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LOS HUMEDALES DEL SUR DE MADRID.
Lagunas, Charcas y Balsas, un paisaje ancestral que desaparece vertiginosamente.
Durante siglos un considerable número de humedales salpicaban las campiñas al sur de la capital. Estos humedales y sus inestimables valores ecológicos desaparecen rápidamente hoy en día, victimas del desprecio institucional y del desconocimiento y/o la incomprensión de la población local.
La inmensa llanura cerealista que se extiende al sur de Madrid, no acoge tan solo la mayor densidad de población de la región, sino también ecosistemas de gran valor ecológico, como pueden ser los humedales estacionales.
Estos humedales dispersos por las campiñas, aparentemente inertes, poseen sin embargo numerosos valores ecológicos que iremos viendo en este artículo.
La Cuenca de Madrid.
Perteneciente al Acuífero Terciario Detrítico de Madrid-Toledo-Cáceres o acuífero nº 14, dicha Cuenca limitada al norte por el Sistema Central y al sur por los Montes de Toledo, se originó al rellenarse la fosa media del Tajo durante el periodo Terciario con los aportes de sedimentos procedentes de dichos sistemas montañosos.
Es concretamente durante el Paleógeno -Oligoceno, hace unos 34 millones de años-, cuando se depositaron diversos materiales detríticos como margas, yesos, arcillas, arenas y areniscas, aunque la mayor parte de la misma se formó durante el Mioceno, hace unos 23 millones de años.
En esta última Era geológica, pueden diferenciarse tres formaciones fundamentales: la facies de borde, en la que los materiales sedimentarios corresponden con aquellos presentes en la roca madre de las formaciones montañosas colindantes, así en la zona de Madrid predominan los depósitos de granito de la sierra de Guadarrama; en la zona de Guadalajara y Alcalá de Henares predominan los depósitos de pizarras, gneises y esquistos procedentes del Sistema Central Oriental y en la zona de Toledo predominan los depósitos de granito, provenientes de los Montes de Toledo.
Litológicamente hablando, estos sedimentos son de naturaleza arcósica, con matriz arcillosa, siendo la facies de mayor interés hidrogeológico a pesar de estar constituida por materiales de baja permeabilidad en general.
La facies de transición o intermedia formada por materiales originados por la mezcla de materiales detríticos de la facies de borde y los de origen químico de las facies central. Son las margas, arcillas, calizas y yesos los materiales predominantes, intercalándose en ocasiones los materiales arcillosos-arenosos de los depósitos de Madrid y Guadalajara.
La facies central o química, ubicada en el límite oriental de la Cuenca, almacena sedimentos evaporíticos (margas, calizas y yesos).
Tanto sobre el acuífero de Guadalajara como más al sur, encontramos otros materiales del Plioceno -hace unos 5 millones de años- que han fosilizado materiales del zócalo y otros materiales de origen Cretácico, estos materiales pliocénicos forman una raña de escaso interés hidrogeológico.
Además de estos sedimentos del Terciario, aparecen otros depósitos de origen Cuaternario, de origen fundamentalmente fluvial, que se acumulan en las terrazas y valles de los principales ríos de la Cuenca de Madrid, adquiriendo una extensión importante al este de la misma y unos espesores que generalmente no alcanzan los 10 metros de profundidad.
El funcionamiento del acuífero.
Desde antiguo han sido numerosos los estudios puntuales que se han realizando sobre el acuífero de Madrid, pero fue la Cátedra de Geodinámica de la Universidad Autónoma de Madrid y López Vera, los que desde mediados de los años setenta establecieron las bases del funcionamiento del acuífero. Este acuífero se considera actualmente el mejor estudiado de la península Ibérica.
El acuífero de Madrid almacena un volumen de agua de unos 3 millones de Hm³, ocupando una extensión de 3.700 Km.², siendo muy variable su profundidad.
Esta gran diferencia de profundidades del acuífero, esta directamente relacionada con la estructura geológica de la fosa media del Tajo.
Esta fosa tectónica está formada por una serie de bloques hundidos y levantados desarrollados sobre el zócalo cristalino impermeable compuesto por granitos, gneises, esquistos, pizarras, etc.
Las distintas profundidades a las que se encuentra el techo de estos bloques condiciona la profundidad de las cavidades que forman y por lo tanto la del acuífero.
Así, la profundidad media de este acuífero alcanza unos 1’5 Km., aunque en la vertical de Las Rozas-El Pardo el acuífero alcanza una profundidad máxima de más de 3 Km. (Cadavid, 1977), siendo de 2’5 Km. en la vertical de Brunete, de 2 Km. en las proximidades de San Martín de la Vega, de 500 m. en pasillo Esquivias-Atienza o de tan solo 200 m. en el estrecho de Talavera de la Reina. El grosor o potencia de los sedimentos detríticos que rellenan este acuífero depende por tanto de la profundidad de este.
Estos sedimentos detríticos, contactan con las rocas plutónicas y metamórficas del zócalo hercínico del Sistema Central, a través de una serie de fallas inversas, en las que la presión ejercida por los materiales serranos desplazan bajo si mismos los materiales detríticos de la fosa del Tajo, creando un desnivel de más de 1.000 metros.
Quizás la más conocida sea la falla de Torrelodones, la cual esta rellena por materiales de transición; de esta forma, los bloques de gneis y granito de la sierra de Guadarrama se encuentran mezclados con las arenas y arcillas de la fosa del Tajo.
Estos materiales detríticos terciarios han configurado un acuífero, que a pesar de estar subdividido en función de su granulometría, se considera un único acuífero al estar interconectado hidráulicamente.
Es además considerado un acuífero libre, es decir freático o no confinado, ya que la superficie de la masa de agua subterránea esta en contacto con el terreno no saturado de agua, y por lo tanto a la misma presión atmosférica que la superficie terrestre.
También se considera un acuífero heterogéneo, al estar compuesto por distintos niveles arenosos discontinuos que se disponen en una matriz limo-arcillosa de menor permeabilidad.
