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SER DE IZQUIERDAS
Catalogar es ya arcaico... y no sigue las tendencias de la razón.
Ser de izquierdas no implica asumir necesariamente una ideología concreta.
Ser de izquierdas es ser profundamente, no superficialmente, crítico con el poder establecido, instituido o no, manifiesto, solapado u oculto... Ser de izquierdas es no ser conformista, no ser conformista porque la vida nos va muy bien y porque la suerte en lo material de los demás no nos incumbe...
Ser de izquierdas es no ser de derechas y principalmente no ser de derechas porque el poder nos arropa, nos consiente o nos privilegia... Ser de izquierdas es, en fin, ser un hombre, una mujer, un homosexual o un transexual cabal que piensa en los demás y lucha por una justicia universal
Pues bien, en los tiempos actuales domina (aunque en realidad en occidente siempre ha sido así de una u otra forma) la derecha por antonomasia, sea en forma teocrática, en forma de absolutismos, de dictaduras, de pensamiento conservador o, ahora, de pensamiento neoliberal que se caracteriza justamente por carecer de pensamiento a menos que consideremos pensamiento aplicar la ley del más fuerte, del más astuto, del más desaprensivo, del más intolerante y, en España, del más ladrón de lo público.
Y ese pensamiento sin pensamiento, incluso en los neoliberales de buena fe (los de mala fe sólo lo profesan para enriquecerse) pasa por adelgazar obsesivamente lo público y al Estado potenciando para ello lo privado y al individuo. La estatalización -dicen- anula la personalidad y los servidores directos del Estado, es decir los funcionarios, tienden a la molicie, a no rendir, a dejarse llevar.
La estatalización -dicen- empobrece la vida individual y colectiva. Los teóricos de este tipo de mentalidad encapsulada en una teoría económica fisiocrática son muchos aunque no precisamente muy destacados por una notable inteligencia y por su buena voluntad.
Pues la inteligencia de quienes potencian al individuo a costa de la manada, es una inteligencia depravada. No de otra manera puede considerarse a todo aquel o todo aquello que alentando el individualismo atenta contra la especie, en este caso la especie humana.
Pues bien, parafraseando a Robert Pirsig, el recientemente fallecido autor de Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta que dice que “cuando una persona sufre delirios, lo llamamos locura; cuando muchas personas sufren un delirio, lo llamamos religión”, cuando el delirio economicista es individual lo llamamos egoísmo pero cuando es grupuscular lo llamamos neoliberalismo.
Pues los efectos que produce el neoliberalismo en el individuo y la colectividad son severos, sus contradicciones están servidas. Por ejemplo, dicen los neoliberales que quieren librarnos del Leviathan, del Estado opresor mientras lo saquean.
Sin embargo, en aras de una libertad que sólo disfrutan a manos llenas unos puñados de desalmados nos echan en brazos de la tortuosidad presos de la ansiedad, de la incertidumbre, de la enajenación y de las enfermedades nerviosas.
Por ejemplo, fabrican proclamas ampulosas en las constituciones sobre derechos y libertades individuales que no se cumplen, leyes que deliberadamente abren rendijas a las clases superiores para facilitar el permanente incumplimiento de las leyes que les afectan y en la misma medida que otras leyes oprimen al débil. Debilitan la personalidad individual hasta autoinculparse por el fracaso sólo imputable al sistema, y la entumecen a través de la publicidad.
Desde las variopintas manipulaciones de la voluntad del individuo que va y viene allá donde le llevan los intereses creados por grupos societarios, monipolios y oligopolios, hasta la merma del criterio propio causada por las corrientes de opinión de los medios impresos y audiovisuales, hasta hacer desaparecer de la vida pública a los intelectuales suplidos por periodistas cuya persistencia en la vida pública y proyección de imagen en España al menos, invade todos los espacios mentales de la política y de la moral que antaño ocupaban los sacerdotes y antes los chamanes...
El ser de izquierdas lucha contra todo eso aunque sea inútilmente. El ser de izquierdas contesta y reacciona frente a la injusticia, frente al abuso, frente a la prepotencia... en la medida que su oponente o es autor de los desmanes o los apoya o los robustece...
En resumen, es posible que el liberalismo nos libre de la indolencia y de la pasividad que presuntamente generan los totalitarismos y los socialismos agudos. Es posible, pero esa liberación no es gratuita, pues es a cambio del embrutecimiento, del infantilismo y de la necedad de sociedades enteras...
Jaime Richart
Antropólogo y jurista
11 Agosto 2017
>> Autor: Jaime Richart (16/08/2017)
>> Fuente: Jaime Richart
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