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El argumento a favor de la pena de muerte es: hacer que el asesino pague el crimen con su vida, aun corriendo el riesgo de que sea inocente, es la mejor manera de defender a la sociedad. Así, la "legalidad", el permiso de la ONU de que está investida la masacre a cargo de los occidentales en Libia deja tranquila la conciencia de los gobernantes, y a muchos ciudadanos del montón, porque están defendiendo a la "sociedad", es decir, a los rebeldes. Pero un momento, señores, todavía hay clases...

Así la "legalidad", el permiso de la ONU, que da vía libre a la masacre a cargo de los occidentales en Libia, deja tranquila la conciencia de los gobernantes y a muchos ciudadanos del montón. Pero un momento, señores, todavía hay clases...

¿Qué izquierdista está conforme con la pena de muerte? ¿quién, a menos que sea un fascista o un nazi, la aprueba porque esté legalizada en un Estado occidental donde a su vez la aprobó una ley? ¿Quien que no sea una persona sin escrúpulos la respeta?

Pues exactamente lo mismo sucede (o debiera suceder) con las guerras de agresión. En el derecho internacional que ya nadie invoca (se aducen resoluciones con las que se hace lo que se quiere), hay guerras defensivas y guerras de agresión. Moral y éticamente las de agresión son una abominaciòn. Nada las justifica, salvo las argucias leguleyas y la sensiblería barata. Son de agresión, como la pena de muerte es después la agresión máxima que quepa concebirse en la sociedad humana, y punto.

Las guerras defensivas son las únicas que están moralmente ampliamente justificadas. Un pueblo invadido no puede permanecer impasible ante una invasión. La última guerra que nadie pudo decir que no estuvo justificada fue la segunda guerra mundial que empezó con la invasión de Europa a cargo del Estado alemán. Pero ni siquiera a Franco ni a Pinochet les pararon los pies por respeto a la "no intromisión". El derecho a la injerencia lo han inventado, cómo no, los "americanos". Por eso me espanta que tantos que se dicen de izquierdas piensen más en los insurrectos del país que invaden los ladrones de petróleo, que en la monstruosa intervención extranjera con sus masacres indiscriminadas (como lo fue la ocupación de Irak y Afganistán), sabiendo además todo el mundo que lo de menos en esa acción de guerra es defender a una facción sino la rapiña.

La coartada que se buscan los estados agresores actualmente para envolver de legitimidad las invasiones de Afganistán, Irak y el ataque, por el momento, a Libia son una indecencia, una ignominia, una abominación, como lo es estar a favor de la pena de muerte.

Atacar a un país, cometer injerencia, decir que se defiende a los insurrectos, para lo que el invasor tiene que matar a diestro y siniestro, es una monstruosidad que ni siquiera en el siglo de la barbarie continuada y las mentiras cuela. Y máxime si se tiene en cuenta que este tipo de agresiones e invasiones no se acometen en países que ya están en guerras civiles hace mucho tiempo, ni en países oprimidos que no tienen petróleo. Se lleva la guerra allá donde la abundancia del oro negro moviliza a ONUs al servicio de comunidades internacionales nerviosas porque lo quieren para sí.

Malditos sean los que se escudan en mentiras, en falacias y en tretas que nadie medianamente inteligente se traga, para aplaudir la mortandad y devastación que en estos momentos está cometiendo esa cobarde “comunidad” guerrera americana y europea en Libia.

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