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El ciclo de un sistema social perverso se ha puesto de manifiesto desde hace décadas, pero nadie ha querido darse cuenta. ¿Por qué motivo? Creemos que, en primer lugar, la inmensa mayoría de la gente no entiende de política y, en segundo lugar, los políticos tratan de adoctrinar para conseguir sus fines, abusando de la ingenuidad del pueblo. Por otra parte, hasta hace poco el bienestar conseguido por los poderosos –bancos, inmobiliarias, grandes monopolios, especuladores y un rosario más de estafadores- parecía que conseguía calmar el hambre de justicia y alimentos de muchas personas, con lo cual existía una especie de falso equilibrio dentro del capitalismo salvaje.

El principal problema de nuestra sociedad es que todavía no existe una verdadera democracia del pueblo. Y no sólo nos referimos a la sociedad española –quizá la que mejor conocemos-, sino también a la francesa, alemana, inglesa, griega, portuguesa, etc., por poner un ejemplo de las sociedades más modernas, pero con la misma y profunda injusticia social: la desigualdad entre las personas. ¿Cómo puede un gobierno ser justo y democrático partiendo de los mismos principios? Evidentemente, unos países sufren más que otros, no porque los individuos sean unos mejores que otros, sino porque quienes mueven los hilos del poder les manipulan de diferente forma para hacerles creer en la justicia y el bienestar, aunque a sabiendas de que se trata de un bienestar pasajero; este podría ser el caso de Alemania. Por el principio del capitalismo salvaje, la hegemonía de los mercados es básica, la producción sin control, también. ¿Cuánto tiempo durará este “bienestar” social? Y lo mismo podríamos decir de Francia e Inglaterra.

En cuanto a España, como bien lo saben los cinco millones de parados, la situación es equiparable a la de Grecia, Italia y Portugal, aunque ninguno de estos países tiene un índice de paro tan elevado como nosotros.
Con este panorama de fondo, los ineptos gobernantes de turno tratan de buscar soluciones, tratando de engañar a la población con falsas promesas, si bien en realidad todos saben dónde está el quid de la cuestión. Pero lo importante es el “asalto al poder” y el desprestigio al adversario. Sí, es cierto, ha habido unas elecciones..., ¿pero realmente democráticas? ¿Saben realmente los ciudadanos lo que piensan hacer los políticos con sus votos? Está claro que no. Y sino vean lo que está haciendo Rajoy nada más empezar a “gobernar”. Hasta para el ciudadano más tonto está claro que con una política de recortes salvajes, de bajar el sueldo a quienes nunca han tenido uno digno, de congelar pensiones o subirlas por debajo del IPC, de echar trabajadores al paro con los ERES a trochi mochi o con una reforma laboral que sólo beneficiará a los grandes chantajistas de siempre, será imposible llegar a superar esta crisis cíclica. Y lo más indignante es la falsedad de afirmar que no podemos seguir viviendo tan “bien” como hasta ahora, que no hay dinero. La demagogia de nuestros gobernantes llega al extremo de tratar a la gente como si fuéramos todos iguales, aunque saben muy bien que hay una gran diferencia entre “nosotros” y “ellos”. Saben muy bien que están a años luz de conseguir una auténtica igualdad y practican la política de la división, de la confrontación y hasta la del odio al adversario. Lo que hay que cambiar de verdad es el modelo de producción y el reparto de la riqueza. Lo demás, para nosotros será siempre demagogia.
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