La decadencia del folclore cultural en la Argentina |
(1673) |
HISTORIA Y SOCIOLOGIA ARGENTINA. |
Antes del advenimiento de la actual democracia (1985), la Argentina era un país donde existía un culto al trabajo cuyo correlato era una baja tasa de desempleo. |
Agosto de 2002.
* Imágen extraída de...
Era común que si el hijo de alguien no era bueno para el estudio o no quería estudiar o la novia quedaba embarazada, el padre le consiguiera fácil y rápidamente trabajo en el negocio o empresa de un amigo.
Era el país de los buenos amigos y los buenos asados, de la camaradería, del ingenio criollo bien aplicado, con industrias que nacían entre familiares y se erguían en emporios, con un interior de país rico en industrias grandes y otras satélites de las primeras.
Era un país regado de pueblos cada 20 ó 25 kilómetros en plena pampa y litoral, cada uno tenía su motor de crecimiento ya fuera agrícola, ganadero, lácteo, industrial o turístico.
Los principales problemas en esa época eran: 1) una inflación que no se eliminaba y que posteriormente comenzó a crecer hasta descontrolarse y
2) una producción de bienes locales escasamente competitivos en calidad y en precio con los productos importados. Como contrapartida, casi todos los habitantes, tenían empleo. El crecimiento de la economía era pobre debido a las altas tasas de interés de los créditos producto de la inflación. Era un país cuyo comercio exterior en exportaciones era limitado a productos primarios del campo.
Se planteó entonces como necesidad un cambio en la calidad y costos de producción, tarea que propuso y supuestamente debía instrumentar el Ministro de Economía de la dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz. Se bajaron los aranceles de importación con lo cual el país se inundó de productos extranjeros.
El ingreso libre de productos importados sin barreras aduaneras progresivas que limitaran su entrada al mercado causó una catástrofe en las industrias, que no podían competir. Las industrias no habían realizado inversiones de bienes de capital que les permitieran mejorar la calidad y precio de sus productos, no contaban con la capacitación de personal adecuada para enfrentar la competencia y tampoco tenían tiempo para lograrlo.
El resultado fue malo para la producción local y si bien le dió un zamarrón a los industriales para que en un futuro tuviesen presente que tenían que mejorar sus productos y los precios de los mismos, generó el primer evento de desempleo por cierre y disminución de la producción local.
Desde el Estado, por los medios televisivos, radiales y la prensa escrita, sólo se recomendaba a los ciudadanos que comprasen productos importados cuando los nacionales fuesen de inferior calidad.
A pesar de que muchos productos provenientes de Asia eran de inferior calidad a los nacionales, los precios tan bajos producto de asimetrías sociales (dumping social) hacían que los consumidores locales se volcaran por el de menor precio, diciendo: por el precio de un nacional compro dos importados, si se me rompe uno, tengo otro para usar. La importación de productos buscaba en teoría, controlar los altos precios de los bienes y servicios y mejorar su calidad, para hacerlos internacionalmente competitivos. El objetivo era bajar los precios para controlar la inflación.
Sin embargo, la cultura del trabajo continuaba, aunque ahora (y desde la óptica de ésta nota) con un fuerte sacudón que le decía a los Argentinos que si esto se constituía en una tendencia, en algún momento deberían competir con el mundo y no estabamos en absoluto preparados.
Con la importación indiscriminada, el consumidor local compró productos que no le servían para nada, pero también le encontró el gusto al consumo de productos importados de notable calidad y buen gusto.
La dinámica social continúo igual que siempre, pero guardando en el inconsciente colectivo el fuerte golpe de la política de Martínez de Hoz.
La Argentina era todavía el mejor país del mundo donde vivir y disfrutar de la familia, los amigos y la confraternidad, más los múltiples paisajes del país eran ya un folclore asumido como inmanente para todos los Argentinos.
Este folclore popular no se perdió pero se vió fuertemente mellado en la época de la guerra sucia mantenida por las fuerzas armadas de un gobierno totalitario, con las desapariciones de muchos argentinos.
Con el advenimiento de la democracia, el pueblo creyó superar las dificultades sociales y empezar una era de revisión de todo lo actuado por las fuerzas armadas. Era una promesa de progreso para el país.
Alfonsín con una política pretendidamente Keynesiana basada en el sostenimiento de una cuota de inflación para promover el desarrollo del país, destruyó el signo monetario que ya venía herido previamente.