Por último, es un acuífero anisótropo, ya que la distribución de las distintas capas de sedimentos superpuestas causan que la permeabilidad sea distinta en la vertical que en la horizontal, por lo que la recarga del acuífero se realiza principalmente por infiltración del agua de lluvia, del riego, de cursos fluviales o de humedales.
La recarga del acuífero a partir del agua de lluvia, se produce en los interfluvios, en los que esta se infiltra, produciéndose la descarga en los valles y cauces fluviales.
El agua infiltrada circula fundamentalmente de forma subvertical descendiente en las áreas de recarga y ascendiente en las de descarga, circulando horizontalmente en el resto del recorrido, por lo que los flujos de agua son curvos.
La extraordinaria profundidad del acuífero de Madrid y su abrupto relieve permiten la existencia de flujos a distancias variables, así existen:
-Flujos locales, que se originan entre interfluvios y valles colindantes a ellos, estando presentes por todo el acuífero de Madrid.
-Flujos intermedios, que se dirigen desde un interfluvio próximo a un gran cauce fluvial descargando en otro gran cauce fluvial no muy lejano, como por ejemplo los flujos que se dirigen desde el interfluvio del Jarama-Manzanares al río Guadarrama.
-Flujos regionales, que se dirigen desde un interfluvio a un cauce lejano, como puede ser el flujo que se dirige desde el interfluvio Jarama-Manzanares a la cuenca baja del río Alberche.
Debido a la complejidad del relieve del acuífero, existen zonas a diferentes profundidades en las que el agua de los flujos de largo recorrido deja de circular, estancándose.
En estas zonas de estancamiento la velocidad de los flujos es prácticamente nula, permaneciendo almacenada durante un tiempo considerable, siendo uno de los factores que determinan el grado de mineralización de las aguas subterráneas, en este caso por evolución geoquímica. Esta mineralización geoquímica es máxima en el extremo suroeste de acuífero.
Otro factor que determina la mineralización de las aguas subterráneas, es el llamado efecto litológico. La composición química de estas aguas cambia rápidamente salinizándose, al disolver las evaporitas (margas, calizas y yesos) que bordean el extremo sur y este del acuífero, apareciendo en su composición altos niveles de calcio, magnesio y sulfato; en esta zona aparecen los índices de maxima salinización de acuífero debidos al efecto litológico.
Además del acuífero freático de Madrid, existen otros acuíferos de menores dimensiones, que se originan al ubicarse en terrenos de escasa permeabilidad, por lo que se mantienen aislados de dicho acuífero. Son los acuíferos colgados. Estos acuíferos son frecuentes en las rañas del suroeste y en la zona de evaporitas del sur y este del acuífero regional.
Los Humedales del Acuífero de Madrid.
Los humedales del acuífero de Madrid tienen su origen en los flujos de aguas subterráneas ascendentes procedentes del acuífero regional o de acuíferos colgados, así como a la impermeabilidad de depresiones que acumulan el agua de las precipitaciones o de escorrentías.
Dentro del concepto humedal, hay que mencionar dos tipos básicos de humedales:
1.Los criptohumedales. En ellos el agua subterránea no aflora a la superficie generalmente, pero se mantiene un flujo de agua ascendente desde el acuífero mediante mecanismos de evaporación y/o de transpiración de la vegetación palustre. El flujo de agua crea unas condiciones que permiten la presencia de una vegetación discordante con la presente en el entorno árido, apareciendo así, olmedas, fresnedas, saucedas, carrizales, junqueras o prados húmedos.
2.Las formaciones palustres. En ellas el agua subterránea se manifiesta en la superficie, creando una lámina de agua de dimensiones reducidas, escasa profundidad y tiempo limitado, pero que garantiza el desarrollo del ciclo biológico de plantas y animales acuáticos.
La mayoría de las formaciones palustres del La Sagra madrileña son humedales endorreicos. Estos humedales se caracterizan por su sustrato superficial impermeable, por lo que sus aguas no proceden de los aportes que realizan los flujos del acuífero, sino de la acumulación en sus cubetas de las aguas procedentes de las precipitaciones y de las escorrentías. Sus contornos suelen ser pequeños y circulares, permaneciendo el agua en las cubetas entre uno y seis meses.
Ejemplos de este tipo de humedal son: la laguna del Cerro del Rayo, la laguna de Sancha Barca, la laguna de la Fuente, la laguna de Navahondillo, laguna del cerro Curcio, la balsa del Prado de la Casa, la balsa de Alcorcón o la balsa de Valduro.
El otro tipo de humedales de La Sagra madrileña, son los exorreicos, es decir, aquellos con cubetas permeables. Pueden ser humedales situados en valles fluviales, que se recargan mediante flujos locales del acuífero, durando unos pocos meses la fase de inundación.
Ejemplo de esto es la laguna del Raso de la Pozuela, la balsa de La Povilla, las balsas del arroyo de La Cañada o la salada del Guatén sur.
O que se sitúan en la llanura aluvial o de inundación. El tiempo que dura su fase de inundación, depende de los desbordamientos de los cauces fluviales junto a los que se encuentran, siendo algunos de estos humedales las lagunas del Guatén norte y sur, la laguna del arroyo de La Cañada, la salada del Guatén norte y la balsa del arroyo Culebro.
Otros, dependen de acuíferos colgados, independientes del acuífero regional al estar ubicados estos acuíferos sobre materiales impermeables, por lo que su fase de inundación esta estrechamente relacionada con el volumen de agua almacenada en estos acuíferos.
Ejemplo de este tipo de humedales son la laguna de Los Moros y las lagunas del Los Estrágales de Pinto.
Por último, hay que mencionar la importancia hidrológica de algunos humedales, al ser el origen de ciertos cursos fluviales de la Sagra madrileña o contribuir con sus aguas al llenado del cauce.
Así por ejemplo, el arroyo de la Recomba nace en el actual estanque -antigua laguna- de Mari Pascuala; el arroyo de La Laguna -el cual es afluente del arroyo de los Rosales- nace en la laguna de Los Llanos; el arroyo de Los Prados nace en la laguna del Charco Ginés; En la laguna de la Fuente del Chapete nace el cauce del barranco de Los Granados; la laguna del Canto vierte sus aguas a través de un reguero en el arroyo del Prado; también la laguna de las Tablas vertía sus aguas a través de un reguero en el arroyo Humanejos.
