La forma perfecta de gobierno |
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ARISTOCRACIA... |
Dicen muchos, y también el “viejo profesor”, que la democracia perfecta sería aquella que asigna al voto de la gente preparada un valor doble o triple al del pueblo llano. Yo estoy con ellos. |
Pero eso ya no es democracia (y menos, perfecta). Eso sería un sistema político más racional desde el desmesurado valor que nuestra cultura asigna al conocimiento de las cosas, es decir a la "preparación". Así las cosas, el sistema político perfecto residiría en la aristocracia. Pero no en la aristocracia entendida como un conglomerado en el gobierno,de títulos heredados, sino el gobierno de los más preparados, de los más sabios, que al mismo tiempo sería también el de los más honestos por su sabiduría. ¿Y quiénes son los más preparados, los más sabios, los más honestos? Pues aquellos que, puestos a prueba, estuvieran adornados con la virtud más valiosa: el sentido común.
La cultura y las universidades no dotan a los ciudadanos de más sabiduría. Lo siento por los supertitulados: a mi juicio, la estragan. Creo en el autodidactismo. La sabiduría es un bien natural o adquirido. O se tiene por ciencia infusa o se adquiere por la suma de ciencia y experiencia, es decir estudio y años. Lo que nos conduciría a concluir que el sistema perfecto sería el Consejo de Ancianos elegidos por los ciudadanos más "preparados"... en sentido común.
Pero es que antes, mucho antes de plantearnos a quién elegir más sabio y quién es el elector más “preparado”, habría que seleccionar la elección del método.
Y desde luego, aquel método que propicia la división sólo en dos del electorado y del pensamiento político (bipartidismo); aquel que cercena en el pensamiento político el colectivismo, el socialismo real, el comunismo, (y sólo porque fracasó o le hicieron fracasar en Europa); aquél que tratándose de la elección general barre, por el sistema proporcional, a las minorías mayoritarias; aquél que establece las listas cerradas de los elegidos... ese sistema es no sólo imperfecto sino odioso. Si además ese sistema se levanta no sobre una forma de Estado acorde con el milenio -la república- si no sobre una monarquía no paccionada sino impuesta por los albaceas franquistas y el ejército, ahí tenemos a un método que ni es aristocrático ni es democrático. Es un muñón puesto en el lugar de la mano que mueve la cuna de la sociedad. Esto sucede en España.
Pero, ¿y Estados Unidos? A Estados Unidos se le cita como paradigma de la democracia. Falsa, absolutamente falsa. Lejos de ser un modelo de democracia es justo el contramodelo. Una democracia que excluye de raíz la idea colectivista, cooperativista, socialista; una democracia que pone el derecho de voto sólo al alcance de los ciudadanos bien "situados"; una democracia que gravita alrededor del falso mercado libre, de la falsa "libre" concurrencia, de la tolerancia cero, de la injerencia y de la ocupación, colonización y conquista, es un sistema depravado.
España y Estados Unidos, los últimos modelos de democracia. Si a eso añadimos la devastación que el sistema presente también en el resto de países occidentales con sus variantes específicas de democracia viciada, causa al globo terráqueo y la abominación sobre pueblos y culturas, cualquiera -preferentemente marxista- es idóneo para organizar bien a la sociedad.
De modo que, puestas así las cosas, la única salida airosa para la sociedad occidental es la alianza de las civilizaciones bajo las directrices del musulmán, del chino, del cingalés o el esquimal. Cualquiera menos alguien y algo que tenga su foco en la cultura judeocristiana. Hoy, en estos tiempos cuya mirada abarca a toda la historia y a tantos aspectos del poliedro que es la realidad material, la inteligencia, la lucidez y el genio -políticos o no- sólo cobran valor a condición de que, desde el momento que se dinamizan, tengan en cuenta al planeta todo y a toda la humanidad.
* A todos los artículos alojados en Ibérica 2000, por este mismo autor... (A numerosos enlaces...)
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por: Jaime Richart (24/04/2009) |
Fuente/Autor:
Jaime Richart |
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