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En Zaragoza, a orillas del Ebro que queremos lleno de ríos vivos, con el reloj de agua que simboliza el nuevo tiempo en la concepción de los bienes hídricos, comenzamos esta semana de ayuno, expresando nuestro afecto no sólo hacia los compañeros de Artieda, Mianos, Jaca, Huesca, Biscarrués y otros núcleos del prepirineo que desde el 26 de Octubre nos han precedido en este sacrificio personal, sino también hacia quienes continuarán esta movilización a partir del 23 de Noviembre en Barcelona y tierras del delta para llevarla hasta Bruselas, sede de la Embajada Azul.

Asumimos una vez más la responsabilidad de ser en la gran capital la voz de Coagret, una de las voces más disonantes contra el Pacto del Agua, en la Zaragoza de micrófonos y tribunas prácticamente consagrados al único discurso de reproducir en nuestra propia región una pugna de mayorías contra minorías, llano contra montaña, en medio de una letal desinformación colectiva, desinformación que ha sido el caldo de cultivo para que las opiniones peor argumentadas hallaran amplia resonancia.

No queremos guerras por causa del agua en ningún lugar del planeta y mucho menos en Aragón donde están auspiciadas por la prepotencia local que convierte en cierto el dicho de “la peor astilla, de la misma madera”. Por eso ayunamos, porque entendemos que, aparte de las razonables objeciones y serios interrogantes al imperativo de trasvasar hasta Zaragoza agua y futuro del Pirineo, ningún agua será de calidad si no la avala la democrática moralidad de salvaguardar previamente la dignidad de la fuente de procedencia.

Ayunamos porque queremos que Zaragoza considere al Pirineo no como colonia de servicios, sino como residencia de una población con derechos. Ayunamos porque nos avergüenza el desprecio que, salvo excepciones, han mostrado y muestran los políticos aragoneses hacia los ríos que, bajo otros nombres, son el Ebro de cada comarca, el hilo de su economía, de sus sentimientos y de su porvenir como territorios. Ayunamos porque queremos transmitir, pacífica pero contundentemente, como siempre, nuestro firme propósito de que en Zaragoza se abran foros donde la ciudadanía hable, cuestione y aprenda sobre el agua, foros donde los escolares valoren los ríos como tesoros frágiles e irremplazables y no como objeto de mercadeo al calor del mejor postor. Ayunamos para inaugurar foros donde las autoridades respalden proyectos sostenibles, guiados por criterios no esclavizados por los medidores de votos.

En un acto de cívica rebeldía, ayunamos por la dignidad de la montaña y también por la dignidad nuestra, de ciudadanos del siglo XXI que nos resistimos a destruir más parajes naturales, más retales de un paraíso patrimonial cultural y emocional, un preciado bagaje íntimo y comunitario a la vez. Ayunamos contra la corrupción del Plan Hidrológico Nacional y sus impactos ecológicos, económicos y éticos en el Pirineo y en el delta. Ayunamos contra la cazurrería de alentar promesas irrealizables en los más crédulos a costa de nuevas amenazas a quienes siempre han sido nadie. Ayunamos contra la indiferencia de quienes piensan que esto no les afecta. Ayunamos para prender nuestro coraje a la debilidad de los que claudican al chantaje de las compensaciones. Ayunamos para denunciar la cómplice cobardía de los que callan. Ayunamos para trocar en activismo la sumisión de quienes dan la batalla por perdida. Ayunamos para fortalecernos frente a quienes refugian su incoherencia en presunto diálogo de cotas medias, mientras unos y otros dejan a la Confederación Hidrográfica del Ebro con manos y máquinas libres para depredar y sembrar su hormigón.

Ayunamos en una etapa más hacia la victoria que necesita y merece todo Aragón. Porque sepa el Gobierno Central y sepa también el Gobierno Autónomo que en esta contienda, la Nueva Cultura del Agua está llamada a ganar.

Zaragoza, domingo 16 de Noviembre de 2003
Día del inicio del ayuno

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