Más abundantes en el pasado, son frecuentes los topónimos que nos recuerdan la antigua presencia de estos humedales en el sur de la Comunidad de Madrid.
Así, podemos hallar en la cartografía comarcal parajes como “Las Lagunas”, en Torrejón de la Calzada; El Humedal, en Griñón; “El Charquillo”, en Torrejón de Velasco; “El Salmoral” en Fuenlabrada; El cerro “Charcas de la Moraleja”, en Moraleja de Enmedio; “La Charca” y “Los Estrágales”, en Pinto; “Los Charcos”, en La Fortuna (Leganés); “Charca Martín”, en El Álamo; "Los Aguados", en Villaverde Alto (Madrid) etc. que hacen referencia a antiguos humedales hoy desaparecidos.
El topónimo “La Laguna” se repite en varias ocasiones, en alusión a la laguna de la Horca -en Parla- y a la laguna de Fregaceros –en Fuenlabrada- humedales desaparecidos no hace mucho tiempo, así como a la laguna de Los Llanos –en Leganés-, amenazada por el urbanismo especulador.
Otros topónimo indican la presencia de humedales aun no desaparecidos como “El Charquillo” que ubica en la cartografía la laguna de Humanes, en Fuenlabrada y “El Charco”, en Griñón en referencia de la laguna del Cerro del Rayo.
Algunos topónimos se refieren a criptohumedales y a manantiales, así encontramos “El Junqueral”, “Pradera del Unqueral”, “La Zarza” o “La Fuente del Cura” -en Moraleja de Enmedio-, “Chorreras” -en Torrejón de Velasco-, “Pozo Seco” -en Pinto-, “El Juncal” -en Getafe- o “Fuente de la Mora” -en Leganés.
Además de nombrados en los topónimos, la tradición popular puso nombre a numerosos humedales, nombres como “Los Charcones de San Esteban”, en Grinón; la “Laguna de la Horca” y la “Laguna de Sancha Barca” en Parla; la “Laguna de Fregaceros” en Fuenlabrada; la “Laguna de Mari Pascuala” y la “Laguna de los Sisones” en Leganés; la “Laguna del Charco Ginés” en Pinto; la “Laguna de Los Moros” en Torrejón de Velasco, etc.
Al igual que los criptohumedales, estos humedales, aunque estacionales, suponen una anomalía en el árido paisaje estepario, por lo que constituyen verdaderos refugios naturales para la fauna y la flora de La Sagra madrileña, siendo también utilizados por la ganadería local y trashumante.
Son de destacar, de entre los 90 humedales estacionales de la Sagra madrileña inventariados, 10 de ellos por sus excepcionales valores ecológicos, estos son:
• Laguna del Cerro del Rayo: esta laguna estacional del municipio de Griñón, de 1.057 m², se encuentra bordeada por una junquera de Eleocharis palustris y por algunos Scirpoides holoschoenus dispersos.
Destaca entre los humedales del sur de Madrid, por albergar una valiosa población relicta de Mentha cervina, -la única población conocida de esta comarca-, así como por la extraña presencia de Hordeum marinum especie basófila propia de suelos salinos encharcados, que crece en esta laguna sobre suelos siliceos.
Otras taxones botánicos destacables son Verbena supina y Heliotropium supinum propios de humedales de suelos limosos nitrogenados, no muy frecuentes en el sur madrileño.
En relación con la fauna, en esta laguna se reproducen distintas especies de anfibios como el gallipato (Pleurodeles waltl), el sapo corredor (Bufo calamita) y el sapo de espuelas (Pelobates cultripes).
Otros interesantes habitantes de esta laguna, en este caso invertebrados, son por ejemplo los crustáceos branquiópodos. Ostrácodos como Cypria ophthalmica, anostráceos como Branchipus schaefferi y Chirocephalus grubei o el notostráceo Triops cancriformis mauritanicus, -verdadero fósil viviente al estar considerado la especie animal viva más antigua del planeta, ya que existe desde el Triásico, hace 220 millones de años.
En la actualidad sus poblaciones casi han desaparecido en la Comunidad de Madrid, siendo esta laguna la única donde ha sido encontrado recientemente en el sur de Madrid, por lo que es uno de sus últimos refugios-.
Otros invertebrados presentes son los escarabajos o coleópteros acuáticos Agabus nebulosus, Dytiscus sp. y Gyrinus sp., las chinches acuáticas Notonecta glauca, Corixa sp. y Gerris lacustris o distintas especies de odonatos (libélulas y caballitos del diablo), como Anax imperator, Cordulegaster boltonii, o Sympetrum sanguineum.
En los campos cerealistas que rodean esta laguna, habitan a lo largo del año diversas especies de aves de gran valor ecológico, como el sisón (Tetrax tetrax), el alcaraván (Burhinus oedicnemus), la avefría (Vanellus vanellus), el cernícalo primilla (Falco naumanni), las tres especies de aguiluchos ibéricos -cenizo (Circus pygargus), pálido (Circus cyaneus) y lagunero occidental (Circus aeruginosus) o el águila calzada (Hieraaëtus pennatus).
• Laguna de Sancha Barca: en esta laguna del municipio de Parla, de 1.042 m², se puede encontrar diversas especies de plantas palustres como Scirpoides holoschoenus, Eleocharis palustris y Carex divisa. Durante la fase de sequía se puebla de diversas especies ruderales y arvenses, como Papaver rhoeas, Spergularia purpurea, Tragopogon pratensis, Lactuca serriola, Echium plantagineum, Eryngium campestris, Bromus matritensis, Elymus repens, etc.
En cuanto a la fauna, debido a sus pequeñas dimensiones son los anfibios la fauna más representativa; en ella habitan el gallipato (Pleurodeles waltl), el sapo corredor (Bufo calamita) y el sapo de espuelas (Pelobates cultripes).
