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CHÁVEZ Y EL ESPERPENTO ESPAÑOL
Hipocresía social española... corrupción y desfachatéz.

¿Cómo se atreven en España a hablar de sombras de Chávez cuando aquí, tras unos años de bambalinas y espejuelos, todo son sombras y personajes cuando menos grotescos?

Jaime Richart
7 Marzo 2013

Incluso la manera de tratar los medios de mayor difusión al Chávez ya desaparecido y a su política, es un indicador elocuente del bajísimo nivel democrático de este país. A duras penas ha podido leerse u oírse a lo largo de los años elogios a un dirigente como Chávez que, desde el principio hasta su infeliz final y por encima de todo, se ha ocupado de su pueblo; a diferencia del gobierno español que sólo piensa en favorecer a los ricos y a los bancos, y desatiende tanto a millones de ciudadanos que ya ni perciben subsidio, como a los centenares de miles que son desalojados de sus viviendas por culpa de los abusos bancarios, del desempleo y de una salvaje política constructora que les ha deparado a esos políticos comisiones millonarias...

Los logros y el esfuerzo de Chávez ponen en evidencia y acusan a tantos politicastros y gobernantes españoles de estos 35 años, de haber utilizado un régimen que llaman democracia pero es una suerte de dictadura encubierta usada en su exclusivo provecho y en el de los constructores; una dictadura que no está personalizada en un sólo individuo, sino que se reparte entre estamentos completos; una dictadura que ha heredado los tics de la otra cuya memoria aún perdura en conductas de los dirigentes de los dos partidos mayoritarios, que sólo toleran como "correcto" sus respectivas ideologías y demonizan lo que no sea su pensar...

España, como la Iglesia Católica maestra en hipocresía y disimulo, se vistió en el año 78 con los ropajes de democracia capitalista. Pero ha funcionado y funciona en el fondo y en las formas como un régimen controlado por minorías civiles, económicas y religiosas cortadas con los mismos patrones que las de la dictadura franquista.

Las libertades formales que tanto alaban esas minorías y los medios afines aun cuando se vendan como progresistas, son teoría. Y la libertad de mercado, la principal ficción. En la práctica, como en todos los países del sistema, la libertad personal verdadera sólo la disfrutan quienes tienen recursos para vivir como quieren y donde quieren. Y en cuanto a los mercados, están férreamente controlados y dirigidos por lobbys, oligopolios y mafias más o menos identificadas. Se han pasado años cuestionando a Chávez como populista o dictador, cuando ya no hay en España quien no piense que quien menos poderes tiene para gobernar es el pueblo que da nombre a la palabra democracia.

Hay otros focos que apuntan a una farsa permanente. La persecución subrepticia o declarada de la diversidad ideológica. En cuanto no se ajusta a los deseos e intereses de los principales, se declara inconstitucional. Sean las ideas que rechazan el mercado, sea el derecho a decidir, sea la propia monarquía... Esa persecución la practican los poderes institucionales, los fácticos y la práctica totalidad de los medios oficialistas de difusión nacional.

Todo constata que vivimos en una farsa permanente de democracia. Los verdaderos dueños del poder legislativo, ejecutivo, judicial, religioso y económico, así como los medios alineados por acción u omisión con ellos, nos constriñen constantemente a creernos una mentira tras otra y a tragar la ideología neoliberal tan nefasta para el pueblo que, sin prisa pero sin pausa está laminando a millones de españoles. Y no sólo eso, también coartando gravemente la libertad de quienes, entre otros motivos, por sentir verg?enza de pertenecer políticamente a este país, desean desvincularse territorialmente de España...

>> Autor: Jaime Richart (07/03/2013)
>> Fuente: Jaime Richart


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