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¿PARA QUÉ TANTO CRECIMIENTO URBANÍSTICO?
¿Qué beneficios y ventajas nos aporta la destrucción de nuestro patrimonio ambiental, cultural, histórico?

En los tiempos actuales todos asistimos impasibles ante la permanente y visible degradación de nuestro entorno urbano y rural. Es una triste realidad la modificación vertiginosa e innecesaria del litoral en aras a favorecer y estimular un crecimiento urbanístico que permite mantener el mercado laboral.

Ha llegado la hora de ofrecer alternativas y exigir que el desarrollo obedezca y atienda a normas que permitan y hagan compatible la existencia de nuestro legado natural e histórico, así como permite las innovaciones urbanísticas no lesivas para nuestro futuro.

¿Para que sirve el desarrollo urbanístico actual si no puede lograr el bienestar ciudadano?

¿Para qué tanto crecimiento urbanístico?


La ausencia de un estable tejido industrial, así como la histórica incapacidad o desidia de las instituciones públicas para incentivar y estimular unos cultivos agrarios y ganaderos sostenibles, desarrollados en espacios y territorios singulares como son aquellos que constituyen la ya desaparecida huerta valenciana, ha supuesto y permitido el crecimiento vertiginoso y feroz de nuevas formas de especulación. Esos nuevos espacios urbanísticos han crecido (y crecen) a costa de la destrucción despiadada de los paisajes naturales más singulares y distinguidos que tiene la Comunidad Valenciana, logrando degradar la irrepetible belleza natural de nuestra tierra, a cambio de ofrecer segundas residencias y equipamientos deportivos para el uso y disfrute de ciertas élites. Otra cosa es el elevado coste de mantenimiento que esos nuevos núcleos residenciales necesitan, sin olvidarnos del consumo de agua y las violaciones del paisaje que se cometen, pues se ocupan y construyen en barrancos, ramblas...

Mientras tanto, la crisis económica va evidenciando la ausencia de un verdadero tejido industrial fuerte y capaz de hacer frente a los retos mundiales, aflorando la debilidad que tiene nuestro sector turístico, incapaz de ofrecer una calidad real, respetando y conservando intactos los paisajes y los valores culturales y artísticos peculiares de nuestra Comunidad.

Valencia, sin duda alguna, ha crecido de manera vertiginosa en las últimas décadas, sin que las instituciones y el empresariado tengan la voluntad de respetar una normativa y seguir unas pautas coordinadas en aras a evitar los efectos secundarios de tanta velocidad, de tanta ansiedad por llenar todo de nuevas residencias, hoteles, parques temáticos, campos de golf...

También debemos resaltar y reconocer la ausencia de una participación cívica rigurosa y sistemática, así como la falta de perspectivas y compromisos institucionales a la hora de planificar urbanísticamente, siguiendo unas pautas respetuosas en función de nuestro legado cultural, ambiental e histórico. Es una realidad incuestionable la falta de una red de presión ciudadana estable e independiente, que ofrezca alternativas y respuestas a las situaciones conflictivas que todo desarrollo económico, cultural plantea.

Es hora de ser realistas y aceptar que poco se puede hacer ahora, pues la voracidad y falta de compromisos políticos y empresariales para activar una verdadera planificación urbanística, ajustada e integrada a unos parámetros de respeto ambiental, cultural, histórico... es algo real y cercano que todos padecemos a diario...

De nada sirven las actuales leyes y normativas, pues los ayuntamientos y los autoridades autonómicas carecen de verdadera vocación e interés en lograr que esos cuerpos legislativos tengan una verdadera vida y aplicación... La necesidad de obtener ingresos que tienen los municipios precisa la aceptación de las imposiciones que los grupos inmobiliarios desarrollan. Por eso urge la intervención del gobierno central para ayudar a dibujar y consolidar nuevas fuentes de financiación municipal con el objetivo de evitar la intervención de ciertos sectores empresariales sin escrúpulos.

Ahora el ciudadano consciente y sensible puede y debe contemplar la destrucción inexorable e implacable de todo un singular y extraordinario paisaje rural y litoral, todo ello para que unos pocos puedan lograr unos beneficios rápidos y otros muchos puedan disfrutar de una segunda vivienda residencial en tiempos estivales...