Ciertas especies de aves esteparias como el sisón (Tetrax tetrax), el alcaraván (Burhinus oedicnemus), la perdiz roja (Alectoris rufa), la golondrina común (Hirundo rustica), el avión común (Delichon urbica), el triguero (Miliaria calandra) la cogujada común (Galerida cristata) o el vencejo común (Apus apus) utilizan la laguna como abrevadero, mientras que la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) y el aguilucho cenizo (Circus pygargus) buscan en ella sus presas anfibias.
Lamentablemente, esta laguna debido al desinterés del gobierno municipal y regional y a la acción de desaprensivos, se ha transformado en pocos años en una escombrera ilegal, además la zona corre peligro de ser urbanizada.
• Laguna de Valdehondillo o Navahondillo: esta laguna del municipio de Fuenlabrada, 7.214 m², a coge una variada flora, encontrándose especies de medios acuáticos como Eleocharis palustris, Scirpoides holoschoenus, Ranunculus sceleratus, Verbena supina y Heliotropium supinum.
En los bordes de la laguna y durante la fase de sequía esta poblada por especies arvenses y ruderales como Petrorhagia nanteuilii, Batsia trixago, Senecio gallicus, Anchusa undulata, Linaria spartea, Melilotus indica, Medicago minima, Taeniatherum caput-medusae, etc.
La presencia de Hordeum marinum indica un aumento de la salinidad de sus aguas. Como en otros humedales próximos a este, aparecen ejemplares dispersos de Tamarix canariensis y Populus nigra.
Aunque la población de anfibios no ha podido ser estudiada convenientemente, probablemente estará compuesta por el gallipato (Pleurodeles waltl) y el sapo de espuelas (Pelobates cultripes), debido a la cercanía de otras lagunas con poblaciones de estas especies, en cambio si se ha podido encontrar el sapo corredor (Bufo calamita).
Entre las aves acuáticas que habitan en este humedal a lo largo del año, se pueden citar la cigüeña común (Ciconia ciconia), la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), el zampullín chico (Tachybaptus ruficollis) el ánade real (Anas platyrhynchos), la cigüeñuela común (Himantopus himatopus), el chorlitejo chico (Charadrius dubius), el andarrios grande (Tringa ochropus), etc.
Otras aves que visitan esta laguna a lo largo del año son el sisón (Tetrax tetrax), el alcaraván (Burhinus oedicnemus), la perdiz roja (Alectoris rufa), el aguilucho cenizo (Circus pygargus), el cernícalo común (Falco tinnunculus), la golondrina común (Hirundo rustica), la cogujada común (Galerida cristata), la calandria común (Melanocorypha calandra), la lavandera blanca (Motacilla alba), etc.
• Laguna de Cubas: en esta laguna del municipio de Cubas de La Sagra, de 1 ha. aproximadamente de extensión y escasa profundidad, crecen algunas plantas acuáticas como a Scirpoides holoschoenus, Rumex crispus y Ranunculus sceleratus, estando rodeado de pastizales y retamares en su orilla norte.
La fauna acuática se limita a ciertos anfibios que se reproducen en ella, como el sapo corredor (Bufo calamita), el endémico sapo partero ibérico (Alytes cisternasii) -perteneciente a una población no localizada por los herpetólogos-, y a algunas aves que la visitan en busca de presas, como la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), etc.
• Laguna del Charco Ginés: esta laguna ubicada en el extremo sur de Los Estrágales, en el municipio de Pinto, -aunque la orilla sur pertenece al municipio de Torrejón de Velasco- , se extiende sobre unas 7 ha.
Como el resto de los humedales de Los Estrágales, esta laguna se inunda gracias a los flujos procedentes del acuífero colgado que se extiende en torno al arroyo de Los Prados.
De gran interés por su flora y avifauna acuáticas; en ella habitan poblaciones de Bolboschoenus glaucus, Scirpoides holoschoenus, Carex divisa, Sonchus palustris, Epilobium hirsutum, Phalaris paradoxa, Alopecurus geniculatus, Polypogon monspeliensis, Rumex crispus, Elymus repens repens, destacando la presencia de Lythrum flexuosum, endemismo ibérico de distribución muy restringida y dispersa en la península, estando presente en la Comunidad de Madrid únicamente en los municipio de Perales de Tajuña, Valdemoro y esta población de Pinto.
Debido a su extremada escasez esta considerado por la UICN en la categoría “En peligro”. Por estos motivos, esta catalogado en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas como “De Interés Especial”, siendo especie de protección prioritaria en los anexos II y IV de la Directiva 92/43/CEE y en el anexo I del Convenio de Berna relativo a las especies de flora estrictamente protegidas.
Numerosas especies de aves acuáticas frecuentan esta laguna, reproduciéndose incluso en ella; en años en los que la laguna esta inundada se instalan colonias reproductoras de cigüeñuela común (Himantopus himantopus), avefría común (Vanellus vanellus), ánade real (Anas platyrhynchos), focha común (Fulica atra) y gallineta común (Gallinula chloropus), instalándose parejas reproductoras aisladas de zampullín chico (Trachybaptus ruficollis), ánade friso (Anas strepera), chorlitejo chico (Charadrius dubius), andarríos chico (Actitis hypoleucos), rascón (Rallus aquaticus), buitrón (Cisticola juncidis) y lavandera boyera ibérica (Motacilla flava iberiae).
La cigüeña blanca (Ciconia ciconia), el aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus) y el halcón peregrino (Falco peregrinus) acuden a ella para cazar sus presas.
La garza real (Ardea cinerea), la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), el ánade rabudo (Anas acuta), el pato cuchara (Anas clypeata), el chorlito dorado europeo (Pluvialis apricaria), la agachadiza común (Gallinago gallinago), la agachadiza chica (Lymnocryptes minimus), el zarapito real (Numenius arquata), la lavandera blanca (Motacilla alba) la utilizan durante la invernada.
En los pasos migratorios acuden a esta laguna, la cerceta carretona (Anas querquedula), el combatiente (Philomachus pugnax), el archibebe común (Tringa totanus), el archibebe claro (Tringa nebularia), la gaviota reidora (Larus ridibundus), la gaviota sombría (Larus fuscus) y el avión zapador (Riparia riparia).
En el verano pueden observarse ejemplares veraneantes de avoceta común (Recurvirostra avosetta), aguja colinegra (Limosa limosa) y andarríos grande (Tringa ochropus).
