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La sorpresa de los media y del gobierno en este momento, al ver en ella un aliado inesperado en su empeño desgitimador del famoso Plan, ha debido paralizar el seso a más de uno...

Pero los que estamos fuera del juego principal no nos dejamos embaucar tan fácilmente. La Conferencia ahora, no sólo se mete en lo que tampoco le importa; es que se posiciona descaradamente contra una consulta plebiscitaria que nada tiene que ver con la mos, es decir, con las costumbres, ni con la tan invocada por ella doctrina social de la Iglesia.

No sé que estarán pensando ahora por Euskadi, tierras abstractas y aparentemente contradictorias donde las haya, pero el rechazo de todas las fuerzas políticas no centralistas de allí a la intromisión de la Conferencia es seguro.

Que la Conferencia se alinea siempre con el fuerte en cuestiones graves, ya lo sabíamos. Siempre fue esto un mal asunto para la causa nuclear del cristianismo. Pero ahora, con esta provocación del más depurado estilo reaccionario entrometiéndose en una cuestión de política pura y dura sobre la organización sociopolítica de grandes sectores de población de un territorio, no hace más que poner sobre el tapete su más que presumible desesperación institucional; una consternación, sí, que late y subyace en las manifestaciones públicas de la Conferencia desde hace pocos meses (y que contrastan con su silencio absoluto a lo largo de los ocho años anteriores), ante tanta defección religiosa, ante el frenazo comprensible en las vocaciones y ante un ostensible retroceso en el reclutamiento de feligresía renovada .

La Conferencia se pinta sola para echarse tierra a los ojos y, lo que es peor, para empobrecer, si no emporquecer, el recto sentido del cristianismo de base...

Toda la excelsa brega humanista y entrañable de legiones de sacerdotes repartidos por la geografía española y mundial, entregados a la causa de la fe, de la caridad, de la prudencia y del reconfortamiento espiritual de ingentes seres humanos, los tira constantemente por la borda de la nave cristiana la rimbombante Conferencia Episcopal. Y todo y sólo, por razones de oportunismo político a favor de las mayores cuotas de poder en cada momento. Antes, a favor inequívoco de la mayoría absoluta del PP, luego a favor de los poderes fácticos frente al más débil poder político del actual gobierno, y ahora a favor de la suma de los votos de los dos partidos mayoritarios: justamente todo lo contrario de lo que, en las mismas circunstancias, haría Jesucristo...

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