La corrupción no tiene remedio |
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HAY UN PROYECTO DE LEY DE GOBIERNO LOCAL CONTRA LA CORRUPCIÓN... |
Yo creo que se la pueden ahorrar. Con lo que disponen las instituciones, tienen bastante para combatirla. |
Pues el que haya más o menos corrupción depende más de la voluntad de los responsables en perseguirla y de los perseguidos, que de las tretas, procedimientos, limitaciones, prohibiciones y zalagardas que el Proyecto implante. Esto me da la impresión de que lo saben hasta un tonto. A un país semiasilvestrado es inútil aplicarle el modelo constitucional de otro avanzadísimo: un nórdico, por ejemplo.
Por muchas medidas que, gubernamental y legislativamente, se tomen en España la corrupción persistirá y aun aumentará. Los corruptos y corruptores de toda laya, antes de salir a la luz tan voluntariosas como inútiles medidas para atajarla o reducirla, ya están preparando el consiguiente manual de coartadas. Un muladar siempre es un muladar. Legislar contra la corrupción es como tratar de sanearlo manteniendo el muladar. El muladar es el sistema. Y por antonomasia el sistema capitalista...
¿Menos corrupción? ¿Es bastante con que haya menos pero sin saber cuantificar cuánto es menos y cuándo es más? Porque no hay que olvidar que si ha saltado en astillas la corrupción urbanística -hasta ahora la más llamativa- no ha sido por una campaña orquestada desde el gobierno o desde despachos parroquiales para descubrir corruptos. Ha sido gracias sólo a un solo juez que va tirando y tirando del ovillo cuyo último o primer cabo todo el mundo sabe empieza, por ejemplo, en Madrid... Así es que las brigadas que puedan crearse, los fiscales y los enamorados de la limpieza económica, de la transparencia mercantil y del negocio limpio ya pueden empezar rebuscando en los protocolos de tantos notarios honrados que debiendo dar cuenta al Banco de España de los miles y miles de operaciones sospechosas, no han dicho una sola palabra a lo largo de veinte años salvo, por lo visto en siete miserables casos.
Por ahí debieran empezar. Luego, examinar las cuentas bancarias con minuciosidad aunque la Banca ponga el grito en el cielo. Con eso bastaría. Pues las "medidas" no harán más que, si no enmarañar la maraña para facilitar la corrupción, sí apuntalar un poco más al Innonmbrable, como llama Argullol al capitalismo, y yo, por encima de todos los demás en Europa, al capitalismo español.
Argullol distingue, dentro de una escala, al "corrupto, que está en la escala menor, luego a gran escala está el corruptor. Pero cuando se llega a esta escala el corruptor alcanza el grado de condottiere, el señor de las finanzas, situado fuera de toda sospecha y que puede adquirir acciones de partidos políticos, clubes deportivos y medios de comunicación indistintamente".
Para que le publique un medio de difusión, además de la preceptiva oratoria convincente, un autor no puede hacer otra cosa que insinuar ciertos aspectos, aunque en otras cosas diga paladinamente a dónde hay que mirar. Por eso, para decirlo sin ambages Argullol se pregunta "¿Han reparado hasta qué punto los enigmáticos beneficios que se producen en Bolsa y las nada enigmáticas ganancias de los bancos, magnitudes cada año más más obscenas, se nos presentan como los índices indiscutibles de nuestra salud colectiva?"
Pero el capitalismo es lo que tiene: que se anula a sí mismo en cuanto se le quieren poner barreras para aliviar los efectos de sus bárbaras barbaridades en lo económico y en lo social. Los principales enemigos del capitalismo son los capitalistas furibundos. La ley que no puede ser derogada, ni reformada, ni superada es la que configura el propio sistema: el mercado libre. La ley que hace de tracción, que arrastra la prosperidad de unos y la miseria de otros aunque estén focalizados a miles de kilómetros de distancia que trabajan para nosotros o son saqueados vilmente es la ley del capitalismo. El tempo de la corrupción y la desaceleración de la corupción es a lo único que puede llegar una medida. Pues hacer del capitalismo un sistema equilibrado socialmente y distribuidor equitativo de la riqueza artificial que se genera a costa de empobrecer la natural, es como tratar de recoger el agua de un lago entre las manos.
Déjenlo estar gobernantes y policías de la moralidad económica. Si aprietan las tuercas, mientras quienes mueven los hilos de la economía sigan creyendo que tienen derecho al a los beneficios salvajes y al principio de que cuanto más acumulación de la riqueza en menos manos mejor, no habrá nada que hacer. Y lo que probablemente conseguirán es otra ilusión más dentro de un sistema desilusionante para todo aquél que no esté adormilado o viva como Dios...
Lo "tolerable" del capitalismo sólo se consigue, como en otros países también capitalistas, desde otra conciencia, desde otra inteligencia colectiva que calcula que el enriquecimiento excesivo se puede volver en un proceso premioso pero inexorable, contra el propio rico; con otra condición humana y social que no tiene el español que predomina históricamente. Ese español que lo lleva en los genes, que lleva al pícaro dentro. Como los norteamericanos llevan en el alma la fruición por el rifle, por las armas y por las guerras (fuera de la metrópoli, naturalmente), además de su furor por los mitos humanos de los magnates, de los banqueros y de los prohombres que lo son generalmente gracias justamente a su capacidad para comprar y vender voluntades, y para ganarse lo que no se puede ganar más que sin escrúpulos.
En España desde luego no hay nada que hacer. Y ahora, a pasen vds a otra cosa que lleva el español también en los genes, que es el afán de llevar la contraria, y digan conmigo: "no sea vd. pesimista, algo hay que hacer, las leyes están para cumplirse, España es lo mejor".
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Insertado
por: Jaime Richart (26/11/2006) |
Fuente/Autor:
-Jaime Richart |
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Comentarios
Estoy totalmente de acuerdo. No hay ni existe verdadera voluntad política y judicial para acabar con la corrupción... y no creo que una nueva serie de normas legislativas sirva para remediar el maremoto de corrupción que todo lo invade en el territorio que conforma España...
No soy pesimista, pero si estoy convencido que se ha tolerado la actual situación por parte de todos los partidos e instituciones.
Sobran normas y falta verdadero interés en tomarse en serio lo del desarrollo sostenible y la participación ciudadana.
Saludos. |
Nombre: Antonio Marín Segovia (27/11/2006) |
E-mail: marsegan@hotmail.com |
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