iberica 2000.org

 Inicio
Registrate Patrocinios Quienes somos Ultimos Artículos Tablón Anuncios

Ayuda 

COLABORADORES

Usuarios Registrados
E-mail:
Contraseña:  

BUSQUEDAS

 Indice alfabético
 Indice de autores

 

DIRECTORIO

 Artículos y reportajes 
 Consultoría jurídica 
 Denuncias y derecho 
 Flora y Fauna 
     Fauna 
     Flora 
 Inventos y patentes 
 Libros y lecturas 
 Noticias Ibérica2000 
 Política medioambiental 
 Proyectos e iniciativas 
 Turismo y viajes 
     Excursiones 
     Lugares de interés 
     Turismo rural 
 Webs relacionadas 
 Agricultura de casa 

 Artículos de opinión 

 Cambio climático 
 Energía eolica 
 Humedales 
 Mundo marino 

 Asociaciones y colectivos 
 Empresas y comercios 
 Organismos públicos 

 Fondos de escritorio 
 
 

Los bosques, patrimonio de la humanidad

(1898)

LA EXPLOSIÓN DEMOGRÁFICA, EL AGOTAMIENTO DEL AGUA Y LA CONTAMINACIÓN SON LOS GRANDES PROBLEMAS
Sin bosques, sin agua y sin reflexión activa y compromiso real y permanente, nunca podemos detener el actual expolio y lacerante degradación que padece nuestro entorno...

Los bosques, los ríos, las montañas son las reservas esenciales de Vida que debemos conservar, mantener y proteger eficaz e integramente si realmente queremos seguir viviendo, existiendo con un mínimo de dignidad y calidad en los venideros y turbadores años...


La explosión demográfica, el agotamiento del agua y la contaminación son tres de los mayores problemas que enfrenta la humanidad sobre el planeta.

En un mundo globalizado, todo guarda relación. Lo que un país contamina no se detiene en sus fronteras sino que viaja a otras latitudes y entre todos estamos perdiendo la capa de ozono, la biodiversidad.

Las incesantes agresiones al medioambiente lesionan el verde patrimonio de la humanidad. La escasez de agua está necesariamente vinculada a los ciclos vitales y a la pérdida de especies vegetales, pero hay una forma de atacar a los bosques que es ilegal y se debe a intereses económicos de empresas que comercian con maderas nobles, de árboles y especies protegidas.


Esta semana, más de 33 toneladas de madera de la especie Dalbergia nigra, más conocida como palisandro de Río, han sido decomisadas en Madrid.

El convenio sobre el comercio internacional de especies amenazadas de flora y fauna silvestres (CITES) prohíbe desde 1992 la venta y distribución de este tipo de madera preciosa del que sólo queda un 7% de su superficie original.


El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) comenzó hace dos años una investigación al detectar una notable diferencia entre la cantidad de madera de palisandro que afirmaban tener las empresas y la que había realmente en sus almacenes.

Fueron registradas más de 20 empresas. Además de las 33 toneladas de madera, se encontraron miles de piezas para instrumentos musicales. Se calcula que para extraer semejante cantidad de madera ha sido necesario talar más de 1.000 árboles.

Las empresas recibían el palisandro en barco desde Brasil. Para pasar los controles de aduanas, la camuflaban bajo la denominación de madera de cocobolo y caviuna, cuyo color y dureza es prácticamente igual.

Desde Madrid y Valencia se comercializaba a otras ciudades y a países como Estados Unidos, Alemania, Japón o Canadá. Los presuntos culpables están acusados de un delito de contrabando y podrían ser condenados hasta con siete años de cárcel.

La madera decomisada, de ser vendida en pública subasta, alcanzaría un valor superior a los 3 millones de euros en el mercado. Para Greenpeace ese valor económico debería ser utilizado para la conservación del bosque atlántico de Brasil, tal como se hizo en el año 2003, cuando se incautó en Brasil y EE.UU madera de caoba brasileña de procedencia ilegal.

En España, durante 2001, se importaron más de 860.000 metros cúbicos de madera procedente de talas ilegales. “El valor de dichas importaciones ascendía a 263 millones de euros, cantidad que puede considerarse robada a las arcas de los países productores”, según Greenpeace.

El pasado 20 de julio la Comisión Europea anunció un paquete de medidas para combatir el comercio ilegal de productos forestales, negocio que mueve 15 mil millones de dólares anuales.

Si el desarrollo sostenible se puede definir como "un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades", estamos malgastando el patrimonio de todos.

Al ritmo de deterioro ambiental que llevamos, la capa de ozono no resistirá la presión de la contaminación. Como le sucede a los mares, a las limitadas reservas de agua potable y a los bosques que desaparecen cada día ante la devastación de empresarios sin escrúpulos. Cada dos segundos desaparece una superficie de bosque primario equivalente a un campo de fútbol. El 80% de estos bosques ya han sido destruidos o alterados de manera grave y el 20% restante se encuentra amenazado.

Cuando se circula por las carreteras de Latinoamérica y África es frecuente encontrar camiones que transportan enormes troncos de árboles de maderas nobles.

La Unión Europea trata de detener esta sangría exigiendo a otros pueblos que controlen las reservas del planeta mientras en los países del Norte se contamina con los vehículos e industrias mil veces más que en los pueblos empobrecidos.