A falta de estudios herpetológicos exhaustivos, es el sapo corredor (Bufo calamita), el único que se reproduce en ella por el momento.
• Laguna del Unqueral: esta laguna se sitúa en Los Estrágales de Pinto. De dimensiones modestas, se extiende por 1.458 m², estando su cubeta poblada por juncos churreros (Scirpoides holoschoenus) dispersos. El sustrato herbáceo que tapiza la laguna se compone de Carex divisa, Carex halleriana, Sporolobus indicus y de Hordeum marinum.
Debido a la pequeña extensión de este humedal es el ubicuo y adaptable ánade real (Anas platyrhynchos), la única ave acuática que la utiliza para reproducirse.
• Laguna de La Castañuela-arroyo de Los Prados: esta otra laguna situada también en Los Estrágales de Pinto, -frente a la anterior- forma parte del cauce del arroyo de Los Prados.
La extensión de este humedal es de 484 m², mientras que las orillas y el cauce de este tramo del arroyo, abarca una extensión de 3.187 m² y una distancia de 270 m. Hay que decir, que gran parte del cauce de este arroyo en su cabecera, se encuentra enterrado y cultivado.
Esta laguna y el arroyo que la sustenta acogen una variada y valiosa vegetación glicófila y subhalófila.
Tanto la laguna como el arroyo están cubiertos de una espesa junquera de Scirpoides holoschoenus, a la que acompaña otras plantas palustres como Juncus inflexus, Juncus gerardii, Typha latifolia, Phragmites australis australis, Bolboschoenus maritimus, Carex divisa; otras más escasas como Cladium mariscus, Eleocharis palustris, Schoenoplectus lacustris glaucus parecen haber desaparecido.
Otros taxones que habitan en estos medios palustres son: Salix atrocinerea, Rubus ulmifolius, Centhaurium pulchellum, Veronica anagallis-aquatica, Ranunculus repens repens, Rumex crispus, Epilobium hirsutum, Calystegia sepium, Ammi visnaga, Dipsacus fullonum, Cirsium vulgare, Cirsium echinatum, Gallium tricornutum, Urtica urens, Phalaris aquatica, etc.
Otros taxones como Lapsana communis, Lavatera triloba triloba, Elymus curvifolius, Hordeum marinum poseen valor biogeográfico.
En la vecina laguna Redondilla, no hace muchos años habitaba Lythrum flexuosum.
En cuanto a la avifauna son de especial mención aquellas que eligen este enclave natural para reproducirse, especies como el ánade real (Anas platyrhynchos), la avefría común (Vanellus vanellus), la cigüeñuela común (Himantopus himantopus), la perdiz roja (Alectoris rufa), la codorniz común (Coturnix coturnix), el buitrón (Cisticola juncidis), la tarabilla común (Saxicola torquata) y de forma esporádica la avoceta común (Recurvirostra avosetta) y el carricero común (Acrocephalus scirpaceus).
El aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus) y el mosquitero común (Phylloscopus collybita) utilizan estos humedales como cazadero durante la invernada.
Es el conejo de monte (Oryctolagus cuniculus) el mamífero mejor representado en este enclave, al tener aquí el principal núcleo reproductor de Los Estrágales.
Es el sapo corredor (Bufo calamita), el único anfibio encontrado en estos humedales.
• Lagunas del arenero de La Lámpara: Estas lagunas se sitúan en el municipio de Torrejón de Velasco. De origen artificial, son el resultado de la explotación de una pequeña cantera de áridos abandonada actualmente; en su interior surgen tres pequeñas lagunas de 1.026 m², 327 m² y 146 m², respectivamente.
La mayor de ellas, acoge una población de Potamogeton pectinatus y Lemna minor que flotan en la lámina de agua.
En la orilla suroeste crece un eneal de Typha dominguensis en compañía de Phragmites australis australis. Un cinturón de gramíneas palustres bordea el eneal, cubriendo la orilla sur inundable solo ocasionalmente.
No hace muchos años, también aparecían jóvenes tarayes (Tamarix canariensis) dispersos por las orillas inundadas, hoy desaparecidos.
La laguna mediana esta bordeada de bardagueras (Salix atrocinerea) y álamos blancos (Populus alba) en su orilla norte y de Typha dominguensis cubriendo el resto del humedal.
En la laguna pequeña crece una junquera de Scirpoides holoschoenus, disperso también por las orillas de estos humedales.
En un pequeño promontorio en el centro de estas lagunas crece Picris echioides en compañía de zarzas (Rubus ulmifolius).
En cuanto a la fauna, especies como la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), el andarríos grande (Tringa ochropus) el aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus) y el milano negro (Milvus migrans) frecuentan este humedal en busca de presas, mientras que el abejaruco común (Merops apiaster), la gallineta común (Gallinula chloropus), el conejo de monte (Oryctolagus cuniculus), la rana común ibérica (Pelophylax perezi), el sapo común (Bufo bufo), el sapo corredor (Bufo calamita) y el sapo de espuelas (Pelobates cultripes) las eligen para reproducirse.
• Saladas del Guatén: este humedal se encuentra en el municipio de Torrejón de Velasco, dentro de la IBA N/02 “Torrejón de Velasco-secanos de Valdemoro”.
Tiene su origen en el desbordamiento de las aguas del arroyo del Camino de Madrid al confluir este con el arroyo Guatén, cuyas aguas disuelven los materiales evaporíticos de la llanura aluvial o de inundación que forma el lecho de la gran laguna. Estos precipitan en el estío al secarse esta, cubriendo de grandes eflorescencias salinas gran parte del humedal.
Dividida en dos áreas inundables, la mayor con 12 ha., es a la que se ha hecho referencia anteriormente, otra más pequeña de unas 2 ha. se sitúa al sur, junto a esta; entre ambas cruza la Vereda de Seseña. Con sus 14 ha. este saladar, es el mayor humedal de La Sagra madrileña.
La vegetación de este lugar, posee adaptaciones fisiológicas para poder desarrollarse en suelos salinos, tóxicos para otras plantas. Es la denominada flora halófila.