Mientras tanto, los cambios climáticos, la precariedad laboral y la falta de otros equipamientos, culturales, asistenciales, educativos... se perciben de forma secundaria y con extrema frivolidad, gracias al tratamiento secundario que los medios de comunicación y la clase política dispensan a esos "problemas" demasiado humanos y terrenales.

Sin duda alguna es una verdad afirmar que todos somos responsables, de una forma u otra, de las realidades y problemas que ahora emergen de forma dolorosa y tangible. Las violentas protestas laborales en Elche, la falta de redes asistenciales para nuestros mayores, la carencia de espacios destinados a la rehabilitación y recuperación de los enfermos mentales, indigentes, emigrantes... la ausencia de una red de instituciones educativas públicas para atender adecuada e integralmente a la población en edad escolar... son "realidades" cercanas y próximas a todos nosotros...

Sin embargo, los problemas que aparecen en los medios de comunicación son otros. Las necesidades que son tratadas en los diarios y comentadas por nuestros representantes políticos son otras...

¿Qué podemos hacer los ciudadanos ante la incapacidad y falta de interés que manifiestan los medios de comunicación, los empresarios y políticos en torno a tantas situaciones conflictivas?

Simplemente debemos una y otra vez repetir que existen otras necesidades sin atender, otras cuestiones esenciales que analizar, conocer y abordar de manera integral, con hondura, serenidad y calma. Tratar con perspectiva y frialdad la enorme serie de retos que el neoliberalismo imperante nos plantea a todos, pues el expolio urbanístico y ambiental es uno de los síntomas de esa voracidad que manifiesta la fase superior del capitalismo salvaje que sufrimos y que se denomina neoliberalismo…

Seamos pragmáticos. Verdaderamente, en la actual situación, pocas cosas podemos hacer los ciudadanos con cierto grado de compromiso y sensibilidad, pues la realidad es una e implacable. En aras a un crecimiento y desarrollo único, se sacrifica íntegramente el paisaje y el legado natural, cultural, histórico de todo un territorio, de toda una cultura... sin que se acepte la posibilidad de establecer unas reglas de juego que permitan la conservación y el crecimiento armónico, con el fin de que convivan y compartan protagonismo tanto el vivo pasado como el feroz futuro...

Pero todos debemos aceptar y asumir que sin la existencia de unas redes participativas y reivindicativas independientes y estables, capaces de influir en la toma y puesta en practica de decisiones, poco podemos esperar de las instituciones públicas y del tejido empresarial, pues el grado de expolio y degradación ambiental de nuestro patrimonio natural e histórico es realmente alarmante, así como es evidente el nacimiento de una crisis económica en los sectores productivas valencianos: calzados, juguetes, muebles...

Al menos algunos debemos seguir en nuestra labor cotidiana: continuar denunciando y cuestionando el actual comportamiento urbanístico, ofreciendo la posibilidad de dirigir los esfuerzos inversores en las áreas de la rehabilitación y conservación de nuestros espacios tradicionales, estimulando nuevas formas laborales acordes con una nueva cultura ecológica, lejos de las prisas y las modas...

Recuperar los núcleos rurales del interior de Valencia, estimulando el cultivo de sus campos no es ninguna utopía ni un disparate. Puede y debe servir para repartir la actual densidad demográfica que padece el litoral, creando así nuevas estructuras y espacios productivos y de servicios en un área que padece un abandono inaceptable...

Entre todos podemos lograr equilibrar y hacer agradable la convivencia presente, logrando paliar los efectos secundarios que el desaforado crecimiento urbanístico nos infringe a todos...

Y creo que para terminar debemos dejar en el aire una pregunta esencial: ¿Para qué tanto crecimiento urbanístico?
* ¿Realmente nos beneficia de forma duradera y real construir tantos nuevos edificios?
* ¿Es posible compatibilizar respeto por nuestro legado paisajístico, cultural… y desarrollo económico, urbanístico…?
* ¿Qué mecanismos y normas debemos aceptar y asumir todos para permitir un desarrollo equilibrado, sostenible, plural y no lesivo para nuestro futuro?

Benicalap – Valencia, a 27 de septiembre de 2004.

>> Autor: CERCLEOBERT (27/09/2004)
>> Fuente: Antonio Marín Segovia - Cercle Obert de Benicalap - Iniciativas Sociales y Culturales de Futuro


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