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Nos ha dejado Vicente Ferrer...

(4043)

DESDE GANDIA. VALENCIA. ESPAÑA.
Vicente Ferrer, hijo de padres de esta capital de La Safor y que vivió su infancia en Gandia, donde sus progenitores regentaban un hostal en la plaza del Prado, fue nombrado Hijo Adoptivo de Gandia el 15 de mayo de 2001 en una sesión extraordinaria celebrada por la Ayuntamiento en Pleno, en que también se acordó rotular con el nombre de Fundación Vicente Ferrer a una calle de la ciudad.

Desde VALENCIA, 19 Jun. (EUROPA PRESS)
* El cooperante Vicente Ferrer falleció a la 1:15 de esta madrugada (hora peninsular en España) en su domicilio en Anantapur (India), a causa de un agravamiento de los problemas respiratorios y cardiacos que venía sufriendo en los últimos meses, según informó una portavoz de la Fundación Vicente Ferrer.


Vicente Ferrer tenía 89 años de edad.

* Enlace a la Fundación Vicente Ferrer...
* Enlace a VIDEO...

* El hijo de Vicente Ferrer declara que tras su muerte siempre quedará "su mensaje".
El hijo del cooperante español Vicente Ferrer, Moncho Ferrer, declaró hoy tras el fallecimiento de su padre que su familia siempre tendrá presente "su espíritu, sus palabras, su mensaje".

Moncho Ferrer se declaró "muy orgulloso" de la vida de su progenitor, que falleció esta madrugada a los 89 años de edad tras no superar los problemas cardiacos y respiratorios que habían empeorado en los últimos meses. "Estaba en paz y tranquilo", aseguró su hijo en declaraciones a RNE recogidas por Europa Press en las que también destacó que el cooperante "al final está donde él siempre quería".


"Mi padre quiere que sigamos con el trabajo" de la Fundación Vicente Ferrer, aseguró el hijo del fallecido, en referencia al legado que deja su padre entre la población desfavorecida de India.

Vicente Ferrer quería "actuar y ayudar a la gente para mejorar este mundo".


La propia Fundación confirmó en su página web la muerte del ex-jesuíta, a quien calificó como "una de las figuras más relevantes de nuestro siglo en el ámbito de la cooperación". "Ha fallecido en Anantapur, India, donde trabajó los últimos 40 años de su vida", destacó la nota.

"Todas las personas que formamos parte de la Fundación Vicente Ferrer lamentamos profundamente su pérdida y mantenemos el firme compromiso que él asumió con el desarrollo de las comunidades discriminadas de India".

La esposa del cooperante, Anne Ferrer, expresó también en la página web de la Fundación:
"Para mí, mi esposo no se ha marchado, sino que vive en cada rincón de Anantapur y en cada parte del trabajo en nuestras aldeas. Para todos nosotros en India y en España, él sigue viviendo a través de sus sencillas palabras y mensajes, que tienen significado para todas las personas, sea cual sea su credo o condición".

* La Fundación Vicente Ferrer recibe el premio Manos Solidarias de las Jornadas Camilo Sánchez de Gran Canaria.
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 26 May. (EUROPA PRESS)
La Fundación Vicente Ferrer, la ONGD que trabaja con los más desfavorecidos en la zona hindú de Anantapur, recibió en esta séptima edición el premio Manos Solidarias que cada año otorga las Jornadas de Solidaridad Alcalde Camilo Sánchez en Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria), con el fin reconocer de forma pública el esfuerzo y compromiso de personas, entidades o instituciones que se hayan distinguido por realizar acciones que destacan por su contenido solidario y su preocupación por los intereses de la sociedad.

Vicente Ferrer ha dedicado más de cinco décadas de su vida a erradicar el sufrimiento de los más necesitados de la India a través de su fundación, una organización que reivindica la ayuda integral al desarrollo, que actúa construyendo viviendas, hospitales y escuelas, ayudando a la extracción y canalización de aguas, contribuyendo al desarrollo de la producción agrícola, creando estructuras de formación profesional, ofreciendo microcréditos y equiparando los derechos de la mujer a los del hombre.

La Fundación Vicente Ferrer cuenta en España con más de 155.000 colaboradores. El cooperante llegó hace más de cincuenta años a India para ayudar en una de las zonas más pobres del país.

Bibliografía de sus 50 años en plena acción...:
Vicente Ferrer nace en Barcelona (España) el 9 de abril de 1920. Durante su juventud, entra a formar parte de la Compañía de Jesús con la ilusión de cumplir su mayor deseo y vocación: ayudar a los demás.

En 1952, llega a Mumbai como misionero jesuita para completar su formación espiritual, y allí mantiene su primer contacto con la India. A partir de ese momento, dedicará el resto de su vida a trabajar para erradicar el sufrimiento de los más pobres de ese país.

Lamentablemente, su labor genera suspicacias entre los sectores dirigentes, que ven en él una amenaza a sus intereses y consiguen una orden para expulsarle del país. Ante este hecho, más de 30.000 campesinos, secundados por intelectuales, políticos y líderes religiosos, se movilizan en una marcha de 250km para protestar por la orden de expulsión.

En una entrevista con Vicente, la entonces primera ministra Indira Gandhi reconoce su gran labor, comprometiéndose a buscar una solución y enviando este telegrama: "El padre Vicente Ferrer se irá al extranjero para unas cortas vacaciones y será bien recibido otra vez en la India."





En 1968, Vicente sale del país y regresa a España.
En 1969, vuelve a la India y se instala en Anantapur (Andhra Pradesh), uno de los distritos más pobres del país, para continuar su lucha por los más desfavorecidos. Ese mismo año deja la Compañía de Jesús y crea, junto a quien será su futura esposa unos meses más tarde -Anne Perry- la Fundación Vicente Ferrer.
* Información estraída de... (Enlace...)

