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LA DUDA Y EUROPA
Con estas reflexiones acabo el capítulo de "la duda".
Mi artículo anterior "Apología de la duda" responde a una convicción intelectual, pero también era preparatorio...
Fíjense los furibundos partidarios del NO al Tratado europeo qué complicado es a veces tomar una decisión debiendo elegir necesariamente entre un sí y un no. Yo dudé largo tiempo, pues no había ninguna prisa, y así lo confesé. A mi juicio el NO estaba justificado si pensaba sólo en una sola dirección: en esa que apuntaban varios colectivos. Pero eso significaba también dar prioridad a lo que, también para mí, era la letra menuda del contrato, es decir, aspectos secundarios y convalidables más adelante en la futura integración.
En ese sentido, según las objeciones difundidas por los partidarios del NO, decir SI a la Constitución europea era, por decirlo así, como ponernos la soga al cuello renunciando a derechos e identidades colectivos que se dice no admiten espera ni negociación. Pero el dilema fue resuelto al final por mi pensamiento clásico y humanista, que se situó en esta ocasión por encima de mi talante izquierdista radical pero no dado a solidarizarme sin más con consignas difundidas por otros. Es lo que tiene el ejercicio de la libertad...
Había mucho tiempo para pensárnoslo. Y al poner en el proceso de reflexión el gran angular al objetivo, me di cuenta de lo siguiente: que Europa, en tanto que supraentidad política ahora en formación, comparada con Estados Unidos, tiene una rentablidad social en inversiones en educación y sanidad claramente superior a la estadounidense donde 45 millones no tienen cobertura sanitaria; que la mortalidad infantil allí es el doble que en Suecia; que el 20% de su población está en el umbral de pobreza frente al 12% de la italiana, por ejemplo, y así sucesivamente; que Europa, salvo en poderío armamentístico, está muy por encima de Estados Unidos en la mayor parte de las cuestiones que importan globalmente a toda sociedad. La productividad de la mayoría de los países de Europa es superior a la del imperio, y las inversiones europeas en USA superan en casi el 40% a las americanas en Europa, lo que significa que cada vez existen más empresas norteamericanas controladas por capital europeo, etc. (Joaquín Vidal-Beneyto). Si Europa está por encima fragmentariamente ¿qué razones hay para no reforzarla políticamente, que es lo que no quiere EE UU?
La disyuntiva, para mí, ya no estaba en UE sí, UE no, sino en elucidar eso que se ha dado en llamar "atlantismo". Era, atlantismo sí, atlantismo no. Al menos estaba, y está, mucho más cerca de tener que dirimir un enfrentamiento más o menos declarado o latente entre Europa y EE UU, que de la paciencia o impaciencia por conseguir reconocimientos territorialistas e identitarios que, a mi entender, admiten espera. Y en cambio el subrepticio contencioso entre Europa y Estados Unidos, no.
En la medida que se constituya una Europa política y económicamente unida -así lo vi-, nos iremos alejando de la indeseable hegemonía norteamericana, en estos momentos sólo reducida a lo militar y a su capacidad de inescrúpulo. Nos distanciaremos de su ruptura con los valores humanistas del respeto a personas, pueblos y culturas. Ellos, los Estados Unidos, no sólo predican el unilateralismo, es que lo imponen. Lo persiguen, como persiguen el multiculturalismo, bajo la excusa de estar haciendo universal la libertad. Y conseguir una Europa políticamente unida, representa un contrapeso institucionalizado de poder del que tan necesitado está el mundo. De aquí la dificultad de resolver mis dudas entonces, en contraste con la clarividencia de los que propugnaban el NO con ardor y cierta hostilidad hacia lo contrario.
Que Francia esté ahora también en la cuerda floja de los mismos titubeos no avala la rotundidad del NO, sino la dificultad de pronunciarse sin vacilaciones en este asunto. Al final todo depende de si miramos a Europa buscando sólo un hueco para nuestra representación cultural en ella, o si miramos a ambos lados del Atlántico al mismo tiempo y en toda su extensión. En mi caso, y supongo que también en el de otros, al final pudo más la repulsión que sentimos hacia la administración política aberrante de unos Estados Unidos que ahora sólo son una nación conquistadora o depredadora por encima de todo y por procedimientos criminales.
De mis dudas entonces ya queda cumplida constancia en estos foros.
No obstante, en el último momento, nuevo motivo de consternación en mi devoción a Europa: saber que apoya la resolución de EE UU condenando a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, cuando EE UU se burla sistemáticamente de esos derechos en Guantánamo y en tantas otras cosas, y cuando ni ellos ni Israel cumplen numerosas resoluciones de la ONU. Y todo sin que, en Europa, nadie rechiste ni les haga frente...
Pero ¿hay algo que, aparte del abuso, la prepotencia y el crimen, no ofrezca dudas?
>> Autor: Jaime Richart (23/03/2005)
>> Fuente: -Jaime Richart
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