No se tuvo precaución en controlar el gasto fiscal y se lo incrementó, pero no a expensas de la obra pública, sino de la ineficiencia del aparato estatal. Esto era lo más alejado de lo que Keyness recomendaba.
Y así los argentinos incorporaron otro problema, el no contar con moneda y por lo tanto no contar con ahorro. Los errores fiscales y monetaristas de esa gestión de gobierno llevaron al país a una gran crisis, la hiperinflacion.
No obstante la crisis económica de esa época, el folclore del país continuaba siendo el mismo, era el mejor país para vivir, donde se comía como en ningún otro y se hacía un culto a la amistad y a la solidaridad. Por añadidura se habían juzagado a los responsables de la represión militar.
Pero ya sabíamos y habíamos asumido que no eramos competitivos a nivel mundial y que no teníamos moneda. Por esa época comenzó la fuga de cerebros y la tendencia de la gente a ahorrar en dólares como moneda de resguardo.
La hiperinflación fue el corolario del fracaso de los planes austral y primavera implantados por el gobierno, ambos por mala disciplina fiscal y monetaria y fundamentalmente por no haber diseñado un proyecto de país.
Alfonsín deja prematuramente la presidencia de la Nación a manos de Menem, quien ya era presidente electo en 1989.
Tras múltiples ensayos, el 1 de abril de 1991 Menem con su ministro Cavallo, implanta la convertibilidad del austral (moneda creada por Alfonsín con el lanzamiento del Plan económico Austral). El austral cambia de nombre a peso y su paridad con el dólar es uno a uno por Ley. Al momento de la ley, 10.000 australes equivalían o eran convertibles a un dólar estadounidense.
La política monetaria de la convertibilidad causó un fuerte impacto en la inflación, que cayó durante los 10 años que la misma duró a cifras bajísimas, incluso internacionalmente.
El país entonces tenía casi todo, el folclore de ser el mejor país del mundo y una moneda fuerte (demasiado fuerte) que permitía ahorrar y que invitaba a los ciudadanos de países vecinos a trabajar en Argentina.
Sin embargo, la balanza comercial de la Argentina comenzó a ser deficitaria. El balance entre las importaciones y las exportaciones era favorable a las primeras.
El país comenzó a reeditar la invasión de productos extranjeros, por un dolar barato o como consecuencia de un peso demasiado fuerte.
Las cuentas de la Argentina con esa balanza comercial se sostenían en equilibrio merced a varios elementos:
1) aumento de las exportaciones respecto a valores históricos, pero siempre inferior a lo que se importaba. Gran parte del incremento de los volúmenes exportables fueron consecuencia del ingreso de bienes de capital destinados a modernizar la industria. El ministro Cavallo cada vez que se le preguntaba sobre el déficit de la balanza comercial, lo justificaba por el ingreso de bienes de capital que harían mejorar la producción industrial, cosa que efectivamente ocurrió pero que nunca fue suficiente para corregir la distorsión de la balanza. Esto se constituyó en veredad absoluta cuando cayeron sobre Argentina las crisis Mejicana, rusa, asiática y brasilera.
2) venta de empresas del Estado, el objetivo era que su gerenciamiento mejorara los servicios y que dejaran de producir pérdidas en manos del Estado Argentino. Los servicios mejoraron, como fue notorio en el caso de las telefónicas, pero también a costa de un aumento notorio de las tarifas que resultaron elevadas incluso a precios internacionales. En algunas como en el caso de Ferrocarriles el Estado continuó pagando un subsidio y por lo tanto perdiendo plata como lo hacía hasta su privatización.
3) Ingreso de capitales de inversión en un país cuya economía era estable y floreciente. Sin embargo el ingreso de los mismos no era de riesgo y al amparo del gobierno actuaban con politica de mercados cautivos imponiendo precios y condiciones sumamente ventajosas para ellos. El caso del monopolio de las telefónicas fue un brillante ejemplo.
4) Aumento de la deuda pública externa por el otorgamiento de créditos y
5) aumento de la deuda pública interna por toma de créditos a las A.F.J.P. (aseguradoras de fondos de jubilación y pensión), dineros que antes manejaba el Estado y que a partir de la creación de dichas aseguradoras, el Estado solicitaba prestado a altas tasas de interés.
Justo es decir, que los préstamos entraron en una espiral de altas tasas de interés por el riesgo país elevado no solo en el año 2000/2001, sino también en la época de las crisis mejicana, brasilera, rusa y del sudeste asiático. No sólo por el aumento del riesgo país, sino también por dichos conflictos economico- financieros, la economía Argentina se vió fuertemente golpeada.
