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REFLEXIONES... |
Es verdad que hay terrorismo, eso nadie lo niega. Hasta puede que internacional. Pero, ¿qué no lo es hoy en día? Las multinacionales extraen el petróleo del Amazonas, arrasando kilómetros de selva. Intentan cambiar nuestros hábitos alimenticios con productos que causan depresión y obesidad. Y ahora de la nada, surge una dedicada al terrorismo. Resulta difícil creerlo. |
"De pronto, parece que los niños rusos de la escuela de Beslán no hubieran muerto a causa de la guerra en Chechenia, que ya dura diez años"
Imagen de Luis Sebastián, para Ibérica 2000... (Enlace...) El ser humano ha sentido desde el comienzo de los tiempos la necesidad de tener ante sí un culpable, alguien a quien achacar cualquier problema con el único fin de tratar de aliviar toda responsabilidad sobre sus actos.
Poco a poco, la necesidad se transformó en obsesión y la obsesión en delirio, hasta el punto de que muchas de las mayores injusticias han estado amparadas por esta obstinada causa: hallar al que tiene la culpa.
Frank Lee Smith pasó catorce años condenado a la silla eléctrica en el Estado de Florida. Aseguraba que era inocente, pero nadie creyó en él. Pidió clemencia y un nuevo juicio, hasta que le hicieran pruebas de ADN: nada pudo exonerarlo del asesinato y violación de una niña. Años después de su muerte, una muestra de sangre demostraría su inocencia. Frank Lee era un fantasma, un espectro que sirvió de instrumento a la Justicia. El modelo social quedaba una vez más a salvo y todos podíamos respirar tranquilos. No éramos responsables de tan vil acto. No habíamos matado a una niña: fue Frank Lee el que lo hizo.
Al Qaeda y el terrorismo internacional permiten ahora a todos los gobiernos del mundo, no asumir la responsabilidad por la muerte de sus ciudadanos.
El primero de septiembre, presuntos terroristas chechenos secuestraron a más de mil alumnos y familiares en una escuela de la localidad de Beslán, en Osetia del Norte.
El cautiverio terminó con una masacre de menores y en unas circunstancias aún poco claras. Sin embargo, el responsable de tales actos resultaba evidente, a las pocas horas del inicio de los sucesos, para la mayor parte de gobiernos.
El presidente ruso, Vládimir Putin, reconocía días después la "debilidad" de Rusia ante "el terrorismo internacional". Para él, el drama no era más que una de las consecuencias de la desmembración de la Unión Soviética.
¿Son los terroristas terroristas internacionales? De pronto, parece que los niños rusos no hubieran muerto a causa de la guerra en Chechenia, que ya dura diez años.
Putin no dudó en omitir la cuestión chechena en su mensaje a la nación, del mismo modo que George Bush en sus condolencias y que otros tantos presidentes y gobiernos a lo largo del mundo.
Un culpable aparecía en todos los discursos, el mismo que derribó las Torres Gemelas, el mismo que golpeó duro en Madrid, el que tumbó dos aviones Tupólev poco antes del secuestro de Beslán, el mismo que mata a tantos israelíes cada día: “La Multinacional del Terror ha vuelto a atacar”, pensó Putin.
Y logró eludir con ese espectro -un fantasma como Franklin Lee- toda responsabilidad o tormento por la muerte de tantos niños, de tantos inocentes que pagaron en su fiesta de comienzo de curso la masacre perpetrada por sus dos últimos presidentes en la República de Chechenia.
El Cáucaso es escenario de varios conflictos internos y regionales armados.
Es una estratégica zona petrolera donde cruzan oleoductos que unen al Mar Caspio con el Mar Negro, en el que Moscú mantiene presencia militar. Las repúblicas del Cáucaso del Norte acogen una amplia variedad de familias étnicas y lingüísticas.
Cálculos de organizaciones humanitarias indican que en la primera fase de la guerra de Chechenia murieron entre 40.000 y 100.000 personas, a las que se sumarían al menos de 40.000 a 50.000 en los últimos años.
Las multinacionales extraen el petróleo del Amazonas, arrasando kilómetros de selva. Intentan cambiar nuestros hábitos alimenticios con productos que causan depresión y obesidad. Y ahora de la nada surge una dedicada al terrorismo. Resulta difícil creerlo.
