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CUIDAR LA AMAZONÍA, DESAFÍO PARA LA EVANGELIZACIÓN...
Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam...
Cómo responder al reto fundamental de buscar entre los pueblos aborígenes, los pobres y excluidos, un universo cultural que recupere para el mundo aquello que las sociedades desarrolladas han olvidado: su capacidad de conciencia espiritual, que valore los conocimientos del pasado y reconstruya un modelo de vida utópico que abarque todas las dimensiones de la persona humana y de la sociedad. Desde ahí sí es posible la Creación en la evolución hacia un mundo distinto.
Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam conforman una extensión amazónica de más de 7 millones de kilómetros cuadrados. El criptojudío Antonio de León Pinelo, en 1651, escribió una obra titulada El Paraíso en América. En ella, sin haberla conocido, el autor situaba entre el Marañón y el Ucayali, el paraíso bíblico.
Se trata del ecosistema de trópico húmedo más grande del planeta. Sobre tan vasta extensión se desliza el Amazonas que alcanza una longitud de 7 762 km, recoge las aguas de más de cuarenta ríos navegables con más de 30 mil kilómetros de longitud y vierte en el océano cerca de un 20 % del agua dulce que va a los mares. La altura media sobre el nivel del mar no sobrepasa en la mayoría de su espacio más del 150 metros, y en el estiaje está cubierta de un espejo de agua que alcanza al 50% de su anchura.
Al paso febril de los españoles, en la búsqueda de El Dorado fantasma, había en el curso de la corriente una cantidad aproximada de 6 millones y medio de habitantes, organizados en provincias y reinos y con sistemas de producción y canje. Después de su muerte sistemática por contagios y malos tratos, hoy sólo encontramos una cantidad de 300 pueblos indígenas distribuidos, que apenas alcanzan a un millón. Sin embargo, en toda la amplitud de la cuenca hay un total de 24 millones de habitantes, blancos y mestizos, con un 70% que habitan las grandes ciudades.
Las falacias aplicadas a esta subregión de bosques y ríos y alta biodiversidad son muchas (amazonía vacía, homogénea, fértil, el indígena frenó al desarrollo, solución a los problemas periféricos, internacionalización, etc.). La han convertido en espacio de ilusoria codicia a través de procesos extractivos de materias primas, como deforestación, degradación de suelos, contaminación de aguas a través del mercurio, de las aguas de formación del petróleo, de las aguas servidas de las ciudades y de los insumos para la elaboración de la PBC. (Vid. Reflexiones Pastorales en torno al Medio Ambiente en la Amazonía Peruana. Obispos de la Amazonía Peruana. Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP). Lima, 1997).
La Amazonía es un laboratorio donde se comprueban las ambiciones más profundas del sistema de expansión del capitalismo a través de corporaciones, consorcios, empresas en un sistema que no tiene cómo volverse atrás.
¿Cuáles serían las salidas?
Partir del desarrollo endógeno, vincularse a la memoria del pasado, investigar en ciencia y tecnología, participación de la ciudadanía (indígenas, blancos y mestizos) y enriquecer la sabiduría indígena con los saberes de la tradición. En 1992 el Presidente del PNUD había dicho que se necesitaban cuatro cosas para un verdadero desarrollo humano: crecimiento económico, participación, ocupación y memoria del pasado. El proyecto que se considera hoy ideal está bien fundamentado en un megaproyecto llamado Amazonium, que supone en cada uno de los espacios tener instalados tres mundos: memoria del pasado, memoria del presente y memoria del futuro, que se interconectarían vía internet con un centro principal, que tendría tres fines: la investigación, la educación y el turismo.
El Evangelio pertenece a los pobres y desde los pobres hay que levantar una nueva civilización del amor, devolviendo al mundo la esperanza. Hay que insistir más en las alternativas de participación en el abordaje a los problemas, y no dejarnos llevar por la alucinación de las respuestas inmediatas.
La Amazonía es el gran laboratorio donde la perversidad del sistema neoliberal se hace particularmente visible y crítica. En la declaración final de los obispos de la Amazonía continental celebrado en Manaos en el 2004, se hace hincapié en que la Amazonía sea incluida en el organigrama del CELAM y, se le conceda un espacio en el documento que ha de salir de la V Asamblea General del Episcopado de América Latina. ¿Estaremos a tiempo? América Latina es un mundo de pobres. Pero hace falta que miremos con intensidad a la posibilidad de que desde ese mundo marginal se vayan abriendo caminos para la construcción de un mundo nuevo y distinto, más humano y justo.
Salvar la diversidad biológica es salvar la vida de los seres humanos, sus lenguas, su cultura, su espiritualidad, su tradición. Como personas formamos parte de este universo de Vida en que Dios nos ha colocado.
Fr. Joaquín García, OSA, Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía.
(Adital)
Información alojada y relacionada, desde Ibérica 2000:
* Los incendios destruyen áreas en la Amazonia brasileña y en Sumatra (Enlaces...)
* La Problemática Amazónica
* La grave situación de los Xavante, en el Mato Grosso.
* Esclavos en pleno siglo XXI
* Hacia la internacional humana.
>> Autor: Amazonía - Ibérica 2000 (09/06/2007)
>> Fuente: Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía.
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