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LA ACCIÓN POLÍTICA COMO DESMEBRACIÓN DE LA CULTURA
Las mentiras políticas siempre conllevan el infortunio y el subdesarrollo
La única forma de ofrecer imágen clara y precisa en ámbitos políticos y públicos es hacerse responsables de las palabras, que como contratos tácitos, se reciben por el ciudadano quien no desea el engaño.
Tuve la ocasión de conocer el pueblo andaluz, de refilón, casi a hurtadillas, como se conoce el desván del abuelo al que te asomas sabiendo que no puedes detenerte mucho tiempo antes de ser descubierto.
El contacto se establecía en el sur, esa parte de la tierra andaluza que, por olvidada, aún rezumaba esa sonrisa de quien no se cree digno de visita y se alegra con ella, tratándole como si de casa fuera, abriéndole las puertas e invitándole a tomar café.
Era el tiempo en que los pies caminaban descalzos por una arena que el poniente metía en las casas y suavizada el escaso asfalto blanco que, en remaches ocasionales, se superponía perezoso y quebrado a la propia tierra que antaño era el camino.
Los caballos llegaban hasta las ventas, pequeñas tabernas que como lugar de cita y comentarios servían de encuentro después de una jornada de trabajo al vaivén del eterno levante.
Siempre he dicho que esta tierra es tierra de dos vientos. Sabios símbolos de un claroscuro que ha señalado la particularidad de su gente un poco – dicen – aventada.
Lejos de esos vientos grises que circulan en las impetuosas urbes dislocadas en su propio gemir constante, éstos son sabios y tienen como horizonte la infinita curvilínea que no es posible dibujar en muchas otras costas españolas.
Conocí este pueblo en noches de luna llena, sentada en la precoz acera y escuchando al “Melero” tañer la guitarra flamenca.
Al cante el Cagao, o la Menúa y cuando no de sorpresa las dulces colombianas de la
Juani, que por sorpresa se acercaba al grupo y entre cerveza y cerveza, con la improvisación que ofrece el sentimiento de la necesidad, alzar la voz para dejar congelados a los ilustres turistas y autóctonos del lugar.
Conocí sus olas de arrastre y las suaves medusas que acariciaban tardes de quietud, cuando la coquina se asienta en la superficie respirando poros de arena a tus pies.
La atarraya, levantando luces de plata en las cuerdas de sus lances. Las tempranas horas de la mañana y los botes de pesca que depositaban en la arena el producto del mar. La pasión de las mujeres por salir de una tierra encerrada en si misma pero, por ello, más virgen que nunca.
Era tiempo de los chiriguitos hechos de caña y suelo de tabla. De bar que incumplía todas las normas de conducta políticamente higiénicas, pero cuyos boquerones eran de primera calidad. De conversaciones espontáneas, de espectadores confusos ante tanta belleza y de una humildad que producía dolor ante la ciencia del saber vivir.
Zona apartada, zona virgen, zona viva con ansias de desarrollo para salir de una pobreza histórica fustigada por el latifundio y una escasez de medios, que en nada menguaba su atractivo, sino que procuraba, desapercibida, proporcionar el mejor de los recibimientos.
Esa tierra hoy, se llena de todo. Por sus entrañas corren gases de muerte y tensión de una red que suministra desarrollo.
Las tabernas aparcan coches último modelo y en su arena visten seda el último grito del “famoseo” ambulante que nunca dio la talla de las grandes producciones cinematográficas, para escribir otra historia: la historia de la modernidad del talón y el Mercedes.
Esta tierra se resquebraja de su tranquilidad. Se nubla en un desarrollo mal entendido y se sigue desatendiendo como históricamente ha pasado con aquellas partes de nuestra geografía que, por tener memoria, siempre han guardado silencio.
En este silencio, hoy se produce el atropello una vez más. Un atropello en sus gentes que no están acostumbradas a la expropiación de sus tierras por motivos de interés general. Que no se les ha pedido permiso para entrar en su casa abierta y que sin embargo han convertido esa invitación natural en desequilibrio.
Hoy, una vez más, se decide desde los despachos de una autarquía propia de los mejores tiempos de la cara más oscura de nuestra historia.
Aún teniendo conciencia del error, aún siendo declarado y contravenido, las máquinas pisan, transforman y desvirtúan un orden natural que antaño era foco de atención, para convertirlo en industria alternativa que en nada satisface – de esta forma - a quienes son los usufructuarios de un bien general desatendido.
La Cultura de un pueblo hay que mimarla y su desarrollo rítmico, seguro y alternativo, no ha de enfrentarte a colapsos y disposiciones de quienes gobiernan en contra del orden natural de las cosas.
