavas del "Aguallueve" por encima de los cortados, para adentrarnos en el término de Báguena (Teruel) y volver de nuevo a la provincia de Zaragoza entre barrancos y pasadizos selváticos, entre zarzales, entre cantos de ruiseñores arrastrados por la pasión silvestre, entre campos de vides y chopos cabeceros.


La salida, en dirección a Lechón, donde empezamos con una pendiente suave perfectamente asfaltada,
en la que flanquearemos los 70 metros de desnivel que el municipio de Anento mantiene con la plataforma del Campo de Romanos.



Visita obligada al castillo bajo-medieval de Anento. (s.XIV), para dar los primeros pasos por su recinto amurallado,
con panorámicas muy bellas sobre los tejados de la población, perdiéndose las miradas por la rambla hacia Báguena.
Unas mesas de madera y una caseta para hacer fuego, conforman el entorno del pinar sobre el precipicio.












1. La Ruta:
Seguimos la carretera para desviarnos hacia la torre medieval, perfectamente indicada, para circular ya por unas amplias pistas de arena y grava recientemente modeladas. Empezamos a entrar en un "Mar de cereal", sobre la plataforma del Campo de Romanos, entre las poblaciones de Lechón, Ferreruela de Huerva y Cuencabuena. Amplias vistas del horizonte al Este donde se pierden las miradas entre la bruma calurosa, con bellas panorámicas sobre Anento, sobre el impresionante desplome del territorio que ha dado lugar al "Aguallueve", adornado por huertas caseras, arropadas por todo un bosque de frondosas choperas y campos de frutal. Un refugio para el calor en los meses de duros calores, y al amparo de los fríos del Cierzo en los duros inviernos.


Largas líneas rectas y majestuosas alfombras verdes que empiezan ahora a tomar color, entre una policromía de verdes y amarillos que comulgan con las montañas para tocar el cielo. Las Totovías, las Calandrias y las Alondras empiezan a dejarse oír en sus acaloradas danzas nupciales al Sol, ascendiendo a alturas donde se pierden a los ojos, pero donde se las escucha claramente engalanando cada campo de trinos, de cantos y de chirribias que animan a detener el pedaleo, a escuchar y a curiosear con los prismáticos cada detalle de esta Naturaleza tan viva.

Normalmente por sentido común llegamos a obtener en conclusión que en estos campos aparece poca fauna y que se encuentra más concentrada en zonas de bosques, pero no es así. En estas llanuras del cereal, tocados por los dedos de Dios, se encuentra más fauna que en los lugares poblados de frondosos bosques. Los bosques son lugares de refugio durante las horas de máximo calor y empleados como dormideros contra posibles depredadores. Pero es la llanura del cereal, la que más animales mantiene por km. cuadrado. Están ahí, pero no se ven... hay que saber leer, y pararse con paciencia a observar.

Lejos no están las bandadas de Abejarucos que recorren estos espacios en busca de insectos, anidando en taludes arenosos. Cantos sonoros que engalanan el cielo de infinidad de colorines, y que se escuchan en la lejanía dejándose arrastrar por el viento. Es el baile de unas aves que florecen como las amapolas, y llenan los campos repentínamente invadiéndolos. Nos visitan procedentes del África Tropical cada verano, pero para dejarnos a principios de cada septiembre.







Nos dirigimos entre campos hacia el Arguilay, otro "aguallueve", esta vez en el término municipal de Báguena,
que rodearemos por la parte superior, entre caminos agrícolas y cortes rocosos.
Aquí nos encontramos cruzando el límite provincial hacia Teruel.






Cabra-montes01.gif
2. Siguiendo la Ruta:
Tomaremos la carretera asfaltada que nos llega desde el municipio de Ferreruela de Huerva (a 7 km.) y que se dirige a Burbáguena (a 3 km.). Pero en la bajada de la carretera, antes de llegar al km. 3 (rambla del puerto), tenemos que desviarnos a la derecha en un camino de tierra, para entrar en el corazón de las laderas (Monte alto) del Monte de los Buitres (1.061 mts) por donde descenderemos al barranco del Arguilay por una cómoda bajada arenosa entre pasos recortados al terreno.


Son los campos de la Ganga, de la Ortega, de los Sisones y de las Alondras de Dupont. También de las majestuosas Avutardas en verano, de las Grullas en los duros inviernos, y de los Aguiluchos junto a los Milanos que sobrevuelan como los reyes de estos prados. Majestuosos buitres leonados con algún Halcón peregrino que surja como un proyectil el espacio para arrancar de cuajo, alguna paloma o estornino de la torre del campanario de alguno de estos municipios. Un mundo de las aves por descubrir, engalanado de millones de insectos que los alimentan y las nutren de proteínas, que conforman un ecosistema perfecto, indiscutiblemente organizado y en estudiada armonía si cada vez lo influimos menos.






