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ZARAGOZA, ZARAGOZA...
Ciudad en obras...

Ciudad donde el sentido común en el terreno urbanístico, es un vocablo que los mandatarios de aquí no conocen.

Admirables son aquellas ciudades que gracias a sus habitantes, a su lucha por mejorarlas, hacen de ellas lugares habitables.

En Zaragoza, ciudad que enamora a los jóvenes, por el ambiente de marcha, las cosas van cada vez peor.

Aquí siempre estamos con obras, El parque es tan antinatural que no solo cobran a los niños por usar los columpios, sino que además parece como el punto obligatorio para que nuestros hijos puedan desfogar un poco toda la energía que llevan. Es un carrusel de gente yendo y viniendo según las pautas urbanísticas. Bastante malas, todo sea dicho.

No hay avenidas, las pocas que había las fueron achicando en aras de propiciar que la gente paseara. Adónde? Si no hay nada que ver. Es gris, es sucia,..Está llena de callejas que no soportan el aumento del parque automovilístico. Sus calles peatonales no son más que una senda de tiendas, como si de consumir se tratara, o simplemente deleitarse viendo escaparates.

Los lugares de ocio apenas existen, no se publicitan los actos culturales, no existen lugares de esparcimiento, mucho menos de reunión.
Sólo el que busque juerga tiene cabida, juerga mediocre, pueblerina. Censurada y permitida por la corrupción y los intereses de unos pocos.
Aquí no les faltaran drogas, ni camellos, ni broncas en la calle, ni borrachos tirados en ella los fines de semana.,…Pero, dónde está esa Zaragoza que conocí de joven, la que tenía garitos donde los estudiantes nos reuníamos para filosofar, para arreglar el mundo.

Ahora no es así,.. En medio de catalanes y vascos, Zaragoza se yergue en el templo del fascismo.

Los políticos no se interesan por ella, el pueblo tampoco. Nos ponen la “marcha” para que no demos oportunidad a la juventud a otras opciones que no sea irse de marcha, pensar por ejemplo. Deleitarse paseando, con el botellón si es preciso pero no hacinado en bares caros y malos. Donde el hachís es perseguido y la cocaína permitida y bien vista.
No tienen otra cosa.

La federación de barrios, no funciona como debería. El auge de inmigrantes está volviendo a los zaragozanos cada vez más racistas. El casco viejo está lleno de ratas, encontrando incluso carteles que nos avisan de ello al pasar por según que calles.

La puerta del Carmen, parece un montículo de piedras, alrededor de la cual hay una rotonda, estrafalaria a todas luces, y unos edificios totalmente discordantes con ella.

El mercado central, sigue, como las murallas, pareciendo más un pegote, que algo artístico,…y así suma y sigue.

Cada año para las fiestas del Pilar, se levantan más aceras. Cuando menos lo esperas no puedes pasar por un sitio, porque… para no variar, está en obras. Solo en mi pequeña callejuela, levantaron 3 veces seguidas la acera…que si el gas, que si el cable, que si las tuberías,...

Levantaron y colocaron las baldosas, para que al día siguiente otro volviera a desmoronar, lo recientemente arreglado. Dejando incomprensiblemente socavones. Con caídas y tropezones de la gente mayor, y la no tan mayor.
Alcantarillas que no se cambian, balcones con la mitad de sus piedras al aire... Peor ni a posta.

Por la Gran Vía no pasea nadie, por las aceras tampoco, y mientras tanto circular por Zaragoza es prácticamente imposible. Las calles siguen siendo las de hace mil años, rutas de caballos, no de coches.

Coches aparcados en dos y tres filas, atascos evitables cien por cien, con una buena infraestructura adecuada al parque automovilístico actual.
El negocio es el negocio,..Ensancharon la Gran Vía, y con ello pusieron veladores, o más bien lugares donde pagando cara la copa, puedes alcahuetear a todo el viandante, que en su rutina, estrés…tiene que pasar por allí.

