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ANDALUCÍA, QUÉ TIERRA
Semana Santa andaluza
-Siempre he sentido cierta sugestión por la Semana Santa andaluza, y por desgracia nunca la he visto en vivo, como espectador, pero entiendo que, aparte de su religiosidad que la Iglesia Católica defiende y nosotros los católicos también, no podemos obviar ni por un momento, hoy por hoy, que la misma se ha convertido en una “manifestación cultural magnífica”, en la que participan gentes de todas las clases sociales: clase baja, clase media y clase alta. Andalucía si la conozco y, por esta razón, debo decir: Andalucía es bella, Andalucía , ¡qué tierra!
- Siempre he dicho, y lo seguiré diciendo, que el hombre/mujer es un animal de costumbres, cambiando nuestros hábitos en virtud de circunstancias, que nos rodean en determinados momentos de nuestras vidas: sí, amigos míos, ¡luchemos por nuestra supervivencia! Hemos de hacerlo, sin duda, unas veces como meros espectadores, y otras muchas como protagonistas.
En cualquier ciudad de España se celebran fiestas, certámenes, festivales, conmoraciones, procesiones…, que definen la idiosincrasia de sus pobladores: respetemos a éstos y a aquéllas, que forman parte de sus creencias y costumbres que han recibido-como un tesoro-, de sus antepasados. Porque unas y otras arraigan en las personas para desarrollar el hábito de sus propias libertades.
Nuestros pensadores, ya fallecidos, Ortega y Gasset y Unamuno, nos hablan de la vida: el primero(“Meditaciones del Quijote”), nos dice: “La vida es libertad en la fatalidad(...), porque consiste en llevarse y soportarse y conducirse a sí misma”; y el segundo,(“Diario íntimo”), nos manifiesta: “Se dice y acaso se cree, que la libertad consiste en dejar crecer una planta(...); en no podarla(...), si sus raíces se encuentran al poco de nacer, con dura roca impenetrable(...)”. Así pues, si una planta es libertad, si una vida es libertad, cómo se puede entender…que no sea uno libre de ir o no ir a los toros, sino que, por el contrario, El Parlament de Catalunya aprobó -gracias al voto de CiU- prohibir las corridas de toros a partir de 2012. Paradojas de la vida.
Siempre he sentido cierta sugestión por la Semana Santa andaluza, y por desgracia nunca la he visto en vivo, como espectador, pero entiendo que, aparte de su religiosidad que la Iglesia Católica defiende y nosotros los católicos también, no podemos obviar ni por un momento, hoy por hoy, que la misma se ha convertido en una “manifestación cultural magnífica”, en la que participan gentes de todas las clases sociales: clase baja, clase media y clase alta. Andalucía si la conozco y, por esta razón, debo decir: Andalucía es bella, Andalucía , ¡qué tierra!
Junto al fervor popular caminan al unísono penitentes descalzos arrastrando cadenas sujetas a sus respectivos pies (esas cadenas quizá expresan los ‘siete pecados capitales’, todo es cuestión de imaginárselo…), como si tratarán de enseñar a todo el mundo su arrepentimiento; a su mismo lado caminan otros que flagelan sus cuerpos como una especie de penitencia prometida: así es, amigos míos en nuestra querida Andalucía. Los andaluces son creyentes desde que nacen hasta que mueren: ¡Viva la madre que los parió! En cierto modo les envidio por su fe, por la fe que mamaron desde pequeños.
Las vestimentas de los cofrades son desiguales. Los capirotes o gorros son de distintos colores, alternando el color amarillo de unos con el color negro de otros; ahora pasan más cofrades con capirotes azules, verdes, morados…: una verdadera policromía digna de ser vista y contemplada. Esto es espectáculo, sobre todos para los extranjeros que se encuentran de vacaciones en tierras españolas, tan españolas como las andaluzas. El andaluz es por encima de todo andaluz, y después desea ser español. Y los demás españoles estamos muy satisfechos con su postura: al menos, el articulista lo está. También deberían de estarlo nuestros queridos amigos catalanes: su autonomía se levantó a pasos agigantados, y, a partir del año 1960, gracias a la afluencia a sus tierras de andaluces, gallegos, aragoneses y extremeños. Todos sabemos que los pobres son nostálgicos, y que los ricos son cosmopolitas.