También asoma el canto del Cuco que deambula de una a otra ladera como un pillo, para ver que nido parasita, así evitar criar a sus hijotes endosándole los huevos a otro. Otro listillo del bosque que se ha acomodado viviendo de renta, sin pagar alquileres ni guarderías.


Encontraremos numerosos caseríos a una parte y otra de los caminos donde las piedras nos quieren hablar de su pasado, y nos susurran, anhelando volver a unos tiempos donde fueron útiles y cuidadas, donde cobijaban aún ganado y pajares. Ahora solo algunas aves las emplean junto al polvo acumulado de los caminos.

Encinas aisladas, perdidas entre extensos páramos, solitarias, cobijan de los calores a las Oropéndolas que ya empiezan a emparejarse para entretejer sus complicados nidos. Unos nidales en los que emplean hilos, plásticos, hierbas, que entretejen entre el ramerío como expertas aves tejedoras.








Son los rastros de los animales invisibles, que se mueven al oscurecer el día en busca de sus meriendas, como la Gineta, el Zorro y el Gato montés.
El Tejón (Meles meles) es el "más vegetariano de los carnívoros silvestres", alimentándose de topos, ratoncillos, frutillas y bulbos variados. Y de gramíneas principalmente la Liebre...






Parejas de perdices rojas que son sorprendidas a fuerza de pedaleos silenciosos, saliendo explosivas con su sonoro romper de alas. Una fiesta de vida que es la culminación de todo un año, de volver a seguir con el ciclo esencial de la vida, donde nada para, donde la Naturaleza sigue el curso de la rotación de la Tierra. Todos forman con prisas pareja para procrear y seguir aportando hijos al mundo. Es la cadena de la vida que encadena ciclos, calores con otoños y fríos con primaveras. En estos lugares los otoños son cortos, puesto que entrando el octubre ya empiezan las primeras heladas que despiertan blancas a numerosas mañanas.

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3. Siguiendo la Ruta:
A 1 km. de la carretera asfaltada, un nuevo cruce entre campos de viñedos nos parte la ruta.
A la derecha entraremos en el paraje del Arguilay (1 km.), donde una enorme balsa de aguas transparentes entre chopos cabeceros y un abrigo convertido en asador, nos deparan una fresca y tranquila estancia. Podemos usar el momento para comer algo. Unas cascadas de miles de gotas se precipitan en un rincón cercano, es el "Aguallueve". Grandes peñascos rodean el paraje, lo cobijan, lo abrazan, rellenándolo de frondosa y exhuberante vegetación.
Volviendo al cruce, recto seguiremos posteriormente hacia Anento.

Al regreso seguimos recto en este cruce de viñedos, donde lo dejamos antes de desviarnos al Alguilay, y llegaremos a menos de 1 km. a otra bifurcación de caminos. A la izquierda nos llevará a Báguena (2 km.) y a la derecha nos retornará de nuevo a la población de Anento (los últimos 2 km.). En este punto, volvemos a estar en la misma línea de separación de las dos provincias, volviendo a la de Zaragoza.

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4. Siguiendo la Ruta:
Entre choperas cabeceras y vegetación zarcera a ambos lados del camino, iremos acercándonos a Anento por esta rambla formada por las aguas que corren libres hacia el río Jiloca en las épocas de lluvia. Huertas frondosas de hortalizas y frutales dan a este entorno que atravesamos un especial toque pintoresco, un atractivo sublime de verdes, marrones con intermedios de sombras que se agradecen durante las horas más soleadas del verano.

En invierno el paraje es totalmente distinto. Arboledas sin follaje, con muros desnudos entre la maraña de rameríos, que tornan grises y tristes las miradas con sus huertas desiertas, pero... solo es un espacio que duerme temporalmente como "el sapo besado por la doncella", que resucita cada mes de mayo con la llegada de los ruiseñores, de los escribanos y mosquiteros... los cantos de los mirlos abren las puertas a las tareas agrícolas caseras, con el trasiego de motocultores y tractores. Aquí la primavera es tardía esperándose como auténtica bendición al crudo invierno, que somete con bajas temperaturas y duras heladas a cada rincón de este ecosistema.

Balsas junto al camino donde reposan las aguas que serpentean sonantes desde los manantiales antes de dar vida a los cultivos, dan al lienzo su máxima expresión, acompañado de vistas de la población que se hacen espectaculares según nos vamos acercando, con antiguos peirones que nos salen al paso. Un manojo de casas abigarradas con el castillo presidiendo la postal sobre los altos riscos, con la alta y destacada torre de su iglesia. La carretera divide la población en dos barriadas: Anento (derecha) y Anentico (izquierda).





Ruta alternativa pero más larga:
Desde la carretera asfaltada que llega desde Ferreruela de Huerva, no nos desviamos y seguimos hasta Burbáguena. Cruzamos la carretera y seguimos por los caminos entre choperas y buscando el antiguo trazado abandonado de la vía Teruel-Calatayud, hasta Báguena. Ya desde allí por la calle de La Rambla, nos dirigimos hacia Anento. Interesante dar un paseo por la población para admirar la torre de la iglesia, la ermita sobre el pueblo, la fachada del viejo convento, así como el puente sobre el río Jiloca. Deteniéndonos a tomar algo, en la tertulia del pueblo en el hostal municipal.
* Desde Calamocha a Luco de Jiloca. (Enlaces...)
* Desde Luco de Jiloca a Báguena.