En el Sur venden sus bosques porque hay quien los compra. Las maderas se convierten en muebles y objetos suntuosos para los ricos del Norte. Una guitarra clásica realizada con madera de palisandro, alcanza un precio de hasta 7.000 dólares.

Pero ¿cómo se podrían compensar los muchos años que necesita el árbol para crecer, o el efecto devastador de las talas asesinas en su ecosistema?
María José Atiénzar.
* Información extraída de... (Enlace...)

BOSQUES EN PELIGRO: HOMBRES EN PELIGRO.
A través de los siglos se han acumulado pruebas de que la intervención humana puede producir innumerables daños en la tierra, el agua y el aire.
Una de las formas que asume esa intervención, la deforestación, ha afectado seriamente a los bosques del planeta.

Hace unos 10.000 años -es decir, antes del comienzo de la agricultura- ese tipo de bioma se extendía sobre unos 4.200 millones de hectáreas, las dos terceras partes de la superficie terrestre.

Hoy, en extensas regiones de Asia, Europa y América del Norte los bosques naturales han desaparecido, y la deforestación amenaza al más extenso de los que quedan, la selva amazónica.

La deforestación, que consiste en la destrucción de bosques por tala o quemado, va acompañada por el progreso tecnológico, que a su vez plantea nuevos y más graves problemas.

El fuego y la necesidad de habilitar tierras para la agricultura y el pastoreo arrasan con grandes espacios forestales, pero en el largo plazo los suelos resultan erosionados y empobrecidos por la ausencia de vegetación natural protectora del medio.

En América había grandes extensiones boscosas a la llegada de los españoles. La acción de tecnologías cada vez más destructivas, hizo que en la actualidad sólo una pequeña parte del territorio esté cubierta por bosques.

El resto fue talado para obtener leña y maderas de construcción y para la fabricación de muebles, o lisa y llanamente quemado para desmontar tierras que pudieran ser empleadas en la producción agrícola. De ese modo, poblaciones completas de ciertas especies se redujeron considerablemente.

Los bosques desempeñan un rol fundamental en la protección y evolución de los suelos.
Además constituyen un importante factor de control climático.

Otros árboles sirvieron como combustible en hornos de fundición de minerales. Los quebrachales del chaco fueron destruidos para aprovechar el tanino, sustancia empleada en el curtido de cueros. A comienzos del siglo XX la zona sur de esta región comenzó a cambiar su fisonomía boscosa, para convertirse en una tierra yerma y despoblada.

En estos tiempos, el peligro más serio es el que amenaza a la Amazonia. Esta región selvática, bañada por el río Amazonas y sus afluentes, cuenta con una cuenca de más de siete millones de km2, en territorios de Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador y las Guayanas.

Desde la irrupción de los colonizadores europeos hasta 1970 había sido deforestado el 0,5% de la selva amazónica; desde ese año hasta 1991 se llegó al 10% (unos 700.000 km2). Las tierras se destinan, en general, a la explotación agropecuaria o la búsqueda de petróleo y la extracción de minerales, y la futura construcción de la gran carretera transamazónica, de 3.000 km. de longitud. Está previsto que para el año 2020 habrán sido levantadas 78 represas, que inundarán 100.000 km2 de territorio.

En este verdadero pulmón del planeta conviven 80.000 especies vegetales; 30.000 animales: el 50% de la biodiversidad (número de especies que habitan en una determinada región) de que dispone la Tierra. Muchas de esas formas de vida corren ahora serios peligros, por la creciente destrucción de sus hábitats.

LA DEFORESTACIÓN CREA NUEVOS DESIERTOS.
La presencia del bosque determina un intercambio constante de dióxido de carbono y oxígeno entre los organismos vivos y la atmósfera. Las plantas consumen el dióxido de carbono y liberan oxígeno; cuando mueren, ocurre lo contrario.

La desaparición de bosques, por otra parte, afecta el ciclo del agua, necesario factor de equilibrio del clima y los cambios atmosféricos.

La deforestación modifica los procesos de evaporación y el régimen de lluvias, con cambios climáticos inmediatos que repercuten sobre las posibilidades de supervivencia de gran cantidad de especies, en apariencia no afectadas en forma directa.

La quema anual de 13.500 km2 de bosque tropical, para transformar el terreno en áreas de cultivo o pastoreo, lleva a la desertización. Se llama así al proceso por el cual un territorio que no tenía las características climáticas de los desiertos naturales termina por adquirirlas, a causa de la destrucción de su cubierta vegetal y de la erosión.

Como consecuencia de ello los suelos se empobrecen y las partículas más pequeñas se vuelan por el viento, o bien escurren con las lluvias.

El suelo fértil y productivo, que necesita cientos de años para formarse, es también inestable.

Para mantener la cohesión y firmeza de sus partículas, requiere de las plantas y especialmente de sus raíces. Y si las plantas son taladas, la erosión debida al agua y al viento deja pronto al descubierto la roca viva que, sólo tras el paso de muchísimos años, podrá volver a ser aprovechada por los vegetales.