En los hospitales se experimentan fármacos sin que los pacientes lo sepan, cuando se quiere imponer un cambio se prueba antes aquí.
Ya hace años que los zaragozanos, muchos, pensamos que, esto es un pañuelo lleno de mocos, Todos nos conocemos, pero ninguno nos hablamos, vamos a lo nuestro, no somos esas gentes nobles, baturras, sino una ciudad de caciques, pues así interesa dada nuestra ubicación y nuestro conformismo.

El río Huerva , en pleno centro, está todavía al descubierto, con ratas campando tranquilamente, que luego se pueden ver, las noches de verano por la G. Vía zaragozana, que se supone es lo mejor de la ciudad.

Las noches de los viernes se convierten en una pesadilla, la gente colocada saltando encima de los coches y tirando los contenedores. Refugiándose en los portales hasta que sea hora de los bares de “empalmada de juerga”.

Paseando por la ciudad universitaria, otro de los pocos y malos rincones para los niños, se ven jeringuillas puestas a mala uva, entre los arbustos.
Hace unos años ni con sandalias se podía sacar a los niños porque las aceras están llenas de jeringuillas. Ahora menos. Por suerte.

Mi ciudad no es ya mi ciudad, ya no existen lugares de encuentro de ideas, solo un consumismo desmesurado, ejemplo de ello son las tiendas de moda alrededor de los dos centros del Corte Inglés.

Se está yancofilando Zaragoza, se come en hamburgueserías, en mi manzana hay más de 6 sitios de comida rápida, 3 pizzerías, 2 ó 3 restaurantes chinos, y varios de comida rápida. En una manzana.
Por cada librería hay más de mil bares, y lo que habrá en tal de que el zaragozano no piense más que en divertirse. No interesa que Zaragoza se rebele, es cuna de fascistas, es su feudo frente al nacionalismo vasco y catalán.

Pero lo peor es que los ciudadanos no nos movemos, sólo para huir e irse a vivir a las construcciones de las afueras. Y…Tira de coche, si quieres ir a algún sitio.

Ni siquiera los hospitales están bien comunicados. El H. M. Servet, puede, pero el H .Clínico Universitario, no.

Si una ambulancia lleva prisa tiene que sortear demasiados obstáculos para llegar a tiempo. Si se pasea por la ciudad no nos vemos, vamos todos a nuestro rollo. El trabajo, la rutina, la compra, el paseo por las aceras intransitables…ver escaparates…Nada gratificante.

Zaragoza se ha convertido en un pueblo grande sin infraestructuras de ciudad, como es. Demasiado impedimento para la comunidad y la comunicación.
Aquí no se mueve nada que no sea el dinero.

En una ciudad así no se que pintamos los habitantes, si es inhabitable.
No hay carriles para bicicletas, hasta hace unos años en la ciudad universitaria, llena de niños, circulaban los coches a sus anchas, las motos van en la cuerda floja ante mogollón de coches y autobuses que por normativa (estos últimos) deben hacer el recorrido en un tiempo establecido, sin importar el avasallamiento que eso implica.

Lástima de ciudad, la 5ª de España en habitantes, y la más cateta.
Sólo el que ha vivido aquí puede entenderlo, pues parece imaginación, pero es la realidad, todos nos conocemos la cara, pero pocos nos conocemos de verdad. Demasiados impedimentos para ello.

Y como si de niños se tratara, colocan garitos tipo al café hispano, donde acuden en busca de rollo de una noche 40-50ton@s, perdiendo así la poesía que también encierra el encuentro fortuito, el de si te he visto no me acuerdo. Ahora hay que ir de propio. Hipocresía por todas partes. Ni nobleza, ni amistad.

Como ya decía La Bullonera en una canción: Zaragoza, Zaragoza, el que no se jode, goza.
Pero gozan pocos.

Aunque siempre es gratificante encontrar a alguien que piensa lo lamentable que es, esta falta de respeto que nos tenemos, alguien que te dice…”somos cuatro los que pensamos así” y al que le contesto mientras seamos cuatro, aún queda esperanza.

>> Autor: Gloria Garcés Tébar (12/12/2004)
>> Fuente: Gloria Garcés Tébar


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