Defendamos al Lobo ibérico. |
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FAUNA IBÉRICA EN ESTADO MUY CRÍTICO. ESPAÑA. |
Desgraciadamente y pese a lo "que nos venden" la situación del lobo ibérico no es tan halagueña. |
Defiendamos al Lobo ibérico. Tú puedes contribuir a asegurar la supervivencia de esta especie emblemática y única en el mundo.
* Los problemas reales a los que se enfrenta esta especie... (Artículos...) * Algunos documentos que os enlazamos de interés...
Por favor firma esta carta en la que se solicita a la Comisión Europea que actúe para evitar la caza del lobo ibérico al sur del río Duero.
POR FAVOR entrad en la siguiente dirección y FIRMAD: (solo hay que poner nombre, NIF y hacer clik); sólo lleva 1 minuto. Corre la voz !!!! * Ciconia.org... (Enlace...) info@ciconia.org
Grupo Ecologista Ciconia. Apartado de Correos 136 49600-Zamora. España ciconia@algo23.com
(si queréis podéis añadir comentarios sobre la situación de Extremadura donde una de sus mayores amenazas son los vallados cinegéticos y los métodos no selectivos de caza como los lazos.
Además es necesario ir previendo ya la existencia de fondos para indemnizar posibles daños causados por el lobo, y un equipo dedicado a su estudio y conservación, por suerte parece que ya puede haber algunos en la región extremeña.
* Se piden controles para el lobo, en el Parque Nacional (Enlaces...) (En Picos de Europa...)
* Exterminio del lobo, en las sierras riojanas. * El Lobo ibérico, ¿ha sufrido un leve aumento en su población? * Recuperación de las pequeñas poblaciones del Lobo. * Ovejas atacadas en el Pedroso. Salamanca.
* A toda la información alojada y relacionada en Ibérica 2000, sobre la SALUD DEL LOBO IBÉRICO en la Península Ibérica... (A numerosos artículos...)
Información compartida por: Juan López Lúcas. pirineosjuan@hotmail.com
Insertado
por: cipi-cpn (25/06/2003) |
Fuente/Autor:
Juan López Lúcas. |
Valoración
Comentarios
* Valoración del borrador del Plan de Gestión del Lobo en Castilla y León. Publicado en el “Portaldelmedioambiente.com” 21/07/2006 (Asociación para la conservación y el estudio del lobo ibérico) La reciente propuesta de la Junta de Castilla y León de elaborar un Plan de Gestión del Lobo ha sido acogida favorablemente por entidades conservacionistas, técnicos e investigadores, así como por otros colectivos afectados e implicados (ganaderos y cazadores, respectivamente). El documento venía siendo una necesidad, entre otras razones por la deficiente gestión que sobre la especie hacen las administraciones, y por ser una recomendación de la Estrategia para la Conservación y Gestión del lobo en España. Según dicho documento (aprobado por la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza y por la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente), “las CCAA, en el marco de sus competencias se comprometen a aplicar las medidas de gestión para alcanzar los objetivos previstos en la Estrategia, que se plasmarán en Planes de Gestión cuando éstas lo consideren oportuno”. En la actualidad solamente Asturias dispone desde 2002 de un plan de gestión del lobo. Desde ASCEL hemos felicitado la propuesta y el mecanismo que la administración castellano-leonesa ha utilizado para dar forma al documento, que saldrá a información pública antes de su aprobación, abriendo un tiempo a sugerencias y aportaciones para colectivos interesados y afectados. Sin embargo, lo que en principio pudiera parecer una buena noticia por constituirse una herramienta legal que asegure los objetivos que contempla el borrador del Plan, siendo el primero de los cuales “asegurar la conservación del lobo en Castilla y León a largo plazo”, es evidente que la prioridad del mismo es la gestión cinegética de la especie. A pesar de que este aspecto aparece subordinado a la conservación, como último objetivo de una serie numerosa de fines dentro de dicho documento, la administración reconoce como herramienta fundamental de gestión la caza deportiva de la especie, y sus interlocutores lo justifican como una “apuesta política” largamente meditada (1). De hecho durante estos últimos años la Junta de Castilla y León se ha manifestado públicamente por el fomento de la caza como acicate para el desarrollo económico del medio rural. En el documento llama poderosamente la atención la incoherencia de algunos planteamientos. De hecho el lobo es una especie que influye negativamente sobre un porcentaje muy pequeño de la población, los ganaderos. Sin embargo el Plan de Gestión de Castilla y León no aporta el valor de ese porcentaje, aunque sí se tienen datos de otras comunidades, por ejemplo de Asturias, donde