En suma, tanto la agricultura como los caminos, las represas y los asentamientos humanos son necesarios; y en territorios nuevos, no pueden hacerse sin deforestar. Pero la eliminación de especies arbóreas no debe exceder ciertos límites; si no existen planes de reforestación racionales, esa intervención sobre el ecosistema tendrá consecuencias gravísimas para la cadena alimentaría y para la vida misma.

Los destinos que se le da a la madera extraida de un bosque son innumerables: desde su uso como leña hasta barcazas, pipas o instrumentos musicales que, para su fabricación, requieren especies determinadas.

Los viveros especializados proveen de pequeños árboles tanto a a la actividad forestal como a las áreas de forestación que los gobiernos establecen para evitar la desaparición de los bosques.

* Información extraída de...

SALVEN LOS BOSQUES.
Abrumado por el cambio climático y el recalentamiento global, con sus chimeneas que se empecinan en seguir humeando, el mundo aprendió a valorar la importancia de los bosques en el delicado equilibrio ambiental. Ya no son considerados sólo hermosos paisajes, refugios de biodiversidad o fuentes de madera.

Sus procesos de fotosíntesis los convierten en poderosas máquinas de absorción y fijación de las emanaciones de dióxido de carbono industriales responsables, al menos en parte, de las alteraciones del clima. Y su valor crece en función de esta capacidad de limpieza atmosférica.

A pesar de la gran superficie perdida en su cubierta boscosa, la Argentina está a tiempo de salvar lo que le queda. Y también de fomentar la industria maderera a través del incentivo a la plantación de árboles. Hay dos herramientas: el Inventario Forestal Argentino -casi concluido- y la Ley Forestal, que entró a funcionar el año pasado.

ÁRBOLES EN PELIGRO.
A principios de siglo los bosques naturales cubrían un tercio del territorio argentino. Eran más de cien millones de hectáreas (la suma de las superficies de Francia y España) bajo la sombra protectora de los árboles, compuestas por distintos ecosistemas, desde la exuberancia tropical de las yungas a la seca austeridad del cardenal.

Hoy sólo queda la tercera parte, cerca de treinta y cinco millones de hectáreas: durante los últimos dos siglos muchos de aquellos árboles cayeron bajo el hacha y la motosierra, barridos por los incendios y la necesidad de tierras para actividades agropecuarias.

A este ritmo de destrucción, nos quedaríamos prácticamente sin bosques dentro de un siglo. Por eso resulta obvia la necesidad de proteger los que permanecen en pie. Para hacerlo bien y, de paso, aprovechar sus recursos de una manera sustentable y responsable, hace falta saber qué tenemos. Tal es la idea del Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos que realiza la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Política Ambiental, un catálogo de nuestra riqueza forestal nativa, con mapas, que incluye listado de especies, densidad de la cubierta y tamaño de los ejemplares.

"Si bien la compilación de datos provenientes de la cartografía, imágenes satelitales y estudios de campo estaría terminada para fin de año, ya podemos decir que casi todos nuestros bosques están explotados o sobreexplotados -comenta el ingeniero Jorge Menéndez, director de Recursos Forestales Nativos de esa Secretaría.

En algunos casos hay que hablar de bosques secundarios, los que quedaron después de una explotación intensiva y selectiva, que extrajo los mejores ejemplares."

Terminado el inventario, servirá para establecer políticas forestales y estrategias de conservación, determinar qué zonas proteger, cómo utilizar mejor el presupuesto, en qué puntos se puede plantear un uso sustentable.

"Nuestra base de datos intercambiará información con los nodos correspondientes a cada una de las seis regiones forestales argentinas: selva misionera, yungas o selva tucumano-boliviana, monte, espinal, parque chaqueño y bosque andino-patagónico", apunta el ingeniero Menéndez.

MÁS QUE EL AMAZONAS.
Los datos preliminares sirvieron para establecer un punto de extinción de cada región, lo que da una idea de cuántos años faltan para que se borren del mapa si sigue el ritmo de destrucción del siglo XX.

Así, la selva misionera podría desaparecer dentro de 20 años y las yungas, dentro de 70. La prioridad para la conservación es encabezada, con alarma roja, por el parque chaqueño, las yungas y la selva misionera.

¿Por qué priorizar el parque chaqueño, algo así como la cenicienta de los sistemas forestales?
Contesta Menéndez: "La región está en emergencia social, ambiental y económica, y es la principal expulsadora de población hacía los centros urbanos. Está formada por varias provincias, pero aporta poco más de 3% del PBI nacional: los proyectos de conservación y desarrollo sustentable podrían cambiar esta situación."

El parque chaqueño, destruido en la Argentina por la tala, la ganadería extensiva y el corrimiento de la frontera agropecuaria, es un enorme ecosistema que ocupa tres países (el nuestro, Bolivia y Paraguay).Y los estudios demuestran que su participación en la absorción de dióxido de carbono es mayor que la de la Amazonia, por los gigantescos incendios forestales que ocurren allí y que devuelven los gases a la atmósfera. "Por eso la Secretaría desarrolla el proyecto del Gran Chaco Americano, junto con los gobiernos paraguayo y boliviano, para revalorizar la región, de gran importancia ecológica", dice Menéndez.