En otras palabras, el estado de bienestar que se vivió durante esos años fue financiado por préstamos, a cada vez más altas tasas.
Progresivamente con la convertibilidad comenzaron a desaparecer industrias y apareció un mal que los Argentinos no conocían, el desempleo.
Muchos argentinos eran absolutamente inconscientes de que el altísimo poder de compra que tenían con sus pesos-dólares era la contracara de la desindustrialización del país. Hasta los productos más irrisorios eran importados, no porque los argentinos no quisieran producirlos, sino porque era más barato importarlos.
Tanto más poder de compra tenía el Argentino, tanto más crecía el desempleo producto del cierre de empresas locales. No sólo muchos argentinos eran inconscientes del daño que le hacían a la producción y al empleo local sino que defendían ese falso standard de vida.
Éste, fue el gran cambio socio cultural de la Argentina, la desocupación se triplicó a niveles históricos, el interior del país otrora próspero, pujante y que albergaba a sus hijos comenzó a expulsarlos, primero a las grandes urbes y luego fuera del país.
Mientras la desocupación aumentaba, los adolescentes se encontraban con un nuevo fenómeno, veían que sus horizontes laborales se cerraban por lo que ellos también perdían el rumbo.
Al no saber que iban a hace cuando fueran grandes sus vidas quedaban suspendidas en la infancia, no transitando su paso a la adultez. El recambio generacional se vió fuertemente alterado, las vocaciones cuestionadas por la falta de salidas laborales. El esfuerzo por el estudio y la capacitación pasaron a ser también cuestionados y la cultura del no trabajo prosperó. Los jóvenes veían que quienes se habían sacrificado años estudiando ahora estaban desempleados o con empleos o actividades precarias. El modelo a seguir ya no era el estudio, la capacitación, querer ser doctor, ingeniero, abogado, trabajar dignamente en una empresa...
La argentina sostenía su sistema monetario a costa de préstamos que triplicaron la deuda externa y venta de Empresas del Estado. Y al escribir esta nota, no me llama la atención que tanto el desempleo como la deuda se hayan triplicado como causa del modelo. Pero también se triplicó la plata de los argentinos depositada fuera del sistema financiero local, en el exterior, expresando la desconfianza en el sistema bancario y vaticinando la incautación de los depósitos en bancos locales, lo que luego se llamó corralito.
Las pocas empresas que quedaban en pié eran poco competitivas por causa de un peso atado al dólar en paridad 1 a 1.
Pero la desocupación que comenzó insidiosamente a ser un porcentaje numérico en incremento, se materializó en un paradigma de cambio sociocultural, que acabaría con el bien más preciado de los Argentinos, su amado folclore cultural. El país dejaría de ser el más tranquilo, donde mejor se come y donde existe la mejor vida familiar y de relación.
El desempleo y el subempleo crecieron y comenzaron a crear cambios sociales entre los subempleados y desempleados pero también entre los empleados. Los que tenían un empleo ya no tenían la seguridad de seguirlo teniendo, sus jornadas laborales se extendieron e hicieron más intensas y exigentes. La convertibilidad presionaba al sistema económico asfixiándolo.
Nadie en la Argentina atinaba a salir ordenadamente de la convertibilidad. Sólo se atinó a renegociar los préstamos a elevadísimas tasas de interés con los organismos internacionales.
Hasta que en el 2001 se acabaron los préstamos y se debió comenzar a vivir con lo propio mientras se seguía pagando la deuda externa. Cavallo promovió y logró la ley de déficit cero, que implicaba bajar el déficit fiscal de alrededor de 10.000 millones de pesos anuales a cero.
A partir de entonces (y no en el 2002 como muchos creen actualmente) la Argentina no tuvo más acceso al crédito. Posteriormente vino la caida del gobierno de De la Rúa y de su ministro Cavallo en medio de un reclamo social, los cacerolazos que dejaron el saldo de numerosos muertos entre la población.
Por falta de ideas y capacidad y producto de una crisis económica fenomenal, el gobierno del presidente Duhalde devalúa el peso, primero a un valor fijo (1 dolar = 1,40 peso) y luego en forma libre, alcanzando a valer en agosto de 2002 1 dolar= 3.60 pesos.
La desocupación había destruido el folclore argentino e instalado su propia cultura, la de la degradación de todas las instituciones (políticas, policiales,etc.).
