Catolicismo nacional |
(1908) |
SIGUE SIENDO MÁS NACIONAL QUE RELIGIOSO |
El Estado, y por tanto también los no católicos, venían "poniendo de su bolsillo" 35 millones de euros para pagar a sacerdotes católicos. |
Hay confesiones religiosas que no son más que otro reflejo cultural más del talante del pueblo o colectividad donde se profesan.
Pero la Iglesia católica en España está demasiado acostumbrada a manejar conciencias y a través de ellas sus fortunas. Además, como habitual directora distinguida de la orquesta social y presuponiendo que el bautismo "obliga" a una mayoría (bautizada prácticamente por inercia), se resiste a pasar al plano secundario e íntimo en que las demás confesiones se mueven.
Pero por eso mismo sigue siendo también expresión del talante de buena parte de la sociedad española a la que durante siglos, hay que reconocerlo, ha imprimido un carácter tan intransigente, dominador y tremendista como en el fondo débil...
Sin embargo hace tiempo que han ido apareciendo en nuestra sociedad claros síntomas de tensión cada vez más grave entre las virtudes cardinales, eje de la prédica católica, y el materialismo feroz sobre el que gravita el sistema de mercado libre que ella precisamente postula y jalea.
Y aunque sus predicadores sigan exaltando una espiritualidad que rápidamente se apaga, gran parte de la iglesia militante está hoy día contaminada por el pragmatismo frenético anglosajón que domina en el mundo. De ahí, de ese espíritu ultrapragmático, deviene que tantos párrocos de iglesia y tantos obispos despunten mucho más como eficaces curas-empresario que por su santidad...
En todo caso en la interrelación entre ambas, se adivina mucha más influencia de esa ideología y de su homóloga aznarista sobre la iglesia, que de cristianismo verdadero sobre la política.
Si no fuese así, estas manifestaciones públicas que promueven los catequistas y sus acólitos en esta etapa con tanta facilidad las hubieran desencadenado con mucho más coraje, indignación y razón cuando un país, apoyado por quien representaba al nuestro, se lanzó a apoderarse del petróleo de otro causando la muerte de decenas de miles de civiles, mujeres y niños.
Y en cambio, en lugar de hacer salir a sus feligreses a la calle para intentar parar a los energúmenos, no se oyó por su parte la más mínima queja. Ahora prefieren en cambio hacer ruido a propósito de asuntos de mucho menor trascendencia y, además, en cuanto ha salido del poder el partido con el que tan tontamente simpatiza...
Pero con la revolución que el poder máximo ha traído al nuevo milenio, un nuevo factor irrumpe en escena. Y es que, a la doble moral institucional que siempre practicó y caracterizó a la Iglesia vaticana, se suma hoy día en este país la doble moral social de la ideología conservadora que lleva en buena medida el marchamo de la suya; ideología conservadora que más que serlo por practicar la religión, lo es porque se sirve de ella para promover el escándalo a nivel político que le conviene.
El caso es que el Estado, y por tanto también los no católicos, actualmente "ponen de su bolsillo" 35 millones de euros para pagar a sacerdotes católicos.
Pero puesto que el servicio religioso no está reconocido por ninguna de las dos partes —Estado e Iglesia— como servicio público, ¿qué razón, qué causa contractual, hay para que un Estado no confesional siga sufragándola más allá de lo que le corresponde por la casilla del IRPF?
Por otra parte la Iglesia católica española, posicionada ordinaria y descaradamente a favor del partido conservador y depositario por ello mismo de gran parte de sus esencias, remilgos, hipocresías e imposturas no sólo no evita la desestabilización política: es que hace todo lo contrario con la excusa (¡ay! las excusas tan de moda hoy) de que su deber es pronunciarse en conciencia.
Siendo así que la Iglesia católica, tendrá derecho a influir sobre la conciencia y aun a doblegar la voluntad, si quiere, de sus prosélitos, pero no, sin traicionarse, a hacer política de sus catecismos... El Estado, por su parte, al ser un cuerpo neutro integrado por toda clase de ciudadanos —católicos y no católicos— no sólo tiene derecho; es que está obligado a ceñirse a lo tratado en su día con ella, y a no premiar a una institución que se constituye en términos generales como virtual enemiga del Estado.
Una institución que incita de muchos modos a la sedición y que se encara con franca hostilidad al Estado únicamente cuando al frente del Estado están los partidos políticos que no constituyen la actual oposición.
La más elemental justicia distributiva, y también divina, se imponen: "a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César".
Acabemos de una vez con privilegios que nadie merece pero menos quien los ha ostentado sin tasa a lo largo de toda nuestra historia. Terminemos también con las ambigüedades interpretadas a su favor en las relaciones entre la Iglesia Católica y un Estado ya absolutamente aconfesional.
No sé si servirá para algo dejar de seguir gratificando a quien en todo caso nunca se manifiesta como amiga, pero sí creo que será un paso importante para progresar un poco más en estas de por sí tan sospechosas democracias...
Podéis contactar con el autor a: richart@telefonica.net * Toda la información que este autor, tiene alojada en Ibérica 2000... (Enlace...)
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por: Jaime Richart (03/11/2004) |
Fuente/Autor:
Jaime Richart. |
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