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Si una parte de la sociedad nos plantea que la democracia deba consistir en que unas fuerzas políticas de escaso escrúpulo y poca inteligencia creativa deben vencer sistemáticamente a las que aún los conservan, francamente prefiero una dictadura del signo que sea. Al menos tiene la ventaja de que, en ellas, todo el mundo sabe a qué atenerse. Porque la incertidumbre es uno de los peores enemigos de la paz, sea individual sea social. Eso no sólo es algo con lo que especulan terrorismo y contraterrorismo. Eso lo saben perfectamente los “creyentes”. Pues una inmensa mayoría de “creyentes” lo son, porque son incapaces de dudar. De manera pues, que, en nuestra cultura, la certidumbre se ha considerado desde siempre como un alto valor. Los demás no tenemos problemas, pues aceptamos perfectamente nuestras dudas. Lo que rechazamos son las dudas, fabricadas artificiosamente por terceros, que se nos quieren imponer desde el trastero. Esas dudas que introduce en todos los países la derecha crecientemente revolucionaria... desde arriba. Lo ha dicho la editora de The Wall Street Journal: “No somos conservadores, sino radicales, es decir, revolucionarios”.

Y aquí, entre nosotros, la derecha ya se radicalizó hasta extremos bochornosos y asfixiantes estando en el gobierno. Pero ahora empieza a dar muestras de tensarse aún más si cabe, para recuperarlo.

Pero si están dispuestos a recobrar a toda costa y a cualquier precio el poder; si no va a haber estabilidad; si el desasosiego sin cuartel va a intervenir en todo; si tenemos que soportar cada día un bote de humo hasta hacer irrespirable la atmósfera primero en el Congreso para hacerla más adelante sofocante también en la calle...

Si va estar todo en línea con la guerra permanente que anunció Bush, y aquí, como allí, este va a ser el signo de la democracia actual, nos engañamos: o no hay tal democracia o está corrompiéndose. En todo caso será un gravísimo estorbo para conciliar el sueño; un obstáculo mucho peor que las amenazas terroristas reales e inventadas, pues no da tregua. Y el sueño, a despecho de lo que energúmenos e insomnes piensen, es otro valor social. Recuérdese qué decía Churchill a propósito de la democracia y la llamada a la puerta de nuestra casa a primera hora de la mañana...

Lo repito una vez más para los que no estaban: tan terrible como carecer de libertad es sentirla grave y constantemente amenazada. Y aún más grave será si la amenaza viene de sus guardaespaldas, pues, como sucede cuando se sabe que se convive con ejércitos golpistas, eso es como tener al enemigo en casa...

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