Así, sobre las costras de sal crecen diferentes especies halófilas propias de las estepas salinas como Suaeda splendens, Salsola soda, Spergularia marina, Centaurium spicatum, Centaurium pulchellum, Beta maritima, Sonchus crassifolius, Atriplex prostrata, Atriplex rosea, Hymenolobus procumbens, Hordeum marinum, mientras que las junqueras halófilas más higrófilas se encuentran Juncus maritimus y Bolboschoenus maritimus.
En las junqueras halófilas mas secas, aparecen junqueras de Juncus gerardii; con ambas junqueras crecen, en contacto con las estepas salinas, Aeluropus littoralis y Puccinelia fasciculata.
La presencia de Dittrichia viscosa, indica que este saladar estuvo en otras épocas poblado de una tarayal halófilo de Tamarix canariensis, con el cual vive asociada. Estos tarayales aparecen en el arroyo Guatén curso abajo en el término de Yeles (Toledo), así como pies sueltos curso arriba, no muy lejos del saladar.
En las zonas no inundables se desarrollan praderas de Elymus curvifolius con Iris spuria maritima.
Otros taxones que aparecen en las orillas y en prados húmedos no halófilos colindantes son: Althaea officinalis, Dipsacus fullonum, Phragmites australis australis, Scirpoides holoschoenus, Carex caryophyllea y Carex divisa.
En los prados más secos crecen Cirsium vulgare y Cirsium echinatum, mientras que Ranunculus sceleratus se desarrolla en la orilla y el cauce del arroyo Guatén.
Referente a la fauna, destaca la presencia de diversas especies de aves coloniales reproductoras como la avefría común (Vanellus vanellus), la cigüeñuela común (Himantopus himantopus), el chorlitejo chico (Charadrius dubius), el zampullín chico (Tachybaptus ruficollis), el ánade real o azulón (Anas platyrhynchos), la gallineta común (Gallinula chloropus) y la focha común (Fulica atra), así como otras especies reproductoras no coloniales como el andarríos chico (Actitis hypoleucos) o invernantes como la agachadiza chica (Lymnocryptes minimus), el archibebe común (Tringa totanus) y el sisón (Tetrax tetrax).
Otras aves como la garcilla bueyera (Bubulcus ibis) o el cernícalo primilla (Falco naumanni), buscan en estas estepas salinas sus presas, siendo para esta última especie un área de especial importancia para su alimentación.
Entre los reptiles destaca la presencia del galápago leproso (Mauremys leprosa), especie catalogada como Vulnerable por el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres.
• Laguna y balsas del arroyo de La Cañada: estos humedales se encuentran en el municipio de Valdemoro, junto al arroyo de La Cañada. Se trata de una laguna y de dos balsas halófilas, la laguna de 9.720 m² situada al norte y las balsas más al sur, la primera de unos 1.382 m² y la segunda de 2.374 m² aproximadamente.
La vegetación que se desarrolla en estos ambientes es muy variada, apareciendo diversos hábitats en función de la salinidad de los suelos y de las aguas.
Lygeum spartum forma albardinares en la falda de los cerros yesíferos próximos a las lagunas y en las orillas menos salinas de estas.
En este tipo de emplazamientos aparecen también los matorrales halonitrófilos de Salsola vermiculata (sisallares) y Artemisia herba-alba (ontinares) asociados a Frankenia thymifolia, Peganum harmala y Lavatera triloba triloba.
Entorno a ellas, crecen praderas de gramíneas sobre suelos húmedos, como pueden ser los fenarales en los que cohabitan el fenal (Brachypodium phoenicoides) con Elymus pungens campestris y Elymus hispidus o los gramadales de Cynodon dactylon. También aparecen praderas de Elymus curvifolius.
En el saladar crecen Suaeda splendens, Suaeda spicata, Salsola soda, Microcnemum coralloides coralloides, Spergularia marina, Centaurium spicatum, Centaurium pulchellum, Sonchus crassifolius, Frankenia pulverulenta, Limonium dichotomum, Parapholis incurva, Polypogon maritimus, asociadas al saladar aparecen praderas de Hordeum marinum.
Además de las plantas propias del saladar, se desarrollan en este ambiente salino las junqueras halófilas, en las que se encuentran Juncus maritimus, Juncus inflexus y Bolboschoenus maritimus que ocupan la zona inundable de las lagunas y Juncus acutus y Juncus gerardii en áreas alejadas de la inundación, bajo estas junqueras crecen dos gramíneas halófilas, Aeluropus littoralis y Puccinelia fasciculata.
Disperso y escaso, crece en estas áreas salobres el único árbol que adaptado a la salinidad, el taray (Tamarix canariensis).
En las orillas desbordadas del arroyo de la Cañada, predominan los carrizales de Phragmites australis australis con Typha dominguensis.
Cuando las aguas de estas orillas apenas contienen sales, aparecen las junqueras glicófilas de Scirpoides holoschoenus. Estas junqueras son ricas en herbáceas encontrándose en ellas taxones como Trifolium fragiferum, Trifolium repens, Cynodon dactylon y Hordeum marinum gussoneanum, etc.
Junto a estas junqueras se desarrollan los herbazales higronitrófilos de Rumex crispus y Chenopodium sp.
Por último, hay que mencionar los cañaverales de Arundo donax con Calystegia sepium asociados a carrizales.
No es solo la variedad botánica la que otorga un alto valor ecológico a estos humedales, también la diversidad y singularidad de la fauna acuática que albergan les conceden una especial importancia.
Estos humedales, en especial la laguna del arroyo de La Cañada, acogen las únicas poblaciones reproductoras e invernantes de aves acuáticas, rodeadas por un entorno árido y estepario.
De esta forma se encuentran aquí, el zampullín chico (Tachybaptus ruficollis), el ánade real o azulón (Anas platyrhynchos), la cigüeñuela común (Himantopus himantopus), el chorlitejo chico (Charadrius dubius), el andarríos grande (Tringa ochropus), el andarríos chico (Actitis hypoleucos), el archibebe común (Tringa totanus), la agachadiza común (Gallinago gallinago), el rascón (Rallus aquaticus), la gallineta común (Gallinula chloropus) y la focha común (Fulica atra). Siendo posible la presencia del calamón común (Porphyrio porphyrio) entre la vegetación palustre de esta laguna, al contar con poblaciones de esta especie los cercanos ríos Jarama y Tajuña.