en 2004, sólo se vieron afectadas por daños el 4,1% de las explotaciones ganaderas y el 0,33% del conjunto de la población de las zonas loberas (Plan de Actuaciones 2005-2006 del Plan de Gestión del Lobo en Asturias). Además de esto, se está prestando especial atención a otro porcentaje bajo de la población, los cazadores, (el 5,68 % de los habitantes de la región). Sin embargo la conservación queda relegada a la cola de las prioridades pese a que la presencia del lobo es también muy relevante para el resto de sectores de la población que aportan diferentes percepciones estéticas, emotivas y también económicas, como ocurre en el parque nacional de Yellowstone (EE:UU) en donde los turistas que han acudido para intentar observar a los lobos, han propiciado 70 millones de dólares de ingresos durante el pasado año, y que además también soportan con sus impuestos gran parte del “debe” del lobo, pese a que esto parezca ignorarse y casi nunca se tenga en cuenta. En la Estrategia de Conservación del Lobo se reconoce que los valores culturales, etnológicos, antropológicos y biológicos relacionados con el lobo deben ser objeto de aprovechamiento, como demuestran numerosas experiencias al respecto en el contexto internacional. Para ello, se considera la necesidad de promover la figura del lobo vivo como un valor natural añadido, que aumente el interés ambiental y cultural de una zona, y que compense con creces sus efectos negativos sobre otras actividades como la ganadería. Este caso ni siquiera es contemplado por la Junta de Castilla y León como alternativa seria, quizá porque desplazaría el enfoque cinegético que emana desde el borrador del Plan de Gestión, que por su contenido, perfectamente podría denominarse “plan de control”. Este tipo de modelos sería muy deseable para el caso de España, donde no existe ningún santuario donde la especie esté protegida íntegramente. Castilla y León no es la excepción, y es que aunque parezca increíble, no se contempla sobre el documento un solo kilómetro cuadrado de los 94.000 que comprende el territorio de la C.C.A.A. donde no se pueda cazar lobos (incluso en el interior del Parque Nacional de Picos Europa), constituyendo así la única comunidad española que permite la caza en dichos espacios protegidos. Sin ahondar en las consideraciones éticas de la caza deportiva en general y de los grandes carnívoros en particular, a menudo despreciadas por técnicos y gestores de vida silvestre, es importante recordar que en términos ecológicos el lobo es una especie “clave” en los ecosistemas ibéricos, al menos los que gozan aun de cierta naturalidad, y por tanto merece ser gestionada como tal, y no sólo por criterios económicos (daños y caza). Conviene recordar que la caza de grandes carnívoros, además de las consideraciones arriba comentadas puede tener efectos no solo demográficos y además mal conocidos, sino de comportamiento y en última instancia, evolutivos a medio plazo, en poblaciones donde un altísimo porcentaje de la mortalidad es inducido directamente por el hombre, (2). Consideramos por tanto que utilizar la caza deportiva como herramienta básica de gestión es una simplificación temeraria de un asunto complejo que afecta al funcionamiento de los ecosistemas, y por tanto al espacio vital de todos los ciudadanos. Desde ASCEL no nos oponemos a los controles de población, cuando estén justificados, ya sea por daños o por regulación de la población, pero siempre realizados por personal especializado de la administración, como se hace en la vecina comunidad de Asturias. La extracción debería estar basada en fundamentos sólidos, no sólo científicos, sino también económicos y sociales (éticos por ejemplo), y que no deben ser decididos mayoritariamente por los colectivos minoritarios afectados. El planteamiento que propone el documento que se estudia es como pretender que la conservación de nuestros sistemas montañosos deba hacerse, necesariamente, a través de la explotación de las montañas con estaciones de esquí. Por otro lado, el argumento que habitualmente se usa para defender la gestión cinegética, de que a los lobos no les importa quien les mate, nos resulta profundamente carente de sensibilidad: es una actividad realizada por humanos hacia otra especie, y sí que importa, y mucho, el cómo. Además de estas cuestiones básicas de filosofía y estructura del plan, existen claras incorrecciones en el tratamiento de cuestiones trascendentales, como son la estimación del número de individuos por manada y la cuantificación de la mortalidad y en especial, del furtivismo. En ambos casos, los resultados, claramente erróneos, influyen