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No sé si referirme a lo que estamos viviendo en este país como una auténtica y repugnante pesadilla social, que puede acabar muy mal.

Podría comparar lo que le está pasando a don Mariano Rajoy con la enfermiza actitud del Faraón en tiempos de Moisés, que a pesar de todas las plagas que le caían encima, se mantenía firme dentro de aquella especie de bunker, llegando incluso a perder a su propio hijo antes de ceder un ápice de poderío y dejar en libertad a su pueblo. Recordemos que su propio ejército se ahogó bajo las aguas del Mar Rojo.

Estamos viviendo la pesadilla de casi 6 millones de parados, es decir, un 26 por ciento de la población activa. El paro entre los jóvenes ya alcanza un 55 por ciento. Más de 76.000 se han marchado a Alemania y otros países. La reestructuración bancaria ha echado a la calle o lo hará en los próximos meses al menos a unos 20.OOO trabajadores.

En cuanto a diversas empresas más, como Iberia, las navales, etc., los conflictos parecen ser eternos. Además, según algunas estadísticas, la mitad de las empresas españolas están bajo sospecha de corrupción.

La “Seguridad Social” está cada vez más hundida, pues los recortes y cierres de urgencias son tan indignantes que muchos pueblos de Castilla-La Mancha han tenido que recurrir al TSJ para tratar de defender sus derechos a una sanidad accesible para todos. Véase el caso reciente de Tembleque.

Y no van mejor las cosas en lo que respecta a la educación, pues hay menos becas y más caras, los profesores tienen que atender a más alumnos y, como de costumbre, el precio de los libros es cada vez más caro.

En cuanto a la ciencia, ni se hable... Los científicos también se van a otros países. Se pretende acabar con el fracaso escolar, pero cualquier tonto se da cuenta de que con semejantes medidas jamás se conseguirá.
Con semejante panorama no es extraño que en Madrid y otras ciudades se produzca una media de 5 o 6 manifestaciones diarias. ¿Ha llegado el momento de la revolución?

Quizá no. Pero no por falta de ganas en la población, pues estamos ya al límite de una convivencia civilizada y sería necesario un nuevo líder, un nuevo Mesías que trajera una auténtica justicia social para todos y no una democracia como la que estamos viviendo. ¿Demagogia?

Pues bien, a quien piense que todo esto es demagogia, que medite un poco sobre las últimas noticias sobre el PP que, de ser ciertas (y ya se han dado mucha prisa en negarlo todo), constituyen el más grave insulto a la ciudadanía desde que empezamos a vivir esta falsa democracia dirigida. Nos estamos refiriendo al famoso caso Lluis Bárcenas, sobre el cual hoy (2-2-13) don Mariano Rajoy comunica a sus miembros y a todos los españoles que él nada tiene que ver en los cobros ilegales ni en la financiación irregular de su partido. Y para mostrar su buena fe, a partir de hoy mostrará su nómina y su declaración a Hacienda a través de su página web.

Sin embargo, es inimaginable que todo este escándalo sea simplemente un montaje, y si lo es, los ciudadanos tenemos derecho a no saberlo y vivir tranquilos. Por lo tanto, sería de agradecer que nos dejen en paz.

Pero siguiendo con el guión de estos repugnantes acontecimientos, nos damos cuenta de que el máximo responsable del Gobierno, don Mariano Rajoy, sigue firme contra viento y marea, y con él cierran filas todos sus amigos. En nuestra opinión, la justicia lo va a tener muy difícil en este país, pues la corrupción llega quizá hasta el Rey. ¿No sería ahora el momento de cambiar de sistema político ya que no lo hicieron en su momento? Tal vez sería conveniente una renovación del país entero.

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