Además, los bosques nativos son recursos del ecoturismo y, en menor medida, de la industria maderera. Esto último espanta a numerosos grupos ambientalistas. Es un tema de eterna discusión. Mientras para algunos expertos se puede extraer un cierto número de ejemplares sin dañar el bosque, otros sostienen que no deben ser tocados. "Sería muy bueno conservar los bosques intactos, pero yo me pregunto quién se va a hacer cargo de la gente que vive allí, que depende de ellos para cubrir sus necesidades básicas", comenta Menéndez.

Lucas Chiappe, del Proyecto Lemú, organización que integra el proyecto internacional Gondwana, que impulsa la creación de un santuario para los bosques australes del planeta, apunta: "Con cien años de explotación en los bosques andino-patagónicos el resultado es que los pobladores están más pobres, con menor calidad de vida, y el ecosistema perdió una enorme riqueza biológica. No conozco ningún ejemplo de un bosque manejado sustentablemente en la Argentina, que se encuentre en mejor estado que antes. No digo que teóricamente no se pueda manejar con sentido común un bosque, pero los resultados históricos son un verdadero desastre forestal, social, económico y ecológico, tanto nacional como internacional".

En las últimas décadas hay varios ejemplos de bosques arrasados para ser convertidos en leña. En la actualidad, una de las principales preocupaciones de los grupos ambientalistas se centra en la explotación del bosque de lenga fueguino que realizaría la empresa Trillium. Las actividades están casi suspendidas. Según las autoridades, la explotación no sería dañina. "El problema es la falta de control provincial -señala el ingeniero Menéndez-. Resulta fundamental el seguimiento de la gestión para asegurar que la explotación se hace según lo acordado."

PARA CRECER.
El mundo necesita madera, ya sea para construcciones, muebles o para saciar su increíble hambre de papel. ¿De dónde extraer tanta materia prima sin talar los bosques? Básicamente, plantando árboles en lugares donde no los había: se habla de bosques de implantación o de forestación.

"Nuestro país importa más de 1.500 millones de dólares anuales de productos forestoindustriales, equivalente a cuatro veces la exportación de carnes, y sólo exporta 500 millones -explica el ingeniero José Crotto, asesor de política forestal de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación-. A pesar de tener condiciones maravillosas hemos regalado mercados y perdido pie en el desarrollo forestal: 90% de esos 1.500 millones podrían producirse con trabajo argentino, generando riqueza en el país, no sólo por la producción de materia prima sino por el valor agregado."

La Argentina cuenta con más de un millón de hectáreas de forestación (la mitad de la superficie de Tucumán), que representa un área más de treinta veces menor que la ocupada por los bosques nativos. Esta superficie podrá aumentar gracias a los diez años (de 2000 a 2009) de beneficios para la actividad que propone la Ley Forestal 25.080. El principal consiste en un aporte económico para las plantaciones de árboles de hasta 700 hectáreas. Ya se ha logrado llevar la implantación de 26.000 hectáreas en 1996 a 100.000 en 2000.

La actividad es de largo plazo: se plantan árboles para cosechar madera dentro de 10, 15 o 20 años. Se proyecta que el desarrollo de las plantaciones implique un gran impacto (se espera duplicar para 2010 la actual participación de 2% en el PBI) y que resulte una fuente de empleo y afincamiento en diferentes lugares. Además los árboles plantados también funcionan como fijadores del dióxido de carbono emitido por las industrias, lo que puede implicar rédito económico (ver recuadro).

Según Crotto, casi todo el país tiene condiciones para la actividad forestal. La Patagonia andina y la Mesopotamia son las áreas más desarrolladas. "Un grupo español tiene un proyecto para plantar en Córdoba especies de calidad, como robles, nogal negro y cerezos, y también se planean desarrollos en la provincia de Buenos Aires -apunta Crotto-. Se pueden realizar plantaciones del valiosísimo cedro australiano, que crece en un clima muy cálido. Y ni que hablar de la zona de riego de Mendoza, San Juan y el valle del Río Negro."

En la Argentina se plantan básicamente cuatro especies: pino, álamo, eucalipto y sauce. Pero se pretende estimular la producción de maderas de mejor calidad y precio internacional. "Cualquiera vende madera para cajones.

Lo difícil es producir esos árboles enormes que se sacaban de los bosques nativos, que hoy no se pueden tocar: ésa es la madera que falta en el mundo, la que más se cotiza -señala Crotto-. Podemos producir ejemplares de 60 centímetros de diámetro y buen porte, en sólo 20 años, mientras que en otros países, como Chile y Nueva Zelanda, tardarían 30 o 40 años."

Otro tema importante en los mercados internacionales es la certificación de maderas por parte de consultoras que garanticen que fueron obtenidas de manera sustentable, sin dañar al bosque ni al ambiente.

¿NATIVOS VERSUS IMPLANTADOS?
La mayor preocupación entre los ambientalistas es que los incentivos impulsen un reemplazo del bosque nativo por forestaciones artificiales. "La ley forestal no es para eso, sino para plantar en tierras no recuperables, con la autorización provincial correspondiente y la aprobación de los expertos luego de un estudio de impacto ambiental -señala Crotto-. Mientras más árboles plantemos, menor será la presión para explotar el bosque nativo."