No puedo olvidarme ni por un momento de una ‘saeta’, de ‘un paso’ o de ‘un penitente’ en la ‘Semana Santa’ andaluza. Manuel Machado honró a ‘LA SAETA’, Campos de Castilla, CXXX (1907-1917), cuando dejó escrito:
¿Quién me presta una escalera? El Cristo de los gitanos.
¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta Popular
¡Oh, la saeta, el cantar/al Cristo de los gitanos, /siempre con sangre en las manos, /siempre por desenclavar!/ ¡Cantar del pueblo andaluz, /que todas las primaveras/anda pidiendo escaleras/para subir a la cruz!/ ¡Cantar de la tierra mía/que echa flores/al Jesús de la agonía, /y es la fe de mis mayores!/ ¡Oh, no eres tú mi cantar!/ ¡No puedo cantar ni quiero/a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar!
(Quien cantaba ‘saetas’ por todo lo alto fue la gran cantante, ya desaparecida, Rocío Jurado: ¡Qué Dios la tenga en la gloria!)
Y es que ahora se me despierta la vena de poeta, esa vena… que todos llevamos dentro:Es la mujer andaluza, / es la española mujer; / sangre corre por sus venas, / venas llenas de placer. / ‘Semana Santa, alegría; / Semana Santa, tristeza; / Semana Santa andaluza: / no contarla hay que verla. / El ‘Cristo’ que va yacente; / María que va llorando; / un cante que sale al aire, / aire con alma, corazón con aire. / Cantos de mujer, de hombre…/que se elevan a los cielos, / que pronto a tierra vuelven. / Son lamentos, lágrimas todas, / perdón piden, piden gloría: / ¡Qué imponen cuando se oyen, / qué ensalzan cuando se cantan!
Dicen de ‘Semana Santa’, la andaluza es alegre: alegre tiene que ser, en tierra con ‘cante’ alegre. ‘Saeta’, cante andaluz; copla de los mil amores; saeta de los mil perdones, copla cante de muerte. ¡Bendita tierra qué es ésta!: donde nacieron poetas, Lorca y Machado juntos. ¡Éstos si fueron poetas!/ Andalucía, ¡qué tierra!
El sentimiento religioso siempre va unido al sentimiento festivo. Nunca sabemos cuánto durará una procesión: cuatro o cuatro horas y media. ¡Qué más da…! Pasan curas y más curas, señoras vestidas de negro con peineta a la española, retumban los tambores, y las gentes se dedican a sacar fotografías con sus cámaras digitales: una, dos, tres…, y mil y una también; los flashes lanzan miles de destellos, hasta que las pilas recargables, manifiestan: “Estamos agotadas”. “Mañana veremos el video en mi casa”, le dice un forastero a otro. Éste le responde: “No te preocupes, amigo mío, que llevaré unas cuantas cervezas bien fresquitas, ¡verás que bien lo vamos a pasar!”.
No podemos olvidarnos de los costaleros: aquellos que llevan a hombros su ‘Cristo’ o su ‘Virgen’ de turno. Quizá el origen de los mismos data de 1647(?), mas no lo sé con exactitud. Si me consta que son voluntarios, hombres fuertes y de fe viva, que marchan por debajo de ‘los pasos’ tapados por los faldones de éstos, y no sabe uno de dónde sacan tanta fortaleza para soportar el enorme peso que portan sobre sus hombres: Entiende uno que les mueve la fe… ¡Qué no les falte nunca!
La Coruña, 6 de marzo de 2011
Copyright© Mariano Cabrero es escritor
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Fotografía(C C)= (CC) fotos/galeria/12_06.jpg, El Cristo de los gitanos
>> Autor: Mariano (06/03/2011)
>> Fuente: -La Coruña( España )/ Mariano Cabrero Bárcena
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