No estamos hablando de muchos años. Estamos hablando de dos. Concretamente son dos los años en los que el paisaje ha sido transformado definitivamente. Dos años en los que el colapso inminente de una conciencia colectiva se ha hecho patente.
Los ciudadanos ya han dicho que no. Sin embargo esas máquinas, impelidas por la falta de sensibilidad, el interés personal y siglas de partidos que no son lo que dicen ser, dejan patente cuales son sus intenciones: El máximo rendimiento al mínimo precio.
Una ley económica que sirve, exclusivamente para enriquecer a empresas privadas, políticos, gobiernos y empobrecer una vez más al ciudadano.
Un orden jurídico que se retrasa en su pronunciamiento y unos camiones que pisan una tierra herida ante los ojos atónitos de los ciudadanos indignados.
¿De donde vienen estas empresas?. ¿Quiénes son?. ¿Qué acuerdos han adquirido en sus mesas pulidas como pasarelas de papel engominado y de color gris como los modelos que en ellas desfilan?.
¿Es la política del poder?. O el poder fáctico de la política.
¿Es este un país de libertad? No. Rotundamente no.
No hay libertad en la información. Hay sesgos. Hay intereses y hay la connivencia del dinero con los poderes políticos que se adscriben a una sigla que, al menos en este rincón de Andalucía, no dice la verdad de los postulados que la sustentan.
¡Mientras, el pueblo sigue diciendo no!.
Pasó el Quijote. Y pasó su año. Su Ilustre Figura retorcida, en rocín flaco y adarga de antaño no tuvo la precaución de esperar un poco más para rendir homenaje también a quienes aquí le necesitaban.
Su recuerdo, lejos de las insignes páginas que lo alimentan, hoy es más necesario que nunca porque mil aspas se elevan hacia unos vientos rotos, heridos y zozobrantes de una cultura milenaria que, una vez más, con la sutileza del engaño y la corbata, adquiere tintes de prestigio hipócrita, que en nada sirve al INTERES GENERAL.
Probablemente éste sea un artículo de opinión restringido, porque como osados que somos, somos capaces de no sólo pensar, sino comprobar con nuestros propios medios – arduos eso sí – que la Administración de este estado de cosas, no es de interés general para sus ciudadanos.
Mil aspas, miles de litros de aceites resinosos, miles de metros centelleantes y largos tubos sin pudor siembran la tierra virgen de desaprensión e injusticia.
Ahora más que nunca, la energía eólica, se ha convertido, en éste área, en el enemigo público numero uno. No por su esencia, sino por su imprudencia, al no tener en cuenta a quienes va dirigida.
Esto es estado de excepción política, obligada a actuar por decreto que, en este caso es lo mismo que actuar por “huevos” – como diría en su versada lengua el Nóbel de las Letras cuando sentado en su escaño del Senado dijo. “Al igual que no es lo mismo “joder” que estar “jodiendo”, no es igual dormir que estar durmiendo”.
Por eso quizá fuera prudente, aunque – seguro – no políticamente correcto decir que se está “durmiendo” a Andalucía. Los casos de corrupción hablan por sí solos y seguro que no están descubiertos todos.
Por duro que puedan resultar algunas líneas, es necesario pronunciar el nombre de las cosas. No vamos a esperar que la engominada mesa de papel hable, ni los acicalamientos de poses televisivas sin sentido. El Arte se lleva dentro, se vive y se siente al lado de la gente y hoy más que nunca es necesario que el Arte hable para que callen quienes detrás de sus sillones llenan de “cáncer” unas tierras cuyos vientos son y seguirán siendo únicos.
No se puede decretar de espaldas al pueblo. Tal – Arif. Tarifa, nos rememora su designio árabe de aquella cultura que fue única por su contenido y contexto, asentada en Al – Andalus y cuyo viento, repetimos, aún se respira en zonas cuya belleza muere día a día maltratada porque quienes hubieron de respetarla hoy no lo hacen.
Molinos de viento para una política cuyos designios son oscuros ante un pueblo que no da crédito a lo que sus ojos ven día a día: Parques eólicos insertados de forma no legal en superficies de terreno que mueren en pro de una economía inversa al desarrollo verdaderamente sostenible, donde el espacio natural y su inserción pudiera conjugarse de forma alternativa y eficaz. Al menos con previsiones o planeamientos que, hoy, no existen.
La historia hablará del resultado. Hoy el ciudadano se siente engañado.
MONTSERRAT D` ABRANTES
Escritora. septiembre de 2006.
>> Autor: Asociación Vecinos de Almarchal (04/09/2006)
>> Fuente: Colaboración con la Plataforma para la Defensa del Medio - PMADS. - Tarifa
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