Pero lo cierto es que tiene algún sentido, aunque no sea el que Bush, Putin, Blair y Aznar, entre otros muchos, han querido darle.
Es verdad que hay terrorismo, eso nadie lo niega. Hasta puede que internacional. Pero, ¿qué no lo es hoy en día? Es más, si Putin provoca una matanza en Chechenia y Bush en Afganistán, Irak, Panamá, Vietnam y un sinfín de países más -ya sea de forma directa o indirecta-, ¿no es lógico que haya en todos esos lugares una respuesta por separado?
Por lo tanto, tratar de establecer una masa informe bajo la denominación de Terrorismo Global no parece justo. Sólo es un espectro creado para arrojar niebla sobre la verdadera raíz –mejor, raíces- del problema, para ocultar a los verdaderos responsables.
Hoy todos los terroristas son presentados ante la opinión pública como una banda plenamente estructurada, organizada y lista para matar allá donde sea necesario.
El secretario general del Partido Popular, Mariano Rajoy, y el ex ministro del Interior Ángel Acebes todavía plantean una posible implicación de ETA y Al Qaeda, de forma conjunta, en los ataques del 11-M.
Están en contacto, nos amenazan allá donde vayamos. No estamos a salvo. El miedo engendra más miedo y eso contribuye a alimentar la leyenda de la multinacional, de la Internacional del Terror.
Sin embargo, estamos tranquilos. Nuestro miedo nos reconforta, porque sabemos que no hemos sido nosotros, que no hemos matado a nadie en Chechenia, ni en Irak, como consecuencia de nuestros actos alrededor del mundo.
Sólo son terroristas y los terroristas no atienden a razones, sólo quieren matar, sin importarles quién ni dónde. Nadie ha masacrado a sus familias, ni ha asolado pueblos enteros en países que ni siquiera sabíamos que existían. Ellos nos atacan sin motivo. Nosotros no hemos hecho nada, sino ellos. Frank Lee, él fue el que lo hizo.
* Toda la información alojada por el Cercle Obert de Benicalap, en Ibérica 2000... (Enlaces...)
Insertado
por: CERCLEOBERT (12/09/2004) |
Fuente/Autor:
Carlos Padilla. |
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NOTA DE PRENSA Presentación del informe Los nuevos conquistadores GREENPEACE ANALIZA LAS ACTIVIDADES DE LAS MULTINACIONALES ESPAÑOLAS EN AMÉRICA LATINA Madrid, 1 de octubre de 2009.- Tras la imagen impecable que muchas multinacionales españolas despliegan en nuestro país, se esconde una realidad muy distinta cuando operan en países del Sur. Greenpeace presenta el informe Los nuevos conquistadores. Multinacionales españolas en América Latina, (1) donde analiza el comportamiento de las mayores empresas españolas y los impactos sociales y medioambientales de sus actividades. Greenpeace ha analizado aquellos sectores con mayor potencial de causar daños al medio ambiente o los derechos humanos (como los hidrocarburos, la electricidad, la pesca o el turismo, entre otros) y los ha "cruzado" con la presencia de empresas españolas significativas. Del análisis de estas dos variables salen 43 casos que son recogidos en el informe, aunque el número real puede ser mucho mayor. Este informe ha sido realizado por Greenpeace España, con el apoyo de las oficinas de la organización en México, Brasil, Chile y Argentina, así como de otras organizaciones latinoamericanas, y recoge cómo empresas españolas están involucradas en situaciones de destrucción del medio natural, violaciones de derechos humanos y abusos laborales. Greenpeace quiere contribuir a poner fin a una de las principales ventajas que tienen estas empresas a la hora de operar: el hecho de que las poblaciones de sus países de origen saben muy poco sobre cuáles sus actividades reales en el exterior y su impacto. Esto les permite "vender" una imagen responsable y sostenible, mientras en realidad sus prácticas son depredadoras y causan graves daños en las poblaciones locales o el medio ambiente. "Queremos contar aquello que no se dice en las juntas de accionistas ni en la publicidad de estas empresas, y que la población española sepa cómo actúan al otro lado del Atlántico", ha afirmado Mabel González, responsable de la campaña de conflictos y medio ambiente. España se situó en el año 2008 como el octavo país del mundo en el ranking de Inversión Extranjera Directa (IED), y 11 multinacionales españolas