Con la juventud sin esperanzas, sin saber que hacer con su futuro, se cayó en una cultura hedonista del placer por el placer, dejando de lado la del trabajo y del sacrificio en pos de un proyecto personal a futuro.
Así, los estudiantes universitarios incrementaron los porcentajes de abandonos de carreras, de prolongación de años de estudios, a la par que los ya recibidos aumentaban los índices de desocupación. La desocupación entre los profesionales duplicó a la desocupación general.
Todos estos cambios sociales generaron mecanismos de protesta y de escape ante la fuerte tensión producto de falta de horizontes.
Así comenzaron a institucionalizarse movimientos de desempleados que reclamaban cortando vías de circulación. Habían nacido los piqueteros, que se multiplicaron en numerosos grupos.
Simultáneamente aparecieron prolíficamente los grupos de protesta basados en el ritmo de la cumbia, que descarnadamente invadieron con sus letras todos los ámbitos relatando la realidad que se vivía: la cacería de policías, la vigencia de la droga, el sexo por el sexo mismo, la obscenidad.
El mecanismo de protesta llamado cacerolazo fue sin embargo progresivamente dejado de lado. Comenzó con la caída del presidente De la Rúa, cuando la comunidad mediante golpes de cacerolas reclamaba cambios en la política de gobierno. Posteriormente lo hizo extensivo a otros reclamos pero perdió fuerza.
El llamado corralito financiero (bancarización obligatoria de los flujos de dinero) y el corralón (privación de los depósitos a plazo fijo y a la vista en los bancos) fue un duro golpe para los ahorristas argentinos, pero en rigor de la verdad, fue una medida más de la saga de medidas económicas en contra de la ciudadanía como la inflación, la hiperinflación y el plan bonex. Pero la hiperinflación, el plan bonex y el corralito no fueron los que llevaron a la quiebra al folclore cultural argentino, como sí lo hizo la desocupación.
En alguna medida el corralón financiero contribuyó indirectamente, ya que al no poseer las personas plata en efectivo ni tampoco disponible en las cuentas bancarias, los ladrones apelaron a robos en domicilios y a secuestros para tomar el dinero guardado bajo el colchón.
La degradación de la sociedad rápidamente tuvo expresión televisiva, siendo la bisagra del antes y el después la aparición de los reality-shows, luego las cumbias con letras descarnadas, fueron el recurso para atraer la audiencia.
Los pogramas comenzaron a elevar fuertemente su contenido lascivo y erótico fuera de los horarios de protección al menor. Los programas de televisión apelaron a la presentación de personajes que mostraban las miserias humanas de la peor manera.
Los argentinos que sostenían las costumbres del trabajo, la familia, la correcta educación de los hijos y los buenos modales pasaron a ser una minoría en el país.
El ente regulador de dichas emisiones sólo sancionaba con multas los excesos, pero no con la suspensión de los programas, los que ganaban más con los excesos que lo que perdían con multas. Se había legalizado la decadencia del folclore cultural argentino.
La vida degradada de los argentinos, comenzó a no tener valor o a tener el valor que la letra de las cumbias de protesta le daban, primero en la persona de los policías salvajemente cazados a diario, luego con la aparición de los robos express (robos de 1 a 3 minutos de duración por poco dinero pero muy frecuentes) y posteriormente los secuestros express (secuestros de liberación rápida por el exigüo rescate que se pedia) que culminaron con secuestros seguidos de muerte aún habiendo pagado rescate.
El país más tranquilo del mundo según el sentir de los Argentinos, había pasado a ser uno de los más peligrosos, incluso muchos Israelíes residentes en la Argentina preferieron irse a vivir a Israel, aun en plena época de Sharon. Se comenzó a comparar la situación Argentina con la Colombiana y se palpita el temor de estar en ese camino (agosto de 2002).
El ahora uno de los países más inseguros del mundo, también ostenta ser el país productor de alimentos donde la gente enferma y muere por causas relacionadas con la desnutrición.
Son muchos los detalles que podría haber querido volcar en ésta nota, muchos de ellos han sido citados en otros artículos (crisis economico financiera de la Argentina). Sin embargo he señalado los que a mi criterio constituyen el paradigma del cambio social y cultural de la Argentina. Porque en base a su detección podremos aplicar respuestas correctivas.
Aun las situaciones más complejas, donde se pueden ensayar muchas soluciones y todas parecen o simplemente son buenas, reconocen una causalidad y una solución que prima por sobre las otras.
