Con los japoneses en el infierno |
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POR LA SUPRESIÓN DE TODAS LAS CENTRALES ATÓMICAS... |
Las centrales atómicas, constituyen un auténtico peligro para la vida en la Tierra. Lo que está ocurriendo en Japón pone de manifiesto lo vulnerables que somos también a nuestros errores. |
¡Qué efímera puede resultar la vida de los humanos!
Lo ocurrido el día 11 de marzo en Japón debiera hacer reflexionar a aquellas personas con delirios de grandeza, empezando por algunos gobernantes de nuestro país y del mundo. Por si alguien ya lo ha olvidado, al día de hoy, 16 de marzo de 2.011, cinco días después de la catástrofe, la situación es la siguiente:
-Catástrofe nuclear: la central de Fukushima en peligro por varias explosiones en sus reactores y fugas de material radioactivo. Además, debido al terremoto de 9,6 en la escala de Richter y al posterior Tsunami: -Unos 7.000 muertos hasta la fecha. -Un pueblo costero de 10.000 habitantes convertido en un vertedero y muchos desaparecidos. -Más de 15.000 desaparecidos confirmados sólo en una región próxima a Tokio. -Cerca de un millón de personas sin hogar. -Daños incalculables a la economía y a la industria del país. La vida prácticamente paralizada. -Escasea ya la gasolina y los alimentos. -Mucha gente, en su mayoría extranjeros, aterrorizados por la situación, sobre todo de las nucleares, huye del país o se traslada a áreas más seguras.
Nos resulta difícil imaginar un escenario tan dantesco como el que estamos viendo día a día por televisión, un drama de un país tan lejano y tan distinto al nuestro como es Japón. Pero compartimos su dolor y deseamos expresar nuestra condolencia a todas aquellas personas que han perdido a sus seres queridos. Sin embargo, no olvidemos que los japoneses han sufrido muchas otras tragedias, de las que han sabido salir: han sufrido la pesadilla de 2 bombas atómicas como “regalo” de la Segunda Guerra Mundial, proporcionadas por los ahora amigos americanos. Ha pasado el tiempo y se ha llevado las lágrimas de tantas familias..., hasta ahora, en que vuelven a llorar hacia adentro, como decía un periodistas en televisión. Y es que los japoneses deben de ser de otra casta, pues son dados a no exteriorizar sus sentimientos aunque los estén matando. Además, hemos visto la pasmosa tranquilidad, valentía y resignación con que afrontan las desgracias. Así pues, debe de ser una mezcla de educación ancestral y calamidades pasadas lo que ha hecho de los japoneses un pueblo ejemplar, admirado por mucha gente. Por otra parte, no olvidemos que han llegado a un nivel de vida envidiado por muchos. Al igual que el milagro alemán, también podríamos hablar del milagro japonés...
La vida en la Tierra nunca será fácil para sus habitantes, como no lo ha sido hasta ahora. Sin embargo, de aquí en adelante hemos de contar con la mayor perversidad que el hombre ha puesto sobre la faz de la Tierra: la energía nuclear en forma de centrales eléctricas y otras aplicaciones que pueden ser mortales. El motivo no es ni más ni menos, en mi opinión, que los delirios de grandeza que todo ser humano lleva dentro para vivir mejor a toda costa. Luchar contra este deseo debería ser a partir de hoy el objetivo prioritario de toda persona responsable y amante de la vida. ¿Quiénes nos creemos que somos? ¿Dioses? ¿Creemos de verdad que nunca habrá fallos en una central nuclear?
Tal vez el Japón nos esté dando una lección de humildad sufriéndola, además, en sus propias carnes. En cuanto a las nucleares, han cometido los mismos errores de todas aquellas naciones que las poseen, y ahora están pagando por ello. Al pueblo llano se le engaña haciéndole creer en la seguridad total de dichas centrales, cuando la realidad, como vemos es bien distinta. ¿Qué hemos aprendido de Chernobil? Mi hijo tenía entonces 10 años. A los 12 enfermó de cáncer y a los 14 murió. Mi mujer también enfermó de cáncer 2 años después. La historia la he descrito en mi libro “Sergio, una historia para recordar”, que pueden adquirir a través de mi página web www.oaldefna.org No pretendo afirmar que mi hijo murió como consecuencia de Chernobil, (nunca se sabrá el porqué), pero la OMS acaba de afirmar que el 19 por ciento de los casos de cáncer son debidos a los venenos que echamos al medio ambiente...
Cuando, como verdadera prevención hayamos eliminado de la faz de la Tierra todas las centrales atómicas y otras porquerías nocivas para la salud, nos quedaremos muchísimo más tranquilos. Todos tendremos que aprender, entonces, a vivir una forma de vida más sensata. ¿Demagogia? Cada cual saque sus consecuencias, pero por lo que a mi respecta puedo asegurar que se puede vivir sin luz eléctrica. Me crié alumbrándome con carburo, pero bebiendo agua limpia y respirando aire puro y bañándome en un río de aguas cristalinas. Por cierto, ahora contaminado.