Menéndez coincide: "La estrategia debe ser integradora". Durante los últimos tiempos, los expertos de todo el mundo discuten sobre la mejor manera de fijar el dióxido de carbono: algunos sostienen que los bosques maduros son los mejores, otros estiman que las plantaciones absorben el carbono con gran velocidad debido a su rápido crecimiento. Lo cierto es que el mundo necesita de los dos sistemas para controlar las crecientes emisiones. Los bosques nativos representan una estrategia en el largo plazo, ya que esas maderas permanecerán sobre la tierra más tiempo que las de las plantaciones, destinadas a la tala. "Un algarrobo es un verdadero barril de carbono", comenta Menéndez.

El final de esta historia es moderadamente optimista. Cualquiera sea el negocio relacionado con los bosques -industria maderera, mercado de emisiones o ecoturismo-, está claro que la presión internacional empuja hacia la protección de esos ecosistemas. Y la conciencia de protección ambiental está creciendo en todo el mundo.

Sin embargo hay señales de alarma. Desde que surgió la agricultura, la humanidad ha borrado 60% del bosque original y hoy desaparecen 14 millones de hectáreas de cubierta boscosa nativa al año (otros suben la cifra a 25 millones). La experiencia aconseja mantener la vigilancia: el bosque, y su infinita generosidad, se lo merecen.

EL NEGOCIO DE REFORESTAR.
En Neuquén, alrededor de dos mil hectáreas de árboles están absorbiendo dióxido de carbono. Plantadas por CORFONE (Corporación Forestal Neuquina S.A., empresa de capitales principalmente estatales), son el resultado de un convenio con empresas alemanas, que pagan unos 200 dólares por hectárea para que se mantenga este bosque artificial durante cuarenta años. Es uno de los tantos convenios en el mundo dentro del marco del comercio internacional de emisiones, para aplacar el efecto invernadero.

La temperatura del planeta viene subiendo durante las últimas décadas debido a la acumulación atmosférica de dióxido de carbón (entre otros gases), que atrapa el calor que libera el planeta y genera el denominado "efecto invernadero". Los resultados serían catastróficos: hielos que se derriten, inundaciones-sequías, alteración de las costas.

La solución más lógica consiste en reducir la emisiones de dióxido de carbono, proveniente de la quema de combustibles. De eso se trata el protocolo de Kyoto (1997). Estados Unidos, el mayor involucrado, fue el único que se negó a firmar: asegura que no pueden cumplir con la metas de reducción prometidas.

El otro camino para hacer desaparecer e dióxido de carbono es absorberlo. Todos lo vegetales lo absorben y, fotosíntesis mediante, lo convierten en materia viva. Por eso los bosques son gigantescas "esponjas" que secuestran el exceso de carbono y lo fijan en la tierra.

Eso ha generado un sistema internacional de comercio de secuestro de carbono: las empresas que producen dióxido en un país cuya legislación les impone un límite compran "bonos de captura o secuestro de carbono" para mantener un bosque en otro punto del globo (que teóricamente estaría absorbiéndolo), para compensar su exceso de emisión. Así, la cubierta boscosa de una nación resulta un recurso económico nada despreciable.

"Además de la venta de estos bonos, tenemos 15.000 hectáreas forestadas y firmamos convenios con YPF-Repsol y San Jorge-Chevron para forestar 1.000 hectáreas anuales durante 5 años -señala el ingeniero Gustavo Schiosman, vicepresidente de CORFONE S.A.-. las petroleras lo realizan como una contribución al secuestro de carbono. Nuestra intención es que consideren la forestación como un negocio más."

"La Argentina podría duplicar su superficie forestada a través de la venta de bonos de secuestro de carbono; estamos en conversaciones con el Banco Mundial sobre este tema", señala el ingeniero José Crotto. "Estamos en condiciones de aprovechar esa situación, tanto con los bosques nativos como con los implantados", concluye el ingeniero Jorge Menéndez, director de Recursos Forestales Nativos.

EL ARTE DE COOPERAR:
La Ley Forestal permite que pequeños productores se asocien en cooperativas para trabajar y vender mejor su producción. Se hizo con éxito en Misiones y Neuquén. Estos emprendimientos evitan que la producción quede en manos de unas pocas empresas -señala José Crotto, asesor de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación-. los municipios pueden participar en este sistema. En países como Francia, las intendencias manejan los recursos forestales del país. También se podría hacer en la Argentina y con los planes Trabajar.

* Información extraída de...

DESASTRES AMBIENTALES: BOSQUES EN PELIGRO.
Los bosques son ecosistemas imprescindibles para la vida. Son el hábitat de Multitud de seres vivos, regulan el agua, conservan el suelo y la atmósfera y suministran una gran cantidad de productos útiles.

La vida humana ha mantenido una estrecho relación con el bosque. Muchas culturas se han apoyado en productos que obtenían del bosque como por ejemplo madera para usarla como combustible o en la construcción, papel, frutos, medicinas, etc.

Pero, a la vez, con el crecimiento de la población se talaron bosques para convertirlos en tierras de cultivo para producir más alimentos; también, en muchas épocas, se consideraba que los bosques eran fuente de enfermedades, refugio de bandoleros y que dificultaban la defensa, por lo que se talaron grandes extensiones alrededor de las ciudades; entre otras cosas que, también, provocaron la desaparición de muchos bosques.

