DOS PUEBLOS DE ARMAS TOMAR
... y jactanciosos.

Estados Unidos se enorgullece de su poderío militar y de ser el país campeón de la libertad. Pero realmente ¿quién sabe allí qué es propiamente libertad y en qué consiste?

¿Quién se aventura en aquella atmósfera extraña, vitalista y superficial donde las haya a pensar fuera de lo común, de lo absolutamente tópico, o en fórmulas colectivistas que son otras entre tantas que se encierran como posibles en los pliegues del pensamiento sociopolítico al que no se le ponen hierros? ¿quién se expone a "pensar de otra manera", a ser denunciado por su vecino o perseguido por sus jefes del empleo o por el FBI si llega a enterarse de semejante atrevimiento y ligereza?

La libertad, en su sentido más íntimo, liberty, -no freedom, libertad formal y pública- en Estados Unidos es, como dice Ortega y Gasset del dogma, lo que queda de una idea después de haber sido aplastada por un martillo pilón. Sin embargo tiene algo bueno aquel país: altas dosis de autocrítica, aunque casi toda a través del cine.

Algo, por el contrario impensable en España si la pensamos como un todo. Quizá porque España nunca se acaba de hacer. Y quizá no acaba de hacerse porque no termina de encararse seriamente el modelo de Estado más natural para un minicontinente como éste: el Estado Federal...

Aquí, Defensa se enorgullece, por ejemplo, de que España cuente con tecnología para construir un submarino completo. Bravo. Pero el país vive ajeno, inconsciente, frívolo, sin darse cuenta de que va a llegar un momento en que las grandes ciudades van a quedarse sin agua por la negligencia y falta de previsión que todos los gobiernos vienen arrastrando desde hace muchos años.

La tendencia a improvisar hasta en las cosas más graves, la proverbial despreocupación y el ver sólo en las estructuras costosísimas y de diseño la solución de todos los problemas, impiden advertir a los responsables de este reseco territorio que la Naturaleza viene avisando hace mucho tiempo de que el desierto llama a su puerta combinado con lluvias torrenciales que perderán las cosechas; que el remedio no está en la construcción de embalses destinados a estar vacíos.

Aquí se sigue pensando sólo en la construcción de pantanos y en la construcción de cualquier cosa que procure empleo y comisiones; viviendo como si el agua potable no fuese el bien más vital y que empieza a ser también el más escaso; vanagloriándose algunos de capacidades como la de hacer un submarino completo sin ayudas de fuera. Pero se vive, sobre todo, fiando la máxima felicidad y el colmo de la prosperidad a la causa de la causa de casi todos los males del planeta: el maldito coche...

Estados Unidos y España, dos pueblos que en suma quizá vivan muy cerca del espacio interestelar, pero también muy de espaldas a la Naturaleza y demasiado fuera de la realidad telúrica. Por eso se entendieron tan bien cuando se trató, en el año 2003, de invadir sin causa otro país asiático poniéndose por montera a la comunidad mundial.

Aquí también hay alguna cosa buena: el humor popular y el de algunos intelectos arcangélicos. Una de las pocas cosas que nos libran del infierno. Humor, que por cierto brilla siempre por su ausencia en la política a pesar de que la haría un poco màs amena y no tan sumamente odiosa.

>> Autor: Jaime Richart (21/10/2005)
>> Fuente: Jaime Richart

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