Además representan un hábitat perfecto para la alimentación de la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), la garza imperial (Ardea purpurea), la garza real (Ardea cinerea), la garceta común (Egretta garzetta) la garcilla bueyera (Bubulcus ibis) y el aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus).
Es de destacar especialmente, la presencia durante los pasos migratorios de algún ejemplar de espátula común (Platalea leucorodia).
En cuanto a los anfibios, son de mencionar las poblaciones reproductoras de gallipato (Pleurodeles waltl), sapillo moteado común (Pelodytes punctatus), sapo corredor (Bufo calamita) y rana común (Pelophylax perezi), existiendo probablemente poblaciones de sapo común (Bufo bufo), sapo de espuelas (Pelobates cultripes) y de un reptil, el galápago leproso (Mauremys leprosa).
La conservación de La Sagra Húmeda.
“De una charca, un lago”, este es el lema de uno de los carteles informativos instalados en el estanque de Mari Pascuala, en Leganés. En él se explica el proceso que se siguió para la destrucción de la antigua laguna de Mari Pascuala y el establecimiento del estanque artificial. Mediante un sencillo dibujo, este cartel explica como se impermeabilizó el fondo de la laguna, y cual es el origen de las aguas que lo inundan: ¡las aguas del acuífero subterráneo!.
El lema y la explicación posterior, resumen perfectamente la importancia que conceden las administraciones encargadas de la conservación de la naturaleza de la región, a los humedales de La Sagra madrileña.
Estas, prefieren prescindir de un espacio natural de alto valor ecológico, -como era la laguna de Mari Pascuala, una de las de mayor superficie y valor natural de la comarca- transformándolo en un estanque urbano, de escaso valor ecológico.
Así, no es de extrañar que de los 90 humedales estacionales de La Sagra madrileña inventariados, actualmente solo 28 pueden considerarse en un relativo buen estado de conservación. El resto de los humedales han desaparecido o están mal conservados.
De esta manera, en poco más de dos décadas han desaparecido de La Sagra madrileña 21 humedales, de los que 12 han sido desecados y 9 urbanizados. Otros 6 han sido transformados en escombreras y 26 de ellos, son cultivados ilegalmente al ser los humedales aguas públicas.
Otra amenaza más reciente, es la indiferencia de los ayuntamientos y del gobierno regional a la hora de elaborar los planes urbanísticos de los municipios, ya que al no valorarse su importancia ecológica, corren el riesgo de ser urbanizados, en concreto 17 de ellos.
Aun así, diversas legislaciones regionales, nacionales y comunitarias protegen este tipo de humedales.
La Ley 7/1990, de 28 de junio, de Protección de Embalses y Zonas Húmedas de la Comunidad Autónoma de Madrid, reconoce en su exposición de motivos, la paulatina escasez de humedales en la región, así como su valor ecológico, aunque en la práctica la Comunidad de Madrid otorga valor solo a algunos humedales. Así dice: “... su número se ha ido reduciendo, pero aún constituyen nichos ecológicos y asientos de flora y fauna irremplazables”.
Además, también en su exposición de motivos hace una relación de causas por las que desaparecen o se ven afectados y reconoce la necesidad de leyes que corrijan esta situación, lo que no impide la desaparición y maltrato de los situados en La Sagra madrileña: “La creciente urbanización de zonas rurales donde se han construido viviendas permanentes o de temporada, la transformación, en algunos casos, de las tradicionales explotaciones ganaderas en régimen de pastoreo de la Sierra de Madrid en estabulaciones, el uso creciente de fertilizantes químicos y pesticidas en las explotaciones agrícolas y, por último, la explosión de la demanda de actividades recreativas al aire libre están presionando de tal modo sobre la calidad del agua y los ecosistemas asociados a ella, que es perentorio disponer de instrumentos legales que sirvan para proteger eficazmente dichas calidades y ecosistemas con la rapidez necesaria”.
En el Artículo 2. se define que entiende la Ley por humedal: “Son humedales las zonas pantanosas o encharcadizas y, en particular, las turberas o aguas rasas, ya sean permanentes o temporales, estén integradas por aguas remansadas o corrientes y ya se trate de aguas dulces o salobres, naturales o artificiales, así como los márgenes de dichas aguas”.
A pesar de reconocer qué es un humedal, los humedales de La Sagra madrileña son completamente ignorados, al no aplicárseles esta ley conservacionista.
Hasta tal punto que, desde que se aprobó el Catálogo de Embalses y zonas Húmedas de la Comunidad de Madrid, mediante el Acuerdo de 10 de octubre de 1991 y sus posteriores revisiones, ninguno de estos humedales se han incluido en este catálogo.
Hay que subrayar que, a pesar de que la Dirección General del Medio Natural de la Comunidad de Madrid, encargó la elaboración del inventario de humedales de la Comunidad de Madrid a la Universidad Autónoma de Madrid en 2002, en el que se incluyeron varios humedales de La Sagra madrileña, con el propósito de ser incluidos en el Inventario Nacional de Zonas Húmedas, y en la revisión del Catálogo de Embalses y zonas Húmedas de la Comunidad de Madrid, el rechazo de la mayoría de los humedales madrileños mediante informe desfavorable de la Confederación Hidrográfica del Tajo y la inercia administrativa de la Comunidad de Madrid, significo la protección de solo 23 humedales madrileños y un dictamen arbitrario para la destrucción del resto.
La Ley 29/1985, de 2 de agosto, de Aguas define en su artículo 2, qué se considera dominio público hidráulico del Estado, así dice: “Constituyen el dominio público hidráulico del Estado, con las salvedades expresamente establecidas en esta Ley:
a) Las aguas continentales, tanto las superficiales como las subterráneas renovables con independencia del tiempo de renovación.
b) Los cauces de corrientes naturales, continuas o discontinuas.
c) Los lechos de los lagos y lagunas y los de los embalses superficiales en cauces públicos.
d) Los acuíferos subterráneos, a los efectos de los actos de disposición o de afección de los recursos hidráulicos.