Se estima que hace unos 10.000 años, cuando terminó el último periodo frío, los bosques ocupaban entre el 80 y el 90% de la superficie terrestre, pero a partir de entonces la deforestación ha sido creciente y en la actualidad los bosques cubren entre un 25% y un 35% de la superficie terrestre, según cual sea el criterio con el que se determine qué es bosque y qué no lo es.

Se puede definir como "bosque es toda aquella superficie de tierra en donde se hallan creciendo asociaciones vegetales, predominando árboles de diferentes tamaños que han sido explotados o no, capaces de producir madera u otros productos; influyen en el clima y en el régimen hidrológico y además brindan protección a la vida silvestre."

Los bosques cumplen importantes funciones ecológicas, entre las que están:

Regulación del agua.
Las masas forestales retienen el agua de lluvia. Así facilitan que se infiltre al subsuelo y se recarguen los acuíferos. Asimismo disminuyen la erosión al reducir la velocidad del agua y sujetar la tierra, y rebajan el riesgo de inundaciones, tanto por la retención de agua que hacen como al impedir el arrastre de sedimentos que aumentan el volumen de las avenidas de agua y las hacen más peligrosas.

Influencia en el clima.
En las zonas continentales más del 50% de la humedad del aire está ocasionada por el agua bombeada por las raíces y transpirada por las hojas de la vegetación. Cuando se talan los bosques o selvas de áreas extensas el clima se hace más seco.

Absorben dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.
En el proceso de fotosíntesis los árboles, como todas las plantas, toman CO2 de la atmósfera y devuelven O2. En el momento actual esta función tiene especial interés porque colabora a frenar los efectos negativos del exceso de emisiones de CO2 de origen humano que están provocando el efecto invernadero. Se suele decir que los bosques son sumideros de dióxido de carbono o, también, los "pulmones" de la Tierra, por este papel que cumplen en el ciclo del carbono.

Reservas de gran número de especies.
Los bosques naturales ofrecen multitud de hábitats distintos por lo que en ellos se puede encontrar una gran variedad de especies de todo tipo de seres vivos. Por eso se dice que son las principales reservas de biodiversidad, especialmente la selva tropical y, como veremos, tiene mucho interés, desde muy diversos puntos de vista, conservar la máxima biodiversidad en nuestro planeta.

Acción depuradora.
Distintos contaminantes de la atmósfera y las aguas son retenidos y filtrados por los seres vivos del bosque. Y considerando también como contaminación los ruidos y la agitación que generamos en nuestra civilización, son también fuente de paz para el espíritu humano y lugar de reposo para muchas personas.

En todo el mundo, la cobertura boscosa ha sido talada, fragmentada, degradada o reemplazada, y obviamente esto influye en todas las funciones nombradas anteriormente.

Allí, muchas poblaciones de plantas y animales están perdiendo su viabilidad a largo plazo por fragmentación y erosión genética. Hasta en los países donde la cobertura boscosa es estable o se está incrementando, ecosistemas únicos de bosques maduros están siendo reemplazados por bosques secundarios y plantaciones.

Los bosques fragmentados se han vuelto más susceptibles al fuego de lo que jamás se hubiera pensado: decenas de millones de hectáreas que normalmente eran resistentess al fuego han sido destruidas por infiernos catastróficos en el Amazonas, América Central, Indonesia, Africa Occidental y Madagascar.

Algunos de los ecosistemas mas preciosos de la Tierra están sufriendo daños que amenazan de forma importante su integridad. La selva tropical disminuye constantemente su extensión al ser talada y quemada. Los bosques templados se encuentran enfermos en grandes áreas de todo el mundo. Muchos suelos están en peligro de desertización por la excesiva erosión y su mal uso. Estas y otras realidades de nuestro planeta son fenómenos lo suficientemente serios y graves como para alertar a la sociedad humana a que ponga los medios necesarios para frenar el deterioro.

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA DESTRUCCIÓN.
Hasta mediados del siglo XX la destrucción de bosques en el mundo se producía casi exclusivamente en las zonas templadas. Pero en las últimas décadas los bosques tropicales han sufrido una tala masiva y una fuerte degradación. Alrededor de 20 millones de hectáreas de estos bosques son talados o dañados cada año.

La destrucción de los bosques se está produciendo por varios motivos. En Latinoamérica se cortan para hacer pequeñas granjas y ranchos de ganado. En Asia la preparación de nuevos terrenos para la agricultura es la principal causa de desaparición de la selva, y en Africa la obtención de combustible y la preparación de pequeñas granjas son los principales motivos.

También en muchas ocasiones desempeña un papel muy importante el comercio de maderas entre los países en vías de desarrollo y los desarrollados. Pero principalmente, se debe destacar el papel negativo que están cumpliendo las grandes plantaciones forestales como causa directa de deforestación.

Estas plantaciones, promocionadas como "bosques plantados", en realidad no sólo no son bosques, sino que se trata de cultivos cuya implantación es generalmente precedida por la corta del ecosistema forestal nativo y su sustitución por agrosistemas, como son los monocultivos a gran escala de especies exóticas.

Por ejemplo, en Chile, las políticas del gobierno estimulan la tala de bosques milenarios originales del país para abrir paso a plantaciones de especies exóticas. Como resultado, los bosques de araucaria prehistóricos y los árboles vivos que ocupan el segundo lugar en antigüedad en el mundo, los alerces, están en peligro.

