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Las verdaderas armas de destrucción masiva

(627)

PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LA GUERRA DE IRAK

PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LA GUERRA CONTRA IRAK o
LAS VERDADERAS ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA


Los habitantes de lo que denominamos Occidente, el Primero o Segundo Mundos, dejando claro así que existe y debe existir un Tercero, nos sentimos muy cómodos sentados en nuestros sillones, frente a nuestros televisores mientras contemplamos las imágenes de una tercera parte de la humanidad muriendo de hambre ante nuestros adormecidos ojos, mentes y corazones.

Los frigoríficos están llenos de comida, nuestras casas tienen agua y calefacción. Seguimos contemplando imágenes de un tercio de los habitantes del planeta sobreviviendo y pernoctando en las calles tapados, los más afortunados, con un cartón, mientras los bordillos de las aceras les sirven de mullidas almohadas.

A pesar de ello siguen nuestros ojos, mentes y corazones hipnotizados por una dialéctica que recibimos de manera continuada a través de todos y cada uno de los medios de comunicación. Mujeres, niños y ancianos mueren diariamente por inanición. Los restos de nuestros desayunos, comidas y cenas van a parar directamente a la basura. Las enfermedades vinculadas a la falta de agua potable matan cada segundo de nuestra confortable vida a decenas de miles de seres humanos como nosotros. La pobreza, la miseria, la delincuencia son el auténtico pan de cada día de estas personas. De gente anónima como nosotros pero que han tenido la desgracia de nacer en alguno de los países más ricos en recursos naturales del planeta.

¿Y cómo es eso posible?, se preguntará alguno de los hipnotizados —¿narcotizados?— pobladores del Primer Mundo, de esta actual sociedad, de este actual Sistema que desde Shangai hasta Whasington, pasando por Moscú, París o Madrid, gobierna sobre el planeta, Sistema que, según sus representantes declaran, "es el mejor habido en la historia de la humanidad".

La respuesta a esta pregunta es bastante sencilla. Lógicamente los países que cuentan con mayores recursos naturales son los más codiciados por los señores del dinero. Señores que por lo visto no tienen suficiente con controlar los diamantes y el oro de Sudáfrica o Sudamérica; señores que poseen las esmeraldas de Colombia; las maderas preciosas del Amazonas; los yacimientos de metales preciosos, tanto los convencionales como los estratégicos; el gas natural…. Y ahora, el petróleo.

En este sentido, a quien piense que la guerra que se prepara contra Irak la están promoviendo personajes tan anodinos como Bush Jr., Blair o Aznar, para combatir el "terrorismo", o para lograr el "desarme de armas de destrucción masiva", les han dado, como se dice en mi tierra "gato por liebre", pues de lo que en realidad se trata —y afortunadamente esto lo estamos empezando a comprender— es de controlar un producto que Occidente parece necesitar de una manera desesperada, el petróleo, algo que resulta extraño en apariencia, pues al fin y al cabo estamos hablando de un producto con fecha de caducidad y que por, esas ¿casualidades? del destino yace bajo los pies de los países habitados por musulmanes.

Toda la opinión pública sabe, a estas alturas, que la guerra contra Afganistán tenía como objetivo la anexión territorial de aquel país y el control de sus recursos. Recursos entre los que cabe destacar el uranio, el oro y el petróleo. Ese fue el primer movimiento de una política dictada en apariencia desde EE.UU. y que ahora tiene como objetivo Irak, y que, si seguimos viviendo, tendrá su continuación en la anexión de toda la península arábiga, por más que los países del Golfo estén aliados actualmente con los EE.UU.

