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LOS IRRESPONSABLES.

Y siendo esto así, que gentes hechas y derechas muestran un alto grado de irresponsabilidad, ¿qué hemos de esperar de la adolescencia y de la juventud?

Un proyecto de ley propone al Parlamento que a partir de los 16 años de edad la mujer pueda decidir si abortar o no, sin precisar del consentimiento de los padres. A esa edad antes la mujer era todavía adolescente. Pero ahora no. Es una mujer en toda regla. A juzgar por el número de abortos que se producen a lo largo de un año, y el número de los que no se practican no por personal disuasión sino por impedirlo políticas autonómicas y locales de contragobierno, casi sediciosas, son demasiadas las chicas que en este país -a diferencia de Holanda, por ejemplo, donde el aborto es libre-, viven en la más pura anomia y sin criterio.

O quizá con la idea única de vivir a tope sin pensar en las consecuencias de su sexualidad. Lo que quiero decir es que por mucha educación sexual que se imparta en los colegios y en la familia las ex adolescentes españolas, al igual que los políticos españoles roban y mienten con desfachatez, hacen las cosas inmaduramente no por falta de educación e información, que les sobra, sino por falta de carácter o porque les sobra. Como los políticos…

El perfil del carácter hispano, del político hispano y de la ex adolescente hispana en materia sexual es más o menos el mismo, a grandes rasgos, en materia de responsabilidad/irresponsabilidad. Y en buena parte en este asunto, porque a la mujer hispana le urge recuperar el retraso en sus relaciones con el macho ibérico al que ha soportado a lo largo de siglos, y que en muchos casos le lleva a invertir los papeles y comportarse ahora tan irresponsablemente como antes el macho. Esta sociedad ha pasado de un infecto machismo, a un hembrismo irrespirable. Y en el caso del político, la irresponsabilidad viene de que unos se aferran al poder social y económico que siempre detentaron, y otros pugnan por hacerse cuanto antes también dueños de una parte de él.

Aquí con todo pasa lo mismo, en parte como consecuencia del movimiento pendular a que está sujeta fatídicamente la libertad. Así, de ser un tema tabú la sexualidad, la sociedad joven ha pasado a cabalgar en un caballo desbocado. Del recato, el pudor y la vergüenza enfermizos se ha pasado a la chocarrería, al sexo obsceno, obsesivo y casi brutal. Perdón, brutal no.

Porque el cortejo en el bruto, en la bestia y en todas las especie biológicas ha casi desaparecido en esta sociedad humana. Al menos por lo que del asunto nos llega en torno a la vida pública. Estas generaciones están empeñadas en extraer el elixir de la vida a la relación sexual, y cuanto más promiscua mejor. Luego, la cosecha son problemas de todo orden y de salud mental que, por cierto, los medios se cuidan de ocultar. Los medios entran en las alcobas disfrutadas por dos o más, pero se alejan de ellas cuando ha llegado la derrota… cuando tantas mujeres están pagando un alto precio a cuenta del sexo sobre la marcha.

La cuestión, pues, no está en una mayor información y educación sexual, pues jóvenes, adolescentes y aún niños la tienen toda. Quizá porque, como ya he dicho, la clase política adolece de lo mismo, de la irresponsabilidad relativa que le sobra a la sociedad española en pleno. Lo que necesita esta sociedad es inculcarse a sí misma una educación algo más septentrional, no tanto sexual como integral que invite a degustar también la profundidad de la existencia; un poco más el existencialismo heideggeriano y menos el existencialismo sartriano que se anula la voluntad y paladea la indolencia, el dejarse llevar... Ha desaparecido la intimidad y se presume de lo que antes repelía.

La procacidad se ha adueñado de los platós. La televisión es el reflejo exacto de la sociedad. Sin embargo, para aliviar las jóvenes españolas y la sociedad en su conjunto la lacra de los embarazos no deseados, la tensión social sobre los remedios empleados o no antes y después, y de la desastrosa e indeseable solución sanitaria en fin del aborto, de su problemática, de su acceso al mismo y de sus consecuencias, no hay más remedio que desconfiar de tanto hedonismo, de tanto impudor y de tanta ansia de placer instantáneo.

Movilícense padres, tutores, maestros y pedagogos para que esas edades críticas no crean encontrar en el sexo casi la razón única de la vida. Y, sobre todo, denles ejemplo.

* A toda la información relacionada con POLITICA, desde Ibérica 2000... (A numerosos enlaces...)

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