Según esto, la actitud de indiferencia en la defensa del dominio público hidráulico por parte de los organismos del Estado, ha permitido a pesar de ser de su competencia, un alarmante grado de abandono y degradación, cuando no de total destrucción de multitud de humedales de La Sagra madrileña.
La Directiva comunitaria de Hábitats o Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, considera en su anexo I, los hábitats naturales de interés comunitario cuya conservación requiere la designación de zonas de especial conservación, entre ellos la vegetación anual pionera con Salicornia y otras especies de zonas fangosas o arenosas (Código1310), es decir los saladares; los pastizales salinos mediterráneos (Juncetalia maritimi) (Código 1410), es decir las junqueras halófilas; los prados húmedos mediterráneos de hierbas altas del Molinion-Holoschoenion (Código 6420), es decir, las junqueras glicófilas; los lagos eutróficos naturales con vegetación Magnopotamion o Hydrocharition, (Código3150), es decir los humedales con vegetación flotante y/o sumergida de aguas no muy eutrofizadas; los matorrales halo-nitrófilos (Pegano-Salsoletea), (Código 1430).
Destacando como de interés prioritario en su conservación las estepas salinas mediterráneas (Limonietalia), (Código 1510), decir las estepas con acelgas marinas (Limonium sp.) y los estanques temporales mediterráneos (Código3170), es decir los humedales estacionales.
La Directiva 79/409/CEE del Consejo, de 2 de abril de 1979, relativa a la conservación de las aves silvestres, cataloga en su anexo I, 9 especies de aves acuáticas presentes en La Sagra madrileña, que según esta Directiva deben ser objeto de medidas de conservación especiales en cuanto a su hábitat, con el fin de asegurar su supervivencia y su reproducción en su área de distribución.
A pesar de que estos tipos de hábitats están catalogados como de interés comunitario e incluso como de interés prioritario y las aves acuáticas presentes en ellos deben ser objeto de medidas que aseguren su conservación, las administraciones competentes no han tenido en cuenta la presencia de estos hábitats y estas especies a la hora de declarar los espacios protegidos de la región, discriminando reiteradamente a La Sagra madrileña, privándola así del justo reconocimiento de sus valores naturales.
La Comunidad de Madrid, a través de su Red Centros de Educación Ambiental, celebró el Día Mundial de los Humedales 2008, bajo el lema Humedales sanos, gente sana con objeto de hacer hincapié en la estrecha relación que existe entre la salud humana y el funcionamiento correcto de estos frágiles ecosistemas.
Este lema –como reconoce la Consejería de Medio ambiente y Ordenación del Territorio, en su publicación- es de gran significado para una región superpoblada como Madrid, donde el funcionamiento correcto de estos frágiles ecosistemas incide directamente en “la cantidad y calidad de las aguas, de la biodiversidad, de la variedad paisajística y de la adecuada recarga de los acuíferos”; y prosigue diciendo: “En la región madrileña existen numerosas zonas húmedas, la mayor parte de las cuales gozan de una especial protección ambiental derivada de legislaciones internacionales, nacionales o autonómicas.
Los humedales del Macizo de Peñalara, incluidos en el Catálogo de Humedales de la Comunidad de Madrid y en el Parque Natural de la Cumbre, Circo y Lagunas de Peñalara, han sido recientemente incluidos en la Lista de Humedales de Importancia Internacional del Convenio Ramsar. Otros muchos, como los del Parque Regional del Sureste son humedales artificiales, formados en gran parte por la explotación de graveras en las que afloró el nivel freático, pero que, al naturalizarse, han creado espacios de gran riqueza ecológica”.
De esta manera, la Comunidad de Madrid reconoce la importancia de los humedales como ecosistemas y su salud ambiental para la humanidad, exaltando posteriormente las numerosas legislaciones, catálogos y espacios protegidos que ha declarado, donde las inmensa mayoría de los humedales madrileños no tienen cabida, a pesar de la propaganda institucional.
El único organismo de la administración regional que se ha preocupado de la conservación de los humedales estacionales de la comarca, ha sido el Parque Regional del curso medio del río Guadarrama y su entorno, el cual ha puesto en marcha medidas para conservar algunos humedales de su competencia, como el vallado parcial de estos con el fin de evitar vertidos de escombros, la retirada de estos una vez producidos, la señalización de estos y de sus valores naturales mediante cartelería, el alquiler de terrenos donde se sitúan humedales para evitar su puesta en cultivo, etc.
La conservación de estas lagunas, charcas y balsas resulta vital para la supervivencia de los últimos anfibios de la Sagra madrileña –grupo animal amenazado a nivel mundial-, aspecto este que tampoco es del interés de las administraciones competentes ni de herpetólogos comprometidos con la conservación de este grupo animal, en otros territorios.
La incorporación de los humedales mejor conservados al Catálogo de Embalses y zonas Húmedas de la Comunidad de Madrid y la creación de micro-reservas para anfibios, serían medidas de extraordinaria importancia para la conservación de estos frágiles ecosistemas.
Otras medidas de gran importancia, serían: incluir en un registro municipal todos los humedales presentes en cada municipio, con el propósito de tenerlos en cuenta a la hora de elaborar los planes urbanísticos de las localidades; detener el vertido de escombros en estos humedales, (protegidos o no) mediante vigilancia, así como obstaculizando el vertido con el vallado parcial junto a los caminos colindantes, retirando de ellos las escombreras existentes; La prohibición del uso de fertilizantes y biocidas químicos en el entorno de los humedales; La prohibición de la puesta en cultivo de todos los humedales estacionales y la correspondiente inspección periódica; La compra o alquiler de los terrenos donde se ubiquen los humedales por parte de las administraciones públicas; la restauración de los humedales desaparecidos y de los degradados; Emprender estudios que faciliten su mejor conocimiento, y algo imprescindible, dar a conocer estos ecosistemas del sur de Madrid a la población local.
>> Autor: Manuel Gómez Gajete (15/05/2009)
>> Fuente: ARBA - Madrid Sur.
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