figuran en la lista Fortune Global 500, que clasifica a las mayores del mundo. Su llegada a América Latina se produjo de forma masiva en los años ochenta y sobre todo noventa. Hoy ocupan los primeros puestos, cuando no el primero, en muchos países latinoamericanos, en sectores como los hidrocarburos, la electricidad, el turismo y la pesca, entre otros. Sus actividades han sido objeto de frecuentes críticas y resistencias locales. El informe Los nuevos conquistadores recoge los principales casos, centrándose en aquellos donde las empresas españolas tienen un protagonismo importante y en sectores donde se causan graves daños al medio ambiente y los derechos humanos. Algunos ejemplos son los siguientes: Endesa quiere construir en la Patagonia chilena cinco grandes represas que arrasarán un ecosistema virgen y que han suscitado un gran rechazo local. Recientemente ha pedido más de 14 años de cárcel y multas millonarias para activistas de Greenpeace que desplegaron una pancarta pidiéndole poner fin a este proyecto. Endesa, Unión Fenosa e Iberdrola apuestan en América Latina por la generación de energía sucia y basada en fuentes no renovables. Unión Fenosa e Iberdrola encabezan un proyecto para construir cinco centrales eléctricas de carbón en Guatemala. Repsol ha causado vertidos y graves daños al medio ambiente en Ecuador, Argentina y Bolivia, ha violado los derechos de comunidades indígenas, y ha sido acusada de fomentar la violencia en Colombia. Empresas turísticas españolas están fomentando en varios países, pero especialmente en México, un modelo de turismo depredador que arrasa con bosques de manglares costeros y con zonas vírgenes. Sol Meliá, Riu o NH, entre otras, participan en proyectos controvertidos en el estado de Quintana Roo. Pescanova ha practicado la sobre-explotación de recursos pesqueros en Chile, mientras Calvo ha sido acusada de contaminación y de violación de los derechos laborales en El Salvador. Las multinacionales españolas que operan en América Latina no actúan de forma diferente a las de otros países. Siguen un modelo de obtención de máximos beneficios en el plazo de tiempo más breve posible, y lo hacen en muchas ocasiones vulnerando derechos medioambientales, sociales y laborales, mediante la presión a autoridades locales. Los Gobiernos españoles, de cualquier color político, las apoyan activamente con el argumento de que se trata de una defensa de los intereses españoles en el exterior. Pero estas empresas sólo representan los intereses de sus accionistas, y con sus prácticas han contribuido a empeorar la imagen global de España en América Latina. Greenpeace considera que, si las grandes empresas españolas quieren ser entidades social y ambientalmente responsables, deben poner fin a las prácticas abusivas en el exterior y ser más coherentes en su discurso de responsabilidad. "Hay que poner fin a modelos de gestión que sólo buscan máximos beneficios a corto plazo, sin tener en cuenta los impactos sociales y medioambientales de su actividad. Tampoco pueden seguir engañando a la opinión pública española sobre sus prácticas en el exterior", ha señalado Mario Rodríguez, director de Campañas de Greenpeace. A la vez, el Gobierno español debe exigir a las empresas españolas que operan en otros países que cumplan los principios y estándares internacionales en materia de derechos humanos, medio ambiente y buen gobierno. "La concesión de ayudas o apoyo público para su expansión exterior debe estar ligada a exigencias y parámetros claros de responsabilidad. No se puede fomentar desde el Estado un comportamiento depredador con las poblaciones locales y el medio ambiente", afirma Mabel González, responsable de la campaña de conflictos y medio ambiente. Nota: El pdf del informe se puede descargar en la siguiente dirección: www.greenpeace.org/espana/reports/090930-03 FIN DEL COMUNICADO. Para más información: Dossier de prensa: www.greenpeace.org/espana/reports/dossier-de-prensa-informe-los Web del informe: www.greenpeace.org/espana/campaigns/090925 Mabel González, responsable de la campaña de Conflictos y Medio Ambiente: 618 54 81 90 |
Nombre: greenpeace.es (02/10/2009) |
E-mail: prensa@greenpeace.es |
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