negativamente en el porcentaje de capturas autorizadas. Así, en la estimación del número de integrantes por manada, que los autores cifran en 9 individuos, se han utilizado estimas parciales constatadas durante el período en la que los lobos presentan un mayor número de ejemplares (periodo post-parto) obteniéndose una clara sobrestimación del censo, habiéndose obviado otros cálculos realizados durante el otoño-invierno en la península (3), o las múltiples referencias de trabajos científicos en el mundo en los que se recomienda determinar densidades durante el otoño-invierno en base a datos de tamaño de grupo en esa época. En lo que respecta a la mortalidad, los autores cifran esta en un 9-14 % del conjunto de la población, afectando aproximadamente a 150 lobos por año. Evidentemente la cifra se encuentra claramente subestimada, como lo demuestra el hecho de que las poblaciones apenas hayan experimentado crecimiento en los últimos años, pese a que debieran nacer cada año al menos 700 lobeznos de los aproximadamente 160 grupos familiares existentes y censados en estudios anteriores, (4, 5). El documento de síntesis para el futuro plan de gestión que se ha presentado habla de un 20-25 % de incremento del número de lobos, entre 1988 y 2002, lo que supone un incremento medio anual de un 1-2 %, pero dado que la tasa de mortalidad es el factor que mejor explica la tasa de incremento de las poblaciones de lobos, tales tasas de incremento sólo se explican por porcentajes de mortalidad del 36-37 % anual. (6) muy alejadas del 9-14 % descritas por los autores del estudio. Obviamente, el tratamiento sobre el furtivismo también se encuentra infravalorado, asumiendo los autores del documento valores únicamente el 46% de los individuos que mueren, cuando en otros estudios basados en datos empíricos se determina una mortalidad ilegal de hasta un 87 % (7), cifra también mucho más congruente con la realidad. También en el censo de 1988, se había obtenido un porcentaje mínimo de mortalidad ilegal del 34,5%, aunque en dicho estudio, los autores estimaron que el porcentaje real debía de aproximarse al doble de ese valor (4). De hecho, en todos los estudios sobre la mortalidad se hace hincapié en la dificultad de detectar mortalidad ilegal y la subestimación de ésta frente a otras causas como son la caza legal o los atropellos. La cuantificación del furtivismo es un asunto clave, dado que los cupos de caza que se conceden parecen no tener en cuenta dicha evidencia. La realidad demuestra que hay una persistente y creciente intensidad del furtivismo sobre la especie, ante lo que la Administración demuestra una manifiesta ineficacia o inhibición. Buena prueba de ello son las únicas 8 denuncias tramitadas desde 1990 (0,5 denuncias por año), sobre un mínimo de 300 lobos muertos furtivamente cada año. A la casi inexistencia de sanciones, se une la escandalosa falta de control sobre las actividades cinegéticas y sobre los precintos concedidos a los cotos para poder matar lobos, pudiendo servir en muchas ocasiones dichos precintos para “blanquear” lobos matados ilegalmente. El ejemplo de dicho descontrol lo tenemos en una provincia como León en donde durante 2003 solamente se devolvió un precinto, es decir, que en una provincia tan lobera solamente se mató un lobo legal en dicho año. Pese a ello, los autores del presente Plan pretenden hacernos creer que se matan menos lobos que precintos repartidos y proponen sanciones a los cotos que se nieguen a realizar controles para cumplir los cupos establecidos. Igualmente resulta también reveladora de intenciones la tenaz persecución, muy similar a tiempos pasados , que la propia Administración dispensa al lobo en espacios gestionados por ella, principalmente en algunas Reservas Regionales de Caza, y de manera especial en las del norte de la región, dicho férreo control, ya criticado por otros autores (5) constituye una clara vulneración de los decretos que rigen estos espacios, y en los que se determina claramente que la caza ha de estar supeditada a la conservación de las especies presentes en los mismos, no existiendo tampoco motivos derivados por daños que justifiquen dicha persecución, despreciando al mismo tiempo el valor que tiene el lobo como regulador natural de ungulados silvestres, cuya abundancia puede estar generando ya serios problemas sanitarios, como los recientes brotes de sarna en las poblaciones de rebeco del norte de la Comunidad. A la luz de la realidad existente en el caso del lobo, dicho decreto parece un sarcasmo, existiendo incluso una denuncia de un agente medioambiental sobre el director de la Reserva de Urbión (Soria) por permitir éste cazar lobos de manera irregular. Con estos precedentes sospechamos con fundamento, que el verdadero objetivo del plan es reducir los efectivos lobunos de la comunidad, proponiendo el documento abatir hasta casi 200 individuos por año, lo que supone tres veces más que en la temporada de caza 2001/02 en la que se cazaron legalmente 63 lobos, buscando de esta forma que las capturas legales supongan el 89 % de los lobos que mueran cada año. En otras palabras, a falta de medidas concretas contra el furtivismo (control de precintos, vigilancia de cacerías, inspecciones de talleres de taxidermia) y que no se contemplan en el plan, se pretende “ingeniosamente” reducir el furtivismo incrementando el número de ejemplares legales a capturar. Aunque el documento se encuentra aún en fase de discusión de cara a su eventual aprobación, diversas actuaciones por parte de la administración, nos hacen sospechar que ya se ha puesto en funcionamiento, habiéndose incrementado recientemente el número de ejemplares a cazar (hasta el mes de Noviembre de 2005 se llevaban 100 lobos muertos legales, más del doble que en 2004). En el sur del Duero, la normativa que propiciaba la protección del lobo está prácticamente derogada debido a su modificación por parte de la propia Junta de Castilla y León, incrementándose también de manera notoria el control sobre la especie. Así las patrullas de control de la Junta, han matado al menos 7 lobos entre Noviembre de 2005 y Enero de 2006, casi todos ellos concentrados en dos puntos de Segovia y Ávila, cuando en el resto del año anterior solamente se mataron 3 lobos. Y esto a pesar de que la situación de la especie al sur del Duero parece haber empeorado en los tres últimos años: no detectándose grupos reproductores de lobos del sur de Soria, ni tampoco en este periodo en Guadalajara ni en Salamanca (8), y tampoco se conocen grupos en Teruel (1). Tampoco en dicho plan se contemplan como fundamentales, otros dos graves problemas que afectan de manera muy importante a la estabilidad de las poblaciones, como son la disminución alimenticia derivada de la destrucción de los cadáveres de ganado doméstico ante las actuales normativas sanitarias y la distorsión espacial provocada por los miles de kilómetros de autovías y líneas férreas proyectadas en la región. En base a los razonamientos que exponemos, somos pesimistas sobre las consecuencias que pueda ocasionar la aprobación de este documento, dado que bajo el disfraz de ser un plan que pretende la conservación de las poblaciones de lobos al menos a unos niveles similares a los actuales, en su interior enmascara claramente un fin que busca una masiva explotación cinegética de las poblaciones de lobos, basado además en unos datos claramente erróneos y donde no se contemplan medidas concretas para la lucha contra el furtivismo, sin lugar a dudas, el principal elemento condicionante de las poblaciones. Con este panorama el primer objetivo del plan, la conservación del lobo, queda convertido en una irónica utopía. BIBLIOGRAFIA: 1- Reunión Ministerio Medio Ambiente, grupo de trabajo. Santiago de Compostela, (noviembre 2005). 2- Swenson J. E. (2005) Invited speech. Harvesting bears, do we understand what we are doing ? 16 th International conference on bear research and management. 2005, Riva del Garda, Trentino, Italia. 3- Barrientos, L.M; Fernández, A. (2002) ¿Cómo estimar el tamaño de grupos en las poblaciones ibéricas de lobos?. Seminario sobre propuestas para el estudio de la dinámica de las poblaciones de lobo en la península ibérica. Fuentes de Nava (Palencia) noviembre 2002. 4- Blanco, J.C.; Cuesta, L. y Reig, S. -Editores (1990) El lobo en España, Situación, problemática y apuntes sobre su ecología. Colección técnica, ICONA, Madrid, 130 pp. 5- Llaneza, L.; Blanco, J.C. – Coordinadores (2001) Diagnostico de las poblaciones de lobo ibérico en Castilla y León. Junta de Castilla y León. Informe inédito. 6- Fuller, T.K.; Mech, D. and Fitts Cochrane,J. (2005) Wolf Population Dynamics. 161-191. Wolves, Behavior, Ecology, and Conservation. Edited by L. David Mech and Luigi Boitani. Chicago 2005. 7- Barrientos, L.M. (2005) Análisis de la mortalidad del lobo en un área de Castilla y León (N.O. España) II Congreso Luso-Espanhol sobre o Lobo ibérico. Castelo Branco (Portugal) Noviembre 2005. 8- Blanco, J.C.; Cortes, Y. (2005) ¿Esta afectando la eliminación de carroñas a la población española de lobos? II Congreso Luso-Espanhol sobre o Lobo Ibérico. Castelo Branco (Portugal) Noviembre 2005. |
Nombre: PortaldeMedioAmbiente (21/07/2006) |
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