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PERO ¿ES QUE NO SE VEÍA VENIR?
Me refiero a la sequía...
A edad temprana, es decir, muy pronto, empecé a tener un pobre concepto de mis conciudadanos como pueblo.
Y ello, en la misma medida que observaba hasta qué punto brillan las grandes individualidades que, generalmente, se ven obligadas a emigrar. Y lo digo en presente pues no es muy diferente hoy día. No hay manera. Este país, del que se dice por el contrario que nadie se quiere ir cuando ha venido a trabajar (me sospecho que se refieren más a los que vienen a figurar y a mangonear que a los que propiamente vienen a “currar”) está frenado "masivamente" por lo que ya son tópicos: la envidia, por encima de todo, la arrogancia y pretenciosidad de los necios, la psicología y reino de los “jefes” por encima del valor del criterio científico. (Recuérdese qué sucedió con la lamentable manera de “resolver” un político el caso Prestige)
Pero también el no tan tópico concepto sobre muchas cosas; esas que inspiran a las colectividades y las configuran como tales para ser lo que son y como son. (He aquí, por cierto, una cuestión fundamental donde se aprecian las diferentes sensibilidades en este país en conjunto que desde hace mucho tiempo aconsejaban su organización sociopolítica en Estados Federales). Este es un país donde ordinariamente se confunde laboriosidad con agitación y aparatosidad, audacia con temeridad, precaución con cicatería. Y así sucesivamente. El catolicismo ultramontano interviene también mucho en el "desarrollo" mental individual retardador de la madurez colectiva. El resto lo pone ahora la noción de competitividad salvaje, importada desde hace unas décadas de donde todos sabemos. Esto es simple geografía humana. Ni siquiera sociología, tan pretenciosa a veces con sus frías estadísticas humanas a cuestas y determinantes a menudo de mucho desatino político.
Y ahora llego a donde quería ir a parar: a la sequía en que estamos sumidos dramáticamente. Y con ella relaciono todo lo anteriormente dicho.
Los políticos no son buenos o malos en función de sus habilidades oratorias o para la charlatanería. Ni se mide su altura de miras por la habilidad para sortear los problemas sociales y resolver los económicos, en general siempre precariamente. Justo esto, salir del paso de todo, es lo que han sabido hacer los anteriores gobiernos de cualquier color, más o menos condicionados y disculpados por la coyuntura, por la transición, por los intereses difusos de la nación que domina los mercados, etc. La grandeza o pequeñez de un gobernante se calcula, por encima de todo, por su capacidad de previsión. (Por algo los augures —a falta de Ciencia y de científicos— tuvieron en la antigüedad tanto predicamento para los políticos). Ningún gobernante de nuestro país de los últimos 25 años la ha tenido. Ni ha querido saber nada de ella. O no le han dejado, que viene a ser lo mismo. Es molesta, arriesgada, fatal para las expectativas electorales... Por eso decía que aquí hay mucha temeridad (entrar, por ejemplo, en una guerra injusta lo es) y poca audacia; mucha cicatería y muy poca aptitud de anticipación y de previsión por estos pagos...
¿Cómo es posible que ninguno político, ningún gobernante, hayan barruntado algo que un pastor de ovejas “sabía” desde hace mucho tiempo; algo que la Naturaleza venía advirtiendo hace por lo menos desde una década; estando la Naturaleza, como dice Galileo, scritta in lingua mathematica? ¿Cómo es posible que, para no alarmar, nadie haya sabido planificar una "severa" educación sobre el agua y su uso, simplemente porque (cada año más angustiosamente) terminaban los embalses por alcanzar el 75% de su capacidad? ¿Cómo se explica que el desastre climático —no el cambio, pues todo cambio supone un régimen que ya no existe en tanto que algo previsible, ni en el clima ni en pluviometría— no haya alertado hasta ahora a los sucesivos gobiernos como para situar el asunto en la cúspide de lo prioritario en precavernos? ¿Qué esperan los políticos que pensemos de ellos cuando sólo se les ve atentos a trivialidades en comparación con este magno problema humano, en un país donde a su sequía estructural, ínsita en su climatología local desde siempre, se ha venido sumando el proceso de desecamiento que sufre el planeta; es decir, un país donde, sarcásticamente, no llueve sobre lo no mojado?
¿Quién se atreve a razonarnos por qué se intensifica la construcción de chalets con piscina individual como uno de los principales atractivos para su venta? Porque esto también atañe a la política y a su miopía sobre el asunto...
Es cierto que si la psicopática y suicida política de los países occidentales, con el imperio a la cabeza renuente a firmar el Protocolo de Kioto y a unirse a las medidas que hasta un tonto se le alcanzan; con sus emisiones de gases, sus talas bárbaras, sus industrias contaminantes, su aportación incesante de la automoción, etc.... no tiene "remedio". Si estamos condenados ya, y el planeta no se va a regenerar, o nosotros no lo veremos, ¿qué se puede hacer?
Pues en primer lugar, como la desecación planetaria es indudablemente irrefragable pero va por zonas, retrasarla en lo posible. Luego, concienciar a la población urgentemente que "esto", esta vida regalada a base del agua sin tasa, debe acabarse, y abandonar los trasvases y la construcción de más embalses, que son política del avestruz, esa del "pan para hoy —que se ha seguido siempre—, hambre para mañana". Por último, tener a toda hora presente el dictum griego: "Los dioses ayudan a los que aceptan y arrastran a los que se resisten". Si no nos ayudamos mutuamente en momentos tan críticos como los presentes y los que se avecinan, la guerra por el agua, en España, no será precisamente una metáfora.
>> Autor: Jaime Richart (02/05/2005)
>> Fuente: -Jaime Richart
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