Dejando aparte las catástrofes naturales, inevitables para el ser humano, como es el caso de los terremotos y tsunamis, los políticos han de tener muy en cuenta a partir de hoy no poner en riesgo de muerte a la población, como se ha demostrado en muchas ocasiones con las centrales nucleares, principalmente con la de Chernobil.
Finalmente, quiero rendir un emocionado tributo a los 56 empleados que luchan denodadamente, poniendo en juego su vida, para tratar de salvar la central atómica de Fukushima, herida de muerte por la falta de previsión del ser humano o acaso por algo que desconoce desde hace mucho tiempo: que es imposible que lo podamos controlar todo con respecto a la energía atómica. De que entendamos esto y, además, modifiquemos nuestra forma de vida, dependerá nuestro futuro.
* A toda la información relacionada con el tema nuclear, alojada desde Ibérica 2000... (A numerosos enlaces...)
Insertado
por: ORGANIZACION ALTRUISTA PARA LA DEFENSA DE LA NATURALEZA (FAUNA Y (17/03/2011) |
Fuente/Autor:
Sergio Reinaldo - OALDEFNA |
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Comentarios
DEBEMOS EXIGIR QUE SE APLIQUEN REALMENTE LOS PROTOCOLOS NUCLEARES DE ALTA SEGURIDAD.
SI FUKUSHIMA NO NOS HACE RECAPACITAR Y TEMBLAR... ES QUE LA SOCIEDAD SE HA VUELTO REMATÁDAMENTE INCONSCIENTE E INSENSIBLE. Y ESO NOS DIRIGE IRREMEDIABLEMENTE AL PRECIPICIO SOCIAL.
LA NUCLEAR SIN CONTROL: "es un suicidio colectivo"
Artículo de Malcolm Fraser, ex-primer ministro australiano, en Project Syndicate www.project-syndicate.org/commentary/fraser1/Spanish
* De Fukushima al desarme... Por Malcolm Fraser.
SYDNEY Meses después de que los devastadores terremoto y maremoto del 11 de marzo azotaran al Japón, el actual desastre nuclear en Fukushima agrava la tragedia en materia humanitaria e impide la recuperación. Los reactores dañados y los estanques de combustible gastado contienen unas diez veces más combustible nuclear que el reactor de Chernóbil que estalló en 1986. En tres reactores, el combustible se ha fundido, casi con toda certeza a través de las vasijas de reacción; se han abierto brechas en las estructuras de contención primaria; las explosiones han destrozado la contención secundaria (los edificios); continúan las emisiones radioactivas y no se ha restablecido el enfriamiento en bucle cerrado.
Ahora las instalaciones están inundadas del todo con más de 100.000 toneladas de agua residual sumamente radioactiva, pues se sigue vertiendo agua en ellas para impedir emisiones radioactivas en gran escala. El combustible gastado en los estanques adyacentes a cada uno de los reactores, que contienen más radioactividad que estos mismos, ha quedado también gravemente dañado, por lo que ha habido fugas radioactivas y sigue sin recibir el necesario enfriamiento estable. El combustible gastado del reactor 4 causó una explosión de hidrógeno y un incendio el 15 de marzo.
A consecuencia de ello, ya ha habido emisiones de radiación al aire, a la tierra y al océano en grandes cantidades, en escala comparable a la de Chernóbil,. Continuará habiendo más emisiones, probablemente durante años.
Y, sin embargo, mientras que el desastre de Fukushima está centrando la atención mundial en la seguridad nuclear y provocando una reconsideración de la energía nuclear, se sigue sin comentar sus consecuencias para las armas nucleares. Las reacciones nucleares que impulsan los reactores y las armas son las mismas, como también los productos radioactivos dispersados por el aire, la lluvia y el agua, en caso de que haya emisiones, con la misma falta de respeto por las fronteras y los peligros genéticos y de cáncer indiscriminado a largo plazo.
En Fukushima, una tormenta perfecta –un terremoto y un maremoto en gran escala, múltiples reactores costeros vulnerables con estanques de combustible gastado en los mismos edificios, barreras inadecuadas, pérdida de energía y generadores de reserva situados a una altura demasiado baja– puede haber parecido una posibilidad remota, pero, ¿lo era de verdad? Antes había habido ya problemas en reactores similares. La empresa que regentaba la central de Fukushima, Tokyo Electric Power Company (TEPCO), tenía una deficiente cultura de seguridad y una larga historia de falsificación y encubrimiento de datos de inspecciones y de seguridad.
