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UN MIEDO GLOBALIZADO CASI PERFECTO
Debemos coexistir como seres humanos...

Al principio la mano de obra de los individuos fue globalizada, mas hoy por hoy todo está globalizado menos las migraciones. Por tanto, adivinamos que, como nos temíamos, la globalización no ha sido perfecta. Desde principios del presente año estamos asistiendo a una crisis migratoria en Europa, y, siempre, en sus fronteras del este y el sur, respectivamente.

Artículo de opinión:
Un miedo globalizado casi perfecto

Esto nos conlleva, ineludiblemente, a desarrollar una política europea de inmigración–hasta la fecha no desarrollada–, que reconduzca la movilidad de las personas entre los diferentes países–desde los más pobres a los más ricos–, y, claro está, reconociendo que ésta produce problemas muy complejos en el siglo XXI.

Y en esta vida para todo existe un límite, que hay que resolver de una vez por todas: tenemos demasiados inmigrantes. Si ha de establecerse un control sobre la llegada de los últimos, me pregunto quiénes son ilegales. Y a continuación quiero razonar en el sentido de que hay que establecer unos requisitos mínimos de seguridad, para su entrada en los diferentes estados.

Todo lo cual nos encamina a comprender que se produzca --en nuestras mentes--un miedo globalizado casi perfecto.

Había dicho Mohandas_Gandhi que “no podrán sobrevivir aquellas culturas que pretendan excluir a los demás”. Y esto de las culturas es hoy una realidad.

Desean los inmigrantes venir a trabajar con sus propias manos, con sus propias culturas, con sus propios miedos... a un mundo nuevo, diría yo, donde la movilidad y la comunicación están al alcance de la mano. Y son culturas, lenguas y religiones desiguales, que, naturalmente, han de convivir con las de otros países para conseguir un mundo mejor y más equitativo, para construir una verdadera globalización. Para que nadie se tenga que morir de hambre, sed y justicia. No basta con extender allende los mares una economía de mercado, que transfiera capitales (por dineros) allí donde estos sean más rentables, y, a la vuelta de la esquina, volver con los bolsillos llenos de millones de euros, de millones...

Debemos coexistir como seres humanos que somos, mas no explotar la mano de obra barata, abandonando los territorios una vez que han sido esquilmados.

Hemos de reconocer que al entrar demasiados emigrantes, sin duda, podrían ocasionar consecuencias bastante negativas en las poblaciones–gentes–de los países receptores, pero, también, hemos de comprender que al liberalizar el comercio mundial entre las naciones avanzadas se frustran numerosas empresas, y que, a la corta o la larga, éstas tengan que cerrar sus puertas (pérdidas de empleo, limitación de plantillas, jubilaciones anticipadas...).

En resumen: volvemos a crear “un miedo globalizado casi perfecto”.

Converso con mi pensamiento, y él me dice: “¿Para qué sirve tanta riqueza en nuestras manos?” Si la riqueza fomenta compasión, uno desea ser pobre; si la pobreza genera odio, uno desea ser rico. Y es que el hombre es insaciable en cuanto a la posesión de riquezas (por bienes terrenales). “El dinero es como el abono que se echa a la tierra: de nada sirve si no se extiende”, dejó escrito Francis Bacon.

Hemos de desterrar para siempre la compasión para el pobre y el miedo a la globalización. Porque estableciendo un dialogo intercultural entre los seres humanos , se puede llegar a tratar de crear un mundo globalizado donde los pobres sean un poco menos pobres, y los ricos sean un poco menos ricos: distribución equitativa de la riqueza.

Hay en el mundo cuarenta multimillonarios que distribuyen migajas de angustia y dolor, y así vemos morir, todos los días del año, miles y miles de niños que nacen, única y exclusivamente, para tener una muerte pronta, angustiosa y dura.

Así, y lo creo firmemente, los conflictos culturales que se fomentan con el problema de la inmigración se irían resolviendo, poco a poco, con un comportamiento civilizado entre razas, culturas y religiones. Las democracias se hacen fuertes, sin duda, respetando la pluralidad y la diversidad entre culturas y continentes.

La globalización triunfará, siempre y cuando, establezca pilares sólidos donde se asienten ideas convergentes para el desarme mundial. EE.UU., Inglaterra, Irán, Corea del Norte, Israel y el fundamentalismo islámico... no están por la labor. La violencia siempre engendra violencia, y esto es bien sabido. Los países que no dialogan, y se dialoga por mediación de la cultura, están abocados a una confrontación bélica constante. Piensa uno que indefinida.

Quizá no exista la globalización perfecta, pero todos hemos de contribuir al desarrollo y levantamiento de ese “tercer mundo” olvidado y masacrado por propios y extraños.

Las religiones deben acostumbrarse a la convivencia y el respeto mutuo, porque éstas ayudan a los hombres a superar sus miedos: miedo a la muerte, miedo al dolor, miedo a perder la cabeza...Todas las religiones son verdaderas y, desde lugo, todas tiene un solo Dios: el Dios de todas las religiones. “Si tienes dos trozos dos trozos de pan, da uno a los pobres; vende el otro y compra jacintos para alimentar tu alma” (poema indio).

La Coruña, 7 de noviembre de 2006
* Mariano Cabrero Bárcena es escritor (Copyright)

>> Autor: Mariano (07/11/2006)
>> Fuente: Autoria propia/ Mariano Cabrero Bárcena


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