La consigna es retrocrecer |
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YA NO PUEDE SER... |
"El IIS (indicador de seguridad social), la RAI (Red de Alerta sobre las Desigualdades) con su célebre barómetro (www.bip40.org) versan sobre las desigualdades en renta y patrimonio, precariedad y siniestralidad laboral, trabajo clandestino, endeudamiento de las familias, violencia doméstica, criminalización de la pobreza, discriminación de la mujer y de los inmigrantes, etc. Y los indicadores ecológicos que parten del ecological footprint señalan los costes naturales de los procesos económicos al uso". (Vidal- Beneyto) |
Si la sociedad humana fuese tan inteligente como presumen los triunfalistas de ella, pasaría inmediatamente a afanarse en otros logros. Porque lo que importa en una comunidad no es el dinero, sino el bienestar y la prosperidad solidaria y uniforme de sus miembros. Protección del medio ambiente, salud pública, actividades culturales, tiempo dedicado a la familia son los indicadores principales del grado de prosperidad de cualquier comunidad. Pero no son esos objetivos, ni mucho menos, los que encierran programas completos y ambiciosos de economía y política nacionales de gran parte de los países que abanderan el "progreso".
Para los signatarios de la Declaración de Independencia norteamericana la búsqueda de la felicidad colectiva, así entendida, era un objetivo fundamental como la conquista de la libertad y la defensa de la vida misma. ¿Pero qué queda de aquella declaración y de aquellos objetivos?
¿Quién piensa ya entre los responsables de la sociedad de Norteamérica en buscar la felicidad colectiva si ni siquiera defienden ya la vida como el supremo bien? No sólo no hay rastros de esa voluntad, sino que el objetivo se viene orientando en el sentido completamente opuesto. Los fines que comporta la tesis neoliberal de los dominadores norteamericanos consiste en fortificarse los ricos en su riqueza, incorporar a los que están en el umbral de la riqueza e ir, por todos los medios posibles, eliminando a los pobres de la tierra, a los de su propio país y luego a los que viven en territorios donde todavían quedan materias primas dejando exclusivamente a los que en régimen de semiesclavitud les sirvan.
Uno de los objetivos monstruosos de la filosofía neocons es hacer con la pobreza y con los pobres de países todavía naturalmente ricos, lo que el nazismo hizo con los judíos: expropiarles antes de llevarlos a las cámaras de gas. Es decir, un magno genocidio cometido progresivamente a medio plazo tratando unas veces con cinismo y otras con hipocresía de que no note el mundo que lo es...
Debiera proscribirse del lenguaje ordinario crecer y crecimiento como fines del Estado porque sus connotaciones oncológicas han sobrepasado en la práctica al significado positivo de salud social. El desarrollo es deseable, pero sólo tiene valor verdadero si la sociedad humana se ve beneficiada por él gracias a dos factores irrenunciables: armonía y equidad. Es decir, reparto equitativo de lo producido entre los humanos que pueblan la tierra sin daño ni perjuicio a la Naturaleza que al final somos todos. Pero está visto y comprobado que eso es imposible.
El desierto avanza a razón de 10.000 kilómetros cuadrados al año. De modo que la consigna para el siglo XXI no puede seguir siendo "crecer", sino retrocrecer. No otra cosa es renunciar a todo exceso; conservar la autopropulsión y tantas otras excelencias del progreso pero modificando drásticamente las dosis. No puede consistir en la obsesión por un crecimiento para el que ya ni siquiera queda espacio en la biosfera. Lo intuye Derrida cuando habla de deconstruir. No hay otra opción: eso, o el suicidio de la humanidad que muchos sociobiólogos vaticinan como su último avatar.
Recuerdo a menudo este lema de los antiguos griegos. Pero soy en esto tan reiterativo como obstinado y torpe es el comportamiento de los responsables de nuestra suerte: Me refiero a su sentencia: "Los dioses ayudan a los que aceptan y arrastran a los que se resisten". Y así será. Porque arrastrarán a la mayor parte de la especie humana al abismo, hundida bajo el peso de los propios “tesoros” de los que no está dispuesta neciamente a desprenderse ...
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por: Jaime Richart (19/10/2005) |
Fuente/Autor:
Jaime Richart |
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