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DISLATES INSTITUCIONALES Y MEDIÁTICOS
No damos abasto.

-Los disparates institucionales, pero también los mediáticos, en este país, son el cuento de nunca acabar...

Veamos dos asuntos en el mismo día. Uno, el de la noticia deformada de “El Consejo General del Poder Judicial compara la boda gay con la unión entre un hombre y un animal”. Otro, el del proyecto de procesamiento por la Audiencia Nacional de los parlamentarios de Batasuna en su relación con las herriko tabernas.

En cuanto al primero, de momento creo que los titulares de ciertos medios son repulsivamente demagógicos, se pasan y hacen un flaco servicio a la causa. No hay necesidad de cargar las tintas. Defiéndanse las posturas con inteligencia, no escupiendo sin ton ni son.

El CGPJ no es una institución que precisamente contribuya a la estabilidad política y social, pero no es una comparación entre la boda gay y la unión de "un hombre y un animal" lo que hace su ponente Requero. Esa malicia informativa es, como en los programas de telebasura, ganas de crispar, de exagerar y de mentir para “dar que hablar”.
Pero también son ganas de bronca y de polémica innecesaria por parte de algunos componentes del colectivo gay empeñarse en que se llame matrimonio a un emparejamiento o unión entre dos personas del mismo sexo. Si lo que "duele" es que se hable de las diferencias físicas, y lo que se pretende es eliminar las reales diferencias orgánicas y biológicas -con todo lo que ello comporta- presentándonoslas como aparenciales y haciéndolo a través del vocabulario, habría que empezar a pensar en suprimir otras cosas. En suprimir, tantas otras especifidades relacionadas o no con el sexo: las especialidades médicas de urología y ginecología, niños y adultos, altos y bajos, gordos y flacos, normales y anormales, sanos y enfermos, andaluces y aragoneses, españoles y maoríes, penes y vaginas, guapos y feos...
Déjese la palabra matrimonio para lo que es, e introduzcase en la ley y en el lenguaje otra para el caso, habida cuenta los 2.000 años de tabarra discriminatoria insoportable entre los sexos, sostenida por la sociedad y la Iglesia Católica.

Para comprender mejor a otro, no hay más que ponerse en su lugar. Por eso, si yo fuese "homo", exigiría desde luego los mismos derechos derivados del matrimonio entre heterosexuales, pero no querría que mi unión se denominase matrimonio. Humildemente orgulloso de mi naturaleza y de mi diferencia, preferiría que se llamase de otra manera. ¿Por qué no llamarlo, en el Derecho y en la conversación homonomio (norma entre iguales), por ejemplo?

En el otro orden de cosas, sobre los parlamentarios vascos, y poniéndome asimismo en su lugar, sólo diré que:

Si yo fuese vasco, preferiría mil veces que el ejército del Estado ocupase mi país euskaldún, a sufrir el embate constante de las fuerzas pseudodemocráticas del mismo Estado. Preferiría eso, a sentir a cada minuto el zumbido de la caza de brujas, el acoso permanente contra todo lo que se mueve y anida sentimientos autosuficientes, autónomos o soberanistas. Y, para colmo, teniendo que soportar que ese Estado que los servidores de ese Estado se pavoneen por ahí de haber alcanzado este país unas altas cotas de legalidad y de libertad.

Lo he dicho otras veces pero, desgraciadamente, hay que recordarlo cada día: debe ser tan terrible perder la libertad, como sentirla angustiosa, persistente y gravemente amenazada...

>> Autor: Jaime Richart (19/01/2005)
>> Fuente: -Jaime Richart


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