¡No olvidemos llevarnos las basuras de chuches que generemos!
Mantener esto en estado impoluto es esencial, para disfrutar más
intensamente de estos espacios tan naturales como sublimes.


Artículos y reportajes relacionados desde Ibérica 2000:

* El Impacto Humano sobre las Rapaces que construyen sus nidos en roquedos (Enlaces...)
* El paso de buitres al África.
* Por los rincones de Anento... (Campos de Daroca)
* Desde Anento, al Santuario de la Virgen de la Herrera (Excursión en coche...)
* El Club de las Águilas.
* Anento: una experiencia en la Naturaleza.
* De Báguena a Daroca… en bici.
* Mercado de Anento.
* Anento y la guerra de los Dos Pedros.
* Más detalles de las huellas y rastros del Jabalí en... (Enlace...)

Planes educativos y de tiempo libre, en Anento:

* Creando un equipo comprometido alrededor del mundo. (Enlaces...)
* Recuperar a los jóvenes.

Insertado por: Redac.Ibérica2000 (16/05/2010)
Fuente/Autor: Recopilaciones para Ibérica 2000.
 

          


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Comentarios

Realmente expresa todo lo que se siente en este privilegiado lugar, que por suerte sigue ahi, en estado casi virgen. Espero que siga asi y que asi lo podamos hacer llegar a muchas personas...unas para que recuerden y otras para que descubran. ANIMO!!!!!...UN PEDACITO DE MI CORAZON SE QUEDO ALLI
Nombre: Anna  (23/05/2010) E-mail: annaniba@hotmail.com
 
Una forma muy diferente de contar cosas, que animan a coger la bici a aquellos que no estamos muy familiarizados lo suficiente con ella. Un trabajo muy logrado, felicidades.
Nombre: Rodo de Belchite  (25/05/2010) E-mail: -
 
es precioso el recorrido,lastima no tenga bici
Nombre: pili  (30/05/2010) E-mail: pilimonti7@hotmail.com
 
Juan Salvador Gaviota
Al verdadero Juan Gaviota, que todos llevamos dentro.

Así es la dedicatoria de la fábula más inspirada de nuestro tiempo. Su mensaje intemporal y universal ha calado hondo en varias generaciones. Hay personas que obedecen a sus propias reglas porque se saben libres y, como decía mi tutor McNeil, “las reglas existen para saber saltárselas cuando conviene”. Hay quien expresa un especial placer en hacer algo bien, sin esperar nada a cambio, por el placer de compartir, como me dijo l’Abbé Pierre, en Emaüs; quien adivina algo más que lo que sus ojos ven; quien prefiere volar a comprar y comer. Así hemos ido creciendo los amigos de Juan Salvador Gaviota.
Recuerdo un cuadro en azul con gaviota en negro: “Vete a donde quieras ir. Haz lo que quieras hacer. Sé lo que quieras ser. ¡Vive!”. Durante décadas estuvo en mi despacho de la universidad, desde hace años cuelga en el Aula de Solidarios en la prisión de Soto del Real.
Muchos volarán con él por lugares de encanto y aventura, y gozarán como él de una luminosa libertad. Para todos es una experiencia que nos marca.
Una fábula en forma de novela que narra la aventura de una gaviota que quiere perfeccionar su vuelo y es arrojada por la Bandada a Los Acantilados en donde alcanza la capacidad de ir más allá y más arriba. Al encuentro de la Gran Gaviota, Chiang, a la que pregunta: “¿Qué es la perfecta velocidad?” Ella le responde: “La perfecta velocidad es estar allí. Porque cualquier límite es ya un número”. Y la sabiduría, como la perfección y la libertad no tienen límites. Para volar tan rápido como el pensamiento tienes que pensar que ya has llegado…
“¡Olvídate de la fe! Tú no necesitaste fe para volar, sino comprender el vuelo”. Porque una gaviota es una idea ilimitada de la libertad “y todo vuestro cuerpo no es más que vuestro propio pensamiento”. El vuelo de alta precisión es un paso hacia la expresión de nuestra verdadera naturaleza. Recuperar el rostro originario de las cosas al descubrir nuestras señas de identidad.
Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que importaba, sino volar. A pesar de que su padre le dijera que la razón de volar era comer.
”Juan Gaviota descubrió que el aburrimiento y el miedo y la ira, son las razones por las que la vida de una gaviota es tan corta, y al desaparecer aquellas de su pensamiento tuvo por cierto una vida larga y buena”.
Nombre: J. C. Gª Fajardo  (11/06/2010) E-mail: fajardoccs@solidarios.org.es
 

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