Desde Ibérica 2000, lamentamos esta irreparable perdida que sufre el mundo hoy, donde hace falta más que nunca solidaridad transparente y real entre los pueblos, entre sus naciones. Donde el trabajo conjunto para solucionar y destapar abiertamente los problemas por donde sangra el Planeta, es necesario para la absolución de la sociedad acomodada.

Insertado por: Ibérica 2000 (19/06/2009)
Fuente/Autor: Recopilaciones para Ibérica 2000.
 

          


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* "Vicente Ferrer, compasión y lucha"
Su compromiso con la pobreza no fue benéfico-asistencial, sino que buscó el cambio estructural.
La muerte de Vicente Ferrer deja un vacío de solidaridad muy difícil de llenar, pero también un mensaje de filantropía a transmitir a las generaciones futuras, un ejemplo de altruismo a proseguir y una herencia de diálogo intercultural e interreligioso a continuar. Pero también una serie de lecciones a aprender por los ciudadanos y ciudadanas que vivimos cómodamente instalados en las sociedades satisfechas con la conciencia del deber cumplido por el mero hecho de pertenecer a alguna organización benéfica, pero sin cambiar un ápice nuestro estilo de vida.
Tras sufrir la represión franquista a través del internamiento en un campo de concentración después de la guerra civil, Vicente Ferrer fue a la India como misionero jesuita a comienzos de los años 50 del siglo pasado, quizá con la oculta intención de convertir al cristianismo a los seguidores del hinduismo. Pero, una vez allí, dirigió su mirada a los condenados de la tierra y dedicó todas sus energías a ayudarles a salir del estado de postración en el que se encontraban, a reencontrarlos con sus raíces culturales como parte fundamental de su identidad y a devolverles la dignidad que durante milenios la religión les había negado.

La primera enseñanza de Vicente Ferrer es que la pobreza constituye el hecho mayor de nuestro tiempo y el principal desafío al que la humanidad debe responder a través de los organismos internacionales, de los gobiernos locales y de actitudes solidarias tanto a nivel personal como de grupo. Un hecho causal, y no simplemente casual; estructural, y no meramente coyuntural; consecuencia del egoísmo humano, y no algo querido por Dios, como suelen enseñar las religiones; resultado de la insaciable voracidad del capitalismo, y no un hecho natural. Se trata de un fenómeno de tal magnitud que afecta a dos terceras partes de la humanidad, la mayoría de las cuales vive en el Sur o en el llamado tercer mundo.

Y eso lo aprendió Vicente Ferrer no solo ni principalmente a través de los análisis marxistas, sino viviendo en su propia carne la experiencia de marginación de los parias de la tierra en la India. Pero, como persona profundamente religiosa, también leyendo a los profetas de Israel, para quienes conocer a Dios es practicar la justicia, y siguiendo la práctica de Jesús de Nazaret, que asumió la experiencia de la exclusión social, religiosa y política como condición necesaria para defender la dignidad de los sin dignidad y luchar por la liberación de los pobres con hechos y palabras.

La segunda lección del humanista Ferrer es la práctica de la compasión, que choca con la insensibilidad y la falta de entrañas de misericordia de las sociedades desarrolladas hacia el sufrimiento ajeno. Compasión que no consiste en sentir lástima o pena de la pobre gente desde fuera de su mundo, sino, atendiendo a su sentido más profundo y radical, en ser sensibles al dolor de las víctimas, en ponerse en el lugar del otro, de los sufrientes de la historia, de los seres humanos y los sectores más vulnerables, y en estar siempre de su lado, asumiendo sus causas como propias, aun a riesgo de exponer la propia vida.

La tercera enseñanza es su compromiso en la lucha contra la pobreza, no por vía benéfico-asistencial o meramente caritativa, sino de transformación estructural. Un compromiso no solo de cabeza, sino a través de una praxis auténticamente liberadora que no se queda en la superficie del problema, sino que va a las raíces de la injusticia, para que no se reproduzca ni se perpetúe. En ese compromiso implicó a los sectores populares oprimidos, que dejaron de ser objetos pasivos de caridad para convertirse en actores de su propia liberación, personal y comunitaria, cultural y política, social y económica. Fue precisamente el protagonismo popular el que aseguró el éxito de la mayoría de las iniciativas puestas en marcha por Vicente Ferrer.

No resultó tarea fácil, ciertamente, ya que exigía pasar de una conciencia pasiva e intransitiva a una conciencia crítica. Y eso requería una determinada pedagogía, la de la no violencia activa. Una pedagogía que, a primera vista, podía parecer lenta e ineficaz, pero que generó una mentalidad revolucionaria en personas ubicadas en el fatalismo histórico, logró movilizar las energías utópicas dormidas de poblaciones enteras y la solidaridad de cientos de miles de colaboradores, y dio excelentes resultados en los terrenos educativo, sanitario, social, cultural y de concienciación política.

Su capacidad de generar esa conciencia crítica en la ciudadanía de Anantapur, una de las zonas más depauperadas de la India, le costó la expulsión del país acusado de subvertir las costumbres ancestrales, legitimadoras de la discriminación social y de la violencia del sistema. Pero la presión popular y el apoyo de los organismos internacionales obligaron a las autoridades a admitirlo de nuevo para continuar su trabajo humanitario. Su testimonio de filantropía es una llamada a salir de la impasibilidad ante el hecho mayor de la pobreza y a asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos del mundo en la lucha por su erradicación.
* Artículo de Juan José Tamayo extraído de:
www.webislam.com/?idt=13229
Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid.
Nombre: Elena Fernández  (22/06/2009) E-mail: relaciones@iberica2000.org
 

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