Ningún reactor nuclear está concebido para soportar un terremoto de grado 8. Sin embargo, en el siglo pasado hubo 11 terremotos de grado superior a 8,5 y tan sólo en los once años transcurridos de este siglo ha habido cinco. A casi todos ellos les siguieron maremotos. El dique de contención del mar en Fukushima estaba concebido para un maremoto que no superara los 5,7 metros. Sin embargo, la misma costa había sido devastada por un maremoto de 38 m de alto en 1896 y de nuevo por otro de 29 metros en 1933.
Además, no hay reactores nucleares construidos para soportar un ataque como el del 11 de septiembre de 2001, que tampoco se había previsto. Conviene recordar que el avión que se estrelló en un campo de Pennsylvania estaba a menos de diez minutos de vuelo de la central nuclear de Three Mile Island.
Lo sucedido en Fukushima ha puesto de relieve lo vulnerables que son los estanques de combustible gastado a los daños directos o las interrupciones de la corriente, del agua o de las bombas de enfriamiento. Esos estanques contienen enormes cantidades de radioactividad de larga vida, normalmente dentro de un simple edificio, sin múltiples capas de ingeniería de contención. Cada uno de los 437 reactores nucleares del mundo y sus correspondientes estanques de combustible gastado son en realidad enormes armas radiológicas situadas con antelación o “bombas sucias”.
Además, el mundo está cubierto con 22.400 armas nucleares. Unas 1.770 de ellas en Rusia y los Estados Unidos y otras 64 en Francia y 49 en el Reino Unido están en gran alerta, listas para ser lanzadas en respuesta, en caso de avizorarse un ataque, con sólo unos minutos para la verificación y la adopción de la decisión. La historia reciente está salpicada con una letanía de falsas alertas y situaciones en las que por muy poco no ha habido una catástrofe, todas ellas imprevistas, combinaciones todas ellas de fallos técnicos y humanos. Las posibilidades cada vez mayores de un desastre nuclear mediante ataques cibernéticos aumentan el peligro existencial.
Ahora sabemos que tan sólo cien armas nucleares relativamente “pequeñas”, del tamaño de la de Hiroshima, menos de una centésima parte del arsenal nuclear mundial, podrían levantar millones de toneladas de humo negro en lo alto de la atmósfera. Allí se enfriaría abruptamente y obscurecería el planeta, con lo que reduciría radicalmente las precipitaciones y la producción de alimentos en años sucesivos, lo que causaría hambre en una escala nunca antes conocida. Podría ser la consecuencia de los arsenales de cualquiera de los diez Estados nucleares actuales, con la excepción de Corea del Norte.
Una decisión intencionada, un error de cálculo, un fallo técnico, un ataque cibernético o un accidente podrían causar la intensificación en forma nuclear de un conflicto entre la India y el Pakistán, en Oriente Medio (con la intervención de las armas nucleares de Israel) o en la península de Corea. Semejantes resultados son al menos tan verosímiles o probables –por no decir más– como que un terremoto y un maremoto en gran escala causen daños generalizados a cuatro reactores nucleares japoneses y los estanques adyacentes de combustible gastado.
Cualquier país que pueda enriquecer uranio para alimentar reactores nucleares tiene todo lo que necesita para enriquecer el uranio aún más a fin de que resulte apto para la fabricación de armas. En un reactor nuclear, entre el uno y el dos por ciento del combustible de uranio se convierte inevitablemente en plutonio, que se puede separar mediante un proceso químico y utilizar para construir una bomba, como hicieron Israel, la India y Corea del Norte y muchos temen que esté pretendiendo hacer el Irán.
Actualmente, no hay restricción alguna que impida a un país que construya una central de enriquecimiento de uranio o reprocese combustible nuclear gastado para extraer plutonio. Como hemos visto, las salvaguardas por sí solas no sirven para eso. No impediremos una mayor proliferación de armas nucleares y su posible utilización y menos aún lograremos un mundo libre de armas nucleares sin un estricto control internacional de todo el enriquecimiento de uranio y sin la prohibición de la separación del plutonio a partir del combustible gastado.
Lo que no se puede controlar se debe prevenir. En la actualidad, eso significa prevenir la amenaza del cambio climático y la erradicación de las armas nucleares, pero no podemos permitirnos el lujo de adoptar medidas para abordar una amenaza que acabe agravando la otra. Intentar reducir las emisiones de gases que provocan el efecto de invernadero mediante la energía nuclear, con lo que se intensificarían los peligros del máximo incendiario mundial –la guerra nuclear–, podría ser el más trágico de los errores de cálculo.
Malcolm Fraser es ex Primer Ministro de Australia. Copyright: Project Syndicate, 2011. www.project-syndicate.org Traducido del inglés por Carlos Manzano.
* La información tratada todos estos años en Ibérica 2000, sobre el TEMA NUCLEAR: www.iberica2000.org/Es/Busquedas.asp?Palabra=nucleares |
Nombre: Silvia Pons Oliver (09/07/2011) |
E-mail: desde Suiza |
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