En Argentina, el cambio sociocultural que vivimos reconoce varias causas, pero fundamentalmente una por encima de las demás, la pérdida de empleo. El desempleo es el factor más distorsivo y el que llevó a la pérdida de lo que los argentinos más apreciábamos y hoy hemos perdido, nuestro folclore cultural.
Para que viven las personas si no es para progresar, gozar la paz, amar al prójimo, compartir, ayudar y vivir en armonía? Existe otra forma de transitar por la vida que signifique vivir? La vida de los argentinos ha quedado suspendida desde que el desempleo comenzó a crecer.
La solución que debe aplicarse para encauzar el drama social por el buen camino será entonces la recuperación del empleo, en cuanto recuperación de la dignidad, del horizonte para la juventud, de la certidumbre.
Lamentablemente, los niños desnutridos y con alteraciones orgánicas cerebrales no podrán ver totalmente los efectos correctivos cuando lleguen.
Tampoco quienes por efecto de una carencia de control y contención social transitaron el camino de la droga y del crimen. Tampoco podrán vivir el resto de sus días plenos, los familiares de las víctimas.
Probablemente, el pueblo argentino esté teniendo en ésta crisis sociocultural la guerra que ordenó a otros países en el mundo, ya que la gran mayoría de los argentinos vió a la guerra de Malvinas por televisión como una serie o como un campeonato de futbol.
A la Argentina de hoy, la gran mayoría del pueblo la sufre, unos más y otros menos, pero no se le escapa a nadie, todos quedaremos marcados. Ésta es nuestra guerra.
La recuperación del empleo es posible en Argentina. La barrera más importante a superar, es el clientelismo político, que por sostener una gigantesca estructura de dirigentes intermedios muy bien remunerados por un lado y mediante subsidios de desempleo por otro intenta contener la crisis social tratando y muchas veces logrando, votos cautivos.
Pero cuando la miseria es tan grande, ni el clientelismo político, ni los subsidios alcanzan. Por eso un empleo, además de ser monetariamente más satisfactorio para el empleado y su familia, le dará lo que el subsidio no otorga, dignidad, verdadera inserción social y algo más, un futuro para armar de a poco entre todos.
Con la devaluación, aunque mal instrumentada y sin sistema financiero que otorgue créditos para los productores y exportadores, se ha comenzado a movilizar aquel orgullo argentino, la cultura del trabajo ligada al ingenio criollo aplicado al mismo.
Si el gobierno tuviera el valor de rehabilitar el sistema financiero y ayudar al sector productivo, de algún modo veríamos como la gente desarraigada en las grandes urbes vuelve al interior del país, a los distintos pueblos a aportar su cuota de trabajo y creatividad para rápidamente recrear el empleo y la dignidad perdidos.
Ya no andaremos como en un auto, cómodos, ahora tendremos que retomar la bicicleta, a la que haremos andar pedaleando con nuestro esfuerzo, pero igualmente andaremos, ya que el auto quedó arrumbado, porque por ahora no tenemos como repararlo. Pero la bicicleta es nuestra y nada nos privará del esfuerzo para usarla.
Dr. Francisco L. Loiácono loiacono@alfinal.com * Información íntegra, extraída de...
* Toda la información relacionada con Argentina, alojada en Ibérica 2000
Más información sobre Argentina en Internet: * Deuda externa y carencia de conducción. Por el Dr. Jorge Alberto Estrada. * Panorama político Argentino I parte. Por Gabriela Pousa. Analista. * Panorama político Argentino. II parte. Por Gabriela Pousa. Analista. * Exégesis de a ambigüedad Argentina. Por Gabriela Pousa. Analista.
Gabriela Pousa es licenciada en Comunicación Social (Universidad del Salvador), Master en Economía y Ciencias Políticas (Eseade). Estudios en Sociología del Poder, (Oxford University). Autora del libro “La Opinión Pública Nuevo factor de Poder”. Analista Política independiente, docente universitaria.
Insertado
por: Stella Gyurkovits (04/09/2004) |
Fuente/Autor:
Dr. Francisco L. Loiácono. |
Valoración
Comentarios
He leído varias cosas de Gabriela Pousa, es una lástima que no esté escribiendo en la portada de alguno de los diarios de gran tirada porque plantea la realidad con sentido común, guste o no, no se manifiesta extremista y embellece con una prosa poco común de leer en estos días. |
Nombre: Martín Dodero (09/10/2004) |
E-mail: mdodero@hotmail.com |
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