Pero sigamos con esa otra humanidad de tercera categoría. La pregunta debería ser: ¿por qué el ser humano ha perdido la capacidad de la compasión? ¿Por qué nos hemos endurecido hasta el punto de que mientras media humanidad muere carcomida por la miseria y el olvido, nosotros utilizamos (o desperdiciamos, no lo sé) nuestra vida en hacer como si nada viésemos? ¿Qué tipo de personas produce este actual Sistema: personas que somos incapaces de tomar decisiones por nosotros mismos y delegamos esta labor en un ente abstracto y monstruoso llamado Estado? ¿Por qué consentimos estas cosas? ¿Por qué depositamos nuestra confianza en personas (la casta política) de las que sospechamos que trabajan en realidad para alguien más que para nosotros? ¿Este es el logro de dos mil años de civilización: seres incapaces de actuar frente a la actual desigualdad económica con la que además nos encontramos diariamente en los aparatos de televisión? ¿Estos son los derechos del hombre? ¿No está cada vez más claro que somos personas monitorizadas a las que se ha enseñado a pensar y a actuar de una determinada manera? ¿Dejaríamos pasar un solo día más sin hacer algo si de verdad fuésemos seres humanos? ¿Merece la pena continuar prestando nuestro trabajo y sudor diarios a un Sistema económico que permite que el 95% de la riqueza mundial esté acaparada en el seno de sólo 200 familias en todo el mundo? Un Sistema que atesora el oro y la plata bajo cámaras acorazadas en la tierra del Imperio y de Europa, ¿para qué?, cuando con dichos oro y dicha plata podríamos alimentar a todos aquellos que mueren de hambre en los países donde ese oro es extraído… en todos los sentidos de la acepción?

¿De verdad estamos interesados en apoyar a un Estado que, día a día, pone sobre nuestros cuellos el yugo de los impuestos que recortan nuestros sueldos a la mitad? Un Sistema que utiliza la pantalla de la democracia para consentir que entidades supranacionales concedan créditos a unos países que a partir de ese momento dejarán de ser políticamente libres y que serán esquilmados y desposeídos porque estarán obligados a devolver unos intereses atroces que despojarán al país de todo lo valioso que albergue? ¿Por qué la democracia permite la práctica de la usura? ¿No se encargan los políticos, en realidad, de que dichos préstamos más sus intereses, sean devueltos? En economía, y todos lo sabemos, no existen ni la derecha ni la izquierda. Eso sólo es un divertimento para que los ciudadanos contemplen un melodrama en tono de confrontación en el Parlamento. La economía, que es una ciencia esotérica y mágica que muy pocos entienden, es la clave para entender el cambio que se ha producido, que se está produciendo, en la gente, en nosotros y en nuestro carácter.

La presión que la usura ejerce en nosotros no se ve, pero pesa. La hipoteca del piso, los plazos del coche, el préstamo bancario (todas esas cosas con las que, cuando terminemos de pagarlas habremos hecho ganar al banco de la nada tres veces lo que costaban en realidad) tienen además un peso psicológico que repercute en nuestro carácter. Y ese peso está sobre nosotros día y noche. Es el peso de la usura el que nos hace insensibles al sufrimiento humano. Es el peso que nos exaspera, que nos enerva, que nos pone histéricos y nos conduce a la puertas de la depresión. Afortunadamente el Estado ha logrado desviar esta presión. A nuestra disposición están los estadios de fútbol, los conciertos de rock, los carnavales; a través de esas válvulas de seguridad, podremos soltar, en una auténtica sesión de catarsis colectiva, aunque sea por unas horas, eso que intuimos que nos corroe y nos corrompe, esa energía negativa que se desprende de la usura y de todo lo que toca.

Y es la usura, directamente la usura, la que empobrece a los países más ricos del planeta. Ese dinero que los estados entregan a esas entidades supranacionales les pertenece en realidad a los habitantes de dichos países. Pero ahí está el Estado, ahí los políticos, para que esos intereses se devuelvan, sea el precio la muerte o la enfermedad de la población. Eso es la economía. Las cuentas de un país "cuadran", cuando sus Ministerios de Hacienda o de Economía, han logrado reunir el dinero que los prestamistas les exigen. Si no hay dinero, ¿habrá diamantes, ¿verdad?, o madera de caoba o ébano. ¿La deforestación?, nada sabemos, dicen los banqueros; el envenenamiento de la atmósfera por "imperativos económicos", habrá que hacerlo, dicen los banqueros. Habrá oro o plata, habrá gas natural, petróleo: ellos siempre cobrarán. De hecho, dicen, preferimos el pago en especie que en papel, dicen estos "filántropos", que conocen el precio exacto de un billete de, por ejemplo, 1.000 dólares: 50 centavos del papel incluída la imprenta.

