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-El 20 de noviembre de 2.011 quedará en la historia de España como el día del triunfo, una vez más, de una falsa democracia.

El rebaño desconcertado

Como se ha venido demostrando tras las elecciones generales, la mayor parte de las promesas hechas a los ciudadanos por los políticos no se han cumplido. Han aprovechado el desconcierto generalizado, para que una élite de privilegiados rija los destinos de la mayoría. Esta mayoría ha caído en la trampa. Entonces, nos preguntamos, ¿para qué sirve el voto?

La guerra inútil

En nuestro país se hizo una guerra civil. Fue la muestra de la barbarie que mora en lo más profundo de nuestra alma. Pero todavía hay quien cree que las guerras solucionan los problemas. Y cuando lo cree nada menos que el hombre más poderoso del mundo, sobran los comentarios. Líderes así son un auténtico peligro para la humanidad. No obstante, los Estados Unidos, por poner el ejemplo más sonado, están considerados una auténtica “democracia”. Y como suele ocurrir casi siempre, el rebaño desconcertado -el pueblo- no sabe la verdad.

En España, el lastre de un sistema

El primer ejemplo de engaño al pueblo español, en nombre de la democracia, ha sido nada menos que el modelo de estado. Mucho se ha hablado sobre ello, por lo que cualquier persona normal cree que se tenía que haber sometido a referéndum. Así se hubiese evitado la consolidación de la monarquía en nuestro país, que aunque no gobierne, significa mucho a la hora de pagar impuestos por parte de la ciudadanía.
Cuando todo quedó amañado, con la falsa pretensión de servir al pueblo y evitar otra guerra civil, se celebraron las primeras elecciones democráticas, las del 78, que se suponía servirían para sentar las bases de una constitución para que todos viviéramos en armonía...

La situación laboral, la esclavitud de los tiempos modernos

El siguiente engaño iba dirigido nada menos que a las clases trabajadoras, y procedía del partido de turno, ganador de las elecciones. Hay que decir claramente que nunca ha importado demasiado a los trabajadores quien gane las elecciones, pues el problema es siempre el mismo: el sistema. El PSOE, en el cual inocentemente muchos trabajadores habían confiado, fue el creador de los llamados contratos basura, además de meternos en la OTAN, incumpliendo lo prometido en las elecciones. Las leyes y relaciones laborales empeorarían a partir de entonces para todos los trabajadores, cosa inimaginable, pues ni con Franco había ocurrido. Por otra parte, juró fidelidad a la monarquía y apartó a Lenin de sus postulados. Los empresarios, causantes de tantas desdichas a la clase trabajadora, evidentemente están casi tan satisfechos con el PSOE como con el PP, pues sus políticas han sido casi siempre las mismas, aunque hay que decir –sea a causa de las coyunturas económicas o no- con la derecha siempre parece haber menos paro. Pero por encima de todas estas efímeras diferencias, está el meollo de la cuestión: las desigualdades sociales causadas por unos cuantos indeseables que siempre nos han gobernado y un sistema social que les protege. Y el pueblo traga siempre lo que le den.

De mal en peor

Así las cosas, hemos llegado al día de hoy, el día en que con el concurso de los inocentes, se procede a votar. Muchos confían en resolver la crisis económica, sin darse cuenta de que esta crisis jamás se resolverá sin cambiar el sistema social y económico. Y los políticos prometen y prometen sabiendo que “no darán trigo”. A los trabajadores no les queda más remedio que someterse a la esclavitud del trabajo moderno. En cuanto al movimiento 15-M, cuyo espíritu de lucha es grande, jamás logrará, sin embargo, terminar con el capitalismo, puesto que sus pretensiones son utópicas en un mundo dominado por las exacerbadas ambiciones de los dirigentes políticos.
Lo más probable es que en el futuro las calles de nuestras ciudades se llenen de indigentes, de personas sin ningún recurso, de desahuciados, de parados y de gente dispuesta a “todo” para sobrevivir en un mundo odioso, lleno de desigualdades. Pero por encima de todo este drama, hay dirigentes que se vanaglorian de sus logros en pro del bienestar de unos cuantos, mientras más de mil millones de personas se mueren de hambre. Citemos a los 20G, a la troika de la UE, a los Bilderberger y a los dirigentes de las principales potencias mundiales. Por nuestra parte, seguiremos soñando con un mundo mejor, pero de verdad creemos que sólo un milagro nos puede salvar de una auténtica ruina económica y social.


El pensamiento globalizado y la guerra económica

Pues bien, con referencia a nuestro país, estamos convencidos desde hace décadas de que será imposible conseguir un bienestar social duradero practicando la manipulación de los ciudadanos con su propio voto, lo cual significa nada menos que traicionar la inocencia de los ignorantes. El engaño ha llegado hasta tal punto, que cuando hay elecciones, casi la mitad del electorado se queda en casa. Y tal vez llegue el día en que no vaya nadie a votar. Sin embargo, el movimiento 15-M es un claro ejemplo de cómo una parte de la sociedad ha empezado a decir basta ya de engaños, de manipulaciones, de corrupciones, de poderes económicos sólo para unos cuantos, de agresiones al medio ambiente, de que cada vez haya más pobres, y un largo etcétera. Lo que podríamos considerar como el pensamiento globalizado en pro de la democracia actual, llena de “virtudes”, parece que ha llegado a su fin, y muchos creen que ha llegado el momento de sustituirla por una democracia real. Para llegar a conseguir esto, es necesario, en nuestra opinión, una auténtica guerra económica para depurar responsabilidades.

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