En los países desarrollados son otras las principales amenazas de los bosques , en este caso, los incendios, las plagas y enfermedades y la contaminación atmosférica. Por ejemplo, en Alemania se comenzó a observar, en los primeros años de la década de 1970, que muchos árboles perdían vigor, las hojas se decoloraban y caían prematuramente y la debilidad de la planta facilitaba el que las heladas, el viento o los insectos u otras plagas terminaran matando al árbol.

El fenomeno ataca a algunas especies con más fuerza que a otras. Las coníferas, como pinos, abetos, Piceas, etc. son las más afectadas, debido a su larga vida y a que al tener hojas perennes acumulan contaminantes a lo largo de todo el año, aunque también algunos bosques de hayas han sido dañados.

Los bosques situados en zonas altas también son más dañados, probablemente porque están mucho tiempo dentro de nieblas y nubes que agravan la acción de la contaminación sobre la planta. Las observaciones en Alemania continuaron y se comprobó que para 1982 un 8% de sus bosques estaba dañado y en un estudio hecho en 1985 se señalaba que alrededor de la mitad de sus árboles mostraban síntomas de decadencia, más o menos grave.

Los árboles también son amenazados por causas más "naturales", como plagas y enfermedades. Sin embargo, las plagas y enfermedades han existido desde que han habido bosques, y estos no han empezado a deteriorarse hasta que fueron amenazados por los humanos. Cuando se presentan en grandes cantidades, los insectos pueden matar a los árboles, muchas veces debido a que se comen las hojas.

Las enfermedades pueden eliminar poblaciones completas de una especie arbórea. Por ejemplo, en los bosques del Este de Estados Unidos, todos los grandes árboles del castaño americano fueron muertos hasta sus raíces. Sin embargo, la marchitez que los mató no existe naturalmente en América del Norte; fue traida accidentalmente por humanos.

Algunas especies, cuando son sacadas de su hábitat natural e "introducidas" en un área nueva por humanos, pueden ser sorprendentemente destructivas. Cuando los insectos son introducidas, a veces, accidentalmente; sin enemigos naturales, se reproducen rápidamente hasta llegar a ser poblaciones casi epidémicas, comiendo grandes cantidades de hojas de los árboles y otras plantas.

Algo parecido ocurre en el Parque Nacional "El Palmar" en Entre Ríos, Argentina, donde el Paraíso, una especie arborea Procedente del Sur y Este de Asia introducida por los humanos, compite con las Palmeras Yatay nativas del lugar.

Las causas de la destrucción de bosques son variables, pero detrás de las actividades más obvias que ponen en peligro las fronteras forestales del mundo existen las causas indirectas: Economías y consumo en crecimiento, crecimiento de la población y de la demanda de tierras, mala política económica, decisiones políticas erradas, corrupción y comercio ilegal; y pobreza y carencia de tierras.

Para los pueblos que habitan los bosques o que dependen de los mismos, la destrucción de los bosques implica la pérdida de sus posibilidades de sobrevivencia como culturas autónomas. Para ellos, el bosque constituye su hogar y les provee de alimentos y todos los elementos materiales y espirituales que aseguran el mantenimiento de la vida de la comunidad a largo plazo.

La desaparición del bosque trae aparejada la pérdida de todos esos elementos y por ende la desnutrición, el aumento de las enfermedades, la dependencia, la aculturación y en muchos casos la emigración y la desaparición de la propia comunidad.

Dado que los bosques aseguran la conservación del agua, de los suelos, de la flora y de la fauna, su eliminación también acarrea, entre otros, graves impactos tales como la ocurrencia de grandes inundaciones, el agravamiento de las sequías, la erosión de suelos, la consiguiente contaminación de los cursos de agua, entre otras cosas. Tales impactos perjudican la vida y salud de las poblaciones de la región, así como sus actividades productivas como la agricultura, la cría de ganado, la pesca, etc.

Pero a escala global, una de las consecuencias mas graves, los bosques cumplen importantísimas funciones en materia climática y su desaparición afecta a la humanidad en su conjunto.

Por un lado, la enorme masa vegetal de los bosques ayuda a regular el clima global, tanto en materia de precipitaciones como de temperatura y régimen de vientos. Por otro lado, constituyen un enorme reservorio de carbono y su eliminación contribuye al agravamiento del efecto invernadero (generado fundamentalmente por la utilización de combustibles fósiles). Al ser incendiados o cortados, el carbono almacenado durante siglos en los bosques se incorpora a la atmósfera, aumentando así la concentración de carbono en la misma y agravando por ende el efecto invernadero.

Además, los bosques tropicales albergan gran parte de la biodiversidad del planeta. Tanto las especies animales como vegetales tienden a desaparecer junto con los bosques y el ritmo de extinción de especies va en acelerado aumento.

La humanidad en su conjunto se ve entonces afectada, ya que la pérdida parcial o total de los bosques trae aparejada la pérdida definitiva de especies y capital a corto y largo plazo, lo que implica que la humanidad debe tomar resposabilidades éticas y ecológicas para poder salvar no solo a los bosques sino también a la si misma.
Fuente: Eco2site.com
Marzo 10, 2003

* Información extraída de...

UNA SOLUCIÓN PARA NUESTROS BOSQUES EN PELIGRO
Información extraída de...