Alguien de entre nosotros, apartando el bostezo universal que nos mantiene postrados, preguntará: ¿y para qué quieren todo eso los que ya lo tienen todo? Codicia. Codicia, Codicia. ¿Seguiremos ciegos, sordos y mudos ante la actual desigualdad económica mundial? ¿Hasta cuándo seguiremos pensando que la "democracia es el gobierno del pueblo"? El gobierno, no del pueblo, sino del planeta, está en manos de unos personajes anónimos que son quienes fijan los objetivos a escala mundial. EE.UU. es ahora mismo el país desde el que operan. Desde allí quieren imponer un gobierno a escala planetaria bajo la denominación de "democracia made in USA". Pero como hemos visto la "democracia", en lugar de ser el "sistema de gobierno más avanzado y justo" es precisamente lo contrario. ¿Qué derecho moral o ético posee EE.UU. para erigirse en el portavoz de esta democracia? ¿Conocemos la historia del F.B.I., de la C.I.A.? ¿Tenemos una ligera noción de hasta qué punto los medios de comunicación de aquél país están controlados por una férrea censura? Y sobre todo, qué autoridad moral tiene un país basado en el genocido previo del pueblo nativo americano, instigado por el mensaje de la Iglesia protestante? Miremos bien ese país que alardea de ser la "mayor democracia del mundo" y nos encontraremos inmediatamente con un servicio de policía cuyos métodos de funcionamiento nos hace recordar el que utilizaba la Inquisición en la España de los siglos VX al XVIII. Un país donde se produce cada minuto un asesinato, una violación, un atraco? ¿Este es el ejemplo que pretenden que sigamos?

De entre todas las armas letales que la imaginación de personajes enfermizos, caso de Openheimer, caso de Einstein —creadores de la bomba atómica—, ha producido, la verdadera arma de destrucción masiva, la más letal, la de mayor poder de destrucción psíquica y física, por encima incluso de la bomba nuclear, es la práctica de la usura.

Si lo que este Sistema produce es lo que se puede ver actualmente en África, Sudamérica o India, eso quiere decir que habitamos un Sistema que sólo funciona con sangre. Ese parece ser, más que el petróleo, el combustible que nos hace "avanzar" hacia un futuro cada vez más cruel, cada vez más dictatorial. Necesitamos asesinar a todas esas personas del "Tercer Mundo" para seguir conservando nuestro status privilegiado de ciudadanos "libres" del Primero.

No pueden seguir engañando a la gente por más tiempo. La mentira tarde o temprano aparece. No queda otro remedio que desandar lo andado, si es que queremos recuperar nuestra humanidad. Acabar con el Estado. Acabar con los bancos y ajusticiar a los banqueros. Erradicar el cáncer social de la usura. Prescindir de los políticos. Revisar profundamente las tres palabras que este Sistema ha consagrado y elevado a sus altares: Libertad, Igualdad, Fraternidad, por la sencilla razón de que ninguna de ellas se ajusta a sus significados. Y sobre todo porque son palabras escritas en color rojo sangre y aún, aún huelen a sangre.

¿Quién en su sano juicio puede festejar y conmemorar la muerte de media Francia bajo la cuchilla de la guillotina? ¿Cómo pueden consistir los "derechos humanos" en dejar perecer a millones de personas para que el índice Dow Jones no se derrumbe? ¿No estaremos, después de todo, viviendo en una sociedad mágica, donde a las amas las traen al mundo sus esclavas —que son quienes pagan a estos "úteros de alquiler"— y donde unos señores brillantes, sensatos y que sobresalen por encima de los demás por sus aptitudes intelectuales, dan la orden de destruir, incinerando alimentos que exceden del resultado del producto interior bruto que una nación "avanzada y democrática" se ha fijado para ese año, para ese ejercicio fiscal? ¿O es que no saben estas personas en apariencia humanas firmantes de decretos que autorizan a grises funcionarios a destruir leche, mantequilla, queso, frutas y granos sólo para que las cuentas cuadren, que están en realidad firmando condenas a muerte?

A la vista de tales evidencias es posible declarar que esto es un crimen se mire por donde se mire. A pesar de que palabras como "Progreso", o "Desarrollo" forman parte del léxico que de manera repetitiva reiteran hasta la saciedad sus portavoces, se confirma que este actual Sistema económico, político y social funciona de manera ritual o medieval, como se prefiera, donde la frase "la democracia es la panacea universal" es, además, el mayor fraude demagógico utilizado en los programas políticos que los partidos repiten en sus campañas pre-electorales.

Si echamos una ojeada a los países democráticos comprobaremos que es precisamente la democracia el sistema político que mejor compagina y conviene a los intereses de los señores del dinero, o banqueros, porque les permite operar con total impunidad amparados bajo la pantalla del "sufragio universal".

Cuando dicen que esta época histórica es "la mejor que ha existido", ¿se refieren también a los indigentes de India, a los infectados de sida en África o a los desposeídos de Sudamérica? Este es el discurso que, como si fuese una grabación continua, repiten los políticos en cada país, mientras silencian que la tercera parte del presupuesto nacional está destinado a devolver intereses a unas corporaciones antidemocráticas que se han hecho pasar por honorables cuando no dejan de ser casas de buitres carroñeros. ¿Quién nos pide nuestra opinión cuando se trata de endeudarnos con el F.M.I. o el Banco Mundial? ¿Qué harán después con dicho acuerdos los políticos de reemplazo, si son acuerdos ¡ya firmados!?

¿Por qué sólo ciertas personas poseen la prerrogativa de ganar dinero de la nada, como lo hacen los banqueros? ¿Por qué consentimos que estas entidades se aprovechen del estado de necesidad de ciertos países y concedan unos préstamos que pondrán la política y la riqueza de esos países en sus manos? ¿Cómo podremos recuperar la cordura? ¿Qué tenemos que hacer para que se nos rompa el corazón cuando veamos a un niño que es más esqueleto que niño? ¿Cuándo comprenderemos que matar a un ser humano injustamente es como asesinar a toda la humanidad?

Estaba escrito en un grafitti en la calle: "El Sistema no está en crisis, la crisis es el Sistema". Aquí reside la clave para quien quiera abrir los ojos. Hablamos de un Sistema sin referencia morales, sin límites, donde aparentemente todos somos "libres" siempre, claro está, que estemos al día en el pago de nuestros impuestos y vayamos a votar.

Por más que diariamente nos lo restrieguen por nuestras adormecidas narices, la crisis mundial, tanto la que nos afecta como la que afecta al planeta la genera el Sistema. El terrorismo es una consecuencia del Sistema, puesto que el terrorismo supone el más alto grado de nihilismo, que es precisamente lo que el Sistema segrega. Autismo. Alzeihmer. Sida. Esto no son casualidades. Cada forma de gobierno, cada civilización, produce sus propias enfermedades. El terrorismo es una de ellas, la destrucción ritual de alimentos es otra El envenenamiento de los cielos y los mares… Aunque por encima de todas ellas, y de hecho la que las genera es la práctica de la usura, que tiene como resultado el desvalijamiento de las naciones por el mágico procedimiento del crédito con intereses, o lo que es lo mismo, la muerte directa de decenas de miles de personas.

Actualmente todo se hace en nombre de la "economía". Incluso declarar la guerra a Irak. Lo dijo Greenspan: "la incertidumbre de no comenzar ya la guerra influye en los mercados". Lo dijo Horst Kuhler, el director general del F.M.I.: "Si (la guerra) es una acción de corta duración y está limitada a Irak creo que puede tener un efecto positivo para la economía norteamericana". Y otro de estos personajes, esta vez mujer, declaró: "A corto plazo EE.UU. y el Reino Unido saldrán beneficiados de una guerra porque aumentará el gasto público". ¡Comencémosla!, parecen decirle los oligarcas a los Bush, Berlusconis, Blaires y Aznares. Queremos el petróleo ya. Las vidas de miles de niños, mujeres y ancianos serán "efectos colaterales". ¡Qué le vamos a hacer!

Mientras seguimos apaciblemente adormecidos en nuestro sofá predilecto, el Imperio, pasando por alto cualquier decisión de la O.N.U o de su Consejo de Seguridad, se prepara para asesinar y masacrar de nuevo al pueblo musulmán iraquí. Ojalá sus planes se confundan en alguna de las frecuentes tormentas del desierto que en Irak se producen, tormenta que además se lleve por delante al asesino de musulmanes kurdos llamado Sadam Husein. Ojalá.

José Ciudad Naranjo
Secretario de la Asociación Cultural Anselm de Turmeda Al Taryuman
D.N.I. 5.886. 602-M
Palma de Mallorca
Teléfono: 971 71 84 00 - 660 44 06 05


Insertado por: cipi-cpn (06/03/2003)
Fuente/Autor: José Ciudad
 

          


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