Nuestro planeta enfrenta la acelerada desaparición de sus bosques con la irreversible pérdida de su valiosa biodiversidad.

Al iniciarse el siglo XX el área boscosa mundial se estimaba en 5.000 millones de hectáreas, desde entonces, el área total se ha reducido a 2.900 millones de hectáreas.

La Argentina no se encuentra exenta de este proceso, nuestros dos ecosistemas de mayor biodiversidad: la selva misionera y la selva de Yungas se encuentran en grave peligro. Los números son impactantes.

En la zona de la Reserva de Biosfera de las Yungas, se perdieron durante los últimos 15 años 1.000 hectáreas promedio por año por cultivos de soja.

En tanto 1,5 millones de hectáreas de todo el noroeste ya fueron transformadas en plantaciones agrícolas (caña de azúcar principalmente), esto representa el 75% de la selva original.

El reemplazo de bosque nativo por grandes monocultivos agrícolas no ha demostrado ser una práctica que ayude a mejorar la calidad de vida de sus. Por el contrario, es demostrable el aumento en la incidencia de enfermedades tropicales como la leishmaniasis a partir de este tipo de prácticas irracionales de transformación del bosque.

El sello FSC.
Actualmente hay en nuestro país 49.661 hectáreas de plantaciones certificadas bajo el sello FSC. A diferencia de muchos de nuestros países vecinos hasta el momento no hay operaciones nacionales certificadas con bosques nativos. Bolivia ya ha alcanzado el 1.000.000 de hectáreas de bosques nativos certificados y Brasil casi el medio millón de hectáreas, sobre un total de 1,376,943 ha de bosques nativos y plantaciones certificadas.

La tala indiscriminada y el desmonte implican una erosión genética sobre especies forestales de valor. El resultado de esto impacta negativamente sobre la actividad maderera, importante generadora de empleos en algunas zonas de nuestro país.

Greenpeace impulsa y brinda apoyo concreto a iniciativas de certificación forestal FSC, las Yungas y la Selva Misionera aún conservan superficies de bosques importantes donde es posible emplear este tipo de prácticas sustentables de manejo del bosque.

Empresas y consumidores deben optar por productos madereros certificados FSC, para salvar nuestras selvas y generar empleos sustentables.

Insertado por: CERCLEOBERT (30/10/2004)
Fuente/Autor: María José Atiénzar - Greenpeace Argentina - Otros autores y organizaciones.
 

          


Valoración

¿Qué opinión te merece este artículo?
Malo   Flojo   Regular   Bueno   Muy bueno   Excelente

Comentarios

Pienso que este artìculo deberìa ser obligatorio en las escuelas. Otro comentario, en el Centro de Argentina, parte de Còrdoba, San Luis, y alguna vez sur de Santa Fé, y provincia de Bs. As., y una gran extensión en la provincia de La Pampa, existe el Caldén, Prosopis Caldenia, árbol único en el mundo, que conforma junto a otras especies el único bosque en el Centro de Argentina, el único pulmón verde, que ha logrado sobrevivir a los depredadores de todos los tiempos gracias a su fortaleza y a su perseverancia de retornar siempre al único hábitat que lo contiene. Hoy corre serio riesgo de desaparecer a favor de la apetencia de los transgénicos y la soja, que ya lo están borrando del mapa en Cordoba y San Luis. Está en estudio una ley que lo protegería pero ya sabemos como es la cosa cuando de intereses económicos se trata. Considerando las particularidades de esta única especie y de su albedrío, que posibilidades habría de declararlo Patrimonio de la Humanidad o algo así, para evitar su desaparición?
Nombre: Germán C. Canuhé  (09/11/2004) E-mail: canuhe@yahoo.com.ar
 
20.11.2004
Creo que es un artículo imprescindible. Nos hemos olvidado del bosque biodiverso y espontáneo y como consecuencia del mercantilismo que nos ahoga se sacrifica lo que la Naturaleza ha tardado años en conformar. So pretexto de que somos más avanzados carecemos de la cultura selvícola que tienen los pueblos que dependen de los árboles, de sus frutos.
No sé cuando los gobiernos van a comprender que hay que mimar la naturaleza. Salvar la flora, el agua, no repoblar estúpidamente como se ha hecho en Galicia, a base de eucaliptu y pino insigne, pirófíticos, que en algunos casos han podido ser elegidos, por lo menos el eucliptu, para expansionarse al mismo tiempo que arde. 22.000 rebrotes de cepa se han contabilizado en alguna hectárea incendiada. Y esto lo sabe la Xunta, que sigue promoviendo su plantación y el abandono de las tierras de labor. Una desgracia para el país, que espero analizar por medio de un artículo próximamente. En realidad, es un tema que me ha preocupado desde hace años. Hasta otro día.
Nombre: xesús lópez fernández  (20/11/2004) E-mail: xesuslopez@terra.es
 

Escribe tu comentario sobre el artículo:

Nombre:  

 E-mail:

 

Libro de Visitas Colabora Modo Texto Condiciones Suscribete

(C)2001. Centro de Investigaciones y Promoción de Iniciativas para Conocer y Proteger la Naturaleza.
Telfs. Información. 653 378 661 - 693 643 736 - correo@iberica2000.org